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Homenaje

Talento y energía

Marcello Damy, pionero de la física experimental en Brasil, instaló el primer reactor nuclear en el país

ARCHIVO DEL INSTITUTO DE FÍSICA DA USPDamy, de 25 años, en un experimento en la mina de Morro Velho, en 1939ARCHIVO DEL INSTITUTO DE FÍSICA DA USP

El físico Marcello Damy de Souza Santos vivió 95 años y siempre recibió numerosos elogios en reconocimiento a los trabajos que llevó a cabo a lo largo de su extensa carrera. Sin embargo, uno de ellos lo acompañó desde antes de entrar en la Escuela Politécnica de São Paulo, en 1933, un año antes de la creación de la Universidad de São Paulo (USP): su competencia. Damy era bueno para arreglar radios en Campinas, la ciudad donde nació, o en São Paulo, adonde se mudó con sus padres, a los 17 años. Era mejor todavía al construir máquinas complicadas, como un detector de rayos cósmicos, o armar un acelerador de partículas o un reactor nuclear. También fue competente al frente de una clase, al formar a alumnos como César Lattes, Oscar Sala y José Goldemberg, y como gestor, tal como lo atestiguan sus colaboradores. Damy murió el día 29 de noviembre de 2009 como consecuencia de un accidente cerebrovascular y una falencia múltiple de órganos.

“Al margen de su conocida capacidad como físico experimental, Marcello Damy fue un creador de núcleos de investigación importantes en distintas instituciones”, dice el físico Sérgio Mascarenhas, coordinador del Instituto de Estudios Avanzados de la USP de São Carlos. “Investigó y enseñó toda la vida, y fue un pionero de la física experimental en Brasil”, dice su ex alumna Amélia Império Hamburger, del Instituto de Física de la USP, autora de diversos trabajos sobre historia de la física.

Junto con Paulus Aulus Pompeia, Damy migró de la ingeniería eléctrica a la física atraído por los nuevos conocimientos y el estilo entusiasta del ruso naturalizado italiano Gleb Wataghin, uno de los profesores extranjeros de la primera fase de la USP. Lo propio sucedió con Mario Schenberg, quien fue de la matemática a la física. “En la década de 1930, los docentes enseñaban física de la siguiente manera: estudiaban la clase en la víspera para, al día siguiente, enseñársela los alumnos. La diferencia de conocimiento del profesor al alumno era de 24 horas”, comentó en entrevista concedida a Pesquisa FAPESP (en la edición de marzo de 2003). “Cuando empezamos a seguir los cursos de Wataghin y Luigi Fantappié, en matemática, se abrió ante nosotros un mundo nuevo”, dijo en otra entrevista, en esa oportunidad concedida a Amélia Hamburger y Carmen Weingrill, en 1992, para el Canal Ciencia del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Una vez graduado, en 1936, empezó trabajar en rayos cósmicos (lea más sobre el tema), la misma línea de investigación de su maestro. En 1938, Giuseppe Occhialini llegó de Italia por invitación de Wataghin. Ese mismo año, Damy fue a Inglaterra a hacer una pasantía en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge. Trabajó entonces con el Nobel de Física William Lawrence Bragg y empezó a construir un aparato electrónico de alta resolución para estudiar rayos cósmicos penetrantes. Pero ante la inminencia de la Segunda Grande Guerra, se vio obligado a regresar.

De vuelta a Brasil, en 1939, se trajo el detector que había fabricado en Cavendish, lo que les permitió a Pompeia y él, bajo la dirección de Wataghin, el descubrimiento de las duchas penetrantes. Los primeros experimentos se hicieron en el túnel de la avenida 9 de Julho, en la capital paulista, en ese entonces en construcción, y se confirmaron en otros lugares, como la mina de oro de Morro Velho, en Minas Gerais. El artículo salió publicado en Physical Review en 1940.

Durante la guerra, la Marina les solicitó ayuda a los investigadores para desarrollar algo que advirtiera a los buques brasileños sobre la presencia de submarinos enemigos. Damy y Pompeia construyeron entonces el primer sonar brasileño. Después de los conflictos, entre 1945 y 1951, Damy montó en la USP el betratón, el primer acelerador de partículas de Latinoamérica, adquirido en Canadá. Posteriormente, también trabajó en la creación de cuarzos artificiales, que se volvieron importantes para la industria.

En los años 1950, formó parte de la comisión que estudió el modelo ideal de reactor nuclear para Brasil. “Cuando Joaquim da Costa Ribeiro era director del entonces Consejo Nacional de Investigaciones, el antiguo nombre del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico – CNPq, le pregunté por qué razón Damy había sido elegido para instalar el reactor nuclear”, comenta Mascarenhas. “Costa Ribeiro me dijo que era el único que tenía capacidad científica y de gestión como para llevar a adelante esa misión”. Damy instaló un reactor de piscina en 1956 en el Instituto de Energía Atómica (IEA), creado y dirigido por él, que en la actualidad es el Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen). “Había mucho entusiasmo en aquel tiempo”, recuerda el químico Alcídio Abrão, del Ipen. “A Damy le gustaba enseñar y era común que se pasase la noche trabajando con el equipo.”

Posteriormente presidió la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN), pero lo cesantearon enseguida después del golpe militar de 1964. A partir de 1968, por invitación de Zeferino Vaz, empezó a trabajar para erigir el Instituto de Física de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), que se llamaría Gleb Wataghin, del cual fue el primer director. Llevó allí a César Lattes y a Sérgio Porto, entre otros físicos de prestigio. Generoso, Lattes consideraba a Damy el gran físico brasileño.

Cuando salió de la Unicamp en 1971, Damy fue docente de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y en del posgrado del Ipen. “Hasta poco antes de sufrir el ACV, todavía recibía a colaboradores para intercambiar ideas y ayudar en lo que pudiera”, comenta la pianista y pintora Lucia Toledo de Souza Santos, con quien estuvo casado durante 61 años. En memoria de Damy, Mascarenhas donó 5 mil reales para que la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC) cree un fondo que pueda crecer y laurear a jóvenes científicos con el Premio Marcello Damy.

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