En el mes de julio, Renato Janine Ribeiro, profesor sénior del Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo, asumió como nuevo presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). El exministro de Educación (2015) y responsable de las evaluaciones trienales del posgrado brasileño en 2004 y 2007, cuando fue director de evaluación de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), dirigirá hasta 2023 la entidad que, durante 72 años, ha sido una importante portavoz de la comunidad científica brasileña. En la entrevista concedida a Pesquisa FAPESP, Janine Ribeiro habla de sus planes al frente de la institución, del rol de la SBPC en la coyuntura política actual del país y de la lucha contra el negacionismo científico.
La SBPC fue una voz influyente de la comunidad científica durante el proceso de redemocratización del país y en el congreso constituyente. ¿Qué papel puede cumplir en el marco de la coyuntura actual que vive Brasil?
Cumple un rol fundamental, que es la defensa de la democracia, uno de los valores básicos de la SBPC. Retrocedamos un poco en la historia. Hubo una época en la que el desarrollo científico estuvo muy vinculado a la investigación militar. Un gran ejemplo fue el desarrollo de la bomba atómica, allá por 1945. Pero se produjo un cambio interesante. La ciencia se fue apartando gradualmente de las causas de guerra y fue asumiendo las causas de la paz, de la democracia y de la ética. Se fue volcando más a las cuestiones de la salud, del medio ambiente, de la sostenibilidad. La SBPC se centra en un conjunto de intereses: la ciencia, la cultura, la tecnología, la salud, el medio ambiente. La democracia y la inclusión social también forman parte de ellos. Una sociedad muy desigual e injusta es tan solo parcialmente democrática. Se debe asegurar que todas las personas tengan igualdad de derechos y oportunidades. Este es un compromiso de la SBPC, que lucha y luchará por ello.
La SBPC ha mantenido un diálogo con el Congreso y con el gobierno federal para hacer frente al tema de los recortes presupuestarios en el ámbito de la ciencia. ¿Cómo se hará este trabajo durante su gestión?
Hemos dado continuidad al excelente trabajo realizado por Ildeu Moreira y, antes de él, por Helena Nader y los demás presidentes, que es el trabajo del diálogo. Hemos mantenido conversaciones con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación [MCTI] y con las grandes agencias de financiación. También hemos dialogado con el Congreso. La labor de la SBPC ha sido importante para conseguir que se apruebe la ley que prohíbe el bloqueo de los recursos correspondientes al FNDCT [Fondo Nacional para el Desarrollo Científico y Tecnológico] y estamos bregando para que la misma se respete y se aplique. No es una tarea fácil. Las cuestiones presupuestarias son muy complejas. Nosotros hacemos lo posible para sumar aliados. Hemos avalado, por ejemplo, la Iniciativa para la Ciencia y la Tecnología en el Parlamento, dirigida por el exministro Celso Pansera. No habrá futuro para Brasil si no tenemos una investigación científica que permita, por ejemplo, explorar nuestros biomas, cuya riqueza es inmensa. Si el país hubiese contado con una política de financiación para el desarrollo de una vacuna contra el covid-19, los científicos brasileños la habrían obtenido. Un país con menos población y un presupuesto menor como Cuba, consiguió desarrollar vacunas.
En relación con el FNDCT, ¿cuál es la expectativa en lo concerniente a la liberación de los recursos, que debería plasmarse este año, pero que por lo visto será recién el año que viene?
La normativa legal dicta que este año ya no debería estar vigente el bloqueo, algo que no ha ocurrido. Y existe otro problema serio: parte de los recursos del FNDCT fueron liberados como préstamos reembolsables. El mundo científico depende de recursos no reembolsables, a fondo perdido. Si uno tiene un presupuesto significativo del FNDCT que hay que devolver, se crea un grave problema en el mundo académico. Lo propio vale para las empresas innovadoras, en particular las menores, las startups. Estas necesitan recursos no reembolsables, que el gobierno no recupera y que son sumamente importantes para el desarrollo de aplicaciones de la ciencia que tienen un impacto en la economía.
Uno de los indicadores más potentes del desarrollo económico y social es la proporción de la población con estudios superiores
Las fundaciones estaduales de apoyo a la investigación científica, como la FAPESP, en São Paulo, han cumplido un papel importante en la financiación de la ciencia, pero el esfuerzo del resto de los estados que componen la federación brasileña sigue siendo desigual. ¿Qué puede hacerse para que los estados le brinden más apoyo a la ciencia?
Es bueno recordar que durante mucho tiempo la FAPESP fue un ejemplo solitario. La segunda fue la Fapergs, de Rio Grande do Sul. Varias más se crearon luego de la Constitución de 1988, pero hay estados que no financian en forma adecuada a sus fundaciones de apoyo a la investigación científica. A veces también emerge otra cuestión: como en la mayoría de los estados las universidades más importantes son las federales, esto acaba suscitando cierto enojo entre los gobernadores, que se resisten a destinar recursos del estado en las universidades federales. ¿Cómo hacer frente a ello? Debemos demostrarles a los gobernadores el beneficio que las inversiones de la FAP en las universidades federales pueden suponer para la economía de los estados. La investigación científica no tiene dueño. Es para el beneficio de todos y le pertenece a la sociedad en su conjunto.
