La multiplicación de proyectos de digitalización de colecciones de bibliotecas, archivos y museos está modificando la forma en que trabajan los investigadores científicos brasileños. En los últimos 15 años, diversas instituciones se han empeñado para ofrecer vía internet documentos, fotografías y videos que anteriormente sólo se hallaban a disposición mediante visitas pactadas. El resultado de tal esfuerzo es palpable. En algunos casos, la facilidad para buscar y hallar artículos mediante herramientas de búsqueda amplió el acceso a informaciones difíciles de hallar manualmente, potenciando la calidad de las investigaciones. En otros casos, permitió al menos un conocimiento a distancia de la amplitud de determinado archivo para organizar una consulta presencial más veloz y eficiente. “Estudiantes e investigadores se están capacitando en el marco de este nuevo contexto. Es un camino sin retorno”, dice el historiador Pedro Puntoni, docente de la Universidad de São Paulo (USP) e investigador del Núcleo de Cultura Digital del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap). “La biblioteca y el archivo en papel siempre mantendrán su importancia, pero pierden espacio frente a internet debido a su facilidad pata brindar acceso a documentos, imágenes y libros, así como a tesis y revistas digitales disponibles en versión online”, sostiene.
Desde una computadora personal en su casa, el profesor e investigador Wilton José Marques encontró a mediados de marzo un poema olvidado de una de las principales figuras de la literatura brasileña, el escritor Machado de Assis (1839-1908), conocido por los lectores sobre todo por sus cuentos y novelas. No se trata de un poema cualquiera, sino del primero, publicado en el periódico Correio Mercantil, de Río de Janeiro, el 9 de septiembre de 1856, intitulado O grito do Ipiranga. Expertos en la obra de Machado consideraban que su producción había comenzado en 1858, con el poema Esperança, cuando el autor, con 19 años, comenzó a trabajar como revisor de aquel periódico. El hallazgo de Marques fue posible gracias a la digitalización del Correio Mercantil por la Biblioteca Nacional, que en 2009 creó su hemeroteca digital (bndigital.bn.br/hemeroteca-digital/). El profesor Marques, del Departamento de Letras de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), dice que halló la poesía gracias a “un poco de olfato y algo de suerte”. Buscaba los primeros poemas de Machado para una investigación sobre influencias románticas en la obra del autor. “Me dediqué a revisar las fuentes, poema por poema de las colecciones, a partir de 1858. Por curiosidad, quise buscar en años anteriores y apareció O grito do Ipiranga”, dice. Marques resolvió interrumpir la investigación y se dedica a redactar un artículo sobre esa poesía. Se trata de un poema extenso, una glorificación del grito de la independencia y de Pedro I. Una de las características de la literatura de Machado es la intertextualidad: dialoga con otras obras y referencias históricas. En ese primer poema, compara permanentemente a la Independencia con la república romana”, dice Marques. Otra premisa del investigador es dilucidar la juventud de Machado. “Para figurarse cómo fue que en una sociedad esclavista, un joven negro de 17 años, con educación formal que uno no sabe muy bien cómo obtuvo, logró insertarse en el universo intelectual de Río de Janeiro como colaborador en un periódico importante de la época”.
La Biblioteca Nacional posee uno de los programas de digitalización más antiguos del país. Se inició en 2006 y, hoy día, dispone de 900 mil documentos online, que se traducen en 400 mil consultas virtuales por mes. Hay colecciones de fotos, mapas y canciones. El mes pasado, se lanzó el portal Brasiliana Fotográfica (brasilianafotografica.bn.br) con más de 2 mil fotografías históricas de colecciones de la propia biblioteca y del Instituto Moreira Salles. La mayor parte del archivo digital está integrado por periódicos brasileños. Son 5 mil títulos, digitalizados con recursos aportados por la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep). “Tenemos la prerrogativa del depósito legal, que es la recepción de un ejemplar de todas las publicaciones realizadas en territorio nacional. Por eso, nuestra colección es la más abarcadora del país”, dice Angela Bettencourt, coordinadora de la Biblioteca Nacional Digital. La decisión de digitalizar los periódicos también remite a una cuestión práctica: se trataba de uno de los archivos más consultados de la institución.
