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CARTA DE LA EDITORA | 341

Más allá de los seres humanos

La forma en que tratamos a los animales no humanos con fines de investigación, producción y consumo está cambiando gradualmente. Diferentes áreas de la ciencia han expandido nuestra comprensión sobre la cognición y el dolor en los animales, lo que ha llevado a que cada vez sea menos aceptado su uso en la investigación científica. También se cuestiona cada vez más su cría con fines alimentarios. Más allá de las preocupaciones éticas, hay inquietudes concernientes a los impactos, como la huella de carbono, lo que ha ampliado cada vez más la oferta de alimentos sustitutos de origen vegetal.

El conocimiento que ha venido produciéndose al respecto de este tema forma parte de un campo de estudios denominado ciencia del bienestar animal, impulsado por el reconocimiento en la década de 1960 de la crueldad en la cría de animales para la producción de carne. En la década de 1980, la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, creó la primera asignatura académica en el área, y en la década siguiente surgieron revistas científicas dedicadas a esta temática.

Este campo de estudios relativamente reciente es promovido por la presión de ciudadanos y consumidores, a menudo dando base a leyes nacionales de protección y cuidados. Pero también comprende grandes intereses económicos, como el aumento de la productividad y la sostenibilidad de esta industria. Estos intereses tornan más complejas las cuestiones éticas que se plantean en las investigaciones. El artículo de portada de esta edición plantea aspectos de este debate multifacético en Brasil y los conocimientos científicos de los que se nutre.

La complejidad científica y ética que entraña el uso de animales como modelo para el estudio de enfermedades se aborda en otro artículo. Investigadores han identificado lesiones típicas del mal de Alzheimer en monos capuchinos robustos ancianos que murieron en forma natural. Estos pequeños primates, considerados entre los más inteligentes de América, pueden ayudar en los estudios sobre la evolución de la enfermedad y en la búsqueda de tratamientos para aquella que es la forma más frecuente de demencia en humanos. Nuestra colaboradora Giselle Soares nos comenta de qué manera los estudiosos de esta área suelen recurrir en sus investigaciones sobre el alzhéimer a modelos que no siempre son los ideales, desde el cultivo de células en laboratorio hasta gusanos, moscas de la fruta y roedores.

Este número incluye también sendos perfiles de dos prestigiosas investigadoras que dejaron sus huellas en la ciencia brasileña. La economista Maria da Conceição Tavares, fallecida el 8 de junio a los 94 años, dejó una producción intelectual original e instigadora, que también se vio reflejada en su personalidad pública. La también economista Maria Silvia Possas escribió, en un artículo biográfico publicado en la revista Estudos Avançados en el año 2001, que Tavares “cobró celebridad no solamente por el vigor de su pensamiento, sino también por la pasión con la que defendía sus puntos de vista”.

Seis años mayor, la psicóloga Carolina Bori, quien en el mes de enero habría cumplido 100 años, se convirtió en 1987 en la primera mujer en presidir la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), casi 40 años después de su fundación en 1948. Como integrante activa de la comunidad científica, creó una comisión que elaboró la “Propuesta de la SBPC para la Asamblea Constituyente”, cuyo fruto fue el artículo 218 sobre ciencia y tecnología incluido en la Constitución de 1988, el primero en una Carta Magna brasileña. Fue una figura clave en la institucionalización de la enseñanza y los estudios de la psicología en el país.

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