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Audiovisual

Películas en la escuela

El Instituto Nacional de Cine Educativo cumplió un rol fundamental en la enseñanza y en la divulgación científica en Brasil

Reproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com

A mediados del siglo XX, en medio de la difusión masiva de películas estadounidenses, Brasil consiguió mantener una intensa producción cinematográfica, en parte gracias al Instituto Nacional de Cine Educativo (INCE), creado en enero de 1936. En el transcurso de sus tres décadas de existencia, este instituto produjo más de 400 obras, entre cortos y mediometrajes, la mayoría dedicados a la difusión de temas relacionados con la ciencia y la tecnología. La dirección de 357 de esas obras se le atribuye al cineasta de Minas Gerais Humberto Mauro (1897-1983). En las últimas dos décadas, parte de esas obras se tornaron objeto de estudio para investigadores de diversos campos del conocimiento, que buscan comprender en qué medida las mismas fueron utilizadas como instrumento de comunicación e integración social y cuál fue su aporte a la construcción de una identidad nacional.

“El INCE fue el primer organismo estatal brasileño de incentivo al cine”, afirma Eduardo Morettin, docente de historia del audiovisual de la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA-USP). “Su creación, sin embargo, se produjo en el contexto de la dictadura del Estado Novo [1937-1945] y como parte de un proyecto más vasto, con miras a configurar un medio de comunicación que estuviera al servicio del presidente Getúlio Vargas [1882-1954] y de sus propósitos políticos e ideológicos, en sintonía con lo que se venía haciendo en algunos países de Europa”, explica. En aquella época, Brasil se hallaba inmerso en debates acerca de los caminos para modernizarse y se discutía al respecto de los límites de la cultura nacional y las raíces de la nacionalidad brasileña.

El INCE promovió más de 8 mil proyecciones en escuelas e instituciones culturales en sus primeros seis años

La radio, el principal medio de comunicación, era ampliamente utilizada por el Estado para fomentar la integración nacional y, con la mira puesta en ello, Vargas creó en julio de 1935 el programa A voz do Brasil, por ejemplo. Con el tiempo, el uso potencial del cine como elemento de unidad y símbolo de progreso empezó a llamar la atención del gobierno. “El cine será, por así decirlo, un libro de imágenes resplandecientes, en el cual nuestras poblaciones costeras y rurales aprenderán a amar a Brasil y a confiar en los destinos de la patria”, fue el discurso del entonces presidente en 1934, en la Asociación de Productores Cinematográficos. “Para la masa de analfabetos, esta será la disciplina pedagógica más perfecta, más sencilla e impresionante. Para los letrados, para los responsables del éxito de nuestra administración, será una escuela admirable”, agregó.

Según el censo de 1940, la tasa de analfabetismo en Brasil, en personas de 10 años o más era del 56,8%. En Río de Janeiro, por entonces capital de la República, el 34,1% de la población no sabía leer ni escribir, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), “En un país en el que un porcentaje significativo de la población era analfabeta, el cine asomó como un camino para la difusión del conocimiento y del nacionalismo previsto en el proyecto de nación que se delineaba en aquel momento”, resalta el sociólogo Anderson Ricardo Trevisan, docente de la Facultad de Educación de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien hoy coordina un estudio abarcador sobre el cine educativo en Brasil.

Reproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com Escenas de O descobrimento do Brasil (1937), de Humberto MauroReproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com

El incentivo al cine educativo en el gobierno de Vargas no se proponía solamente llevar la educación a todos los rincones del país. “La creación del INCE iba a la par del interés del gobierno de disponer de una herramienta de comunicación al servicio de sus objetivos nacionalistas”, enfatiza el investigador. “El INCE acabó por transformarse en una buena oportunidad para el gobierno de ejercer control sobre los que se producía en ese rubro en el país”.

La creación del INCE fue inicialmente el resultado de un proceso que venían gestando desde las reformas educativas de 1928 intelectuales y pedagogos tales como Jonathas Serrano (1885-1944) y Francisco Venâncio Filho (1894-1946). Para ellos, si se la adaptaba a los objetivos educativos, la técnica cinematográfica podría transformar a la sociedad. “La propuesta para el uso del cine como herramienta de enseñanza fue ampliamente divulgada en las principales revistas pedagógicas del país”, informa la historiadora Sheila Schvarzman, del Programa de Posgrado en Comunicación de la Universidade Anhembi Morumbi (UAM). “Su difusión también se llevó a cabio por medio de libros, entre ellos, Cinema contra cinema, de Joaquim Canuto de Almeida, publicado en 1931”. En São Paulo, el educador y pedagogo Manoel Bergström Lourenço Filho (1897-1970) le brindó amplio soporte a la iniciativa, promoviendo en 1931 la Exposición Preparatoria del Cine Educativo, que pretendía demostrarles a políticos y docentes, por medio de conferencias, exposición de equipamientos y la exhibición de medio y largometrajes, el valor pedagógico del séptimo arte.

