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GÉNERO

Nuevos ordenamientos en los hogares brasileños

Un estudio pone de manifiesto el proceso de emancipación femenina en el núcleo familiar del país a partir de la década de 1970

Léo Ramos Chaves

La transformación del rol de la mujer en la sociedad brasileña durante el siglo XX, con importantes conquistas que abarcan el derecho al voto, el divorcio, el trabajo y la educación, es bastante conocida. Lo que ahora empieza a hacerse manifiesto es que esos cambios habrían promovido también un proceso de emancipación femenina en la esfera familiar, destacándose como logros la autonomía económica y la reducción de las tasas de fecundidad, que vienen descendiendo progresivamente desde la década de 1960. En los últimos años, varios investigadores se plantearon analizar este fenómeno. Uno de los trabajos más recientes es el de la socióloga Nathalie Reis Itaboraí, investigadora que realiza una pasantía posdoctoral en el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Iesp-Uerj).

Con base en los datos de la Investigación Nacional por Muestreo de Domicilios del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Pnad-IBGE), ella analizó el proceso de emancipación de las mujeres en las familias brasileñas entre 1976 y 2012 a la luz de una perspectiva de clase y género. El período está signado por transformaciones en la condición femenina, alentadas por los cambios en la estructura productiva, mayores oportunidades educativas y laborales, y la difusión de nuevos valores desde los medios de comunicación y por la segunda ola del feminismo –la primera ocurrió durante la segunda mitad del siglo XIX– que comenzó en los años 1960. “También fue en esa época que empezó a debatirse más la desigualdad de género en Brasil, especialmente luego que 1975 fuera declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de las Mujeres, y el período comprendido entre 1976 y 1985 como la Década de la Mujer”, explica la investigadora.

La socióloga es la autora del libro Mudanças nas famílias brasileiras (1976-2012): Uma perspectiva de classe e gênero (editorial Garamond), que se publicó a partir de su tesis doctoral, que ganó el premio a la mejor tesis de 2016 en el concurso de la Asociación Nacional de Posgrado e Investigación en Ciencias Sociales (Anpocs) de obras científicas y tesis universitarias en ciencias sociales. En el estudio, ella procura ir más allá de los indicadores de género, que miden los cambios en lo referente a la condición femenina en la esfera pública (participación en el mercado laboral, representación política, etc.), que suelen utilizarse para comparar los avances en Brasil con los de otros países. Esos indicadores, según sostiene, no contemplan las diferencias entre grupos sociales dentro de la sociedad brasileña y el impacto de la desigualdad de género en la familia y en el trabajo doméstico (el cuidado de la casa, de los hijos o familiares ancianos, por ejemplo).

Para analizar cómo ocurrieron las transformaciones en la experiencia familiar de las mujeres de diferentes clases sociales, Reis adoptó ocho tipos de estratos ocupacionales, que abarcaron desde trabajadores rurales (clase 1), los más pobres, hasta profesionales con nivel superior (clase 8) los más adinerados. Si bien las desigualdades entre las mujeres de diferentes clases sociales siguen siendo grandes, los análisis indican que el comportamiento familiar femenino, independientemente de la clase social, evolucionó en una misma dirección en los últimos 40 años, con avances significativos en cuanto a su autonomía, lo que implica un mayor control sobre el propio cuerpo, capacidad de generar ingresos propios y también para controlar esos recursos.

En Brasil, hasta el final de la década de 1960, el modelo tradicional de familia estaba signado por enormes asimetrías entre los varones y las mujeres. En los matrimonios, por lo general, el hombre era mayor, ostentaba una escolaridad más avanzada y tenía mayores ingresos. Las mujeres tan sólo trabajaban mientras fueran solteras, y abandonaban sus actividades luego de casarse para dedicarse a las tareas hogareñas y el cuidado de los hijos. Esto empezó a cambiar a partir de los años 1970 (lea la entrevista con la demógrafa Elza Berquó en la edición nº 262 de esta revista). Natalie Reis comprobó que la condición de las mujeres mejoró en relación a sus cónyuges durante ese período. Las diferencias de ingresos se redujeron en los matrimonios, así como las de edad y de escolaridad.

