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Planificación

Puntos de consenso

Conferencia nacional apunta caminos con miras a perfeccionar las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación

LAURA DAVIñALos debates de la 4ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CNCTI), que contó con más de cuatro mil participantes en Brasilia entre los días 26 y 28 de mayo, alcanzaron una serie de puntos de convergencia. El principal fue la urgencia en rescatar la calidad de la educación con el fin de asegurar la formación de las nuevas generaciones de profesionales y de investigadores que el país necesitará para desarrollarse. “Investigadores, autoridades y empresarios coincidieron en que hay que mejorar la educación y valorar a los docentes, movilizando a las universidades para perfeccionar su formación, aunque la ejecución de esta meta sea compleja y dependa de diversos actores”, dijo el físico Luiz Davidovich, secretario general de la conferencia y docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Un segundo punto de consenso en las charlas y discusiones se vinculó con la necesidad de perfeccionar los mecanismos de estímulo a la innovación en las empresas y de interacción entre los investigadores y el sector privado, que han mejorado en los últimos años, pero muestran resultados aún tímidos. “Resulta imperiosa la necesidad de que las empresas se dediquen más a actividades de investigación y desarrollo, y nuestro ambiente económico no favorece mucho ese cambio de cultura”, dijo Davidovich. Y en tercer lugar, se destacó la necesidad de promover la explotación sostenible de los biomas brasileños, como por ejemplo la Amazonia, el Pantanal y el Cerrado, en reemplazo del antiguo modelo que valora la extracción de madera y la deforestación para la cría de ganado.

De acuerdo con el secretario general de la conferencia, hubo también un cuarto punto de convergencia, si bien que difuso, alrededor de la importancia del estímulo a las llamadas “tecnologías sociales”, que consisten en la utilización de la capacidad científica del país en la solución de problemas del subdesarrollo, tales como la desnutrición y la falta de saneamiento, entre otros, trabajando en asociación con la población necesitada. “No existe un modelo único que debe seguirse, sino que existe un cierto consenso en el sentido de que las tecnologías sociales podrían ubicar al país en el liderazgo de un tipo de desarrollo más sostenible que el de los países ricos”, afirmó Davidovich.

Las principales conclusiones de la conferencia serán compiladas en un documento, el Libro azul de Ciencia, Tecnología e Innovación, que será divulgado antes de las elecciones presidenciales de octubre. La idea es que se convierta en un texto de referencia para políticas de Estado durante los próximos 10 años, y que apunte a los próximos gobernantes el pensamiento de la comunidad científica. Los respectivos informantes escribirán artículos con las propuestas presentadas en cada una de las mesas redondas y plenarias de la conferencia, que saldrán publicados en una edición de las revista Parcerias Estratégicas, del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE), organizador de la conferencia.

Los avances logrados en los últimos años, tales como la regularidad en el financiamiento a la investigación científica, el crecimiento vigoroso de la producción del área y la preocupación ascendente de las empresas con la innovación puntuaron las discusiones de la conferencia, pero algunas preguntas provocativas ayudaron a relativizar tanto optimismo: ¿la ciencia brasileña tendrá vigor como para dar en los próximos años un salto que la lleve a un nivel de país desarrollado? ¿Qué le falta a Brasil para ganar un Premio Nobel científico? ¿Cuánto tiempo tardará el país para revertir la cultura aún esquiva a la innovación de la mayoría de las empresas brasileñas?