La función pedagógica
El proyecto encabezado por esos educadores fue avalado por las revistas especializadas en cine, como por ejemplo, Cinearte. “La propuesta de los educadores estaba alineada con la seriedad que los críticos querían darle al cine brasileño”, explica Morettin, que estudió el tema como parte constitutiva de la experiencia cinematográfica brasileña en la primera mitad del siglo XX. Para los educadores de la época, el cine comercial de ciencia ficción –y sobre todo las comedias, dramas y cintas policiales– podría interferir en la formación moral de los jóvenes y desordenar el tejido social. “La única forma de salvar al cine consistiría en usarlo para fines educativos”, remarca el historiador.

Reproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com Escenas de O descobrimento do Brasil (1937), de Humberto MauroReproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com

El Estado estaba atento a ese debate. Su intervención, no solo económica, era reivindicada prácticamente por la totalidad de los educadores preocupados con el tema, y se la consideraba esencial para el éxito de esa cruzada. “Ellos incluso defendían la creación de un departamento que censurase las producciones comerciales que no reunieran esas características, apuntalando el trabajo de los educadores y produciendo filmes”, reseña Morettin. En respuesta a eso, Vargas resolvió promulgar en abril de 1932 el Decreto nº 21.240, creando el servicio de censura de filmes, que además instituía un impuesto al cine, que sería aplicado a la financiación de la Revista Nacional de Educación y para costear la Filmoteca Nacional del Ministerio de Educación y el Servicio de Filmes Técnicos en la Sección de Asistencia a la Educación del Museo Nacional, en Río de Janeiro.

La recién nombrada comisión de censura federal se instaló en el Museo Nacional, bajo la dirección del antropólogo Edgar Roquette-Pinto (1884-1954), cuyo interés por el cine era previo a la creación del INCE, explica Alice Ferry de Moraes, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), en Río. Roquette-Pinto se había graduado en la Facultad de Medicina de Río de Janeiro en 1905. En 1912 partió rumbo a Mato Grosso con la Comisión Rondon, donde produjo un documental sobre los indígenas nambiquaras. Asumió como director del Museo Nacional en 1915 y, en abril de 1923, con el apoyo de la Academia Brasileña de Ciencias, montó la primera emisora radial del país para transmitir una programación cultural, la Radio Sociedade. Como integrante del Movimiento de Renovación Educativa de Brasil, también firmó, junto a otros 26 intelectuales, el Manifiesto de los Pioneros de la Educación Nueva, lanzado en 1932. Ese documento, redactado por el educador Fernando de Azevedo (1894-1974), enarbolaba la bandera de una escuela única, pública, laica, obligatoria y gratuita.

Además de ocuparse de la restricción de la exhibición de filmes, el decreto de 1932 también preveía la creación de un organismo volcado al cine educativo. Fue basándose en eso que Roquette-Pinto elaboró el proyecto que más tarde daría origen al INCE. Para el antropólogo, el cine era un instrumento educativo. “El modelo que él apoyaba era el del cine nacionalista europeo de esa misma época, y seguía con gran interés el movimiento del cine científico y los trabajos de cineastas tales como Lucien Bull, Eadweard Muybridge y los hermanos Lumière”, comenta Ferry de Moraes. Roquette-Pinto se mantuvo al frente del INCE entre 1937 y 1947. Bien equipado, en el instituto podían desarrollarse todas las etapas de producción y edición de los filmes didácticos, además de documentales sobre la producción nacional en distintos sectores, como la caficultura, por ejemplo.

Reproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com Engenhos e usinas (1955) forma parte de la serie Brasilianas, cortometrajes realizados a partir de músicas del cancionero popular seleccionadas por Villa-LobosReproducción de filmes del INCE disponibles en youtube.com

Consultoría científica
El INCE dio inicio a sus actividades en marzo de 1936, dos meses después de haber sido creado, con el apoyo de Gustavo Capanema (1900-1985), a la sazón, ministro de Educación y Salud, y con el beneplácito de Vargas. Inmediatamente después, Roquette-Pinto contrató a Humberto Mauro, uno de los cineastas más importantes de la época y director de películas tales como Sangue mineiro y Ganga bruta. A Mauro, dotado de gran sensibilidad estética y agudeza técnica, le gustaba comenzar sus obras con tomas de planos generales y, para las bandas sonoras apelaba a músicas clásicas, tanto nacionales como extranjeras.

Ese mismo año, le presentó al público el primer documental bajo su dirección: O preparo da vacina contra a raiva [La elaboración de la vacuna contra la rabia], que contó con el asesoramiento de Agnello Alvez Filho, del Instituto Pasteur de Río de Janeiro, y Américo Braga, del Instituto de Biología Animal. Con base en imágenes del químico francés Louis Pasteur (1822-1895), la cinta pretendía explicarle al espectador de qué se trataba una vacuna y sus principios inmunológicos. La obra formaba parte de una serie de cortometrajes educativos que se exhibían en el Palácio Teatro, en Río. El 7 de septiembre de ese mismo año se lanzó el filme Dia da pátria, destinado a proyectarse en aulas e institutos de cultura. En los años siguientes salieron Os músculos superficiais do corpo humano, O céu do Brasil y Ribeirão das Lages.

