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Entrevista

Sergio Rezende: Una brújula para encontrar el camino

El físico y exministro brasileño comenta qué se puede esperar de los debates de la 5ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que se celebrará en junio de 2024

Sergio Rezende era el titular del ministerio en 2010, cuando se llevó a cabo la 4ª Conferencia

Léo Caldas

La 5ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación está programada para llevarse a cabo en Brasilia, del 4 al 6 de junio de 2024. El evento, en cuyo marco se promoverán debates y se formularán recomendaciones orientativas para políticas públicas y acciones de gobierno durante los próximos 10 años, congregará a unos 2.000 investigadores, gestores públicos y empresarios, entre otros interesados. Sus resultados se utilizarán para dar consistencia a la Estratégia Nacional de Ciência, Tecnologia e Inovação, un documento publicado en mayo por el gobierno federal que prevé la recuperación de la capacidad científica del país, debilitada en los últimos años por la escasez de financiación, políticas para combatir la desindustrialización, inversiones en investigación en áreas tales como la salud, las energías renovables y los semiconductores, e iniciativas orientadas al desarrollo social.

La primera conferencia nacional se realizó en 1985, año en que se creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología (el actual MCTI, que añadió Innovación a su nombre), y las dos siguientes se celebraron en 2001 y 2005. Brasil no organiza un encuentro de esta naturaleza desde 2010, cuando al frente de la cartera nacional de Ciencia y Tecnología estaba el físico Sergio Machado Rezende, investigador de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), quien a finales del año pasado fue designado coordinador del grupo encargado de formular las políticas de ciencia, tecnología e innovación para los primeros 100 días de gobierno. Y ahora fue nombrado secretario general de la 5ª Conferencia y está a cargo de su organización. En la siguiente entrevista, Machado Rezende comenta cómo está siendo planificado el evento y qué se puede esperar de sus recomendaciones.

Usted era el ministro de Ciencia y Tecnología cuando se llevó a cabo la última Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2010. ¿Cómo compara los retos actuales con los de entonces?
La última conferencia tuvo lugar al final del segundo mandato del presidente Lula da Silva, cuando vivíamos un momento auspicioso. Los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FNDCT) no habían sido retenidos, los laboratorios que necesitaban equipamientos caros estaban equipados. Reinaba el optimismo y el propósito de la conferencia era presentar propuestas para impulsar la ciencia y la tecnología en el país hasta el Bicentenario de la Independencia de Brasil. Desde entonces, esas expectativas se han visto frustradas. Hacia el final del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, la situación ya era muy complicada. Atravesábamos una crisis económica y teníamos un Congreso que se aprestaba a hacerle juicio político. Y los años siguientes fueron penosos. En el gobierno de Michel Temer, el Ministerio de Ciencia y Tecnología fue absorbido por el de Comunicaciones, que es una cartera con un uso político más amplio. Y finalmente, el gobierno de Bolsonaro fue un desastre. El FNDCT sufrió un tremendo recorte; los fondos destinados a organismos como el CNPq [Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico] y la Capes [Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior] se redujeron enormemente. Ahora estamos asistiendo a una recuperación, pero aún es incipiente. En 2023, los recursos del FNDCT no han sido retenidos, pero sí quedaron comprometidos, porque el gobierno anterior asumió compromisos desmesurados, lanzó convocatorias a último momento, firmó convenios. El escenario promete ser distinto en 2024, ya que se avizora un crecimiento significativo del FNDCT, de más de un 20 %. La comunidad está esperanzada, pero es consciente de la necesidad de contar con una estrategia. El principal objetivo de la próxima conferencia es la elaboración de un plan de ciencia, tecnología e innovación para el decenio 2025-2035. Nuestro reto será analizar lo que ha ocurrido en el pasado, evaluar la coyuntura actual y formular una propuesta para los próximos 10 años.

