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ENTREVISTA

Rico Malvar: Un inventor brasileño en Microsoft

Autor de más de 120 patentes, este ingeniero carioca dirigió el principal laboratorio de investigaciones de la multinacional y fue su científico en jefe

Malvar coordina actualmente el equipo de accesibilidad de Microsoft Research

Dan DeLong

Ingeniero electrónico graduado en la Universidad de Brasilia (UnB), con una maestría en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y un doctorado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), el carioca Henrique (o Rico) Malvar, de 65 años, cumplió en el mes de agosto 25 años de servicio en Microsoft. En el transcurso de este período, logró un rápido ascenso en la empresa y tuvo una carrera exitosa. Siete años después de haber sido contratado, se convirtió en el director de su principal laboratorio de investigaciones, Microsoft Research, situado en Redmond, una localidad cercana a la ciudad de Seattle, en el estado de Washington (EE. UU.), donde se encuentra la sede de la compañía.

Poco tiempo después, fue invitado a asumir como científico en jefe de la unidad, cuyo equipo está integrado por más de 1.000 investigadores, entre científicos de la computación, ingenieros, físicos, matemáticos y otros especialistas. Por espacio de una década, hasta 2020, diagramó estrategias de innovación y ayudó a coordinar las actividades de los 12 laboratorios de la empresa que se encuentran distribuidos por todo el mundo. Entretanto, fue reconocido por Microsoft con el título de distinguished engineer (ingeniero distinguido, brillante) por sus importantes contribuciones tecnológicas a la compañía de Bill Gates.

Autor de 120 patentes en Estados Unidos y 180 artículos técnicos, Malvar dirige actualmente un equipo en Microsoft Research que trabaja en el desarrollo de nuevas interfaces humano-máquina, incluyendo tecnologías de accesibilidad. “Trabajamos para capacitar a las personas con discapacidad para que puedan utilizar computadoras e insertarse en el mundo digital”, le dijo a Pesquisa FAPESP. Su equipo ha creado y lanzó herramientas que permiten que los individuos con parálisis comandar un ordenador con el movimiento de los ojos y a quienes padecen deficiencias visuales caminar por la ciudad mientras reciben orientaciones auditivas tridimensionales desde su teléfono móvil inteligente.

En la siguiente entrevista, concedida por videoconferencia desde su casa, Malvar habla de su trayectoria en una de las mayores empresas de tecnología de la información del mundo y de sus planes para el futuro.

¿Cómo ingresó a trabajar en Microsoft?
Eso fue hace bastante, en 1997. Nunca me imaginé que tendría el mismo empleo durante tantos años. Pero, pensándolo bien, es como si hubiera trabajado en tres o cuatro empresas distintas, porque Microsoft se ha reinventado a lo largo de los años. Hoy en día ya no es solamente un fabricante de software, sino una empresa de sistemas de computación en la nube, inteligencia artificial [IA] y también de aplicaciones. En la década de 1980, tras haberme doctorado en el MIT, regresé a Brasil y me convertí en profesor de la UnB, en donde dirigí el Grupo de Procesamiento Digital de Señales, pero siempre quise volver a Estados Unidos. Durante el doctorado, unos colegas del MIT fundaron una de las primeras empresas comerciales de videoconferencia, llamada PicTel. Y yo los ayudé. Cuando surgió la crisis del golfo [el conflicto en Medio Oriente, a principios de la década de 1990, que derivó en la invasión de Estados Unidos a Irak], nadie quería viajar, por temor a los atentados terroristas, y el negocio de PicTel, basado en la plataforma de videoconferencia, creció mucho. Me hallaba en Brasil, cuando recibí una llamada de Brian Hinman, uno de los socios fundadores de PicTel, invitándome a sumarme como director de investigación de la empresa. Durante un mes, discutimos con mi esposa los pros y los contras, hasta que decidí aceptar la oferta. Todo estaba yendo más que bien en PicTel, cuando me di cuenta de que Microsoft estaba haciendo cosas interesantes en el área de voz y medios, a la vez que crecía Microsoft Research, su laboratorio de investigaciones. Decidí enviarle un e-mail bastante loco al CTO [chief technology officer, el director de Tecnología] de la compañía, que expresaba aproximadamente lo siguiente: “El laboratorio de investigación está creciendo, cuenta con varias áreas, pero ustedes no tienen un equipo de multimedia, y tenerlo será necesario, porque todos los medios de comunicación van a pasar a ser digitales. Esta es mi área, entiendo de esto y puedo crear y dirigir un equipo de trabajo. ¿Qué les parece?”. Para mi sorpresa, al día siguiente recibí como respuesta un correo electrónico del departamento de contrataciones de Microsoft, concertando una entrevista. Les agradé, me hicieron una oferta y poco después nos mudamos a Seattle.