La consulta a los periódicos es sencilla, una búsqueda por palabra resulta suficiente para encontrar lo que haya sobre esa referencia. Para los investigadores, la utilidad va mucho más allá de la posibilidad hipotética de hallar un poema olvidado. El sociólogo Benno Warken Alves, de 25 años, concluyó en 2014 su investigación de maestría, realizada en la USP mediante una beca de la FAPESP, sobre la trayectoria del empresario negro Sydnei Lima Santos (1925-2001) en Curitiba, en el siglo XX. Alves recabó datos sobre la trayectoria de antepasados del empresario consultando en la hemeroteca periódicos de Sergipe, Río de Janeiro y Paraná. “Si hubiese tenido que buscar en microfilmes, no me hubiera alcanzado el tiempo o tal vez no los hubiera encontrado”.
Si bien una hemeroteca digital es fuente suficiente para recabar y comparar datos, la investigación de documentos históricos raramente prescinde del análisis del archivo físico, aunque la digitalización logra acelerar ese trabajo. La arquitecta Suely Figueirêdo Puppi utilizó el archivo digital del Instituto Lina Bo y Pietro Maria Bardi para su tesis doctoral, en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, enfocada en las técnicas de restauración y del proyecto de Lina Bo Bardi (1914-1992), la arquitecta ítalo-brasileña conocida por haber proyectado el Museo de Arte de São Paulo (Masp). “Los proyectos y dibujos de Lina Bardi disponibles en el sitio web no poseen la definición necesaria como para utilizarlos en un libro, pero para una tesis son suficientes”, afirma Figueirêdo. Desde que inició su doctorado, en 2012, ella visitó algunas veces la sede del instituto, en São Paulo, para analizar documentos. “Hago una preselección online y ya llego sabiendo lo que necesito”, afirma.
El inventariado y digitalización del archivo también fueron útiles para los festejos del centenario de Lina Bardi. “Los proyectos y dibujos fueron de gran valía para los curadores de las muestras sobre su obra que se realizaron en Zúrich y en Múnich, además de dos exposiciones en Nueva York de las que Lina Bardi formaba parte. El primer análisis del archivo se realizó a distancia”, dice Renato Anelli, docente del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la USP en São Carlos, el investigador responsable del proyecto de digitalización. Los proyectos y dibujos de Lina Bardi son el punto fuerte del archivo digital. “Ella pintaba y creaba escenas y perspectivas en sus proyectos arquitectónicos. Son dibujos extraordinarios”, afirma Anelli. Se puede consultar en el banco de datos las fichas sobre fotos y documentos escritos por la arquitecta. El instituto comenzó a ordenar el archivo de Pietro Maria Bardi (1900-1999), creador del Masp. Bardi y Lina Bo estuvieron casados durante 45 años.
Las principales limitaciones de los archivos digitales radican en su imposibilidad de ofrecer la experiencia sensorial de ver o tocar un documento histórico, así como su dificultad para proveer toda la información necesaria como para determinar el contexto en que cada documento se elaboró y archivó. “Los documentos de archivos públicos presentan una particularidad: tienen sentido dentro del contexto en el que se elaboraron. Fuera de ese contexto, no pueden comprenderse completamente”, dice Marcelo Chaves, director del Centro de Difusión y Apoyo a la Investigación del Archivo Público del Estado de São Paulo. La posibilidad de extraer información más completa de un documento del archivo, explica, radica en el conocimiento de su trayectoria, la finalidad con la que se produjo y por donde circuló. “Sin ello, el documento pierde parte de su potencial informativo”, sostiene. El trabajo del historiador Bruno de Andréa Roma, que se desempeñó como pasante del archivo durante dos años, revela ese desafío. Durante su carrera en la USP, él produjo, bajo la supervisión del profesor Carlos Bacellar, ex coordinador del archivo, una guía de fuentes de todo cuanto existe sobre la Universidad de São Paulo en aquel gran archivo.