El lema de la 5ª Conferencia, “Ciencia, Tecnología e Innovación para un Brasil Justo, Sostenible y Desarrollado”, es muy similar al de la reunión de 2010, que fue “Política de Estado para la Ciencia, Tecnología e Innovación con Miras al Desarrollo Sostenible”. ¿Cómo se definió este tema y por qué se decidió volver a utilizar ese lema?
La comisión organizadora, que está compuesta por representantes de unas 50 instituciones, entre asociaciones y autarquías vinculadas a la ciencia y la innovación, 10 ministerios, consejos de fundaciones estaduales de apoyo a la investigación científica y de secretarías estaduales de Ciencia y Tecnología, presentó algunas sugerencias sobre los temas y el formato de la conferencia. Pero la elección se definió a través de un decreto firmado por el presidente de la República el 12 de julio. El título elegido es abarcador y similar al otro. Esta conferencia y la anterior tienen muchos puntos en común. El contexto de la conferencia es diferente pero en cierto modo se apunta a retomar el sendero que se había dejado de lado. En mayo, la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, Luciana Santos, firmó una resolución que sienta las bases de una estrategia nacional y establece cuatro ejes de una política de ciencia y tecnología. Estos cuatro ejes también son similares a los que teníamos en el Plan de Acción en Ciencia, Tecnología e Innovación vigente entre 2007 y 2020. El primer eje es muy amplio y trata sobre la ciencia en general. El segundo es ciencia e innovación para el desarrollo industrial. El tercero está centrado en las áreas estratégicas, que son alrededor de una decena y algunas no están completamente definidas. En los próximos meses realizaremos encuentros temáticos preparatorios para la conferencia nacional, en donde se debatirán temas importantes vinculados con estas áreas. Por último, el cuarto eje es el de ciencia y tecnología para el desarrollo social.

El contexto en que tendrá lugar la conferencia es diferente al de la anterior, pero en cierto modo se busca retomar la senda perdida

Ha dicho que habrá reuniones temáticas. Y también se realizarán conferencias estaduales y regionales preparatorias. ¿Qué se ha programado?
Hemos extendido el plazo de las reuniones temáticas y las conferencias estaduales o municipales hasta febrero, porque los tiempos eran muy acotados para hacerlo todo antes de fin de año. Se propusieron varias reuniones temáticas. Algunas de ellas aún se encuentran en tratativas con la entidad anfitriona y el organizador. Las reuniones y conferencias estaduales tendrán de dos a tres días de duración y su objetivo es la elaboración de documentos que servirán de base para los debates de la conferencia nacional.

¿Cuáles son los temas que ya están definidos para las reuniones temáticas?
Por ejemplo, habrá una conferencia temática sobre Ciencia, Tecnología, Innovación y Juventud. El organizador es Guilherme Rosso, becario del programa Ciencia sin Fronteras, quien trabajó con el profesor Sérgio Mascarenhas [1928-2021], de la USP [Universidad de São Paulo] en São Carlos. Tendremos una reunión sobre Energías Renovables, organizada por Enio Pontes, de la Universidad Federal de Ceará. En Brasilia, tendrá lugar una reunión temática sobre la Integración de las Acciones del Sistema Nacional de CT+I, donde se discutirá cómo hacer funcionar los marcos legales que han sido definidos hace algunos años y, en cierto modo, están defeccionando. La organización correrá por cuenta del propio MCTI. El coordinador será Guilherme Calheiros, secretario de Desarrollo Tecnológico e Innovación del ministerio, quien también es miembro del comité ejecutivo de la conferencia, junto conmigo, Anderson Gomes, colega mío en la Universidad Federal de Pernambuco [UFPE], y Fernando Rizzo, del CGEE [Centro de Gestión y Estudios Estratégicos, una organización social vinculada al MCTI]. La Finep [Financiadora de Estudios y Proyectos] organizará una reunión sobre política industrial. Tendremos otra sobre semiconductores en Porto Alegre, donde funciona el Ceitec [Centro de Innovación y Tecnología], una fábrica estatal de semiconductores que quebró durante el gobierno anterior y ahora está intentando reactivarse. Vamos a tener una reunión sobre la Amazonia, la Ciencia y los Saberes Tradicionales. También otra sobre salud, que será organizada por el Ministerio de Salud, en conjunto con la Fiocruz. Y hay una lista de 11 conferencias que se están definiendo.

