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Conservación

Preservación a medida

Un sensor monitorea el proceso de corrosión al que se encuentran sometidos los históricos órganos de las iglesias y las obras de arte en los museos

eduardo cesarUn órgano del período barroco instalado en la Iglesia Catedral de Mariana, ciudad histórica del estado de Minas Gerais, fue monitoreado durante 16 meses mediante un sensor desarrollado por investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), como parte de un proyecto de preservación de órganos históricos denominado “Sensorgan”, financiado por la Comunidad Europea. Dicha técnica permite evaluar la influencia de la humedad, de la temperatura y de los vapores de ácidos orgánicos liberados por la madera durante el proceso de corrosión de los tubos emisores del sonido. “Basándonos en ese monitoreo, podemos definir mejor, por ejemplo, a qué hora deben abrirse o cerrarse las puertas de la catedral, para colaborar con el mantenimiento del metal, para que tenga una supervivencia más larga”, dice la organista Elisa Freixo, curadora del órgano de Mariana, fabricado en 1700 por el constructor Arp Schnitger y uno de los mejor preservados fuera de Europa.

“El monitor es una combinación de sensores de temperatura, humedad relativa y luminosidad, junto con un dosímetro basado en una microbalanza provista de un disco de cristal de cuarzo de 0,5 centímetros de diámetro por 0,1 milímetro de espesor, conectado a dos electrodos de oro que registran alteraciones de peso sutiles que ocurren con cualquier material depositado en la superficie de cuarzo”, explica el profesor Andrea Cavicchioli, de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP, quien participa del proyecto europeo. Una fina capa de la sustancia investigada – en el caso de los órganos, óxido de plomo- se deposita en la superficie del disco de cuarzo, bajo la forma de una película de espesor nanométrico. Cuando el sensor es colocado en el microambiente en el que se encuentra el órgano, consigue medir la velocidad del proceso de desgaste ya que el disco registra la corrosión del metal mediante la medición del cambio en el peso.

Eduardo CesarLos tubos emisores del sonido en el órgano del Monasterio de São Bento, en São Paulo.Eduardo Cesar

Antes de ser utilizada para la evaluación de los órganos históricos, la técnica de la microbalanza de cuarzo ya se empleaba en sensores ambientales para el monitoreo de gases presentes en la atmósfera. Cavicchioli, también químico, resolvió adaptar la metodología para monitorear la respuesta de materiales pictóricos en ambientes cerrados que resguardan obras de arte, tales como galerías y museos, basado en el conocimiento de que el proceso de degradado de sustancias tales como pinturas, barnices y colas, ocurre con variación de su masa. “Cuando una película de barniz colocado en la microbalanza es atacado por factores ambientales, se oxida y sufre una transformación irreversible, y aumenta su peso, y eso puede registrarse con la microbalanza”, informa. Dicha técnica, que actualmente puede aplicarse con la ayuda de un dispositivo automático desarrollado por el grupo, permite evaluar la calidad del ambiente donde las obras se hallan expuestas, ya que registra los efectos oxidantes de la atmósfera en la descomposición de los materiales orgánicos utilizados en los cuadros.

Este resultado devino en una invitación para participar del proyecto europeo, liderado por la Göteborg Organ Art Center, una institución sueca dedicada a la conservación del arte organístico. El proyecto, que tiene como objetivo desarrollar tecnologías para detectar si las condiciones ambientales donde el órgano se encuentra son favorables o no para su degradación, reunió a siete instituciones colaboradoras. Además de la USP y del centro de conservación sueco, participaron investigadores de la Universidad de Londres, del Instituto de Catálisis y Química de Superficies en Polonia, del Instituto de Ciencias Atmosféricas y Clima de Pádova, en Italia, del Centro Municipal de Cultura de Olkusz, en Polonia, y de la Universidad de Tecnología Chalmers, en Suecia. Las investigaciones se iniciaron en enero de 2006 y, desde entonces, las técnicas de monitoreo desarrolladas se encuentran siendo testeadas en instrumentos del patrimonio europeo, además del órgano de Mariana.

El grupo de la USP desarrolló prototipos automáticos para detectar el efecto de las  sustancias gaseosas dentro del órgano. Estas sustancias, principalmente el ácido acético y el ácido fórmico, son liberadas por la degradación de la madera. En combinación con los fenómenos de condensación, crean las condiciones favorables para ocasionar serios daños en las partes metálicas de los órganos. “Aunque parezca un material inerte, la madera es el principal enemigo de los tubos de los órganos”, dice Cavicchioli. En paralelo con su aporte al programa europeo, él inició un proyecto Joven Investigador, financiado por la FAPESP, para evaluar cómo la combinación de diferentes factores ambientales conduce a la degradación de los barnices en las obras de arte.

El Proyecto
Impacto de los micro-ambientes en la conservación de los  bienes culturales (nº 06/61437-3); Modalidad Programa de  Apoyo a Jóvenes Investigadores; Coordinador Andrea Cavicchioli – USP; Inversión R$ 201.187,36 (FAPESP)

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