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Lingüística

Por la supervivencia de los idiomas indígenas

Con la ayuda de la tecnología, investigadores trabajan para evitar la desaparición de las lenguas autóctonas existentes en Brasil

Arthur Vergani

Existen alrededor de 170 idiomas indígenas hablados en Brasil, que constituyen un importante objeto de investigación en el área de la lingüística. Y se trata de una batalla contra el tiempo. Frente a la estimación que indica que esas lenguas podrían desaparecer al cabo de entre 50 y 100 años, los lingüistas se abocan no solo a registrarlas sino también a trabajar por su supervivencia. Son desde libros escolares hasta diccionarios, y de sitios web en idiomas indígenas a corpus lingüísticos digitales: una generación de investigadores que inició sus estudios junto a las comunidades originarias durante la década de 1990 propone aportes que contemplan al mismo tiempo las exigencias científicas del área y propósitos sociales.

“Hemos perdido una gran diversidad y seguiremos perdiendo aún”, afirma Luciana Storto, docente del Departamento de Lingüística de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), quien hace mención a una estimación que indica que, antes de la colonización, se hablaban más de 1.000 idiomas nativos en el país. No obstante ello, Brasil sigue siendo reconocido mundialmente por su multiplicidad idiomática: son 37 familias o subfamilias lingüísticas (el macro-ye y el tupí constituyen los mayores agrupamientos), aparte de otras ocho lenguas aisladas, esto es, que no tienen relación con ningún otro idioma.

La población indígena en el país ha crecido y llega actualmente a 896.917 habitantes, de acuerdo con datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), pero hay cada vez menos hablantes de sus idiomas: hoy en día son 434.664 las personas que pueden utilizarlas. Si bien son muchos los pueblos que no viven en tierras indígenas, la mayor parte de esos hablantes se concentra en las áreas de demarcación, que ocupan el 13% del territorio del país y que favorecen la preservación de los idiomas y de las culturas de esas etnias. En el libro intitulado Línguas indígenas: Tradição, universais e diversidade, cuya publicación está prevista para 2019, Storto explica que, mientras que la atención de la salud y la alimentación han mejorado entre los pueblos indígenas, los “prejuicios históricos” hacen que muchos abandonen sus idiomas, pues creen que ese es el camino más adecuado para ganar en fluidez en idioma portugués.

Para las lenguas de transmisión oral, las consecuencias de este proceso son catastróficas. “El conocimiento pasa de generación en generación fundamentalmente a través de relatos que les cuentan a los más jóvenes los mayores y los más experimentados”, aclara Storto. Cuando los mayores dejan de utilizar un determinado idioma y los niños dejan de aprenderlo, el resultado es la desaparición de esa lengua. Y la escuela, que podría interferir en este proceso, no siempre es capaz de hacerlo. Si bien la educación indígena cuenta con su autonomía asegurada legalmente desde 1999, no existe un proyecto educativo estructurado: cada etnia debe hacerse cargo de concebir el suyo. Con pocos profesionales nativos formados para tal fin, las comunidades dependen de la colaboración especializada para desarrollar materiales específicos de enseñanza del propio idioma.

La elaboración de material para su utilización en las comunidades constituye una manera de retribuir el aporte de los aborígenes

El trabajo de los lingüistas en las comunidades indígenas es intenso y casi siempre empieza con la descripción del idioma en sus incontables aspectos: los sonidos y sus combinaciones, las palabras y su composición, las oraciones y sus formaciones, la lengua en uso. Una primera síntesis de estos conocimientos se concreta mediante trabajos teóricos, que pueden adquirir la forma de una gramática, por ejemplo. Tal fue el caso de Storto, quien en su tesis doctoral que defendió en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Estados Unidos, se dedicó al idioma karitiana, perteneciente a una comunidad originaria que vive en un área de la ciudad de Porto Velho, en el estado de Rondonia, al norte de Brasil.