¿No hay retos emergentes que deberían debatirse? ¿No se corre el riesgo de que la conferencia, al tratar de retomar el sendero de la anterior, esté perdiendo un poco de vista el futuro?
Me he referido a las reuniones temáticas principales, pero no a todas. Habrá una sobre tecnologías cuánticas e inteligencia artificial, un tema nuevo en el que Brasil ha hecho relativamente pocos esfuerzos. Necesitamos ganar volumen y profundizar en el tema. También habrá una sobre ciencia básica en la frontera del conocimiento, que será organizada en forma conjunta por la Academia Brasileña de Ciencias y la SBPC [Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia]. Será un encuentro muy amplio. Esperamos contar con los cerebros más destacados de Brasil haciendo su aporte para este debate.

Las encuentros regionales, que se llevarán a cabo posteriormente, ¿debatirán nuevamente los temas de las reuniones temáticas o solo tratarán temas de interés local?
Suelen discutir sobre temas regionales, pero también se retomarán algunos de ellos. La conferencia de la región norte estará estrechamente vinculada a la reunión temática sobre la Amazonia. Todavía no se han definido las sedes. Sabemos, por ejemplo, que Alagoas quiere patrocinar la conferencia regional del nordeste, pero esto se definirá en las discusiones que tendrán lugar entre los consejos de las fundaciones de apoyo a la investigación científica y las secretarías estaduales. Cada región determinará su agenda y nosotros no tendremos ninguna injerencia al respecto.

Y luego, del 4 al 6 de junio se llevará a cabo la Conferencia Nacional en Brasilia. ¿Cómo se está organizando y cómo se utilizarán los documentos de las reuniones preparatorias?
La conferencia de 2010 reunió a unas 2.800 personas y se celebró en un hotel muy grande: Brasília Alvorada. Esta vez se espera una asistencia menor, entre 1.500 y 2.000 personas, porque toda la programación podrá seguirse vía internet. Tenemos en vista tres hoteles y se está llevando a cabo un proceso de licitación. El CGEE se está encargando de eso. Habrá conferencias de personas con vasta experiencia en su campo del conocimiento, mesas redondas y una serie de sesiones paralelas. Serán tres días con un gran número de actividades. Todavía nos queda por definir, en conjunto con la comisión organizadora y con el comité ejecutivo el tema y el autor de cada disertación y la composición de cada mesa redonda.

Necesitamos ampliar el abanico de opciones laborales para los doctores. En parte, podemos hacerlo en el ámbito académico, pero tenemos que ampliarlo mucho más en las empresas

¿Cómo se recopilarán las recomendaciones?
Todas las sesiones tendrán relatores. Una de las funciones de los relatores es elaborar un documento con un resumen de lo debatido y las recomendaciones que surjan. Al final de la conferencia, dispondremos de un amplio conjunto de sugerencias. En la conferencia de 2010, este trabajo dio lugar a varios documentos. Los disertantes y los participantes de las mesas redondas se comprometieron a redactar un artículo sobre las ponencias, posteriormente publicados en un libro por el CGEE. También se publicó un sumario con las recomendaciones de la conferencia y, por último, el llamado Livro azul. Como había más de 300 recomendaciones, el Livro azul era más sucinto y proponía una estrategia de acción para la década siguiente. El organizador y responsable del Livro azul fue el físico Luiz Davidovich, quien más tarde asumiría la presidencia de la Academia Brasileña de Ciencias y será miembro del consejo consultivo de la conferencia del año que viene. La conferencia tiene una comisión organizadora, un consejo consultivo y un comité ejecutivo. En este momento, las personas responsables somos Anderson Gomes, como secretario general adjunto; el presidente del CGEE, Fernando Rizzo; Guilherme Calheiros, del MCTI, y yo, como secretario general.

