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Ingeniería Química

Perfume palo de rosa nº 5 Brasil

Las hojas de un árbol amazónico aseguran la continuidad de la producción del perfume Chanel

La legendaria frase pronunciada por la actriz  Marilyn Monroe, cuando dijo dormir vestida con tan sólo algunas gotas de Chanel nº 5, tiene quién diría un aire bien brasileño. El principal ingrediente del famoso perfume francés lanzado por la empresa de mademoiselle Coco Chanel en 1921 es el aceite esencial extraído de la madera del palo de rosa, un árbol nativo de la Amazonia. Las estimaciones indican que alrededor de 500 mil árboles de esta especie se han talado desde que se dio comienzo a la explotación del palo de rosa, lo que llevó al Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) a ponerlo en la lista de especies en peligro de extinción en abril de 1992. Con la mira puesta en la preservación de esta preciosa madera, y para asegurar el suministro de la materia prima a la industria perfumista, el profesor Lauro Barata, del Laboratorio de Química de Productos Naturales de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), empezó a desarrollar en 1998 un proyecto de extracción del aceite esencial de sus hojas, que resultó en un rendimiento y calidad similares a los obtenidos de la madera. “Aprendí que el aceite podía extraerse de las hojas en trabajos publicados por el profesor Otto Gottlieb”, dice Barata. Él investigador se refiere a un estudio publicado a finales de la década de 1960 por ese químico nacido en la República Checa y naturalizado brasileño, docente jubilado de la Universidad de São Paulo (USP) y apuntado incluso por la comunidad científica brasileña como postulante al Premio Nobel. “Aprendí también con la experiencia de Raul Alencar, un ribereño de 80 años, que siempre vivió de los productos de la selva y es productor tradicional de aceite de palo rosa”, dice Barata. Estas dos referencias sirvieran de base en la elaboración de su proyecto, financiado por el Banco de la Amazonia (Basa), por valor de 25 mil reales.

El interés del profesor de la Unicamp en estudiar el árbol amazónico surgió en 1997, cuando los ecologistas franceses iniciaron una campaña de boicot contra los productos de Chanel por la la extracción del palo de rosa, cuyo nombre científico es Aniba roseadora, y la consecuente devastación del bosque. En respuesta, la empresa francesa contrató a la ONG Pro-Natura, de origen franco-brasileña, que trabaja conjuntamente con empresas para desarrollar programas de desarrollo sostenible. El objetivo era encontrar una solución que calmase los ánimos de los grupos ambientalistas. Barata recibió entonces una solicitud de la ONG para llevar a cabo un diagnóstico de la situación de la extracción del aceite del árbol amazónico. En el informe final, enseñaba cómo trabajar con la producción sostenible del palo de rosa: empezaba con el cultivo y el manejo y pasaba por la extracción de las hojas, “Hicimos un estudio inventariando la situación; y la empresa se comprometió a adoptar el desarrollo sostenible planteado en el nuestro informe”, dice Barata. “La solución apuntada logró que se dejaran de lado las manifestaciones programadas.” Pero hasta hoy ellos siguen comprando el extracto obtenido de los árboles talados enteros en medio de la selva. La presión internacional provocó una reanudación de las posibilidades de manejo sostenible del palo de rosa y, tras una serie de discusiones que contaron con la participación de los productores, el Ibama emitió, en 1998, una resolución con directrices que reglamentan la extracción del árbol.

Extracción experimental
A partir del estudio solicitado por Chanel y con el proyecto financiado por el banco Basa, Barata realizó varios viajes a la región amazónica, que resultaran en un trabajo de cultivo del palo de rosa, en conjunto con el productor Raul Alencar. Un área de capoeira – vegetación que surge después de las talas de bosques originarios –, en la localidad de Nova Aripuanã, estado de Amazonas, se selección ser refugio de los brinzales de palo de rosa. Actualmente el área tiene 10 mil árboles de tres años y medio que ya están en el punto de poda, para dar inicio a la extracción experimental del aceite. Para la explotación comercial, las podas pueden iniciarse a los cinco años para la extracción del lonalol y en el 25° año el árbol puede talarse para la extracción del aceite de la madera, de esta vez de manera sostenible.