“Es común que este sea el primer abordaje, pues toda lengua posee su lógica, y los lingüistas cuentan con técnicas para extraer dicha lógica y escribir gramáticas”, explica Filomena Sandalo, docente del Departamento de Lingüística del Instituto de Estudios del Lenguaje, de la Universidad de Campinas (IEL-Unicamp). Sandalo investiga este tema desde hace más de 25 años, y en su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, también propuso una gramática en el caso del kadiwéu, el idioma que habla la comunidad aborigen de igual nombre, cuyas tierras están ubicadas en el estado de Mato Grosso do Sul.

Con base en la descripción, que constituye también una manera de conocer y dominar el idioma, este trabajo puede desarrollarse en distintas direcciones. El de Sandalo describe una trayectoria poco común, pues se subordina a discusiones teóricas que transcurren en el terreno del generativismo. Dicho campo, postulado por el lingüista y filósofo estadunidense Noam Chomsky a finales de la década de 1950, describe y explica abstractamente el lenguaje entendido como una capacidad innata del cerebro humano. “Elaboré una gramática atípica entre aquellos que trabajan en la documentación de lenguas indígenas”, afirma la investigadora de la Unicamp. “El tema que investigo está constituido por los universales del lenguaje. Aquello que caracteriza al lenguaje humano independientemente de la cultura y la sociedad.”

Arthur Vergani

Corpus digital y sitio web
Como parte del proyecto intitulado “Fronteras y asimetrías en fonología y morfología”, en el cual se plantea la realización de experimentos con el portugués y el kadiwéu con el fin de discutir la teoría lingüística, Sandalo coordinó la creación de un corpus digital de ese idioma indígena. El mismo se encuentra disponible para su consulta en el sitio web del proyecto Tycho Brahe, de la Unicamp, y reúne algunos relatos de ese pueblo en archivos sonoros y de textos, con la traducción de cada una de las palabras (a las anotaciones en un texto para explicar el sentido de una palabra, por ejemplo, los lingüistas las denominan “glosas”) y el análisis morfológico. El objetivo es doble: que sea de utilidad tanto para las investigaciones lingüísticas como para su uso escolar. “El corpus es también un mecanismo de preservación idiomática”, afirma la coordinadora del proyecto.

En el campo de las investigaciones teóricas, la producción de material para su empleo en las comunidades es tenida como una manera de retribuir la contribución de los indígenas. “Llevamos a cabo un trabajo duro de documentación de textos y oraciones, por eso necesitamos que ellos nos ayuden constantemente con las traducciones. A cambio, producimos material didáctico, una ortografía, un proyecto de documentación”, afirma Storto. Estos proyectos, según explica, tienen un valor importante para las comunidades. “La exhibición en la escuela del video de los antepasados hablando el idioma, por ejemplo, resulta útil como memoria del conocimiento tradicional.”

Ante la importancia de la escritura para la cultura occidental, el hecho de que los idiomas indígenas sean ágrafos potencia su vulnerabilidad. Por eso la propuesta de la ortografía forma parte a menudo del trabajo de los lingüistas, quienes establecen el alfabeto y las reglas de su utilización. Fue lo que hizo Wilmar D’Angelis a comienzos de la década de 2000, en el marco de un trabajo conjunto con los káingang del oeste paulista, una etnia junto con la cual el investigador trabaja desde hace casi cuatro décadas, inicialmente como indigenista y posteriormente como lingüista. En un proceso participativo, la comunidad y D’Angelis adaptaron una ortografía elaborada en la década de 1960 para los káingang del sur de Brasil. Defensor y creador de proyectos inclusivos, el lingüista pone de relieve también la importancia de la visibilidad de los idiomas indígenas en comunidades donde la tecnología se hace presente: el hecho de no ver su propia lengua en internet, “en aquello que a los indígenas se les figurará como el mayor espacio de divulgación y circulación de ideas e información”, puede engendrar la convicción de que las lenguas autóctonas tienen valor únicamente como folclore, pero carecen de una función en el mundo real. Por eso el investigador considera que es fundamental la creación de contextos en donde el idioma se utilice efectivamente.

