Imprimir Republish

COMUNICACIÓN

Para informar mejor

Dos nuevos estudios, uno de la Unicamp y otro de la Academia de Ciencias de Bahía, expanden la comprensión sobre la percepción pública de la ciencia en Brasil

Veridiana ScarpelliDesde hace más de una década, investigadores del Laboratorio de Estudios Avanzados en Periodismo (Labjor) de la Universidad de Campinas (Unicamp) trabajan en la línea de frente de los esfuerzos tendientes a medir la percepción pública sobre la ciencia y la tecnología en Brasil. Tales proyectos del Labjor forman parte de una iniciativa internacional que comenzó en 2001 y comprendió a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y a la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt/ Cyted).  Desde entonces, el Labjor ha venido profundizando y afinando sus métodos de análisis, con el objetivo de identificar estrategias para perfeccionar la comunicación académica y ampliar el acceso a la información científica en el país.

El Labjor publicó dos estudios extensos sobre la imagen de la ciencia en Brasil en Indicadores de ciência, tecnologia e inovação no estado de São Paulo, en las dos ediciones de esta publicación de la FAPESP (2005 y 2010). Antes, los resultados de la primera investigación, realizada entre finales de 2002 y comienzos de 2003, ya habían aparecido en el libro Percepção pública da ciência, de Carlos Vogt (Unicamp-FAPESP, 2003). La segunda investigación del Labjor, realizada en 2007, se basó en el mismo cuestionario aplicado en conjunto en siete países de Iberoamérica –Colombia, Argentina, Venezuela, España, Panamá, Chile y Brasil–, lo cual permitió la comparación de los datos recabados. Por último, en 2012, el laboratorio encabezó un tercer estudio inédito, con foco en la salud, cuyos resultados salieron publicados al año siguiente. “El tema salud aparecía en las investigaciones anteriores como una de las principales preocupaciones de la población; por eso merecía una atención especial”, explica Carlos Vogt, coordinador del Labjor y presidente de la Universidad Virtual del Estado de São Paulo (Univesp).  Vogt también fue rector de la Unicamp y presidente de la FAPESP.

Ana Paula CamposUno de los desafíos iniciales del Labjor lo constituyó la definición de indicadores adecuados que pudiesen emplearse en distintos países y regiones para crear un estándar metodológico sujeto a comparación y análisis. El trabajo del laboratorio de la Unicamp ha generado frutos en otros lugares de Brasil y, en 2013, luego de los contactos del coordinador del Labjor con la comunidad académica de Bahía, esta metodología sirvió de base para una investigación patrocinada por la Academia de Ciencias de Bahía, presidida por el ex gobernador del estado y ex presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), Roberto Figueira Santos.

“Luego de muchos debates sobre el futuro de la educación científica, arribamos a la conclusión de que contábamos con datos objetivos sobre la enseñanza de la ciencia, pero no así con información sobre la percepción pública de la producción académica de Bahía”, dice Othon Jambeiro, docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). Jambeiro coordinó la investigación solicitada al Instituto Datafolha, en colaboración con Maurício Barreto, docente del Instituto de Salud Colectiva de la UFBA.

Veridiana ScarpelliLa metodología de investigación
El cuestionario empleado en Salvador se adaptó con base en la metodología exitosa del Labjor. Las encuestas aplicadas consisten en la formulación de 20 a 30 preguntas y se realizan mediante el abordaje personal e individual, en puntos de flujo sorteados y distribuidos según la densidad habitacional de las ciudades. Se entrevista a varones y mujeres de todas las clases sociales y franjas de edad a partir de los 16 años, de acuerdo con las especificidades locales y la dinámica demográfica del IBGE. Las primeras cuestiones que se plantean son más generales y apuntan a mapear los hábitos de lectura de la población, como así también los trabajos que más valoran los entrevistados, los temas de mayor interés y la opinión sobre los sectores de la administración pública que deberían recibir mayores inversiones: salud, educación, obras, seguridad pública, etc.

