Imprimir Republish

Urbanismo

Un alcalde ambivalente

Un estudio indica que la reforma de Pereira Passos, a principios del siglo pasado, apuntaba a integrar a la población de bajos ingresos al centro de Río de Janeiro

Colección particular/ Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo Avenida Central: París habría inspirado la creación de las fachadasColección particular/ Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo

Con base en análisis centrados en las reformas urbanas emprendidas en la entonces capital federal de Brasil, el libro A grande reforma urbana do Rio de Janeiro: Pereira Passos, Rodrigues Alves e as ideias de civilização e progresso atribuye una nueva posibilidad interpretativa a la figura de Francisco Pereira Passos (1836-1913), alcalde de Río de Janeiro entre 1902 y 1906. En dicha obra, André Nunes de Azevedo, profesor de historia en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj), refuta la interpretación corriente durante la primera mitad de la década de 1980, que le asigna al político el papel de haber planteado la expulsión de la población de bajos ingresos del centro de la ciudad como premisa de su proyecto reformista. Distanciándose de esa visión, Nunes de Azevedo traza un perfil ambivalente de Pereira Passos, al sostener que lo que pretendía era “civilizar” a la población humilde, motivándola a frecuentar el núcleo urbano central recién remodelado.

Las reformas urbanas de Río, en discusión desde 1843 por Henrique de Beaurepaire Rohan, en ese entonces director de obras municipales, fueron planificadas y coordinadas por el alcalde y el equipo de ingenieros designado por Francisco de Paula Rodrigues Alves (1848-1919), presidente de Brasil entre 1902 y 1906. El grupo estuvo comandado por Paulo de Frontin, presidente del Club de Ingeniería, una asociación civil fundada en 1880 para fomentar el desarrollo del sector. El gobierno federal quedó a cargo de reconstruir el puerto y las calles del entorno, para mejorar la distribución de las mercaderías importadas por la red de comercio del centro e incentivar la exportación agrícola. También quedó incumbido de la apertura y del embellecimiento de la avenida Central (actual avenida Rio Branco), que empieza donde hoy en día queda la plaza Mauá. Como parte de la acción federal, se edificaron además instituciones que terminaron siendo emblemáticas para el paisaje urbano: La Escuela Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional y el Palacio Monroe, demolido en 1976. Por su parte, el proyecto de Pereira Passos implicaba la construcción del Teatro Municipal, la canalización de ríos, la apertura de nuevas vías en el centro de la ciudad, la creación de nuevas avenidas para conectar los suburbios al centro y la instalación de infraestructura urbana. “Esas grandes reformas constituyeron intentos de los gobiernos por superar el llamado ‘paradigma esclavista’ para la provisión de infraestructura urbana”, considera Azevedo.

Entiéndase por paradigma esclavista la utilización de mano de obra esclava para la realización de tareas tales como la de cargar agua potable, el escurrimiento de cloacas y el transporte de personas y mercancías, que se relaciona con la llegada de la familia imperial a Río en 1808. “La solución creada por la corte para subsanar las demandas de infraestructura fue retomar la tradición secular del Brasil Colonial, a saber, utilizar esclavos para el desarrollo de esas tareas”, refuerza Azevedo.

En aquel momento, Río se convirtió en la ciudad con la mayor cantidad de esclavos de Occidente. “En 1840, más de la mitad de la población carioca era esclava”, afirma el investigador. Con la Abolición de la Esclavitud y la Proclamación de la República, los gobernantes tuvieron que repensar los modos de organización de los servicios urbanos, en un contexto de aumento poblacional progresivo. Si en 1890 el municipio tenía 525 mil habitantes, 16 años más tarde llegaba a los 811 mil.

Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo

El arquitecto Nireu Cavalcanti, investigador de la historia de Río y autor de libros sobre el tema, recuerda que, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la visión de los gestores al respecto de la salud pública todavía era tributaria del higienismo, aunque el movimiento hubiera nacido en el paso del siglo XVIII al siglo XIX. Sobre la base de esa perspectiva, una de las preocupaciones consistía en aumentar la ventilación de las ciudades mediante el ensanchamiento de las calles, la nivelación de las vías públicas para que queden más altas que la marea y la remoción de cerros. Se creía que esas acciones ayudarían a reducir la propagación de enfermedades. La demolición de caserones y conventillos ocupados por varias familias, que compartían un único baño, también orientó algunas acciones. “La implantación del sistema de alcantarillado en el municipio se dio a partir de 1886. En 1874, se adoptó una legislación que determinaba que todas las casas tuvieran baños y pozos negros individuales, lo que condujo a la demolición de edificaciones que estuvieran fuera de esas condiciones”, detalla Cavalcanti. Se desarrolló aquel año, mediante una comisión de ingenieros, una carta catastral, que contenía la localización de espacios públicos, edificios e inmuebles y que se utilizó como referencia en las reformas.

