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Tecnología

Transferencia de conocimiento

Proyectos financiados por la Fundación de Apoyo a la Investigación de Minas Gerais (Fapemig) llegan a la industria con retorno económico para la institución

Dos vacunas de uso veterinario, una contra la garrapata y otra antiofídica, que protege al ganado contra el veneno de la serpiente de cascabel, son los dos primeros productos que cuentan con depósito de patente en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inpi) licenciados por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Minas Gerais (Fapemig, sigla en portugués). Cuando salgan al mercado, dichas sustancias rendirán royalties a los investigadores, a la fundación y a los institutos de investigación titulares de las patentes.

Y un tercer producto con patente depositada que se encuentra en negociación puede seguir el mismo camino de las vacunas. Es un dispositivo instalado en el interior del difusor de entrada de los catalizadores destinado a mejorar el desempeño del sistema de escape de gases de los motores de vehículos, reduciendo la contaminación como consecuencia de ello. Estas tres patentes forman parte de un grupo de 11 ya depositadas.

Para organizar y difundir las patentes, la fundación creó la Oficina de Gestión Tecnológica (EGT, sigla en portugués), que patenta las innovaciones con potencial interés comercial. Esta experiencia sigue el mismo camino de la FAPESP, que creó el Núcleo de Patentes y Licencias de Tecnología (Nuplitec) en mayo de 2000, para proteger la propiedad intelectual y licenciar los inventos que surgen de las investigaciones financiadas por la fundación. La FAPESP tiene 75 patentes depositadas en el INPI.

“Procuramos transferir la tecnología cuando constatamos sus posibilidades benéficas para la sociedad y para el crecimiento económico. Por eso sondeamos el interés del mercado en cada tipo de tecnología, en su perfeccionamiento y en su implementación a nivel industrial”, dice Naftale Katz, director científico de la Fapemig hasta el mes de mayo, cuando se trasladó a la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro.

La vacuna para el control de las garrapatas en bovinos fue el primer producto negociado con una empresa, en este caso el laboratorio Hertape. Desarrollada en la Universidad Federal de Viçosa (UFV), la misma está compuesta por 45 de los 650 aminoácidos que forman la proteína Bm86 del intestino de la Boophilus microplus, una especie común de garrapata que ataca a los rebaños bovinos en Brasil.

La coordinación del estudio le cupo al investigador Joaquín Hernán Patarroyo, del Departamento de Veterinaria del Instituto de Biotecnología Aplicada a la Agropecuaria (Bioagro), de la UFV, en cooperación con la Fundación de Inmunología de Colombia. La vacuna es la primera desarrollada Latinoamérica de tipo sintético que llega al mercado, elaborada enteramente en laboratorio y sin necesidad de utilizar sangre de animales en su preparación. También fue patentada en Australia, México, Estados Unidos y la Comunidad Europea.

En aplicaciones subcutáneas en el ganado, dicha vacuna estimula la producción de anticuerpos en la sangre del animal contra la proteína producida por el intestino de la garrapata. Al ingerir la sangre, estos ácaros (las garrapatas se encuadran en la clase Arachnida, la misma de las arañas y los escorpiones, en la subclase Acari) no logran procesarlo y se debilitan, dejando de poner huevos y de reproducirse.

“La vacuna no presenta efecto tóxico para el ganado ni se acumula en los tejidos del animal. Actúa únicamente sobre las garrapatas. Pruebas efectuadas con animales aislados en establos demostraron una eficiencia de 85%”, afirma Patarroyo. Los ensayos de campo, realizados en el Centro Nacional de Estudios de Ganadería Lechera de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa, sigla en portugués), con sede en la localidad de Coronel Pacheco (Minas Gerais), tuvieron un 80% de eficacia.

Patorroyo inició estos estudios solventados por la Fapemig hace diez años, investigando parásitos que atacan a los rebaños en el pastoreo, ocasionándoles pérdida de peso y reducción de la producción de leche y de carne, al margen de transmitir enfermedades que pueden terminar con la muerte de los animales. De acuerdo con el investigador, datos actualizados por el profesor Laerte Grissi, de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro, apuntan pérdidas anuales en la cría de ganado del orden de los 2 mil millones de reales, provocados por la acción de las garrapatas.