Otra etapa permite que los entrevistados citen espontáneamente sus áreas de interés y los temas que consideran polémicos. Luego se formulan preguntas más específicas y se invita a los entrevistados a evaluar los riesgos y los beneficios de la investigación espacial, de los transgénicos o de la nanotecnología, por ejemplo. También deben ponderar preguntas del tipo: “¿Hoy en día la ciencia es más importante que la fe?” o “¿La ciencia y la tecnología vuelven nuestras vidas más saludables?”. Juntas, las respuestas recabadas construyen una poderosa herramienta, capaz de consignar los principales temas de interés de la población y su opinión sobre el estado actual del desarrollo científico en Brasil.

El mayor problema encontrado en ambas investigaciones recientes, realizadas en Bahía –con 404 entrevistados de Salvador– y en São Paulo –con 1.511 paulistas de 109 ciudades del estado–, radica en el amplio desconocimiento de la población sobre las instituciones que producen ciencia en Brasil. Una parte significativa de los entrevistados no sabía mencionar espontáneamente el nombre de una universidad o instituto. Sólo el 17% de los paulistas conocía una institución que trabaje con investigación científica en salud. En São Paulo, el índice llegaba al 10% entre las personas con escolaridad básica o de las clases D y E.  Las instituciones más citadas fueron la Universidad de São Paulo (USP), la Unicamp y el Instituto Butantan. En Salvador, este patrón se repite y el 87% de las personas no logra nombrar a una institución que financie a la ciencia en Bahía.

Ana Paula Campos“Fue chocante saber que la percepción de la gente se encuentra sumamente reducida en cuanto a las universidades y a los institutos financiadores de la investigación científica en el estado, incluso entre la población de ingresos más altos”, se lamenta Othon Jambeiro. “Es dramático: al fin y al cabo, la función de la universidad es producir conocimiento y transmitírselo a la población, pero esa percepción no está materializándose”. Entre las instituciones más citadas por los habitantes de Salvador se encuentran la Fundación Oswaldo Cruz, la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica de Bahía (Fapesb), Petrobras y la UFBA.

“Puede que falte agresividad por parte de la universidad en la divulgación, o articulación con las escuelas, o mejores estrategias para comprometer a alumnos y docentes en seminarios y debates científicos”, enumera. La investigación muestra que menos del 10% de la población tiene el hábito de ver programas o leer noticias sobre ciencia y tecnología, aunque el 59% declara tener interés en el tema. Para la mayor parte de los entrevistados en Salvador, la profesión de científico es muy gratificante desde el punto de vista personal, y el 55% considera que es una posibilidad atractiva para los jóvenes.

Para los habitantes de Salvador, la evaluación sobre la calidad de la educación en las escuelas es preocupante. Dos terceras partes de la población creen haber recibido una enseñanza regular o mala en ciencia y tecnología. De todos modos, la profesión de docente es la más admirada, al frente de la de médico, científico, periodista e ingeniero. En comparación, el Labjor constató en 2012 que el 88% de los entrevistados paulistas admira la profesión docente, seguida de un empate entre la de médico y la de ingeniero (un 87%) y de científico (el 83%). En general, existe una gran coincidencia entre los bahianos (el 87%) que apunta que el conocimiento científico fortalece la capacidad de las personas para decidir cosas importantes en sus vidas. Para el 74% de los paulistanos, la ciencia y la tecnología contribuirán para mejorar la salud y el medio ambiente. Tanto para los paulistas como para los soteropolitanos [el gentilicio de los habitantes de Salvador], la ciencia es útil antes que nada para ayudar en el cuidado de la salud y en la prevención de enfermedades.