¿Cómo fue su trayectoria en la empresa?
Empecé dirigiendo un equipo en mi área técnica, que es el procesamiento de señales y multimedia, es decir, cómo trabajan la computadora y los dispositivos de computación con las señales de imagen, video y sonido. En este momento, por ejemplo, el programa que hace posible nuestra comunicación por videoconferencia está utilizando algunos fragmentos de un código computacional que escribí hace muchos años. Tras siete años liderando el equipo de procesamiento de señales, me invitaron a convertirme en el director de Microsoft Research, en Redmond. Era un cargo de dirección y administración en donde era el responsable del presupuesto y la gestión del personal. Tomaba decisiones, y una resolución importante fue invertir más en el diseño de computadoras y procesadores en una época en que Microsoft solo fabricaba software. En 2006, pasé a ser un distinguished engineer [ingeniero distinguido], un reconocimiento que concede Microsoft a algunos ingenieros que han hecho aportes importantes para la evolución de la arquitectura de sistemas. Cuatro años después, me nombraron científico en jefe de Microsoft Research, un puesto más vinculado a la orientación estratégica. Estaba a cargo de los proyectos de colaboración en los que participaban los 12 laboratorios de investigación que la empresa posee en todo el mundo. Viajaba con frecuencia a China, a la India y a Inglaterra. Hace alrededor de dos años volví a cambiar y tuve la oportunidad de crear un equipo centrado en la accesibilidad.

Cuando dirigía Microsoft Research, decidí invertir más en arquitectura de computadoras en una época en la que la empresa solo fabricaba software

¿Cuál es el objetivo de este nuevo equipo suyo?
Ayudar y empoderar a las personas, especialmente a aquellas que tienen alguna discapacidad. Para ello, hemos recurrido a un área de la computación conocida como interacción humano-máquina. ¿De qué se trata? ¿Cómo hace una persona ciega, por ejemplo, que no puede leer un texto en la pantalla, para utilizar una computadora o un smartphone? ¿Y alguien con parálisis que no puede mover las manos? Mi labor consiste en crear alternativas o interfaces mejoradas para que quienes presentan algún tipo de discapacidad puedan usar la computadora y participar en el mundo digital. Nuestro laboratorio está dividido en tres áreas: Enable, que desarrolla sistemas prácticos de accesibilidad; Epic, que se dedica a la realidad virtual y aumentada, y Ability, enfocada en las investigaciones en el área de la accesibilidad.

¿Esta labor ya ha generado resultados prácticos?
En efecto. Uno de los primeros productos se incluyó en el sistema operativo Windows 10. Se trata del llamado control ocular o Eye Control. Con él, una persona con parálisis, que padece ELA [esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa que conduce a una parálisis de los movimientos corporales], u otro tipo de enfermedad, puede controlar la computadora con los ojos. En realidad, lo que hace es controlar el cursor con los ojos. El cursor irá allí donde mire. Aquí hay varias cosas interesantes. Por ejemplo, no podemos mostrar el cursor en la pantalla, porque si este fuera visible, la psicología del cerebro hace que este quiera seguir al cursor, generando confusión en el usuario: “¿Estoy controlando el cursor o estoy siguiendo al cursor?”. A medida que la persona mira la pantalla, puede leer y ver las cosas; fijar la vista en un punto durante más de medio segundo equivale a un clic. Esto está funcionando muy bien. Solo se necesita instalar una cámara especial, infrarroja, para detectar los movimientos de los ojos. Windows recibe la información y la persona puede controlar la computadora.