El matemático Jacob Palis, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC), dijo que uno de los grandes retos para asegurar ese salto consistirá en multiplicar por tres hasta 2020 el contingente de personal que trabaja en ciencia, desde técnicos de laboratorio hasta doctores. “Debemos acelerar ese proceso sin perder en calidad. Esto requerirá un esfuerzo sumamente grande por parte de la comunidad científica y empresarial. Será necesario aumentar las inversiones en ciencia para llegar a un nivel de alrededor del 2% del PIB en 10 años”, afirmó Palis, quien en su optimismo sostuvo que el logro de un Nobel es sólo cuestión de tiempo. “Estoy dispuesto a apostar que eso sucederá”, afirmó. El físico Carlos Aragão, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) planteó que hay que revisar conceptos arraigados en la práctica de las universidades brasileñas, tales como la especialización precoz de los estudiantes de grado. “Hay que invertir en nuevos recursos pedagógicos, que actualicen las grillas curriculares perimidas y motiven a los estudiantes a comprometerse con la investigación. Es necesario que se den menos clases y estimular más a los alumnos a emplear su tiempo para estudiar efectivamente”, afirmó Aragão, quien también sugirió una revisión de la organización universitaria en departamentos. “Esta división en compartimentos estancos traba la investigación multidisciplinaria”, afirmó. La necesidad de invertir en los núcleos de excelencia académicos para superar los cuellos de botella se puso de relieve en presentaciones como la de Eduardo Krieger, investigador del Instituto del Corazón (InCor) y miembro del Consejo Superior de la FAPESP.

El director científico de la FAPESP, Carlos Henrique de Brito Cruz, dijo que Brasil se ha ubica desde comienzos de la década de 1990 entre los cuatro países con mayor crecimiento de la cantidad de artículos científicos publicados. En términos cualitativos, también ha habido progresos importantes, con artículos de investigadores brasileños que son cada vez más destacados en revistas internacionales. “La ciencia nacional ha venido experimentando un ascenso vigoroso en cantidad y en calidad. Uno de nuestros retos en ese contexto es la cuestión del impacto de esa ciencia producida en Brasil. La evolución de la cantidad de citas es creciente, pero aún se ubica por debajo del promedio mundial”, destacó. Otro desafío, según Brito Cruz, consiste en retomar el aumento del índice de crecimiento de la formación de doctores. Hasta 2003, la cantidad de doctores egresados crecía alrededor de un 18% anualmente. A partir de ese año, pasó a crecer a razón de aproximadamente un 5% al año. “Los números muestran que existe alguna restricción importante que opera en el sistema brasileño, ‘que pone el freno de mano’ en la formación de doctores. Hay que multiplicar por tres la cantidad de investigadores para que Brasil llegue a niveles similares a los de España, por ejemplo”, afirmó. Brito Cruz defendió un abordaje más amplio para orientar la investigación científica en el país. “Vivimos un momento utilitarista, según el cual la ciencia debe ayudar a las empresas a innovar, a curar enfermedades o a combatir la pobreza. Eso es importante, pero también es importante fortalecer la ciencia que hace que la humanidad se vuelva más sabia”, dijo. Otro punto que destacó el director científico de la FAPESP fue la necesidad de mejorar la calidad de la investigación científica brasileña y citó iniciativas de la Fundación, como la de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid’s), con financiamiento de grupos de excelencia por un horizonte de diez años. “Proyectos audaces pueden necesitar más tiempo para dar resultado. Muchos de esos Cepid’s están abordando temas de investigación que no tienen más relación estrecha con sus objetivos iniciales. Solamente pudieron ser audaces porque contaron con apoyo a largo plazo”, dijo Brito Cruz.

Redes
La importancia de ampliar y dotar de mayor calidad a los programas de posgrado cobró relieve en varios momentos del evento. En una sesión que compiló las recomendaciones de diversas conferencias regionales preparatorias, los representantes de las regiones centro-oeste y nordeste hicieron hincapié en que hay que crear nuevos programas, capaces de formar más investigadores, además de conectar los programas ya existentes con los de otras regiones del país mediante la formación de redes. “Sería interesante dar periodicidad anual a iniciativas del CNPq como la llamada conjunta, que conecta programas de posgrado consolidados con otros aún en vías de consolidación”, dijo Janesmar Cavalcanti, secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación del estado de Alagoas. La idea converge con propuestas elevadas por la Conferencia Paulista de Ciencia, Tecnología e Innovación en abril (lea en Pesquisa FAPESP nº 171), que también planteó la ampliación de centros de posgra¬¬do en São Paulo, principalmente en las universidades federales, donde aún hay espacio para el crecimiento.

