Existen alrededor de 170 idiomas indígenas hablados en Brasil, que constituyen un importante objeto de investigación en el área de la lingüística. Y se trata de una batalla contra el tiempo. Frente a la estimación que indica que esas lenguas podrían desaparecer al cabo de entre 50 y 100 años, los lingüistas se abocan no solo a registrarlas sino también a trabajar por su supervivencia. Son desde libros escolares hasta diccionarios, y de sitios web en idiomas indígenas a corpus lingüísticos digitales: una generación de investigadores que inició sus estudios junto a las comunidades originarias durante la década de 1990 propone aportes que contemplan al mismo tiempo las exigencias científicas del área y propósitos sociales.
“Hemos perdido una gran diversidad y seguiremos perdiendo aún”, afirma Luciana Storto, docente del Departamento de Lingüística de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), quien hace mención a una estimación que indica que, antes de la colonización, se hablaban más de 1.000 idiomas nativos en el país. No obstante ello, Brasil sigue siendo reconocido mundialmente por su multiplicidad idiomática: son 37 familias o subfamilias lingüísticas (el macro-ye y el tupí constituyen los mayores agrupamientos), aparte de otras ocho lenguas aisladas, esto es, que no tienen relación con ningún otro idioma.
La población indígena en el país ha crecido y llega actualmente a 896.917 habitantes, de acuerdo con datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), pero hay cada vez menos hablantes de sus idiomas: hoy en día son 434.664 las personas que pueden utilizarlas. Si bien son muchos los pueblos que no viven en tierras indígenas, la mayor parte de esos hablantes se concentra en las áreas de demarcación, que ocupan el 13% del territorio del país y que favorecen la preservación de los idiomas y de las culturas de esas etnias. En el libro intitulado Línguas indígenas: Tradição, universais e diversidade, cuya publicación está prevista para 2019, Storto explica que, mientras que la atención de la salud y la alimentación han mejorado entre los pueblos indígenas, los “prejuicios históricos” hacen que muchos abandonen sus idiomas, pues creen que ese es el camino más adecuado para ganar en fluidez en idioma portugués.
Para las lenguas de transmisión oral, las consecuencias de este proceso son catastróficas. “El conocimiento pasa de generación en generación fundamentalmente a través de relatos que les cuentan a los más jóvenes los mayores y los más experimentados”, aclara Storto. Cuando los mayores dejan de utilizar un determinado idioma y los niños dejan de aprenderlo, el resultado es la desaparición de esa lengua. Y la escuela, que podría interferir en este proceso, no siempre es capaz de hacerlo. Si bien la educación indígena cuenta con su autonomía asegurada legalmente desde 1999, no existe un proyecto educativo estructurado: cada etnia debe hacerse cargo de concebir el suyo. Con pocos profesionales nativos formados para tal fin, las comunidades dependen de la colaboración especializada para desarrollar materiales específicos de enseñanza del propio idioma.
La elaboración de material para su utilización en las comunidades constituye una manera de retribuir el aporte de los aborígenes
El trabajo de los lingüistas en las comunidades indígenas es intenso y casi siempre empieza con la descripción del idioma en sus incontables aspectos: los sonidos y sus combinaciones, las palabras y su composición, las oraciones y sus formaciones, la lengua en uso. Una primera síntesis de estos conocimientos se concreta mediante trabajos teóricos, que pueden adquirir la forma de una gramática, por ejemplo. Tal fue el caso de Storto, quien en su tesis doctoral que defendió en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Estados Unidos, se dedicó al idioma karitiana, perteneciente a una comunidad originaria que vive en un área de la ciudad de Porto Velho, en el estado de Rondonia, al norte de Brasil.
“Es común que este sea el primer abordaje, pues toda lengua posee su lógica, y los lingüistas cuentan con técnicas para extraer dicha lógica y escribir gramáticas”, explica Filomena Sandalo, docente del Departamento de Lingüística del Instituto de Estudios del Lenguaje, de la Universidad de Campinas (IEL-Unicamp). Sandalo investiga este tema desde hace más de 25 años, y en su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, también propuso una gramática en el caso del kadiwéu, el idioma que habla la comunidad aborigen de igual nombre, cuyas tierras están ubicadas en el estado de Mato Grosso do Sul.