También se modificó el orden tradicional de la familia, con el varón como único proveedor y la mujer como ama de casa que dejó de ser predominante. Para 1976, el porcentaje de mujeres casadas de 15 a 54 años de edad que trabajaban era de un 25,4% entre los trabajadores rurales (clase 1) y de un 34,5% entre los profesionales con nivel superior (clase 8). En 2012, esas cifras crecieron hasta un 46,4% y un 75,5%, respectivamente. “La posibilidad de contar con ingresos propios fomentó una ampliación de la autonomía económica femenina, aunque para las más pobres eso solamente signifique atenuar ciertas privaciones”, explica la socióloga. En 1976, el varón era el único proveedor en el 77% de los matrimonios de peones rurales y en un 63% de las parejas de profesionales con nivel superior. En 2012, ese porcentaje se redujo hasta un 50,5% en la clase 1 y un 24,1% en la clase 8. “Varones y mujeres se fueron asemejando en cuanto al compromiso profesional, aunque las mujeres se topen con mayores obstáculos en el mercado laboral”, subraya.

Tales conclusiones ponen de relieve un fenómeno que se viene observando desde hace cierto tiempo en Brasil. La cantidad de hogares del país con mujeres como jefes de familia aumentó un 67% entre 2004 y 2014, según datos del IBGE. La concentración de mujeres como jefas de familia tiende a acentuarse más entre los estratos más pobres, dado que la propia pobreza las empuja al mercado laboral, según verificó la socióloga Mary Alves Mendes, del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Piauí (UFPI), en un estudio que presentó en 2002, en el marco del XIII Encuentro de la Asociación Brasileña de Estudios de la Población, que se llevó a cabo en la localidad de Ouro Preto, estado de Minas Gerais.

En 2006, el demógrafo Mario Marcos Sampaio, del Centro de Desarrollo y Planificación Regional de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), identificó una tendencia similar. Él es uno de los coordinadores de una investigación que se publicó en la revista Bahia Análise & Dados que analizó el proceso de emancipación femenina en las regiones metropolitanas brasileñas entre 1990 y 2000. En el estudio, ellos verificaron que la participación femenina en la composición de los ingresos familiares brasileños es creciente, tanto desde su rol de cónyuge como en el de hija.

Estos cambios están vinculados con un proceso lento, pero continuo de ampliación de las oportunidades de acceso a la educación entre las mujeres, que comenzó en 1879, con la promulgación de la Reforma Leôncio de Carvalho, que les permitió a las mujeres el acceso a la educación superior. A partir de los años 1970 esa ampliación comenzó a estar acompañada de una tendencia a un mejor desempeño escolar de las mujeres en comparación con los varones, particularmente entre las familias más pobres. Hoy en día, según datos publicados en 2014 por el IBGE, un 12,5% de las mujeres de 25 años o más completaron la enseñanza superior en 2010. La participación masculina en el mismo período fue de un 9,9%. “Si existe una estrategia entre las clases bajas para elegir uno o más hijos que sigan estudiando, es probable que esa elección recaiga en las niñas, porque, en promedio, logran un mejor desempeño escolar”, sostiene Reis.

Los métodos contraceptivos también cumplieron un rol central en el proceso de emancipación femenina, a medida que los cambios desencadenados por la liberación sexual y el surgimiento de la píldora anticonceptiva, en los años 1960, les confirieron mayor seguridad a las mujeres para que pudiesen planificar la maternidad en función de sus ambiciones profesionales u otras prioridades. Como resultado de ello, con el transcurso de los años se registró una disminución de las tasas de fecundidad (un cálculo del número promedio de hijos que una mujer tendría hasta el final de su ciclo reproductivo) entre las mujeres de todas las clases sociales y de una manera más acentuada entre las clases bajas. En 1976, la tasa de fecundidad de los trabajadores rurales (clase 1) era de 6,6 hijos por mujer. En 2012, esa cifra se redujo a 2,8. En el mismo período, el índice de fecundidad entre los profesionales con nivel superior (clase 8) disminuyó de 2,5 a 1,2. Según datos del IBGE, en 2015 la tasa de fecundidad en Brasil es de 1,72, una cifra que se encuentra por debajo del nivel de recambio de la población.

