En singular contraste con la percepción común de una yunta de aves incubando sus huevos y cuidando de sus polluelos, un nido de pirinchos, también llamados cucos guira en diferentes regiones (Guira guira) puede albergar la prole de hasta siete madres. Lejos está de constituir una convivencia pacífica, con raptos de violencia explícita contra los pichones, aunque parece compensarse con una mayor capacidad de defensa contra los predadores, tal como hace tres décadas viene demostrándolo el trabajo del equipo de la bióloga Regina Macedo, de la Universidad de Brasilia (UnB). Y hay más: en el estudio más reciente, publicado en 2011 en la revista The Auk, Marcos Lima revela que en esas sociedades reina la poligamia, y que los machos de un mismo grupo están emparentados entre sí.
“Es la primera vez que se hace la caracterización genética de una especie de cuclillo”, explica el investigador, quien ejecutó una parte del trabajo en el laboratorio del biólogo Jeffrey Graves, en la Universidad de Saint Andrews, Escocia, durante su maestría en la UnB. Los resultados revelan que un 72% de los nidos se caracteriza por la poligamia igualitaria: tanto los machos como las hembras tienen más de una pareja sexual.
El parentesco entre machos demostrado por el trabajo de Lima –siempre más cercano que lo que marcaría el azar en la población estudiada– sugiere que, mientras las hembras emigran ni bien crecen lo suficiente, los machos permanecen instalados en el nido donde nacieron o en territorios vecinos, donde conviven con hermanos y otros parientes cercanos. “Aunque un macho no engendre polluelos, se beneficia desde el punto de vista evolutivo al contribuir al éxito del grupo”, explica Lima.
Los investigadores todavía toman los resultados con cierta cautela, dado que es imposible obtener un muestreo completo. El área de estudio elegida por Regina está situada en los alrededores de Brasilia, una zona residencial conocida por el nombre de Park Way, donde además de casas, jardines y plantaciones, aún quedan algunas manchas de vegetación del cerrado. No satisfechos con la altura de los árboles bajos y retorcidos de la región, los cucos guira prefieren construir sus nidos en araucarias, que no son autóctonas de la región. Como son altas, era preciso trepar entre 5 y 14 metros para instalar redes, examinar los huevos o extraer muestras de sangre. El grupo de la UnB también utilizaba trampas que tenían como señuelo grabaciones del canto masculino y un pirincho domesticado actuando como invasor. Como resultado, gran parte de las aves capturadas eran machos que acudían en defensa de su territorio. Según Lima, “lo ideal sería contar con un grupo completo para verificar los parentescos y la paternidad de los polluelos”.
De cualquier modo, las ventajas genéticas detectadas por el estudio para la vida en grupo ayudan a comprender cómo evolucionó un sistema social en el que parte de los huevos es arrojada fuera del nido y se mata a algunas crías luego de nacer, dando generalmente como resultado, 5 ó 6 polluelos sobrevivientes, aunque en total se hubieran puesto hasta 17 huevos. Regina no se arriesga a mencionar sospechosos al respecto del ataque a los huevos. “Tan sólo lo verifiqué en dos ocasiones”, dice, agregando que logró recoger esos huevos poniendo redes alrededor del árbol, para más tarde recoger muestras del material genético. Para el caso de otra especie de cuclillo, se cree que las hembras que todavía no han puesto huevos se deshacen de los huevos de las competidoras, pero la bióloga de la UnB no cree que éste sea el caso para los cuco guira. En un estudio anterior, ella demostró que las hembras no ponen huevos en el mismo orden entre una y otra nidada, eliminando la posibilidad de que la dominante solamente pusiera los suyos en última instancia, cuando sería menos probable que fueran eliminados.
Incluso después de romper el cascarón, los polluelos no se encuentran a salvo. Tanto machos como hembras adultos, frecuentemente expulsan a alguno de aquéllos del nido y lo picotean hasta matarlo, aunque otros integrantes del grupo den gritos de alarma en una rama vecina. Los ataques comienzan por los más pequeños, según revela un artículo de 2004 publicado en la revista Animal Behavior, y pueden repetirse hasta ultimar a todos los polluelos. Regina aún no encuentra explicación para este comportamiento, pero cree que los culpables son aquéllos que no lograron reproducirse en esa oportunidad. “La eliminación de los polluelos permitiría que el grupo hiciera rápidamente un nuevo intento reproductivo”, explica. Ella ya cuenta con muestras de sangre de adultos que cometieron infanticidio, así como de los polluelos asesinados por ellos. Cuando realice los análisis genéticos, espera aclarar el enigma. Lima agrega otra posibilidad: la reducción de la nidada hasta un número que los adultos logren sostener con mayor facilidad en su relevamiento como guardianes y proveedores de alimento. “Ellos se desarrollan muy rápidamente, en 12 días comienzan a volar”, afirma.
Regina, quien desde su doctorado estudia a los pirinchos, explica que se conocía muy poco sobre el comportamiento de esta singular ave, con su copete erizado y casi 40 centímetros de longitud, que habita prácticamente en toda Sudamérica, sobre todo en áreas abiertas y urbanas, donde buscan alimento en grupo andando por el suelo. “Son tan comunes que no despiertan interés”. Sin embargo, cuanto más aprende, mayor es la fascinación de la investigadora por el sistema social y reproductivo de esta especie. “El estudio de esa conexión entre cooperación y competencia, que ocurre en cualquier sociedad, puede aportar bastante a la comprensión de la evolución de ese tipo de sistema”, explica.
Artículos científicos
LIMA, M.R. et al. Group composition, mating system, and relatedness in the communally breeding guira cuckoo (Guira guira) in Central Brazil. The Auk. v. 128. n. 3, p. 475-86. 2011.
MACEDO, R.H.F. Significance of social parameters on differential nutrient investment in guira cuckoo, Guira guira, eggs. Animal Behaviour. v. 68, p. 485-94. 2004.