Este pensamiento fue el que orientó la creación de Kanhgág Jógo, el primer sitio web totalmente en idioma indígena de Brasil, en el año 2008, como resultado de la colaboración de su grupo de investigación con integrantes de comunidades káingang de Rio Grande do Sul, que posteriormente se replicó con otras etnias. Para D’Angelis, el hecho de imposibilitar el uso de la tecnología como herramienta al servicio de la lengua indígena sería como llevar una heladera a la aldea y permitir únicamente el almacenamiento de alimentos provenientes de la ciudad, y dejar afuera aquellos que se elaboran localmente.

La recuperación de la información
Con alumnos reunidos en el grupo de investigación InDIOMAS, el profesor de la Unicamp lleva adelante proyectos que cuentan con la participación de integrantes de diversas comunidades originarias. Como se trata de idiomas que se aprestan a salir de uso, con los nhandewa-guaraníes, los krenak y los káingang paulistas, por ejemplo, los investigadores trabajan en la recuperación de la información lingüística, mediante la organización de talleres de formación docente y la elaboración de material destinado a la enseñanza de la lengua. El grupo está concluyendo la producción del segundo tomo del libro intitulado Lições de gramática nhandewa-guarani y, como fruto de una demanda de la propia comunidad, publicará en 2019 un diccionario escolar del káingang paulista. A diferencia de obras que apuntan vocablos correspondientes en portugués y en el respectivo idioma aborigen –y que, según estima D’Angelis, serían objeto de una consulta indígena por cada 100 consultas de no indios–, este diccionario se enfoca en mostrar qué significan los vocablos en la cultura káingang. Entre los retos concernientes a su elaboración se encuentra la tarea de estimular entre los escasos hablantes que restan la memoria de términos que ya no utilizan pues se relacionan con situaciones o elementos actualmente inexistentes, tales como animales que ya no se ven o costumbres que ya no se practican.

También a contramano de propuestas que muestran a la cultura indígena a partir de la mirada occidental, Cristina Fargetti, docente de lingüística de la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho (FCL-Unesp), en su campus de la localidad de Araraquara, está desarrollando desde el año 2010 un vocabulario yuruna. La investigadora explica que en lugar de traducir términos como “nieve” a una cultura que carece de este concepto, su objetivo es preguntarse de qué modo ven los yurunas su propia realidad. En una entrada referente a un determinado pájaro, por ejemplo, además de la traducción en portugués, importa que aparezcan aspectos tales como su asociación con algún mito o canción y las connotaciones de su canto.

El trabajo de Fargetti en esa comunidad del Parque Indígena del Xingú, en Mato Grosso, se puso en marcha hace alrededor de 30 años, durante sus investigaciones de maestría, dedicadas a la lengua yuruna. En aquel entonces, ese idioma carecía de un registro escrito, con excepción de las listas de palabras consignadas por viajeros y algunos científicos. Pocos años después, su participación en un proyecto de formación de docentes indígenas la llevó a formular la propuesta de una ortografía yuruna, en cuyo marco los integrantes de la propia comunidad debatieron soluciones tendientes a la elaboración de una escritura que facilitase su uso. “Hoy en día hay muchos jóvenes que mecanografían en su propio idioma, y lo hacen muy rápido. Esto constituye una señal de que el idioma tiene su sentido y sus funciones, y que ellos prefieren usar el yuruna y no el portugués”, asevera Fargetti, en la actualidad coordinadora del Linbra (el Grupo de Investigación de Lenguas Indígenas Brasileñas), que reúne a alumnos para el estudio de idiomas originarios.

Valter Campanato/ ABr Indios de Cacoal (Rondônia) de las etnias suruí, cinta ancha y karitiana participan en la ceremonia de entrega de tabletsValter Campanato/ ABr

La valoración de la propia cultura entre los yurunas constituye una realidad basada en la importancia que le asignan al idioma [léase el recuadro]. Si bien a finales de la década de 1960 eran unos 50, actualmente son más de 500, y todos hablan la lengua nativa. Se valen del portugués únicamente cuando hablan con no indios o con visitantes de otras etnias. Según la profesora de la Unesp, con el aprendizaje de la escritura yuruna, los más jóvenes empezaron a demostrar un mayor interés en las historias y en los mitos que les cuentan los mayores. “Descubrieron que las historias escritas eran siempre reducciones, adaptaciones de aquello que está vivo y dinámico en el habla, y así también se puso en valor el habla”, explica Fargetti. Existe también una literatura que está elaborándose en yuruna, especialmente en versos. Para la investigadora, esto es motivo de celebración: “Los poetas nunca anuncian la muerte de su lengua sino su vitalidad plena”, afirma.