El aceite puro de la madera tiene un tono amarillo dorado. Primeramente tiene un aroma fuerte, un poco cítrico, que se sobrepone a los otros aromas. Con el correr del tiempo, otros olores se agregan al primero, componiendo una mezcla armónica, dulce y amaderada. En tanto, el aceite extraído de las hojas es de un amarillo casi transparente, con un olor bastante suave, sin muchas gradaciones. Para probar la calidad del aceite, se recolectaron hojas de diferentes edades, de entre cinco y 35 años, tanto en el bosque como en los campos de cultivo, durante seis meses. La primera plantación experimental evaluada se estableció en 1990, a cargo de investigadores de la Universidad Federal Rural de la Amazonia (Ufra), en la localidad de Benfica, a 27 kilómetros de Belém, capital del estado de Pará, en colaboración con las investigadoras Selma Ohashi y Leonilde Rosa. Otra plantación estudiada queda en Curuá Una, también en Pará, donde existen 300 árboles plantados desde 1973. El aceite que se extrae de las hojas tuvo un rendimiento y una calidad similares a los de la madera. En el apartado cantidad de aceite obtenido de las hojas, la variación fue del 0,9% al 1,1% en promedia, es decir, alrededor de 10 kilos de aceite por tonelada de hojas, un rendimiento similar al que se obtiene de la madera. Con relación al aroma, el aceite de las hojas pierde el toque amaderado. Esto puede corregirse en laboratorio. “Basta con hacer un tratamiento fisicoquímico para que no se note la diferencia entre ellos”, dice Barata.

Sin revelar el contenido del tratamiento hecho en laboratorio, que puede reproducirse industrialmente, Barata envió muestras de los aceites de las hojas y de la madera para su evaluación por parte de dos representantes en Brasil de casas perfumistas internacionales. Éstos sostuvieron que las diferencias entre ambas muestras eran mínimas, y uno de ellos aseguró que la fragancia del aceite de las hojas era superior a de la madera.

Actualmente la extracción se lleva a cabo sólo con árboles que se encuentran en la selva, no en campos de cultivo, que son pocos y experimentales. Para que el árbol del bosque llegue a su punto de corte pasan en promedio entre 30 y 35 años. Y para obtener una tonelada de linalol es necesario talar entre 25 y 50 árboles. Si el manejo y el cultivo se concretaran en forma correcta, con la selección de las mejores matrices, dicho plazo se reduce a 25 años. En los días actuales, la producción anual del aceite de palo de rosa se ubica en torno de la 40 toneladas, lo que representa una pequeña fracción de las 450 toneladas producidas en los años 1950. La caída de la demanda obedece principalmente a la introducción del linalol sintético en el mercado en los años 1980. Pero aun cuando eso no hubiera ocurrido, los productores, que hoy en día se reducen a sólo seis, no tendrían como hacerse cardo de la demanda, pues el árbol, que antes se encontraba disperso por toda la Amazonia, ahora se concentra en las localidades de Parintins, Maués, Presidente Figueiredo y Nova Aripuanã, todos en el estado de Amazonas, en un círculo de 500 kilómetros. La especie se ha exigido en la Guyana Francesa, donde se empezó con la extracción a comienzos de la década de 1920, cosa que después siguió en los estados Amapá y Pará.

El linalol sintético no suplanta al natural, porque su fragancia es de una calidad inferior. Pero sirve como base para la fabricación de jabones de tocador y otros productos de higiene y belleza. La facilidad para producir el aceite esencial era tal que cuando se lanzó en Brasil el jabón Phebo, en 1930, éste contenía en su fórmula aceite de palo de rosa, algo impensable en los días actuales, debido a al elevado precio de esta materia prima. “El linalol también se halla en otras fuentes vegetales, como la albahaca, pero ninguna fuente tiene la calidad superior del palo de rosa. Mientras que en el palo de rosa el linalol representa el 80% de la composición del aceite esencial, en la albahaca este porcentaje se ubica en el 30%”, explica Barata.

Para extraer el aceite esencial es necesario internarse bastante dentro del bosque, porque los árboles están dispersos en la naturaleza. De cada 6 hectáreas se halla sólo uno. Para encontrarlos, cada leñador se interna solo en los bosques. Cuando avista un palo de rosa, marca al árbol con un cuchillo con las iniciales del productor. Aquéllos no que han de talarse también son identificados, pues ésta es una exigencia del Ibama, tendiente a preservar las matrices que están produciendo semillas.

La medida del corte
En el verano, otro equipo se internó una vez más en el bosque para cortar los árboles señalados. “Sólo se tala los árboles que miden más de cuatro palmos de rueda”, comenta Barata. La medida de un palmo de rueda se obtiene al extender las manos abiertas, unidas por los pulgares. Los cuatro palmos corresponden a alrededor de 30 centímetros de diámetro. Después de que el árbol es talado, los grandes troncos de madera se cortan con serrucho y se los carga en la espalda, donde se los ata a una mochila hecha de lianas, hasta la orilla del río. Allí permanecen hasta que se reúna una cantidad suficiente como para su transporte en barco hasta la central de extracción de aceite, lo que recién se concreta en el invierno, cuando los canales estrechos se tornan navegables. La extracción se efectúa mediante el empleo del método de arrastre de vapor, con un equipamiento similar a una colosal olla de presión de 1.500 litros de capacidad. Mediante este proceso, el vapor de agua pasa por la planta aromática extrayendo, condensando y separando sus esencias.