“Las guías e inventarios constituyen instrumentos fundamentales para tomar conciencia de que existe un archivo sobre determinado patrimonio, además de conocer la trayectoria de los documentos”, afirma Roma, que ahora realiza una maestría sobre fotografía en el ámbito del archivo. “La fotografía no cuenta con un lugar tan definido como el resto de los documentos. En el Archivo del Estado, los negativos de colecciones como la del periódico Última Hora se encuentran en un lugar, pero los contactos y ampliaciones fotográficas, que aportan información sobre su utilidad, se encuentran en otro, sin conexión entre sí”.
Marcelo Chaves resalta que la digitalización resultó fundamental para democratizar la información y, sin ella, hoy no se podría constatar que la oferta de documentos en internet no es suficiente para tornarlos realmente accesibles. “Las políticas de digitalización son irreversibles, pero requieren la adopción de criterios”, dice. En los últimos tiempos, Chaves fue designado por el archivo para orientar a municipios y cámaras municipales paulistas y se topó con situaciones desastrosas. “Muchos alcaldes son persuadidos por empresas especializadas de que la digitalización es un beneficio en sí y acaban transformando archivos físicos desorganizados en archivos digitales inaccesibles, con gran erogación de dinero”, afirma.
En los últimos años, el Archivo Público del Estado de São Paulo se dedicó a poner a disposición su archivo en internet, ubicando como buque insignia al archivo del Departamento Estadual de Orden Político y Social de São Paulo (Deops), el principal organismo de la policía política paulista, extinto en 1983. Hace dos años, lanzó el portal Memoria y Resistencia, que permite la consulta en internet de más de 314 mil fichas y 12.800 prontuarios ‒entre un total de 1 millón de imágenes‒ elaborados por organismos de control político entre 1924 y 1999. Los técnicos del archivo analizan que parte de ese trabajo necesita corregirse e incluso rehacerse. Sucede que, en el modo masivo en que se efectuó la digitalización, hay informaciones relevantes sobre los documentos ofrecidos que no se encuentran disponibles para los usuarios. Puede que eso no sea un problema para quien solamente desea consultar lo que consta sobre su persona o la de algún familiar dentro del archivo. Pero no es el caso de los investigadores, donde esos faltantes resultan suficientes para sesgar los resultados, acota el historiador Marcelo Quntanilha Martins, director del Centro de Patrimonio Permanente del archivo. El acervo del Deops está integrado por tres archivos diferentes, pertenecientes a sus reparticiones especializadas: Orden Social, Orden Político y Servicio Secreto. Con frecuencia, los documentos están interrelacionados. Pero eso no siempre es perceptible en la investigación online. “El Deops se mantenía en contacto, por ejemplo, con el FBI estadounidense, del cual recibía memorandos relacionados con órdenes de detención. Pero ese contexto no se encuentra disponible en los documentos digitalizados”. En las alrededor de 50 mil imágenes que actualmente digitaliza el equipo del archivo mensualmente, los denominados metadatos ‒informaciones que describen aquello que puede hallarse en los documentos‒ se catalogan empleando un software de acceso abierto, el ICA-AtoM, que permite almacenar un conjunto integral de datos que ayudan a prevenir la pérdida del contexto. La idea es revisar los documentos digitalizados y encuadrarlos dentro de ese modelo.
La estandarización de los datos no es una discusión restringida a archivos y bibliotecas. La profesora Giselle Beiguelman, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la USP y compiladora del libro Futuros possíveis – Arte, museus e arquivos digitais, que se editó con ayuda de la FAPESP, llama la atención sobre la figura del “coleccionista online”, aquel individuo que ofrece en internet documentos, imágenes o videos con valor histórico. “Generosamente y dedicándole tiempo, ellos ponen a disposición fotografías familiares, recuerdos personales o videos en YouTube con programas de televisión de la década de 1970 y películas históricas desde el inicio de los años 1920, que podrían ser útiles para los investigadores, aunque necesitarían estandarizarse sus procesos de inventariado y sus metadatos”, dice Beiguelman. Ella menciona los problemas que implica la “corporativización de la memoria”, que consiste en archivar imágenes y documentos en plataformas privadas, tales como Flickr o YouTube. “Cada una de ellas organiza los documentos de determinada manera y existe el riesgo de que sean retirados de circulación en cualquier momento, de acuerdo con el interés de las empresas. No se ha planteado un debate sobre sistemas de metadatos estandarizados para todos, incluidas las plataformas privadas”, afirma. La idea de crear modelos, dice, es una posibilidad. “Internet es el mejor ejemplo. Funciona a partir de protocolos y el uso regulado de símbolos comunes, que todos respetan, tal como el arroba en la dirección del correo electrónico”. Uno de los artículos del libro, firmado por Monika Fleischmann y Wolfgang Strauss, del Mars-Exploratory Media Lab, de Alemania, hace mención al concepto de mapa semántico del conocimiento como una posibilidad para el registro y visualización de un conjunto de informaciones acerca de un documento. “Las entradas individuales de los archivos se encuentran localizadas de modo relacional y los parentescos semánticos son visibles”, dicen los autores.
