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CARTA DE LA EDITORA | 322

Resignificaciones y diagnósticos

¿Qué es un museo? No parece excepcionalmente difícil responder esta pregunta. El diccionario Houaiss [en el idioma portugués original de esta carta], por ejemplo, lo describe como “una institución dedicada a la búsqueda, la conservación, el estudio y la exposición de objetos de interés duradero o de valor artístico, histórico, etc”.

El Consejo Internacional de Museos, una asociación representativa con sede en París, tardó seis años en arribar a una nueva definición. El debate acerca de la necesidad de renovar este concepto va más allá de la idea tradicional de un lugar de conservación, exhibición e investigación de las herencias culturales tangibles e intangibles de la humanidad y añade una dimensión actualizada de los museos como centros promotores de desarrollo social, activamente comprometidos con las cuestiones políticas y sociales.

Los impactos de este debate y de este nuevo concepto ya pueden verse en las propuestas curatoriales de algunos museos y exposiciones. El artículo estampado en la portada de esta edición muestra algunos de los caminos que se están tomando, que pueden incluir la participación de distintos segmentos de la sociedad, el redescubrimiento de objetos en las reservas técnicas y la relectura de obras a través de un prisma crítico, no yo como un retrato fidedigno de la realidad. La periodista Christina Queiroz nos lleva por las cuestiones conceptuales y sus aplicaciones en los museos históricos, etnográficos y de arte.

La resignificación también constituye el sello del trabajo de Maria Cristina Kupfer, dedicado a la inclusión de niños psicóticos y autistas. En una trayectoria que combina la psicología y la educación, añade al diagnóstico neurológico del trastorno del espectro autista la dimensión psíquica, que contempla al autismo como un modo de ser. Para Kupfer, como la psiquis se construye a partir de la relación con el otro, al exhibir problemas en su desarrollo neurológico, estos niños se topan con dificultades para construir esos lazos. Los tratamientos terapéuticos, sostiene, pueden ayudar al individuo en su angustia de estar con los otros.

Evoluciones importantes hacia diagnósticos más precisos están llegando a la atención médica. La significativa baja del costo de secuenciación del ADN durante las dos últimas décadas ha permitido incrementar la información disponible sobre los genes, y el análisis de estos grandes volúmenes de datos procedentes de los secuenciadores se ve facilitado por la evolución de las herramientas bioinformáticas. La denominada medicina de precisión está cada vez más cerca, aunque aún lejos de la mayoría de la población y circunscrita a algunas enfermedades raras causadas por defectos en un solo gen, ciertos problemas cardíacos y metabólicos y determinados tipos de cáncer.

La inteligencia artificial (IA) está detrás de algunas de estas herramientas de bioinformática. El principio consiste en que los algoritmos accedan a esas grandes cantidades de datos, detecten patrones y sugieran soluciones en forma rápida y (es de esperarse) con un alto índice de aciertos. Objeto de cuantiosas inversiones, la IA es otra promesa de mejora en la prestación de servicios en el área de la salud y se la está comenzando a utilizar para el diagnóstico y el triaje de algunas enfermedades, como ayuda en las consultas clínicas, en la vigilancia de enfermedades y en la gestión de los sistemas sanitarios, entre otras aplicaciones. Todavía bastante restringida, la IA se enfrenta a significativos retos: cuestiones técnicas, éticas y legales impiden la difusión de su empleo en el área médica.

Esta es la última edición del año y siempre es bienvenida la oportunidad para agradecerles a quienes nos leen, escuchan nuestro programa de radio y pódcast, ven nuestros videos, se suscriben a nuestros boletines y nos siguen en los medios sociales. El equipo de Pesquisa FAPESP les desea un excelente 2023, con mucha ciencia y decisiones bien informadas.

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