A partir de los resultados recabados en la investigación de percepción pública de la ciencia en Bahía, la Academia de Ciencias de Bahía constituyó un grupo de estudios con el fin de profundizar las conclusiones iniciales presentadas. Se pretende que alumnos y docentes de algunos programas de posgrado se comprometan en esta profundización, particularmente los de Estudios Interdisciplinarios sobre Universidades, Difusión del Conocimiento, Salud Colectiva y Educación, todos de la UFBA. También se invitará a participar a Programas de otras universidades existentes en Bahía.

074-079_PercepcaoSaude_217-3Veridiana ScarpelliPara la investigadora del Labjor Ana Paula Morales, es necesario aprovechar la alta credibilidad de las instituciones de investigación científica, que son citadas como las más confiables para formar la opinión de los ciudadanos, “y acercar a estos institutos a la población a la hora de suministrar una información especializada”. Según los investigadores, el florecimiento de equipos de comunicación en las universidades, así como las revistas de divulgación de la producción académica y la creación de programas de especialización en periodismo científico, han contribuido para la evolución gradual de la propagación del conocimiento científico en Brasil.

El diagnóstico de la salud en Brasil
La oportunidad de que el Labjor realizase un estudio enfocado en la salud surgió con la publicación de una convocatoria del Programa de Investigación para el Sistema Único de Salud (SUS), con apoyo económico de la FAPESP, en 2009. Esta iniciativa contó con la colaboración del Instituto de Salud (IS) de la Secretaría de Estado de Salud y del Instituto de Investigación en Inmunología del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología (iii-INCT). El objetivo del trabajo consistió en reunir aportes para la elaboración de políticas públicas en el área de comunicación volcadas a lograr una mejor gestión del SUS. “Resulta interesante notar la creciente importancia que la comunicación ha adquirido en las convocatorias o pliegos de investigación”, dice Ana Paula Morales, biomédica especializada en periodismo científico por el Labjor y una de las integrantes del equipo de investigadores responsables de la elaboración de las preguntas. Los resultados consolidados saldrán publicados en un artículo, y el equipo también está editando un video con entrevistas de los docentes que participan en el proyecto.

Ambas investigaciones realizadas por el Labjor y por la Academia de Ciencias de Bahía indican que la salud es uno de los principales temas de interés de los entrevistados. El tema es considerado prioritario por el 87% de los soteropolitanos y por el 86% de los paulistas. En particular, se descubrió que existe una curiosidad latente por la divulgación más intensa de información calificada sobre enfermedades crónicas, entre las cuales se cuentan el cáncer y la diabetes, y sobre nuevos tratamientos e innovaciones tecnológicas en el área biomédica. Es una tradición vigente el respeto y la valoración de la profesión de médico  por parte de la población, aunque perduran los hábitos de buscar consejos religiosos, ejercer el automedicación y otras soluciones caseras para los males. En general, las investigaciones presentan un Brasil contradictorio, que convive al mismo tiempo con el avance y las carencias en el área de salud.

Se constató que existe una sed aún no saciada de información de salud en Brasil. Y la academia debe dialogar en forma más eficiente con la sociedad al respecto de algunos temas. Al observarse los resultados obtenidos, se identificó una gran oportunidad para trabajar de manera más calificada la comunicación referente a enfermedades crónicas que preocupan a la población. El cáncer aparece como la enfermedad más citada en las entrevistas, y esto apunta hacia un tema que debería ser central en la comunicación sobre salud pública en Brasil. El tabaquismo, el alcoholismo, la obesidad y el Sida son otras enfermedades que merecen una mayor difusión y profundización, según señala la investigación de São Paulo.

La parte de la población que se declaró desinformada sobre salud se queja pues sostiene no saber cómo obtener información y a qué fuentes consultar. Otros dijeron sencillamente no tener interés en el tema o tener dificultades para comprender el lenguaje y la complejidad del mismo. “Nos percatamos de que existe un gran desnivel entre los temas de interés y el grado de conocimiento”, dice la biomédica Ana Paula Morales. Existe un desnivel considerable del 28% entre el interés y el nivel de conocimiento de la población sobre salud y medicina. En Salvador, ese porcentaje es aún mayor: del 30%. “Esto muestra la importancia de la cuestión de la comunicación y la intensa relación entre investigación y divulgación de ciencia y tecnología”, afirma Vogt.