La vacuna, inédita en mundo y barata según los investigadores, fue transferida al laboratorio Hertape mediante una oferta pública divulgada vía llamado a licitación, con el fin de brindar igualdad de condiciones a los interesados que presentaron sus propuestas de desarrollo. El adjudicatario suscribió un contrato con la Fapemig y la UFV por 20 años. Durante dicho lapso, la previsión de retorno económico para la fundación es del 6% (divididos con los investigadores y la UFV) sobre el valor de las ventas netas del producto.

De acuerdo con Caubi Carvalho, director comercial y socio del laboratorio, el interés en la producción de la vacuna a escala industrial se debe en gran medida al hecho de que Brasil exporta carne bovina a unos 120 países, y es desde 2003 el mayor exportador mundial del producto. “El laboratorio Hertape es uno de los mayores fabricantes de productos veterinarios de Latinoamérica. Vamos a desarrollar y comercializar la vacuna a gran escala, con previsión de buenos negocios, ya que se trata de un salto tecnológico en el control de este tipo de plaga, cuya infestación es muy grande tanto dentro como fuera del país”, afirma.

Se estima llegar una producción de 30 millones de dosis durante el primer año. Una vez que se inicie la vacunación masiva de las cabezas de ganado, el director calcula que será posible disminuir ostensiblemente la población de garrapatas de los campos en cinco o seis años. El laboratorio se aboca ahora a la búsqueda de proveedores internacionales de péptidos (combinaciones sintéticas de aminoácidos aislados en laboratorio), aún no producidos en Brasil.

Carvalho también ha dado charlas ante productores ganaderos de Minas Gerais, São Paulo y Goiás, donde se realizarán nuevas pruebas de campo a gran escala. Antes de agosto se seleccionarán los establecimientos ganaderos para las pruebas, en un ciclo que comprenderá dos veranos y dos inviernos. Recién entonces la vacuna saldrá al mercado. “Ya hemos efectuado el registro ante el Ministerio de Agricultura. Vamos a atender primero a los criadores brasileños, para recién después colocar el producto en Colombia, Venezuela y Sudáfrica.”

El segundo producto patentado por la Fapemig es la vacuna antiofídica de uso veterinario que estimula la producción de anticuerpos contra el veneno de la serpiente de cascabel (Crotalus durissus terrificus), uno de los más letales. La misma fue desarrollada por la investigadora Thaís Viana de Freitas, de la Fundación Ezequiel Dias (Funed), vinculada a la Secretaría Estadual de Salud de Minas Gerais. Luego de realizar investigaciones en el Centro de Control de Venenos y Antivenenos de la Organización Mundial de la Salud en Liverpool, Inglaterra, en 1986, la investigadora dio inicio a estudios para la fabricación de una vacuna antiofídica elaborada con base en el veneno de dicha serpiente, común en Brasil.

El desarrollo se hizo a partir de los liposomas — membranas esféricas producidas en laboratorio — utilizados como vehículos encapsuladores de los principios activos del veneno. Estos liposomas estimulan la producción de anticuerpos y poseen una composición similar a la membrana celular de la serpiente, y sirven para transportar sustancias terapéuticas a su interior. La composición inédita de la vacuna revela su carácter biodegradable y no tóxico, capaz de inducir inmunidad celular. “Estudiamos el encapsulado de los venenos de algunas serpientes brasileñas asociados a inmunoestimulantes para la producción de anticuerpos”, explica la investigadora.

Estos anticuerpos protegen a los animales contra grandes dosis del veneno, hasta ocho veces el nivel considerado letal, de acuerdo con pruebas realizadas en laboratorio. “La vacuna constituye una acción preventiva, pues anualmente, alrededor de un millón de cabezas de ganado se pierden en Brasil como consecuencia de las picaduras de serpientes, y en dichos casos la seroterapia no se utiliza, debido a su alto costo de tratamiento”, comenta Thaís. La investigadora sostiene que el proceso de patentado constituye una garantía de protección del conocimiento para la innovación tecnológica, como así también un retorno económico que puede aplicarse en nuevos estudios.