La digitalización de archivos ha avanzado en el exterior desde el comienzo de los años 2000. “En Estados Unidos, las universidades encabezaron el proceso de digitalización de las bibliotecas”, dice Pedro Puntoni, quien dirigió la Biblioteca Brasiliana Guita y José Mindlin de la USP entre 2007 y 2014, y desarrolló la Biblioteca Brasiliana Digital. “En tanto, la Unión Europea financió un consorcio para apuntalar a las bibliotecas virtuales, con Gallica a la cabeza, de la biblioteca nacional de Francia”. Según sostiene Puntoni, Brasil tuvo cierto pionerismo durante la década pasada al catalogar, microfilmar y digitalizar alrededor de 3 millones de páginas sobre los primeros 300 años de la historia de Brasil pertenecientes al Archivo Histórico Ultramarino, de Portugal. El trabajo contó con la coordinación de Esther Bertoletti, de la Biblioteca Nacional. No obstante, la digitalización de archivos en el país se vio perjudicada por la dificultad para transformar proyectos en programas permanentes. “En muchos casos, los equipos se contratan por un tiempo determinado y se desarticulan cuando no hay continuidad en la financiación o en el mando de la institución”, dice Puntoni.
En 2009, la FAPESP emitió un llamado a la presentación de propuestas en el marco del Programa de Apoyo a la Infraestructura de Investigación, en la modalidad Museos y Centros Depositarios de Informaciones, Documentos y Colecciones Biológicas, que seleccionó 20 proyectos, varios de ellos con enfoque en la organización, digitalización y oferta de documentos online. Se tuvo en cuenta, entre otras, a instituciones tales como el Instituto Lina Bo y Pietro Maria Bardi, el Archivo Público del Estado de São Paulo, el Museo Lasar Segall y el Instituto de Estudios Brasileños de la USP. Organismos tales como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Petrobras y la Finep también se destacan en la oferta de recursos para proyectos de digitalización. Un grupo de instituciones comprometidas con las políticas de digitalización en Brasil se agruparon en la Red Memorial para compartir experiencias y colaborar en la organización de archivos, además de desarrollar una herramienta de búsqueda que aglutine en un sólo lugar los archivos digitalizados de todas las bibliotecas nacionales.
“Durante la década pasada hubo una buena oferta de recursos para proyectos de digitalización en el país, y simultáneamente los aparatos se tornaron menos costosos”, dice Millard Schisler, investigador y consultor en el área de digitalización y preservación digital. Pero la escalada para ofrecer archivos online, sostiene, generó distorsiones. “Era frecuente toparse con instituciones que invertían mucho en digitalización, pero poco en conservación de los documentos originales, que quedaban guardados en forma precaria”, dice Millard. En la actualidad, se plantean estrategias sostenibles. “En lugar de pretender digitalizarlo todo, y en alta definición, resulta más razonable ofrecer las partes más solicitadas de un archivo, reservando recursos para la preservación de los originales. La digitalización debe plantearse como un complemento, no como la estrategia principal”.