Entre los karitianas, las últimas décadas también han sido de valoración de la propia cultura, con el gradual surgimiento de liderazgos formados en la comunidad, según sostiene Luciana Storto. De acuerdo con la investigadora, al menos desde el año 1991, líderes y docentes han sido reemplazados por integrantes de la comunidad, que se autogestiona y está luchando para ofrecer en la propia aldea toda la enseñanza básica. “La tendencia indica que se volverán autosuficientes, aunque sin aislarse”, sostiene. “Es gente que está en internet, que estudia y quiere trabajar. No se puede detener el tiempo. Lo ideal es que lleven su diversidad y las especificidades propias de sus culturas a los trabajos que ejerzan”, analiza.

La producción de literatura indica la vitalidad de la lengua y es motivo de celebración

La preservación desde la infancia
Cuando los yurunas la invitaron registrar sus canciones de cuna, Cristina Fargetti se llevó una sorpresa: algunos años antes les había preguntado a integrantes de la comunidad si existía la tradición de que las mujeres les cantasen por las noches a sus hijos. Y no, no existía. Pero “quien hace una pregunta equivocada recibe una respuesta equivocada”, constata ella ahora, tras descubrir que esa tradición existe, aunque las canciones de cuna pueden entonarse únicamente durante el día, más o menos hasta las cuatro de la tarde. Los yurunas creen que el sueño transporta temporalmente a las almas de las personas lejos de sus cuerpos. De entonar las canciones de cuna por las noches, tales canciones alejarían a las almas con rapidez. Arrastradas hacia la oscuridad, no lograrían regresar. Esto provocaría el padecimiento o incluso la muerte de los niños.

El resultado de esta investigación, cuyo objetivo consistía en revitalizar esta tradición de la comunidad indígena, aparece en el libro Fala de bicho, fala de gente – Cantigas de ninar do povo juruna [Si habla de bichos, habla de gente. Canciones de cuna del pueblo yuruna], de editorial Sesc. En dicho libro puede leerse un estudio completo de este género comparado con canciones de cuna portuguesas y brasileñas. Y se discute también su significado entre los yurunas, con el aporte de la transcripción y la traducción contextualizada de 49 canciones.

El rico repertorio musical de esa etnia es objeto también de un estudio de la investigadora y compositora Marlui Miranda, quien firma la transcripción de las canciones de cuna que reunió Fargetti y que se reproducen en un CD que acompaña a cada ejemplar. Y hay también debates sobre el humor entre los yurunas y su modo de entender las diferencias entre humanos y animales, aspectos importantes para la comprensión de las canciones y que evocan conocimientos específicos de la lingüística y de la antropología.

Publicado en noviembre de 2018

Proyectos
1. Contacto y alteraciones lingüísticas en el alto río Negro (nº 14/50764-0) Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigadora responsable Luciana Raccanello Storto (USP) ; Inversión R$ 66.326,29.
2. Fronteras y asimetrías en fonología y morfología (nº 12/17869-7) Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Maria Filomena Spatti Sandalo (Unicamp); Inversión R$ 422.423,59.

Artículos científicos
D’ANGELIS, W. da R. Do índio na web à web indígena. En: D’ANGELIS, W. da R.; VASCONCELOS, E. A. (Comp.). Conflito linguístico e direitos das minorias indígenas. Campinas: editorial Curt Nimuendajú, p. 111-21. 2011.
FARGETTI, C. M. Breve história da ortografia da língua juruna. Estudos da Língua(gem). t. junho, p. 123-42. 2006.

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