Ya que hablamos de las universidades públicas, hay un discurso de la gestión actual del Ministerio de Educación (MEC) en el sentido de que la universidad debería atender a una porción menor de la población, que se vería más beneficiada con la expansión de las escuelas técnicas. ¿Qué opina la SBPC de este tema del acceso a las universidades?
Uno de los indicadores más poderosos del desarrollo económico y social es el porcentaje de la población que posee un diploma de la educación superior. Los países de la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico], un organismo del cual Brasil desea formar parte, tienen más del 40 % de su población joven con diploma de enseñanza superior. En Brasil, este porcentaje es de alrededor del 20 % de la población en la franja de 18 a 24 años. Hemos progresado mucho desde el año 2000 hasta ahora. Hemos pasado de 3 millones a 8 millones de estudiantes universitarios, pero aún no es suficiente. Cuando un individuo accede a una mejor formación, la sociedad se enriquece y pasa a disponer de mano de obra más calificada. Este es el punto que quizá se le haya escapado a los funcionarios del MEC: la importancia de la educación superior como baluarte del desarrollo. Se paga un precio muy caro cuando no se tiene educación. Uno de los ejemplos presentes en Brasil es la falta de médicos. Si tuviéramos más médicos y estuvieran mejor distribuidos por todo el territorio, podríamos ofrecer una expectativa de vida mayor y de mejor calidad a la población. Es un error pretender restringir el acceso a la universidad.
El negacionismo científico cobró nuevas aristas en el marco de la lucha contra el covid-19. ¿Cómo se debe afrontar este problema y cuáles son las tareas en el campo de la educación científica que usted considera necesarias?
El negacionismo es un fenómeno muy complicado. Al igual que otros tantos retrocesos, este fue algo inesperado. Muchos no se esperaban, por ejemplo, que Inglaterra saliera de la Unión Europea o que Donald Trump fuese elegido presidente de Estados Unidos, y eso finalmente ocurrió, a la par de otro fenómeno, que es el de las fake news. Al cabo de décadas de desarrollo democrático, económico, científico, ahora estamos viviendo una regresión inesperada. ¿Por qué hay tanta gente que da crédito a la negación de los principios básicos de la ciencia en un momento como el actual, cuando de ello depende su vida o muerte, la de sus seres queridos, la de sus compatriotas? Muchos se benefician de los resultados de la investigación científica sin tener una noción cabal de lo que realmente implica. Cuando alguien utiliza una aplicación que emplea el sistema GPS para lidiar con el tránsito vehicular, generalmente no sabe que eso está relacionado con el hecho de que la Tierra es redonda. Si no hubiera satélites orbitando alrededor del planeta no habría GPS. Tal vez la gente valoraría más a la ciencia si tuvieran una noción más clara de cuánto le deben. Tenemos que ampliar su difusión. Hay un apartado que ha sido señalado por el profesor Hernan Chaimovich, de la USP: nosotros hacemos una buena divulgación científica, pero para nuestros pares. ¿Cómo lograr que el conocimiento científico llegue a dos públicos que son prioritarios: el de bajos ingresos y escaso acceso al conocimiento y el que toma las decisiones políticas y económicas? Para el público con menores ingresos, un mayor conocimiento científico puede representar una mejor calidad de vida. Pero para llegar a ellos se necesita otro tipo de discurso.
Existe una aversión entre el gobierno federal y los científicos en lo que respecta al medio ambiente. Uno de los ejemplos ha ocurrido en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), objeto de controversia por divulgar datos de los incendios forestales y la deforestación, que ha perdido a un director por esta causa y se enfrenta a una escasez de recursos. ¿Cuál es la evaluación de la SBPC acerca del daño a la investigación en ecología y medio ambiente en el país?
Esto es grave. La primera medida del actual directorio, ni bien asumimos, fue una visita de apoyo al Inpe, que realizamos el vicepresidente de la SBPC, el físico Paulo Artaxo, y yo. Fuimos hasta São José dos Campos a conversamos con el director general y con el vicedirector para sobre la importancia que la SBPC le atribuye al Inpe y lo decisivo que es para el país. El pronóstico climático a largo plazo depende básicamente del instituto, e ignorar a la ciencia podría tener un costo muy elevado, aunque no sea inmediato. Noten el riesgo de corte de los servicios de agua y de energía eléctrica que estamos viviendo. Esta situación fue anunciada, había información en ese sentido. ¿Por qué el gobierno no tomó medidas al respecto?