Según la antropóloga Andrea Moraes Alves, de la Escuela de Servicio Social de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), esa tendencia se consolidó en los años 1990. La percepción de la contracepción como un derecho de la mujer y como parte de la atención de su salud cobró vigor durante la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, que se desarrolló en 1994 en El Cairo, Egipto, y también por la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se llevó a cabo en Pekín, China, en 1995. “Los movimientos feministas cumplieron un papel central para la instauración de ese concepto”, enfatiza la investigadora, quien recientemente analizó la trayectoria del Centro de Investigaciones y Atención Integral de la Mujer y el Niño (CPAIMC, en portugués), una institución privada que funcionó en Río de Janeiro entre 1975 y 1992 ofreciendo acceso a la anticoncepción y a la cirugía de esterilización para mujeres.

Las conclusiones de Nathalie Reis y Andrea Moraes Alves son congruentes con otros estudios, coordinados por las demógrafas Elza Berquó y Sandra Garcia, del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap). Ellas llevaron adelante la investigación intitulada “Reproducción posterior a los 30 años en el estado de São Paulo”, que salió publicada en 2014 en la revista Novos Estudos, del Cebrap. Las investigadoras identificaron cierta tendencia entre las mujeres a postergar la maternidad hasta después de los 30 años. En São Paulo, la tasa de fecundidad pasó de 4,7 hijos por mujer, en 1960, para 1,7 en 2010, sugiriendo la existencia de una tendencia a la postergación de la maternidad, temporaria o incluso definitiva.

En tanto, en el estudio intitulado “Reproducción asistida en Brasil: Aspectos sociodemográficos y desafíos para las políticas públicas”, coordinado por Sandra Garcia, se verificó un aumento del uso de tecnologías de reproducción asistida en Brasil. “La postergación de la maternidad ocurre de manera más significativa entre las mujeres con nivel socioeconómico más elevado, pero también es un fenómeno presente entre las mujeres de clases menos acaudaladas”, explica. En su opinión, la búsqueda de técnicas de reproducción asistida aumentó en función de la postergación de la reproducción hasta después de los 30 años y también a causa de un nuevo ordenamiento familiar.

A pesar de los avances de la condición de la mujer, todavía deben superarse muchos obstáculos. Aquéllas que trabajan fuera de casa aún reciben una remuneración un 30% menor que la percibida por los varones en puestos similares, son minoría en los cargos ejecutivos y directivos y asumen las actividades del ámbito laboral sin renunciar a sus quehaceres domésticos. Además, las mujeres con hijos afrontan dificultades para reinsertarse en el mercado laboral.

Y hay otro problema: el tiempo que les insuma a las mujeres el trabajo doméstico tiende a ser mayor que el de los varones en todas las clases sociales. “Las muchachas de 10 a 14 años dedican más tiempo al trabajo doméstico que los chicos de su misma edad”, dice Reis. Estos datos coinciden con los que se publicaron en 2016 en el informe “Harnessing the power of data girls”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que indica que las nenas de 5 a 14 años gastan un 40% más de tiempo por día en quehaceres domésticos no remunerados que los chicos. A grandes rasgos, el trabajo de las niñas es menos visible y está subvalorado.

Artículos científicos
GARCIA, S. & BELLAMY, M. Assisted Conception Services and Regulation within the brazilian context. JBRA Assisted Reproduction. v. 19, n. 4, p. 198-203. nov. 2015.
BERQUÓ, E. S. et al. Reprodução após os 30 anos no estado de São Paulo. Novos Estudos Cebrap. n. 100, p. 9-25. nov. 2014.

Libro
ITABORAÍ, N. R. Mudanças nas famílias brasileiras (1976-2012): Uma perspectiva de classe e gênero. Río de Janeiro: Editorial Garamond, 2016, 480 p.

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