El proceso completo, que empieza con la marcación del árbol y termina con la madera dentro de la central, tarda en promedio un año. Y tiene un alto costo, que los dueños de las centrales, a decir verdad habitantes ribereños que siempre vivieron por allí, no tienen dinero para solventarlo. Ellos venden la producción anticipadamente a los intermediarios, que la revenden a Europa y Estados Unidos. Alrededor del 90% de la producción se exporta. Ellos venden el extracto en tambores de 200 litros a las compañías perfumistas, a un precio de 300 dólares el litro. Aquí el productor vende su producto al intermediario por 20 dólares el litro. Pocos consiguen exportar directamente a las industrias, sin intermediarios. Cuando esto ocurre, el productor recibe 60 dólares por litro de aceite. Las casas perfumistas de Brasil le compran directamente a la matriz, porque las compras son centralizadas. “Es una cadena enorme y compleja, y el que sale perdiendo es el productor”, dice Barata.

La sociedad del investigador con los productores resultó en un plan de manejo y extracción del aceite de las hojas que empieza con el cultivo del palo de rosa combinado con otros cultivos. Como la planta debe ser protegida del sol al comienzo de su ciclo de vida, una de las soluciones es cultivar un árbol cada 5 metros, intercalados con bananos. Cuando los bananos están en su punto de corte, a los dos años, el palo de rosa se encuentra en la fase que requiere sol directo. Las bananas pueden venderse, y otra tanda de bananos puede plantarse para su extracción dos años después. Al quinto año, el palo de rosa empieza a dar ganancias, con la extracción del aceite de sus hojas. El proyecto también prueba el cultivo combinado del palo de rosa con plantas aromáticas de la Amazonia, como la raíz del vetiver, el cumarú, el cupaí, y otras como la andiroba. Al principio, antes de transplantar los brinzales del palo de rosa ser al suelo, se los aclimata en viveros, protegidos con una cobertura de hojas de palmeras de asaí. Cuando la paja de este árbol se descompone, las plantas ya están más estructuradas y preparadas para recibir la luz del sol.

Los nuevos caminos
Para que el proyecto de retorno económico, es necesario plantar al menos 10 mil brinzales de palo de rosa en 30 hectáreas. Lo mismo número de brinzales que se plantó en el área cultivada en el municipio de Nova Aripuanã. Otros 10 mil brinzales están en el vivero, esperando el momento de su traslado al campo. Esta cantidad es casi 30 veces mayor que lo que sería necesario, según la resolución del Ibama. Por cada tambor de 200 litros exportado el productor se ve obligado a plantar 80 unidades de palo de rosa. Como Raul Alencar exporta en promedio diez tambores por año, tendría que plantar sólo 800 brinzales.

El proyecto de desarrollo sostenible del palo de rosa ya fue presentado en varios congresos internacionales, y ha suscitado interés por parte empresarios brasileños cuyos nombres por ahora prefieren dejar en el anonimato. Muchos de aquéllos que plantan otros cultivos, también podrían obtener réditos con la producción del aceite de palo de rosa. Y si los árboles se extinguieran, el propio mercado consumidor se verá afectado. Antes de que eso ocurra, productores que siempre vivieron de los recursos del bosque buscan nuevas maneras de extraer lo que de ella precisan. El desarrollo sostenible fue el camino escogido por las comunidades amazónicas que viven de los recursos de la extracción de la andiroba y de la palmera de asaí, por ejemplo, que antes corrían riesgo de extinción. Hoy en día la palmera de asaí es importante por su fruto, y no por el palmito. Y el aceite de andiroba es la base de velas repelentes de insectos y de muchos productos cosméticos. El mismo camino que podría seguir la producción del aceite de las hojas del palo de rosa.

Un clásico de los perfumes

Lanzado el día 5 de mayo de 1921, el Chanel nº 5 tiene éxito hasta en los días actuales. Símbolo de refinamiento y elegancia, el perfume fue creado por Ernest Beaux, reconocido como un de los mayores perfumistas de todos los tiempos, a pedido de Gabrielle Chanel, más conocida como Coco. La estilista quería un perfume de mujer, pero diferente de todos que se vendían a la época, basados en aromas florales. La fórmula, además del aceite esencial del palo de rosa, lleva jasmín de Grasse – una ciudad de la región de Provenza, Francia −, ylang-ylang, nerolí (aceite extraído de azahares de naranjos), sándalo y vetiver. La composición fue la primera del género que mezcló esencias de flores con aldehídos, sustancias obtenidas por síntesis química. Ocho décadas después de su lanzamiento, el nº 5 sigue siendo un perfume clásico y al mismo tiempo contemporáneo. Existen controversias sobre la elección del número 5 para la fragancia. Algunos sostienen que ése era el número de la suerte de mademoiselle Chanel, otros, que la quinta fórmula presentada por el perfumista fue la escogida por ella. En 1959, el diseño del frasco, creado por la fábrica Brosse, entró al Museo de Arte Moderno de Nueva York como símbolo de la vanguardia.

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