Quizá la gente le daría más valor a la ciencia si tuviese una noción más clara de cuánto le deben
En esa visita al Inpe, ¿cuál fue su impresión acerca de los problemas que afronta la institución?
El instituto ha perdido una gran cantidad de su personal: eran 2.000 empleados y creo que ahora han bajado a 700 y pico. El sector de lanzamiento de satélites es uno de los más afectados por la pérdida de personal calificado. Esto es de suma gravedad. Estamos ante una institución que se construyó con mucho sudor, con gran esfuerzo, mucho tesón y dinero; es más, diría que con mucho amor y dedicación. Si el Inpe reduce sus actividades, será un gran daño para toda la sociedad. Me permito llamar la atención especialmente sobre áreas como la de la producción agropecuaria y el turismo. Si no disponemos de un pronóstico climático adecuado, ¿qué podríamos planificar en términos de turismo, en materia de cultivos y de cría de animales?
A su juicio, ¿por qué el desempeño de la producción científica es más significativo que la capacidad de innovación del sector productivo? ¿Cuáles son los obstáculos para generar más riqueza a partir del conocimiento producido?
Seguí de cerca los arduos esfuerzos del CNPq [Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico] en la década de 1990 y del Ministerio de Educación en el decenio de 2000, en el sentido de que las agencias y las universidades federales tuvieran más contacto con el mundo empresario. Puedo decir que hubo, por parte del gobierno y de la comunidad científica, mucha predisposición en ese sentido, por ejemplo, con la llamada Ley del Bien, que promueve la innovación. Pero todavía hace falta más comunicación. Por el lado de las empresas, no siempre existe un empeño suficiente para que el diálogo ocurra. El prejuicio universitario que había antes ha disminuido bastante. Pero la solución a esto depende de un mayor liderazgo del gobierno federal, especialmente del MCTI, como lo fue en el pasado.
Las reuniones anuales de la SBPC han cumplido un rol político relevante en defensa de la ciencia, pero muchos investigadores prefieren centrar su atención en los congresos de las sociedades de sus áreas del conocimiento, que concentran más las novedades de cada disciplina. ¿Está en sus planes revitalizar esas reuniones anuales? ¿Las reuniones virtuales en el marco de la pandemia han dejado algún aprendizaje?
No es tan así. La reunión anual no es un congreso científico, no es un espacio para la presentación de investigaciones originales. Es una reunión en la que la comunidad discute las prioridades científicas y su producción en términos sociales y políticos. La SBPC no produce ciencia, su rol tiene más que ver con el significado social de la ciencia. Esto es lo que nos lleva a tener mesas redondas, conferencias, minicursos, ciencia para los jóvenes, exposiciones de tecnología. Las reuniones de la SBPC, sobre todo cuando se celebran fuera de los grandes centros, cumplen un papel importante en las ciudades y regiones donde se llevan a cabo. A veces, convocan más gente cuando se realizan fuera de São Paulo o de Río de Janeiro. El propósito de la reunión anual no es sustituir al congreso del área de la química, física o sociología, sino hacer que el físico, el químico, el sociólogo se sumen al debate sobre las perspectivas de las diferentes áreas de la ciencia. Querría retomar un punto que me parece crucial: en Brasil todavía falta conciencia sobre el rol decisivo que cumple la ciencia en el desarrollo. Hoy en día, ya no hay desarrollo económico sin que la ciencia esté embebida. Este es uno de los apartados en los que debe hacer hincapié la reunión anual. En cuanto a las reuniones virtuales, fueron improvisadas porque es lo que todo el mundo tuvo que hacer a causa de la pandemia. Las dos reuniones anuales virtuales que hicimos salieron bien. Esperamos que la reunión anual de 2022 sea presencial, pero incluiremos elementos virtuales. Toda y cualquier actividad de la reunión anual también se transmitirá en tiempo real, de manera tal que quienes no puedan o no quieran asistir en persona, también puedan participar. También hay que decir que las personas sienten la necesidad de estar cerca unas de otras. Por eso, tanto la reunión anual como nuestros congresos científicos serán presenciales, de lo contrario, las personas ni siquiera se conocerán.
La SBPC ha promovido en el mes de septiembre la Jornada de la Independencia, mediante una serie de actividades virtuales ¿Cómo resultó esa experiencia?
Presenté esa propuesta al directorio y en menos de 20 días organizamos todo. Nos apresuramos a pedirles a las sociedades científicas y a las secretarías regionales que participen, que envíen contenidos. Y fue un éxito. La SBPC cuenta con un equipo técnico y administrativo de excelencia. Nuestro objetivo era enarbolar la bandera de que, sin educación y ciencia, no hay independencia. Y entrar en el bicentenario de la Independencia haciendo hincapié en este protagonismo que la ciencia debe tener en la sociedad. De aquí en más, todos los meses tendremos alguna actividad centrada en los preparativos para conmemorar los 200 años de la Independencia de Brasil y celebrar el centenario de la Semana de Arte Moderno, otro tema importante.