Una plataforma hace posible un cruzamiento inédito de los datos oficiales de áreas tales como la salud y la educación
Ilustración Júlia Cherem Rodrigues con fotos de Léo Ramos Chaves
Una plataforma abierta, con una interfaz accesible que recopila información de múltiples bases de datos oficiales, hará posible realizar nuevas investigaciones sobre las desigualdades raciales en Brasil. Este sistema, desarrollado por el Centro de Estudos e Dados sobre Desigualdade Racial (Cedra), con sede en Río de Janeiro y lanzado en diciembre de 2022, permite realizar el cruzamiento de informaciones tales como ingresos, ocupación, vivienda y escolaridad según criterios de color, raza y sexo de la población, y apunta a aportar a la elaboración de políticas públicas e investigaciones científicas sobre la temática.
Uno de sus creadores es el economista Eduardo Pereira Nunes, expresidente del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y exdocente de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-RJ). Él explica que la plataforma combina datos del Censo Nacional 2010 y de la Encuesta Nacional por Muestreo de Domicilios Continua (Pnadc, en portugués), entre 2012 y 2019, para proveer métodos inéditos de lectura de datos del IBGE. El físico Marcelo Tragtenberg, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y también fundador del Cedra, informa que la plataforma no incluye datos sobre las poblaciones indígenas debido a la ausencia de muestras representativas de ese segmento de la sociedad en la Pnad. “La Pnad no llega a los territorios indígenas y, por esta razón, los errores estadísticos de las muestras son muy grandes”, justifica.
Según Pereira Nunes, la base del sistema son los datos de los responsables de los 57 millones de domicilios registrados en el Censo de 2010. “Algunas de las informaciones reveladoras introducidas por la plataforma incluyen raza, color y género”, dice el economista. Se pudo identificar, por ejemplo, que, en 2010, en el 33,8 % de los hogares del país sus integrantes eran solamente negros, un 27,3 % estaban habitados por personas negras y de otro color o raza, mientras que un 38,9 % de las viviendas no incluían residentes negros. “Estas cifras indican que el mestizaje se hace presente en forma más acentuada en los estratos sociales de ingresos medios y bajos”, dice Tragtenberg. Para la historiadora Wânia Sant’Anna, del Instituto Brasileiro de Análises Sociais y Econômicas (Ibase) y fundadora del Cedra, los datos que se refieren a la conformación de los hogares brasileños contrastan con la idea de que la sociedad nacional es marcadamente mestiza y el país vive en una democracia racial, dado que, en 2010, solamente un 27,3 % de los hogares estaban conformados por negros y personas de otras razas. “El objetivo que perseguimos a través de la plataforma es proponer reflexiones desestabilizadoras como esta”, informa.
Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP
También según datos de 2010, los ingresos promedio por residente en los hogares habitadas solamente por negros era de 598 reales, en los domicilios ocupados por negros y no negros era de 627 reales y en las viviendas sin ocupantes negros era de 1.400 reales. “Los datos evidencian una situación de exclusión social”, comenta Pereira Nunes. En lo que tiene que ver con el mercado laboral, el economista destaca que otro cruce de datos inédito realizado por la plataforma puso de relieve las ocupaciones en donde la mayoría de las personas son blancas o negras. En 2010, los trabajos en los que predominaban las personas negras, los ingresos promedio por hora correspondían a un 20 % del valor promedio de los trabajos en donde la mayoría de las personas eran blancas. La plataforma también puso de manifiesto que el ingreso promedio de los blancos es más alto incluso en aquellos puestos laborales donde la mayoría de los trabajadores son negros. “Hemos detectado que cuanto menos sofisticado es el grado de exigencia de la mano de obra, mayor es la presencia de trabajadores negros”, dice el economista. Desde el punto de vista de Pereira Nunes, este panorama solamente puede modificarse a través de iniciativas como las políticas de cupos. “¿Cómo podría haber más negros en áreas como la medicina, por ejemplo, si sus condiciones de vida son distintas a las de los blancos desde su origen familiar, por lo que les es preciso trabajar mientras están estudiando, y los blancos gozan de una situación más favorable para dedicarse a preparar sus exámenes de ingreso?”.