El ejemplo del Museo Imperial, de Petrópolis, resume los desafíos de la digitalización de archivos. El emprendimiento comenzó en 2009. Hasta ahora, se cuenta con 8 mil artículos disponibles en el sitio web de la institución, entre documentos, libros e imágenes de artículos de museo, el equivalente al 3% del archivo, los cuales generan 2 mil visitas virtuales por mes. “El plan consiste en digitalizar la totalidad del archivo”, dice el historiador Jean Bastardis, coordinador del equipo que contrató la sociedad de los amigos del museo, con la incumbencia de investigar documentos, describirlos, organizar la base de datos y cargar el material en el sitio web. La prioridad es la digitalización de conjuntos completos de colecciones para facilitarles el trabajo a los investigadores. A pesar de los seis años de experiencia, el mantenimiento del proceso de digitalización ha sido una misión accidentada. Se contrata al equipo para cada proyecto. Año a año se repite el desafío de obtener recursos de empresas o mediante pliegos públicos.
Entre los artículos más buscados en el sitio web, se destaca un libro de recetas del siglo XIX, O cozinheiro imperial, que describe platos de la época y menús de banquetes. Los investigadores expresan mayor interés por el archivo de la Casa Imperial, con documentos elaborados en Portugal que se remontan al siglo XIII. La experiencia del museo revela que el trabajo de difusión es esencial. “Cuando aparece un reportaje sobre algún artículo, su búsqueda virtual presenta picos”, dice Bastardis.
La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, con más de 20 millones de artículos digitales disponibles online, al comprobar que la oferta en internet no resulta suficiente para la difusión del conocimiento, generó un programa mediante el cual envían a sus técnicos a visitar ciudades para enseñarles a los docentes y bibliotecarios locales a explorar su archivo. Sin una buena difusión, los archivos online no llegan a todo el público potencial. La digitalización de 100 horas de teleteatro de la desaparecida TV Tupi, guardadas en la Cinemateca Brasileña, inició el camino para estudios sobre novelas que previamente eran inviables. Pero el material, que se encuentra disponible en el sitio web, aún ha sido poco explorado, dice Esther Hamburger, docente de la Escuela de Comunicación y Artes de la USP. Ella fue la investigadora responsable del proyecto que clasificó y digitalizó las 100 horas de grabación, y viene realizando estudios con ese material.
Según Hamburger, el archivo de TV Tupi se encuentra en un sitio aún poco visible. “Se necesita contar con una estructura de red que pueda recibir múltiples accesos. El banco de datos es sólido en ese sentido, pero hace falta completar el proyecto”, dice. El contenido de la televisión debería contar con mayor disponibilidad online, sostiene la investigadora. “Países tales como Francia y Suecia, ofrecen el contenido que salió al aire en la televisión a través de sus bibliotecas nacionales”, afirma, y reflexiona al respecto de que aún no existe en Brasil una tradición de investigación histórica valiéndose del material que la televisión sacó al aire.
Las instituciones también aprendieron que un proyecto de digitalización, una vez concluido, no llegó realmente al final. Se necesita invertir en mantenimiento y actualización tecnológica. “En el caso de las películas, el mantenimiento de un archivo digital puede costar hasta 10 veces más que preservar un archivo físico”, dice el consultor Millard Schisler, citando el estudio O dilema digital, elaborado por el Science and Technology Council da Academy of Motion Picture Arts and Sciences, de Hollywood, que comparó el mantenimiento de filmes en película y digitales. Se deben generar y mantener bancos de datos, actualizar software y monitorear el estado de los documentos. Cada vez que un archivo migra hacia otro servidor o se actualizan formatos digitales, se estima una pérdida de hasta el 10% de los documentos, por lo cual resulta necesario que un administrador los recupere a partir de los originales.
