![Sin título, 1965, de la serie Monotipias. Óleo sobre papel de arroz (47,4 x 23 cm)](http://revistapesquisa.fapesp.br/wp-content/uploads/2015/01/Arte_8-163x300.jpg)
ACERVO DO INSTITUTO CULTURAL INHOTIMSin título, 1965, de la serie Monotipias. Óleo sobre papel de arroz (47,4 x 23 cm)ACERVO DO INSTITUTO CULTURAL INHOTIM
Durante sus 40 años de trabajo, Mira Schendel nunca fue una artista que atrajera multitudes. Hasta la década de 1990, cuando empezaron a cobrar visibilidad, sus obras contemporáneas despertaban miradas curiosas en los reductos de intelectuales y críticos especializados, pero no llegaban a arrastrar hacia dentro de las galerías más que a un público afecto a las artes plásticas. En 1966, su muestra en la galería Buchholz, en Lisboa, fue ignorada por la población local, aun cuando fue aclamada por el curador y crítico Fernando Peres, quien en esa época lamentó el hecho de que la “exposición, de tan grave modernidad, no haya sido entendida”. El aislamiento, a decir verdad, siempre constituyó una característica biográfica y artística de la suiza naturalizada brasileña, que nunca perteneció a una escuela o a un movimiento, así como Alfredo Volpi. Nada en su trayectoria notable como artista llegó a la escala de la retrospectiva de su obra que se puede ver ahora en la Pinacoteca de São Paulo, en la capital paulista.
La exposición, en cartelera hasta el día 19 de octubre, es la mayor retrospectiva internacional de la obra de Mira Schendel (1919-1988). Es aún más grandiosa que el montaje original presentado en la Tate Modern, en Londres, a finales del año pasado, y en el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación de Serralves, en la ciudad de Porto, en Portugal, durante el primer semestre del 2014. En la Pinacoteca se incluye una mayor cantidad de lienzos y dibujos de la década de 1950, como así también series menos conocidas de los años 1960, tales como Bordados e Naturezas-mortas, aparte de la serie de dibujos con aplicaciones de hoja de oro denominados Papéis japoneses, realizados desde mediados de 1970. En São Paulo, también forma parte de la muestra un número significativo de obras de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de São Paulo (MAC-USP), donadas por el crítico de arte y amigo de la artista Theon Spanudis. En total, la exposición reúne alrededor de 300 trabajos distribuidos en 11 salas, en el primero y en el segundo piso del museo. Realizados entre los años 1953 y 1987, despuntan los de las series elaboradas en papel de arroz, como los dibujos conocidos como Monotipias (1964-1966), las series Droguinhas, los Trenzinhos y sus famosos Objetos gráficos, por los cuales obtuvo reconocimiento en su fase experimental.
Pese a haber empezado su trayectoria artística con la pintura, Schendel transita entre los dibujos, las esculturas y las instalaciones. En el catálogo de la exposición, la curadora Taísa Palhares explica que la pausa en su producción pictórica no debe entenderse dentro de los discursos de superación de la pintura. La artista la hizo sencillamente para no plantear cuestiones formales en el centro de su creación, lo cual aporta nuevas posibilidades a su trabajo, en un gesto experimental con reflejos únicos en la historia reciente de nuestro arte. “Schendel es irrepetible, no deja herederos directos ni crea movimientos. Siempre le escapó a los rótulos”, afirma. De todos modos, influyó sobre una generación de artistas en los años 1980, tales como Nuno Ramos, Marco Giannotti, Paulo Monteiro y Paulo Pasta.
![Sarrafo [Vara], 1987. Pintura acrílica, témpera y yeso sobre madera (97 x 180 x 52 cm)](http://revistapesquisa.fapesp.br/wp-content/uploads/2015/01/Arte_12.jpg)
Mira Schendel Estate, São Paulo, Brasil/ ReproduÇÃO Max SchendelSarrafo [Vara], 1987. Pintura acrílica, témpera y yeso sobre madera (97 x 180 x 52 cm)Mira Schendel Estate, São Paulo, Brasil/ ReproduÇÃO Max Schendel
Durante sus 40 años de producción, Schendel contó con grandes interlocutores, tales como Mario Schenberg y Haroldo de Campos. Mario Pedrosa, Guy Brett, Vilém Flusser y Max Bense también escribieron sobre su obra aún en vida. Sin embargo, con la distancia del tiempo, Palhares afirma que éste es el mejor momento para valorar la grandeza de su obra. “Observando en perspectiva, resulta increíble percibir de qué modo produce un cuerpo tan vasto y al mismo tiempo coherente de trabajos”, dice. “Quizá los textos de crítica de la época aún no lograban percibir esa dimensión, por motivos obvios. El presente abre nuevas posibilidades de lectura.”
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