En cuanto a las diferencias en los porcentajes de individuos negros y blancos matriculados en la educación superior, Sant’Anna, del Ibase, considera que este fenómeno es consecuencia de la falta de políticas destinadas a superar estas desigualdades. “Para ello, por ejemplo, no basta con invertir solamente en la creación de escuelas a tiempo completo. Es necesario tomar medidas para que los niños negros puedan acceder y mantenerse en estas instituciones, para que consigan llegar hasta la educación superior”, dice, apuntando a la enseñanza media como una etapa clave si se desea mejorar el nivel de capacitación de los jóvenes negros.
El sistema reveló que los responsables de la mayoría de los hogares en el umbral de la pobreza extrema eran negros, es decir, con ingresos promedio mensuales de hasta un 12,5 % del salario mínimo. Otro dato recabado es que el número de negros habitando en las zonas periféricas era más del doble que el de los blancos. En 2010, el acceso a la educación superior de blancos y negros era dispar entre los residentes en la periferia de las ciudades: el 5,9 % de las mujeres negras ante el 11,5 % de las mujeres blancas. Tragtenberg explica que el concepto de áreas periféricas utilizado por la plataforma parte del concepto de conglomerados irregulares del IBGE, es decir, zonas que abarcan favelas y viviendas con déficit de servicios públicos urbanos. “Incluso en estas áreas periféricas, los blancos tienen el doble de probabilidades de acceder a la educación superior”, dice. En 2010, el 55 % de los negros de 15 años o más carecían de instrucción o tenían enseñanza fundamental incompleta. Entre los blancos, este porcentaje era de un 37,5 %.
Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP
La plataforma ha recibido apoyo e inversiones de los institutos Çarê, Galo da Manhã e Ibirapitanga, de la Fundación Itaú y de Itaú Unibanco, y se la está mejorando para incorporar, en el transcurso de 2023, información procedente del Sistema Único de Salud (SUS), del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (Inep) y estadísticas oficiales sobre la violencia. “La inclusión de estas nuevas bases de datos permitirá conocer la frecuencia de muertes violentas en los hogares donde las responsables son las mujeres negras, entre otras informaciones referidas a la salud y la educación”, detalla Pereira Nunes. El economista informa que en el futuro, los datos del Censo Nacional 2022, que ahora se están recabando, también alimentarán la plataforma. Además de Pereira Nunes, Sant’Anna y Tragtenberg, el Cedra fue fundado en 2020 por los economistas Hélio Santos, presidente de la ONG Oxfam Brasil, y Mário Theodoro, de la Universidad de Brasilia (UnB).
En el marco del acto de lanzamiento de la plataforma, que tuvo lugar en São Paulo, el pasado mes de diciembre, Santos explicó que se espera que funcione como una “central de datos que promueva la implementación de políticas públicas”. Desde el punto de vista del economista, la universidad pública se ha debilitado en los últimos cuatro años, “precisamente cuando los negros empezaban a ampliar su presencia en estas instituciones”, por lo que se hace necesaria la “adopción de acciones afirmativas sistémicas”.
Para la demógrafa Bernadette Cunha Waldvogel, del departamento de Gestión Demográfica de la Fundación Sistema Estadual de Análisis de Datos (Seade), la nueva plataforma es una herramienta importante para los estudios demográficos y la elaboración y el seguimiento de políticas públicas tendientes a reducir las desigualdades raciales. “La mayor novedad del sistema reside justamente en su formato, que reúne en un mismo espacio informaciones producidas y puestas a disposición por diferentes fuentes de datos, facilitando su uso conjunto y ampliando el alcance y el ámbito de los estudios”, sostiene Cunha Waldvogel. Por último, la antropóloga Sandra Garcia, coordinadora del Núcleo de Población y Sociedad del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap), considera que la plataforma permitirá reanudar el trabajo conjunto entre investigadores y gestores de políticas públicas “con miras a identificar y entender mejor los factores interrelacionados que hacen que las inequidades raciales persistan durante generaciones”.
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