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Cine

Otros géneros del cine brasileño

La película Serra Pelada, de Heitor Dhalia, puede impulsar la ansiada diversificación en la oferta de filmes nacionales

Reproducción inequívoca del caos suscitado en la carrera por el oro en Serra Pelada

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El trailer de Serra Pelada, la nueva película del director Heitor Dhalia, cuyo estreno está anunciado en Brasil para el mes de octubre, promete un producto dinámico: el drama de los garimpeiros, los buscadores de piedras preciosas de esa localidad del estado de Pará, que sirve como telón de fondo para la acción y el suspenso que surgen de una disputa por territorios entre tres de ellos. Serra Pelada evoca, ya desde su material promocional, a los filmes de gánsteres dirigidos por Martin Scorsese.

Otra película reciente con una producción compleja que trae reminiscencias de un género tradicional ‒ pero nada frecuente en Brasil ‒ fue Xingu, lanzada en abril del año pasado: un western en la acepción más pura del término, que muestra los conflictos generados por el proceso de expansión de las fronteras. Si contara al menos con tres escenas de tiroteos, las comparaciones entre los directores Cao Hamburger y John Wayne, no serían descabelladas.

Estos dos filmes, hasta ahora constituyen rarezas en la trayectoria reciente del cine nacional. Pero el hecho de que se estrenaron en un intervalo de un año y medio insinúa un futuro en que las películas de género, que demandan una producción más compleja y que todavía no son comunes en Brasil (acción, suspenso, ciencia ficción) serán cada vez más frecuentes, tanto en cantidad como fundamentalmente en calidad.

Antes de Xingu, Tropa de Elite 2 fue la última película de género con una producción elaborada y ampliamente aclamada por el público. La película de José Padilha, que se estrenó en octubre de 2010, aún ostenta el récord de público en la historia del cine brasileño. Aunque con un fuerte sesgo social, el director carioca le adjuntó secuencias de acción de calidad, hasta entonces inéditas en el país, logrando una así producción muy atractiva tanto para quien aprecia las peculiaridades de ese género como para quien busca en el cine algo más que el mero espectáculo.

Wagner Moura interpretando al personaje Lindo Rico

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De todos modos, las producciones de bajo costo y calidad similar continúan dominando la escena entre los filmes brasileños. La comedia Minha mãe é uma peça [Mi madre es única] aún en cartelera, costó 5,5 millones de reales y ya sobrepasó la marca de 45 millones de reales en recaudación, ocupando, por ahora, el primer puesto del año en taquilla para una producción nacional. La idea de los productores, por lo visto, es ésta: ¿por qué invertir más en películas con mayor riesgo si la fórmula actual sigue dando rédito?

Si el objetivo postrero de los productores consiste en ampliar cada vez más la diferencia entre el costo de producción y la ganancia final, el público brasileño ya ha demostrado en ciertas ocasiones que, cuando se lo sorprende, responde de manera mucho más satisfactoria ante ese anhelo específico del cine como negocio. Poniéndolo en perspectiva: Tropa de Elite 2 costó 14,5 millones de reales y recaudó más de 100 millones de reales. El efecto colateral de esa apuesta (invertir más esperando un mayor retorno) resulta especialmente beneficioso para la trayectoria del cine nacional a largo plazo: la tan ansiada diversificación de la oferta de géneros entre lo que se produce en el país.

En el artículo intitulado “Géneros y performance en el mercado cinematográfico”, todavía por publicarse, el profesor Roberto Franco Moreira, del Departamento de Cine, Radio y Televisión de la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (CTR/ ECA/ USP), explica precisamente cuáles son las implicaciones negativas de este impasse. “El cine brasileño estará condenado a una tímida presencia en el mercado”, escribió, si su oferta de géneros no se diversifica.

Moreira recuerda que el cine brasileño sólo logró dos picos de audiencia en el mercado durante los últimos 10 años: en 2003, con un 23%; y en 2009, con un 19%. En el resto de los años, ese porcentaje fluctuó entre el 9% y el 15%. “A título de contraste, vale recordar que cines tales como el japonés, el coreano y el francés ocupan alrededor del 50% de su propio mercado”, dice.

Juliano Cazarré y Júlio Andrade como Juliano y Joaquim

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De esas tres nacionalidades, a la que más se acerca el cine brasileño es a la francesa. Al igual Brasil tampoco es un país reconocido por su cine de género (en el caso de ellos, la culpa le cabe a la influencia de la Nouvelle Vague). De cualquier modo, el cine francés produce regularmente filmes de acción y suspenso con gran impacto en las boleterías locales. Não conte a ninguém [No se lo digas a nadie], de 2006, y O Ninho [El hijo], de 2002, son perfectos ejemplos del cine de género (el primero es un suspense angustiante, y el segundo, un filme de acción inteligente), más allá de lo ofrecido por el mercado estadounidense. Ambos cuentan con una producción relativamente sencilla. La razón de su éxito: guiones sobrios, que relatan historias imprevisibles, pero en forma directa, atrayentes para el público promedio, pero sin caer en denominadores comunes.

A juicio del profesor Luiz Dantas, del CTR/ ECA, ésa es justamente la mayor debilidad del cine nacional. “Los filmes de género requieren un mayor conocimiento de la estructura del libreto, y en cuanto a eso tenemos mucho trabajo por delante”, dice. Dantas reconoce que el cine nacional posee estructura de producción y técnicos muy competentes, pero todavía no logra crear historias que logren dialogar con el público, teniendo en cuenta su inteligencia.

Serra Pelada tiene un presupuesto de 10 millones de reales, con una producción altamente compleja y un relato imprevisible que apunta al gran público. Sigue al pie de la letra la fórmula de los escasos filmes de género exitosos producidos en Brasil. Si el público responde en forma acorde, invertir más y mejor puede dejar de ser tan sólo un riesgo para convertirse en regla.

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