Muchas de las películas producidos por Humberto Mauro en la época en que Roquette-Pinto se mantuvo al frente del instituto tenían como premisa documentar los resultados de investigaciones básicas y aplicadas en diversos campos de la medicina, salud pública e higiene rural. Esos son los casos de las películas sobre nuevas técnicas de asepsia quirúrgica desarrolladas por el cirujano Maurício Gudin (1883-1937) y los estudios de morfogénesis de las bacterias, emprendidos por el médico Cardoso Fontes (1879-1943). Esos eran filmes que se producían en blanco y negro, duraban entre 4 y 20 minutos, como en el caso de Combate à lepra no Brasil, elaborado en colaboración con el entonces denominado Servicio Nacional de Lepra. Algunos tenían sonido, otros eran mudos, posibilitando su exhibición en salones de clase como complemento de las explicaciones brindadas por los docentes. “Varios fueron divulgados en eventos internacionales, como en el caso de la Feria Mundial de Nueva York, en abril de 1939”, resalta Ferry de Moraes.

No fueron pocos los científicos que trabajaron tras bastidores, prestando asesoría para la elaboración de los guiones y de las filmaciones. Esos fueron los casos, por ejemplo, del bioquímico Carlos Chagas Filho (1910-2000), que hizo su aporte en la concepción de Propriedades elétricas do puraquê e Miocardio em Cultura I [Propiedades eléctricas de la anguila y Miocardio en Cultura I], del fisiólogo Miguel Ozorio de Almeida (1820-1952), en Estudos de fisiologia, y del infectólogo Evandro Chagas (1905-1940), en Estudos das grandes endemias. La orientación que brindaron esos científicos constituyó uno de los puntos fundamentales del proyecto del INCE, según Morettin. “La idea era que ellos colaboraran para garantizar una presentación correcta del conocimiento científico y una buena adaptación didáctica”, dice el historiador. Al mismo tiempo, informa Trevisan, “el empeño del INCE en la producción de filmes de educación científica cumplía un rol importante para inculcar el nacionalismo, al mostrar la grandeza y exuberancia del país y la modernización técnica que se estaba logrando”.

Las filmaciones privilegiaban la documentación de resultados de investigaciones básicas y aplicadas en distintos campos de la medicina

Entre 1945 y 1956, Mauro produjo la serie Brasilianas, una colección de siete cortometrajes realizados a partir de músicas del cancionero popular seleccionadas por Villa-Lobos (1887-1959) y Mário de Andrade (1893-1945). “El último de ellos, Meus oito anos [Mis ocho años], realizado a partir del poema homónimo de Casimiro de Abreu, podría tomarse como una síntesis de la esencia nostálgica que atraviesa gran parte de la obra del director”, dice Trevisan. “En la obra, al igual que en muchas otras, el entorno se trabaja con el cuidado de una representación idílica, que pone de manifiesto el amor del director por el universo rural”. No es casual que los directores de la corriente artística del Cinema Novo, como Glauber Rocha (1939-1981), consideraron a Mauro como un pionero del cine nacional. Más allá del auditorio del INCE, sus películas se exhibieron en cientos de escuelas e instituciones culturales del país, cuando en los seis primeros años se efectuaron más de 8 mil proyecciones. “Mauro dejó un gran legado en el instituto. Sus cintas nos ayudan a reflexionar sobre ese Brasil que se anhelaba mostrar”, pondera el sociólogo.

Roquette-Pinto se alejó de la dirección del instituto en 1947, siendo reemplazado por Pedro Gouveia Filho, quien permaneció al frente hasta 1966, cuando la dirección pasó a manos del cineasta Flávio Tambelini, responsable del nuevo rumbo que tomó entonces la producción cinematográfica del instituto. Los registros disponibles hasta 1943 indican que se realizaron 7.195 proyecciones en escuelas y 934 en institutos culturales. Los temas científicos fueron siendo cada vez menos abordados y el interés pasó a girar en torno de la educación rural, la música y el regionalismo. Por la misma época, el INCE interrumpió la distribución de sus producciones, en línea con el nuevo orden político-económico impuesto por los militares, luego del golpe de 1964.

“La falta de equipamientos en la red escolar brasileña, como consecuencia de la escasez de recursos, contribuyó para la debacle de las actividades que realizaba el instituto”, reflexiona Ferry de Moraes. Roquette-Pinto siguió luchando para mantener el carácter educativo de la institución, contrario a las aspiraciones del Congreso Nacional. Pero fue en vano. A mediados de 1966 el INCE fue transformado en Departamento de Filmes Educativos y se lo incorporó al recientemente creado Instituto Nacional del Cine, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura. Para el comienzo del año siguiente, oficialmente se lo declaró extinto. Su patrimonio se distribuyó entre varias instituciones. La mayor parte del mismo se encuentra disponible para consulta en el Centro Técnico Audiovisual, ligado al Ministerio de Cultura, en Río de Janeiro, y en la Cinemateca Brasileña, en São Paulo.

Proyecto
“Las marcas de lo visible” en la educación: Estudio sociológico sobre el cine educativo en Brasil (nº 17/ 00047-8); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigador responsable Anderson Ricardo Trevisan (FE-Unicamp); Inversión R$ 29.863,58

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