Con base en la descripción, que constituye también una manera de conocer y dominar el idioma, este trabajo puede desarrollarse en distintas direcciones. El de Sandalo describe una trayectoria poco común, pues se subordina a discusiones teóricas que transcurren en el terreno del generativismo. Dicho campo, postulado por el lingüista y filósofo estadunidense Noam Chomsky a finales de la década de 1950, describe y explica abstractamente el lenguaje entendido como una capacidad innata del cerebro humano. “Elaboré una gramática atípica entre aquellos que trabajan en la documentación de lenguas indígenas”, afirma la investigadora de la Unicamp. “El tema que investigo está constituido por los universales del lenguaje. Aquello que caracteriza al lenguaje humano independientemente de la cultura y la sociedad.”
Corpus digital y sitio web
Como parte del proyecto intitulado “Fronteras y asimetrías en fonología y morfología”, en el cual se plantea la realización de experimentos con el portugués y el kadiwéu con el fin de discutir la teoría lingüística, Sandalo coordinó la creación de un corpus digital de ese idioma indígena. El mismo se encuentra disponible para su consulta en el sitio web del proyecto Tycho Brahe, de la Unicamp, y reúne algunos relatos de ese pueblo en archivos sonoros y de textos, con la traducción de cada una de las palabras (a las anotaciones en un texto para explicar el sentido de una palabra, por ejemplo, los lingüistas las denominan “glosas”) y el análisis morfológico. El objetivo es doble: que sea de utilidad tanto para las investigaciones lingüísticas como para su uso escolar. “El corpus es también un mecanismo de preservación idiomática”, afirma la coordinadora del proyecto.
En el campo de las investigaciones teóricas, la producción de material para su empleo en las comunidades es tenida como una manera de retribuir la contribución de los indígenas. “Llevamos a cabo un trabajo duro de documentación de textos y oraciones, por eso necesitamos que ellos nos ayuden constantemente con las traducciones. A cambio, producimos material didáctico, una ortografía, un proyecto de documentación”, afirma Storto. Estos proyectos, según explica, tienen un valor importante para las comunidades. “La exhibición en la escuela del video de los antepasados hablando el idioma, por ejemplo, resulta útil como memoria del conocimiento tradicional.”
Ante la importancia de la escritura para la cultura occidental, el hecho de que los idiomas indígenas sean ágrafos potencia su vulnerabilidad. Por eso la propuesta de la ortografía forma parte a menudo del trabajo de los lingüistas, quienes establecen el alfabeto y las reglas de su utilización. Fue lo que hizo Wilmar D’Angelis a comienzos de la década de 2000, en el marco de un trabajo conjunto con los káingang del oeste paulista, una etnia junto con la cual el investigador trabaja desde hace casi cuatro décadas, inicialmente como indigenista y posteriormente como lingüista. En un proceso participativo, la comunidad y D’Angelis adaptaron una ortografía elaborada en la década de 1960 para los káingang del sur de Brasil. Defensor y creador de proyectos inclusivos, el lingüista pone de relieve también la importancia de la visibilidad de los idiomas indígenas en comunidades donde la tecnología se hace presente: el hecho de no ver su propia lengua en internet, “en aquello que a los indígenas se les figurará como el mayor espacio de divulgación y circulación de ideas e información”, puede engendrar la convicción de que las lenguas autóctonas tienen valor únicamente como folclore, pero carecen de una función en el mundo real. Por eso el investigador considera que es fundamental la creación de contextos en donde el idioma se utilice efectivamente.
Este pensamiento fue el que orientó la creación de Kanhgág Jógo, el primer sitio web totalmente en idioma indígena de Brasil, en el año 2008, como resultado de la colaboración de su grupo de investigación con integrantes de comunidades káingang de Rio Grande do Sul, que posteriormente se replicó con otras etnias. Para D’Angelis, el hecho de imposibilitar el uso de la tecnología como herramienta al servicio de la lengua indígena sería como llevar una heladera a la aldea y permitir únicamente el almacenamiento de alimentos provenientes de la ciudad, y dejar afuera aquellos que se elaboran localmente.