La Biblioteca Brasiliana Guita y José Mindlin, que se inauguró en la USP en marzo de 2013, incorporó el año pasado los volúmenes digitalizados por el Proyecto Brasiliana USP y creó su archivo digital. Hasta ahora se han digitalizado 4.800 de los 32 mil volúmenes del archivo compuesto por libros, manuscritos y periódicos raros recopilados durante el transcurso de 80 años por el empresario José Mindlin (1914-2010). El trabajo de digitalización en la biblioteca ahora atraviesa una actualización. Ocurre que una buena parte de los libros disponibles online se digitalizó y se sometió a un proceso mediante el cual, la imagen en colores se convierte en otra en tan sólo dos tonos. Ese proceso generó algo parecido a una fotocopia del original, donde el texto aparece sobre un fondo blanco. Esa decisión fue tomada en aquella época por el Proyecto Brasiliana USP para generar imágenes más limpias y archivos livianos, facilitando el acceso a usuarios con internet de menor velocidad y permitiendo la economía de tinta en el caso de que los usuarios imprimieran los archivos. El método actual es distinto, explica Jony Fávaro, experto en digitalización de la biblioteca. Se busca la digitalización de las obras preservando ciertas características, tales como lo amarillento de las páginas, las marcas derivadas del uso y la reproducción fiel de la tapa. “Para un usuario que solamente busca el texto de la obra, puede que no haya diferencia”, dice Sandra Guardini Vasconcelos, directora de la biblioteca y profesora del Departamento de Letras Modernas de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la USP. “Pero en el caso de un historiador, una reproducción fidedigna contiene elementos importantes acerca de la historia editorial de la obra en cuestión”. La biblioteca proyecta redigitalizar las primeras obras, aunque la prioridad será ofrecer las que aún no se encuentran disponibles. “Esa preocupación por el libro en su soporte material, es decir, como objeto físico, es la que adoptaron grandes instituciones, tales como la British Library y la Bibliothèque Nationale de France”, dice Guardini.
A redempção estará en internet
Recuperación de la colección del periódico abolicionista
El Archivo Público del Estado de São Paulo lanzará durante el segundo semestre un sitio web con 132 ediciones digitalizadas del periódico abolicionista A redempção, que circuló en São Paulo desde el 2 de enero de 1887 hasta que se promulgó la Ley Áurea, el 13 de mayo de 1888 y era el portavoz del movimiento abolicionista de los “caifazes”, un grupo que rescataba esclavos, conduciéndolos a lugares seguros. “Era un periódico radical, que criticaba a los hacendados, políticos y a otros periódicos, incluso a aquéllos que eran abolicionistas”, dice Marcelo Quintanilha Martins, director del Centro de Patrimonio Permanente del Archivo. La colección digitalizada fue labor del Instituto Histórico y Geográfico de São Paulo y buena parte de los ejemplares estaba fragmentada. Los restauradores montaron los fragmentos del periódico con la ayuda de pinzas, consultando copias en microfilme de los ejemplares existentes en la Biblioteca Lamont, de la Universidad Harvard, en Estados Unidos. Durante ese proceso, se hallaron siete ejemplares que se consideraban extraviados. La colección fue incluida, al final de 2014, en el Registro Nacional de Brasil del Programa Patrimonio Mundial, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Ese programa reconoce como patrimonio de la humanidad a documentos, archivos y bibliotecas de relevancia internacional, regional y nacional. Su objetivo consiste en la ampliación y difusión de dicho patrimonio.
Proyectos
1. Archivo cuádruplex de la extinta TV Tupi (nº 2009/ 54923-7); Modalidad Ayuda a la investigación – Programa Infraestructura; Investigadora responsable Esther Império Hamburger (USP); Inversión R$ 446.934,77 (FAPESP).
2. Archivo del Instituto Lina Bo y Pietro Maria Bardi: clasificación, digitalización y montaje del banco de datos online (nº 2009/ 54901-3); Modalidad Ayuda a la Investigación – Programa Infraestructura; Investigador responsable Renato Luiz Sobral Anelli (USP); Inversión R$ 253.269,46 (FAPESP).
3. Preservación y difusión del patrimonio público: modernización y ampliación de los laboratorios del Archivo Público del Estado de São Paulo (nº 2009/ 54965-1); Modalidad Ayuda a la Investigación – Programa Infraestructura; Investigador responsable Carlos de Almeida Prado Bacellar (USP); Inversión R$ 1.692.982,33 (FAPESP).
4. Por una Biblioteca Brasiliana digital (nº 2007/ 59783-3); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigador responsable Pedro Luis Puntoni (USP); Inversión R$ 663.514,35 (FAPESP).
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