Una de las recomendaciones de la conferencia de 2010 era exigir, en el marco de las políticas públicas de innovación, que las empresas invirtieran en investigación y desarrollo como contraprestación por las inversiones públicas que recibieran. Esta preocupación también está presente en el debate en curso sobre políticas industriales. ¿Las condiciones actuales son más favorables para que las empresas se comprometan a invertir en innovación?
Yo creo que sí. El sector industrial brasileño ha sido tradicionalmente conservador, está compuesto por muchas empresas que fabrican productos simples e innovan poco. Hace unos 15 años, se definieron dos herramientas importantes, la Ley de Innovación y la Ley del Bien, que poco a poco empezaron a ser aceptadas por las empresas. Pero como no tenemos una política industrial ‒ el gobierno anterior afirmaba que la mejor política industrial era no tener ninguna ‒, este andamiaje jurídico ha sido menos explotado de lo que se podría. Además, la política industrial sin duda puede sacar partido de la experiencia del mundo académico. El número de empresas generadas en las universidades e incubadoras es cada vez mayor. Se han creado innumerables startups. Mi colega, el físico Carlos Henrique de Brito Cruz [director científico de la FAPESP entre 2005 y 2020], siempre anda mostrando unas diapositivas con los logotipos de un gran número de empresas que surgieron en la Unicamp. En la USP ocurre lo mismo. Es de suma importancia promover debates que abarquen a nuevos emprendedores y empresarios más experimentados. Una conferencia capaz de implicar al medio académico, a empresarios e industriales, aporta al sistema un componente importante. La CNI [Confederación Nacional de la Industria] realizó su primera conferencia sobre innovación recién en 2005 y, en los últimos tiempos, se ha implicado a fondo en el tema. Hemos acumulado experiencia y los debates sobre política industrial en la conferencia serán bienvenidos.

El Livro azul de 2010 fijó metas audaces para la formación de másteres y doctores, que han sido alcanzadas, si bien con la pandemia la cantidad de titulados se redujo. ¿Cómo se planteará el debate ahora? ¿Se propondrá seguir ampliando el número de doctores?
La ciencia en Brasil es muy joven. Solo comenzamos a formar investigadores de manera institucional en 1968. Por lo tanto, solamente han transcurrido 55 años. Tenemos aproximadamente dos investigadores por cada mil habitantes, mientras que en los países industrializados, asociados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE], el promedio es de ocho investigadores por cada mil habitantes. Nuestro porcentaje todavía es relativamente bajo y hay espacio para crecer. En el gobierno anterior tuvimos un ministro de Educación que decía que Brasil estaba formando demasiados doctores, que no hacían falta tantos. Es una perspectiva totalmente equivocada.

En su opinión, ¿a qué ritmo debería crecer el sistema de posgrado?
Tal vez no sea necesario que el ritmo de crecimiento sea el mismo de los últimos 20 años pero, de momento, no puede decirse que ya hemos formado suficientes titulados. De cualquier manera, tenemos que ampliar las opciones laborales para los doctores. Podemos ampliarlas un poco en el ámbito académico, pero necesitamos una mayor expansión en las empresas. La industria brasileña, en comparación con otros países, todavía brinda trabajo a un número pequeño de doctores. Quiero destacar un cambio que se ha producido en los últimos tiempos. Hace casi 20 años, el MCTI empezó a poner en marcha programas conjuntos con las fundaciones estaduales de apoyo a la investigación científica. Un ejemplo fue el programa de centros de excelencia, el Pronex, que se implementó a partir de 2005. El CNPq invitó a las fundaciones de los estados a trabajar conjuntamente en el programa y la propuesta era la siguiente: una vez seleccionados los proyectos de una unidad de la federación, el CNPq aportaría una parte y la fundación estadual otra. Ello permitiría tener más proyectos aprobados para ese estado. Esto se repitió en 2008, cuando se lanzó una convocatoria destinada a los Institutos Nacionales de Ciencia y Tecnología. Estas iniciativas estimularon a los estados a poner en marcha sus fundaciones de apoyo a la investigación científica y la mayoría apuntó a imitar el modelo consolidado y exitoso de la FAPESP. Hoy en día, Brasil cuenta con 20 fundaciones de los estados que realmente funcionan; hay otras que se han constituido, pero no existen más allá de los papeles, porque no tienen recursos para invertir. Es una cifra muy significativa. Las fundaciones han pasado a desempeñar un rol cada vez más importante, ofreciendo becas en los estados. Esto ha contribuido al aumento de la formación de magísteres y doctores. Ahora estamos más preparados para seguir creciendo.

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