¿Alguna otra innovación?
Nuestro equipo también creó Soundscape, una aplicación para iPhone que ayuda a los discapacitados visuales a explorar el mundo. En lugar de mostrar un mapa en la pantalla, como lo hacen las aplicaciones convencionales, utiliza un recurso novedoso, el audio tridimensional, para guiar a los invidentes. La interfaz con el individuo deja de ser la pantalla y en este caso es el audio. Con Soundscape podemos manipular la propagación de las ondas para que el sonido parezca que procede de un determinado punto del ambiente. El usuario solo tiene que apuntar el teléfono móvil hacia el frente y el programa informa, por ejemplo, que allí hay un nuevo restaurante chino, y el sonido proviene del sitio en el que se encuentra el restaurante. Soundscape les permite a estas personas pasear por la ciudad sin tener que pedirle ayuda a nadie ni tener que utilizar un mapa. La accesibilidad es importante porque ayuda a que más gente pueda insertarse en el mundo digital. Queremos eliminar las barreras para las personas con algún tipo de discapacidad. Cada vez que desarrollamos nuevas tecnologías, las barreras tienden a incrementarse. Una nueva tecnología exige hacer algo diferente y, para aquellos que tienen alguna discapacidad, esta novedad a menudo representa un obstáculo más que una ayuda.

¿Cómo es trabajar en Microsoft?
Es una empresa fantástica, que nunca tuvo miedo de asumir riesgos, de ampliar los límites de la tecnología. Así fue desde la época en que la dirigía Bill Gates [ya retirado de la dirección diaria de la empresa]. A él siempre le gustó mucho el trabajo de Microsoft Research y he tenido la dicha de haber podido discutido con él en diversas oportunidades. Recuerdo que una vez me dijo que tenía que “hacer algo de determinada manera”. Le respondí: “No, tengo que hacerlo de este modo”. No es fácil convencerlo a Bill Gates, pero ese día lo logré. El hecho es que, el 90 % de las veces, cuando decía que algo “había que hacerlo así”, tenía razón. Es un tipo excepcional.

¿Hay investigadores brasileños en su equipo de accesibilidad?
En mi equipo no, pero en Microsoft Research tenemos algunos. Una es Karin Strauss, quien dirige una investigación de vanguardia en el área de almacenamiento de la información en ADN [en la que los chips serían fabricados con fibras sintéticas de ADN]. Imagínense que podamos utilizar el ADN como un medio para almacenar información, utilizando para ello herramientas de la bioingeniería. La densidad de almacenamiento es inmensa. Cuando esto esté funcionando, podremos tomar todo lo que está en internet, la totalidad de los videos, imágenes, textos, cientos de petabytes de información, y guardarlo en un disco del tamaño de dos cajas de zapatos. Esto modifica todo el concepto de la computación, porque ya no necesitaremos borrar información. Será muy importante para las universidades, los museos y las bases de datos médicas, científicas y climatológicas. Es una investigación que se está desarrollando en colaboración con la Universidad de Washington.

¿Existe algún tipo de interacción entre ustedes y otros grupos de investigación en Brasil?
Así es, tenemos un pequeño equipo de investigadores en Microsoft Brasil –que yo mismo he creado hace algunos años– que está trabajando en inteligencia artificial y visión por computadora. En la actualidad ya no tienen vínculo conmigo, pero desarrollan proyectos maravillosos. Uno de ellos se llevó a cabo con el Hospital 9 de Julho de São Paulo. Fue un proyecto piloto, con buenos resultados, que realizaba un monitoreo de los pacientes internados mediante el uso de cámaras para evitar que se cayeran de la cama. Muchos pacientes creen estar bien, intentan levantarse de la cama y se lastiman. Con base en inteligencia artificial y visión por computadora en tiempo real, nuestro sistema le avisa a la enfermería, a través de mensajes, que el paciente de determinado cuarto se está moviendo y parece querer levantarse de su lecho. Así, pues, el enfermero puede llegar allí antes de que el paciente se lastime. También mantenemos buenas relaciones con las universidades estaduales paulistas: la Unicamp [Universidad de Campinas], la USP [Universidad de São Paulo]; y con las federales de Río de Janeiro y de Minas Gerais [UFRJ y UFMG], entre otras. Hace unos años creamos un proyecto conjunto con la FAPESP, el Instituto Microsoft Research FAPESP de Investigaciones en Tecnología de la Información. Hemos invertido en proyectos de investigación en Brasil, fundamentalmente en el área del medio ambiente, sin restricciones. Cada socio aportó la mitad de la financiación [lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 135].