Un aporte significativo de ambas investigaciones fue el mapeo de los hábitos de lectura y consumo de información de los entrevistados. El estudio realizado en Bahía constató que prácticamente la totalidad de los entrevistados tiene la costumbre de ver televisión, en promedio cuatro horas por día, al tiempo que el 76% declara leer diarios impresos. Las noticias policiales y deportivas aparecen con mayor frecuencia en la rutina de consumo de información de los soteropolitanos, sobre todo entre los varones y entre la población con menor escolaridad. En São Paulo, los programas televisivos e internet aparecen como las principales fuentes de información, aunque los libros y las campañas de salud gubernamentales son tenidos como los de mayor credibilidad.

Pese al alto grado de confiabilidad, sólo el 19% de los paulistanos declara adherir a las campañas de salud del gobierno. Lo que puede explicar esta actitud, de acuerdo con Carlos Vogt, es el modelado de las campañas de salud gubernamentales, generalmente enfocadas en algunos nichos etarios, como la campaña de la gripe para personas de más de 60 años, la vacuna de la poliomielitis para niños o la vacuna contra el VPH para niñas de 11 a 13 años. “Podemos decir que esas campañas son exitosas, pues tienen resultados cuantitativos expresivos. Llevan a la población a tomar conocimiento sobre un tema y producir un comportamiento deseado, que es el de la prevención”, sostiene Vogt.

La ciencia y la fe
Un dato que sorprendió al equipo del Labjor fue la intersección entre la ciencia y la fe: el 78% de los paulistas confía y manifiesta optimismo con relación al rol de la ciencia y la tecnología para la mejoría de la salud, del medio ambiente y de la calidad de vida de la población. Con todo, cabe observar que, cuando se las comparas con el rol de la religión, tan sólo el 26% de los entrevistados declaró que la ciencia es más importante que la fe. La última vez en que se enfermaron, el 22% de los entrevistados declaró haber buscado ayuda en su templo o en grupo religioso para sanar el problema, y el 29% recurrió a soluciones caseras y a los familiares como fuente de información.

En Salvador, la población opina que existen límites para la actividad científica y solamente 25% coincide en que ésta puede resolver todos los problemas; el 63% cree que actualmente se le da mucho valor a la ciencia y poco a la religión. Esa respuesta es un común especialmente entre los de mayor edad, con más de 60 años, los que cuentan con escolaridad básica y los evangelistas.

Si se las interpreta como un termómetro de las principales reivindicaciones de los brasileños, ambas investigaciones expresan una demanda insatisfecha por una mayor seriedad y mayor compromiso del poder público en lo que hace a la salud y la educación. Un recorte del estudio bahiano muestra la discrepancia entre las áreas en que la población percibe una relevancia de Brasil en el panorama internacional –deporte, turismo e industria– y los sectores en que anhelaría ver una inversión pública más robusta: precisamente salud, educación y transportes.

“La población ejerce una presión, directa e indirecta, sobre los gobiernos, y tiene impacto en las decisiones que involucran el trazado de las políticas públicas de ciencia”, dice Othon Jambeiro. La crecente valoración de las investigaciones en el área de salud puede explicarse, según Vogt, debido al cambios en el modelo de gobernanza en la gestión de la ciencia. “Si antes las decisiones sobre inversiones en ciencia se tomaban de manera sumamente vertical, de arriba abajo, desde el punto de vista de los líderes de gobierno y de una cúpula científica, hoy en día el modelo tiende a ser mucho más democrático y la decisión de las inversiones requiere cada vez más la participación de la sociedad civil.”

Republicar