La patente de la vacuna antiofídica fue depositada por la Fapemig en 2002, y para producirla a nivel industrial se seleccionó a la empresa Labovet Produtos Veterinários, de Feira de Santana, Bahía, que debe aún realizar los ensayos de campo antes de sacarla al mercado. Fernando Falcão, director del laboratorio ve con buenos ojos la aplicación comercial de la vacuna antiofídica. Para Falcão, Brasil, con su stock bovino de alrededor de 175 millones de cabezas, constituye de por sí un inmenso mercado. “Pretendemos cubrir hasta el 50% de dicho total durante los primeros años que la vacuna esté en el mercado, con una producción anual de entre 80 y 100 millones de dosis”, dice.

Para ello, durante los próximos meses se realizarán las pruebas tendientes a evaluar la tecnología y los estudios técnicos y económicos. Tras ese período, y una vez confirmadas las potencialidades previstas, el laboratorio hará el registro en el Ministerio de Agricultura, teniendo en vista también la exportación del producto a Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, países de la región amazónica en cuyos territorios hay serpientes de cascabel en abundancia.

Verificación rigurosa
La garantía de los resultados obtenidos con la producción a nivel industrial es uno de los focos de la actuación del EGT de la Fapemig. En el contrato concertado con las empresas existen cláusulas que estipulan de qué manera se administrará el proceso, estipulando cuánto percibirán las partes implicadas en carácter de royalties, y cómo transcurrirá la relación entre ellas. “Desde la evaluación hasta la transferencia de tecnología, todo se hace con recursos de la Fapemig”, comenta Katz.

Siguiendo la línea de registro de patentes, Marcello Augusto Faraco de Medeiros y Eduardo Murilo Rosas Arantes, ingenieros mecánicos e investigadores de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Belo Horizonte, Minas Gerais, descubrieron que los catalizadores automotores, constituidos por piezas de cerámica en forma de colmena y metal, y utilizados para reducir las concentraciones de gases tóxicos que salen de los motores (monóxido de carbono, hidrocarburos y óxidos de nitrógeno), podrían mejorar su desempeño con la aplicación de pantallas en el interior del difusor de entrada del equipo, para optimizar el escape. Luego de un estudio sobre las patentes internacionales, descubrieron que no había ninguna noticia relacionada con pantallas empleadas en catalizadores.

Bajo la dirección de Medeiros, que actualmente dicta clases de Aerodinámica en el Departamento de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad de São Paulo (USP) de São Carlos, Arantes desarrolló el artefacto con base en la tecnología utilizada en la industria aeronáutica, en los llamados túneles de viento que, al igual que los catalizadores, permiten una expansión brusca del área de escape. “Los gases emitidos por los motores de los automóviles no pasan por el catalizador de manera uniforme, y se concentran en el centro de la pieza”, explica.

Instalado en la entrada del catalizador, este dispositivo mejora su eficiencia al hacer que los gases pasen uniformemente por todas las celdas de la colmena. “Asimismo, el dispositivo puede reducir el tamaño de la pieza en alrededor de un 30%, y disminuir sus costos de fabricación. Puede adaptárselo a cualquier vehículo automotor”, dice el investigador. Cada tipo de catalizador requiere de una o más pantallas específicas, pero este componente puede elaborarse tanto con material metálico como no metálico, siempre y cuando sea resistente al calor. Otra ventaja es la mejora en el rendimiento del motor, con la consiguiente economía de combustible. Este dispositivo, que aún no tiene nombre comercial, llamará probablemente atención de las empresas de autopartes y de las terminales del sector automotriz.

El mecanismo, probado en los laboratorios de Mecánica de Fluidos de la PUC de Minas Gerais, ha mostrado ser bastante apropiado para su uso comercial, incluso con estudios que indican un bajísimo costo de fabricación. “Los dispositivos utilizados actualmente son pesados y caros, y absorben mucho calor. Hemos patentado el distribuidor de flujo por pantallas e iniciado el proceso de selección de las empresas, para transferir la tecnología a la industria”, afirma. La elegidas se conocerían probablemente en dos meses.

La Fapemig también solicita el depósito de patentes que no hayan contado con subvención de la institución durante las investigaciones. “Al margen de los investigadores vinculados a las universidades y centros de investigación, los inventores independientes también pueden contar con el apoyo del EGT. Se encuentran en trámite dos patentes surgidas de proyectos particulares”, dice Katz. El investigador espera que estos números se incrementen, sobre todo en las áreas de biotecnología, producción agropecuaria, ingeniería mecánica, medicina tropical y parasitología, como consecuencia del propio perfil del estado y de las necesidades de su economía.

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