Se apuntaron diversos caminos con miras a estimular la capacidad de innovar en las empresas brasileñas. Los informes de los representantes de conferencias regionales sugirieron la creación de instrumentos legales estaduales y municipales de innovación que integren esos esfuerzos con los del gobierno federal, apuntando a estimular a las empresas a usar los beneficios. El gerente ejecutivo del Centro de Investigaciones y Desarrollo de Petrobras, Carlos Tadeu Fraga, informó sobre la estrategia de la gigante petrolífera de atraer a Brasil centros de investigación y desarrollo de empresas multinacionales interesadas en aprovechar las oportunidades ligadas a la exploración de petróleo en la capa presal. Carlos Américo Pacheco, profesor del Instituto de Economía de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), propuso la creación de plataformas sectoriales de innovación, argumentando que el problema requiere un mo¬nitoreo más preciso que el actual. Según él, es impracticable seguir únicamente metas generales de innovación, pues se tarda dos años para evaluar la información sobre el cumplimiento de dichas metas, cuando ya es tarde para corregir rumbos.

Glauco Arbix, docente de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH) de la Universidad de São Paulo (USP), abogó por la creación de una agencia nacional de innovación con peso, recursos y capacidad para patrocinar y articular la interacción entre programas, instituciones y políticas de ciencia, tecnología e innovación. “Y esa agencia no debe estar ligada al Ministerio de Ciencia y Tecnología, sino a la propia Presidencia de la República, para indicar que se trata de una idea prioritaria. Brasil es muy grande como para tener programas pequeños. Debemos jerarquizar y seleccionar mejor nuestras prioridades”, dijo. Para Arbix, se detecta una creciente madurez en el debate sobre CT&I en Brasil. “La manera abordar la tecnología por parte de las instituciones empresariales tiene hoy en día una perspectiva distinta que la veíamos hace algunos años. Debemos aprovechar este momento para dar un salto”, dijo.

La selva en pie
La innovación también tiene un rol crucial en la construcción de un proyecto de desarrollo sostenible para la Amazonia, dijo Bertha Becker, profesora emérita de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Según Becker, la región tiene actualmente dos propuestas de proyectos de desarrollo sostenible. “Uno de estos proyectos, que está asociado a los cambios climáticos, ha predominado. Ese proyecto defiende la preservación de la selva en pie, financiando por la vía de la renuncia a la deforestación. Cuestiono fuertemente ese proyecto, pues mantiene una selva improductiva. Es básicamente un proyecto de compensación para países desarrollados que podrán así seguir siendo los mayores emisores”, dijo. El otro proyecto, según Bertha, entiende el desarrollo sostenible como un nuevo patrón de desarrollo basado en la ciencia, la tecnología y la innovación. “El desafío en este caso consiste en utilizar los recursos naturales sin destruirlos, generando empleo e ingresos para los millones de habitantes de la región. Solamente lo lograremos con políticas públicas e inmensas inversiones en ciencia e innovación”, destacó.

En la sesión solemne de apertura de la conferencia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso de relieve la importancia de delinear políticas perennes, discutidas con la comunidad científica, como según él sucedió con el Plan de acción del Ministerio de Ciencia y Tecnología 2007-2010. “No es la política de un ministro, es la política del gobierno, que la comunidad científica ayudó a formular y a fiscalizar su ejecución”, dijo el presidente. En el mismo evento, el ministro de Educación, Fernando Haddad, le sugirió a su par Sergio Rezende, titular de la cartera de Ciencia y Tecnología, que las conclusiones de la Conferencia Nacional de Educación, realizada entre el 28 de marzo y el 1° de abril, sean enviadas al Congreso Nacional junto a los resultados de la CNCTI, con miras a crear una política conjunta para los próximos 10 años.

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