Si la eficiencia de resultados positivos fuera muy superior al 10 %, probablemente no se estarían corriendo muchos riesgos

Usted tiene más de 120 patentes registradas en Estados Unidos, individuales o en coautoría. ¿Cuál de ellas ha redundado en mayores beneficios para los usuarios?
Es difícil decirlo. He hecho muchas cosas para Windows Media [la aplicación de video, audio e imágenes de Microsoft], y algunas más para Windows y Office. En 2007, creamos con mi equipo un producto llamado Microsoft Round Table, un sistema innovador de videoconferencia de 360 grados. Pero desde el punto de vista del usuario, mis patentes vinculadas al formato de compresión de video H264 probablemente hayan sido las más importantes. El formato H264 es el que ahora estamos utilizando para vernos en esta videoconferencia. Durante una videoconferencia, no es posible transmitir la totalidad de los píxeles que conforman la imagen, es necesario comprimirlos previamente. El H264 se encarga de eso. Es responsable de más del 75 % de todo el tráfico de audio, imágenes y video en internet. Las aplicaciones Teams y Zoom, YouTube y Netflix, también utilizan este formato estándar, que ha sido una tecnología de alto impacto.

Usted ha dicho que el 90 % de las investigaciones que se hacen en Microsoft no conducirán a nada, pero el 10 % de ellas obtendrán resultados asombrosos. ¿No es bajo este índice de éxito?
Para nada, creo que este es un buen índice. Si su eficiencia de resultados positivos fuera muy superior al 10 %, probablemente no se estarían corriendo grandes riesgos. Por el contrario, si fuera mucho menor, del 1 %, sería porque el trabajo que se está haciendo no es lo suficientemente bueno. Entonces, entre un 5 % y un 10 % de eficiencia es un buen resultado. Tenemos algunos proyectos riesgosos que tardarán varios años en dar resultado. Uno de ellos en el campo de la computación cuántica. Si bien no existen aún modelos comerciales de computadoras cuánticas, hemos logrado avances importantes en el segmento del software. Cabría preguntarse: “Si todavía no existe el hardware, ¿para qué estamos desarrollando el software?”. La respuesta es sencilla: porque el día que la computadora cuántica esté disponible, requerirá algoritmos diferentes. Por el momento, lo que podemos hacer es emular una computadora cuántica en la nube a través del software y probar estos algoritmos. Cuando el ordenador cuántico esté operativo, podremos transferírselos. Quien está a cargo de este proyecto es una mujer, la investigadora Krysta Svore, otra distinguished engineer de Microsoft. En la empresa valoramos mucho la diversidad.

¿Es una inversión cuyos resultados tardarán en estar disponibles para la sociedad?
Así es, pero ya puede percibirse un beneficio indirecto. Nuestros clientes saben que estamos invirtiendo en innovación. Nuestros productos y servicios utilizan cada vez más recursos de inteligencia artificial y exhiben una gran capacidad de cálculo. En la nube de Microsoft podemos resolver problemas computacionales que ninguna otra institución académica u organismo gubernamental pueden. La capacidad de cálculo de nuestra nube equivale a la de varias supercomputadoras. Esta inversión afecta en forma positiva a nuestra empresa, y los clientes saben de lo que somos capaces.

¿Cómo es hoy su vida en Seattle?
Mi vida cotidiana es muy agradable. Mi esposa y yo hemos tenido suerte: nuestros dos hijos viven cerca, algo que no es muy frecuente en Estados Unidos. Mi hija vive a 10 minutos de nuestro hogar y mi hijo a 20 minutos. El año pasado, nacieron los gemelos de mi hijo. Desde entonces, parte de nuestro día a día es disfrutar de los nietos. Además, Seattle es una ciudad excelente para quienes disfrutan de los deportes al aire libre y de la naturaleza. Mi esposa es una entusiasta del hiking [senderismo] y solemos salir a hacer caminatas. También hay una pequeña tienda de productos brasileños cerca –Kitanda–, en donde puedo comprar pão de queijo [similar al chipá], dulce de guayaba y otros productos tradicionales. Echamos de menos Brasil, pero todos los años nos vamos de vacaciones allá. Me siento muy afortunado.

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