La modernización conservadora
Además de hacerse cargo de tareas diferentes en el proceso de reformas, las iniciativas federal y municipal también se desarrollaron basadas en valores distintos, según la investigación de Azevedo. De acuerdo con el historiador, Rodrigues Alves pretendía redimensionar la ciudad de Río y acabar con la imagen de ciudad apestosa, sede de epidemias y endemias, para propiciar un nuevo aliento a la inmigración europea. “El presidente era miembro de una de las principales familias productoras de café en São Paulo, sector que enfrentaba una crisis de mano de obra desde la prohibición de la esclavitud”, comenta Azevedo. Rodrigues Alves deseaba asimismo modernizar el puerto para equilibrar las cuentas públicas, una vez que la mayor parte de la recaudación federal provenía de los impuestos de importación.

Para Azevedo, la reforma urbana federal tenía como valor mayor la noción de progreso centrado en la idea de desarrollo material, mientras que la municipal valoraba la idea de proceso civilizatorio, priorizando nociones de cohesión social y de acceso a la cultura, por ejemplo. “Esto implicaba la comprensión de la pulidez, como la prohibición de orinar en espacios públicos, escupir en los tranvías, andar sin camisa y vender cualquier tipo de mercancía por las calles”, detalla. Azevedo arribó a esas conclusiones luego de investigaciones en fuentes primarias, entre múltiples documentos oficiales almacenados en el Museo de la República, en la Biblioteca Nacional, en la Fundación Casa de Rui Barbosa, en la Academia Brasileña de Letras, en el Archivo Nacional y en el Archivo General de la Ciudad de Río. “En los discursos y cartas de Rodrigues Alves, la palabra progreso era empleada con sentido de valor máximo para emprender la reforma, mientras que en Pereira Passos el término resaltado era civilización”, relata el investigador.

Museo de la República Pereira Passos (con la mano en el mentón) y Rodrigues Alves a su lado: las reformas modernizaron la ciudad de Río de JaneiroMuseo de la República

Partiendo de la hipótesis de que Pereira Passos adoptó la idea de civilización como valor máximo de su proyecto, Azevedo sostiene que el alcalde no pretendía expulsar a la población de bajos ingresos del centro, tal como se desprende de la lectura que hace de su reforma la historiografía. Pese a que los ensanchamientos de calles y la demolición de conventillos generaron la expulsión de esas familias del centro, ésa no habría sido su intención primordial: “La feligresía del Espíritu Santo en el centro era la región que contemplaba la mayor cantidad de personas miserables y, aun así, quedó intacta en la reforma. Diferentemente de ella, las feligresías de Candelaria y Sacramento, que albergaban a las capas media-alta y alta, fueron destruidas”, argumenta.

El investigador sostiene que Pereira Passos emprendió una “integración conservadora”, al crear una estructura vial concebida para tener cuatro conexiones entre el centro y los caminos que conducían al suburbio. Tres de esos proyectos de avenidas se ejecutaron. En el entorno del centro, se construyeron también tres villas obreras, para que los trabajadores pudieran desplazarse a pie. “Passos pretendía que la población de bajos ingresos visitara el nuevo núcleo urbano e incorporara la cultura que emanaba de teatros y bibliotecas. Construyó templetes en las plazas para ofrecer presentaciones de música clásica a esas familias. Y les exigía que anduvieran aseadas y bien vestidas. En ese sentido, adoptó el concepto de civilización de la burguesía europea”, explica. Según Azevedo, ese ideal no era compatible con la tradición y las condiciones de antiguos esclavos y obreros, que andaban por las calles llenos de hollín por los trabajos manuales que desempeñaban. “Su propuesta era conservadora porque sugería una integración a estándares exógenos a la historicidad de esos grupos sociales y sin democratizar el acceso a las riquezas”, justifica.

El debate historiográfico
La comprensión de Pereira Passos como un político que buscó expulsar a la población de bajos ingresos del centro de Río se deriva de análisis desarrollados sobre todo en la década de 1980 por una corriente historiográfica basada en teorías neomarxistas y estructuralistas, explica Margareth da Silva Pereira, docente del Programa de Posgrado en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Un hito de ese momento fue la tesina de maestría del historiador Jaime Larry Benchimol, actualmente investigador de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). Su investigación, defendida en la UFRJ en 1982, asociaba la reforma de Pereira Passos a aquélla emprendida por el entonces alcalde de París, Georges-Eugène Haussmann, (1809-1891) entre 1852 y 1870.

Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo Morro do Castelo, un cerro demolido en 1920: las familias de bajos ingresos migraron hacia los suburbiosReproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo

En el artículo intitulado “El pasado como construcción: Perfiles de la historiografía sobre Río de Janeiro – Temas y problemas (1978-1992)”, publicado en los anales del XIII Seminario de Historia de la Ciudad y del Urbanismo de la Universidad de Brasilia (Brasilia, 2014), Margareth da Silva Pereira, quien defendió en 1988 una tesis, aún no publicada, sobre Río en el siglo XIX, explica que, hasta finales de los años 1970, los estudios urbanos estaban a cargo de economistas y sociólogos. La tesis de Benchimol integra un nuevo conjunto de investigaciones sobre el tema. La tesina de maestría de Sérgio Lamarão, defendida en 1984 en el Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional de la UFRJ, constituye otra referencia. Centrada en la remodelación del puerto, destaca la complementariedad de las atribuciones del gobierno federal y de la administración municipal en las reformas.

Lamarão recuerda que durante la remodelación de Pereira Passos se organizó un concurso de fachadas para los edificios de la avenida Central y que muchos de los participantes se inspiraron para sus proyectos en construcciones parisinas. En opinión del historiador, edificios como el Teatro Municipal son ejemplares de esa influencia. “Sin embargo, en la avenida Central, esa memoria parisiense fue desmontada. Restaron pocas evidencias en esa vía, que ya va por la tercera o cuarta generación de edificios”, sostiene. Las demoliciones tuvieron inicio en 1910, sólo cuatro años después de la inauguración oficial de la avenida Central, según Pereira.

A juicio de Cavalcanti, existen pocos indicios que permiten confirmar la influencia de París en el modelo de la avenida Central. “Las vías con cantero central que datan del período de Rodrigues Alves, por ejemplo, no encuentran paralelos en la reforma parisiense”, afirma el arquitecto, Pero éste identifica en la bibliografía francesa y alemana, utilizada en las carreras de grado en ingeniería y arquitectura, uno de los orígenes de esa asociación. Sobre el desplazamiento de la población de bajos ingresos, Lamarão sostiene que el proceso de jerarquización espacial de Río ya estaba en curso cuando las reformas de Pereira Passos empezaron. Las obras aceleraron ese proceso. “Lo que estaba en el eje de la avenida Central se demolió, incluidos conventillos, pequeñas tiendas y fábricas, y él acabó llevándose el apodo de “tira abajo”. Hasta obras de teatro sobre el asunto se produjeron en esa época”, comenta.

A pesar de reconocer la influencia europea en la concepción del alcalde carioca sobre el concepto de civilización, para Azevedo, a diferencia del proyecto ejecutado en Río, la iniciativa parisina apuntaba a mantener a la población de bajos ingresos apartada. “El plan de reforma parisiense se diseñó sobre la base de la construcción de avenidas radiales que forman semicírculos, para evitar la presencia de esa población en el centro, mientras que en Río los planos indican una intención opuesta”, sugiere.

En cambio, Pereira afirma que, como el plan de Haussmann, el de Pereira Passos privilegió la higiene, el embellecimiento y la circulación y también dejó en segundo plano el cuarto pilar del urbanismo naciente, a saber, la justicia social. Pese a las divergencias entre los investigadores, ella evalúa que las visiones sobre las reformas se complementan: “No se trata de oponer historiografías, sino de mostrar los aportes y los límites de cada vertiente”.

En lo concerniente al legado de la reforma de Passos, Azevedo destaca el tranvía en los arcos de Lapa. “Passos hizo que el tranvía, un vehículo moderno para la época, pasara por arriba de un monumento histórico tradicional, obra de un gobernante portugués del siglo XVIII. Logró el acceso al Corcovado, para que la población tuviera una vista superior de la ciudad, creó la avenida Atlántica, en Copacabana, y construyó la avenida Beira Mar. Esas obras constituyen, hasta los días actuales, tarjetas postales de Río”.

Una mirada de amateur

Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo El Palacio Monroe inconcluso en 1906Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo

Las imágenes que ilustran este reportaje fueron descubiertas por la historiadora Adriana Martins Pereira y analizadas en su tesis doctoral, defendida en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP). La investigación dio origen al libro Lentes da memória – A descoberta da fotografia de Alberto de Sampaio (1888-1930). En los clubes de fotografía amateur de la época, con los cuales De Sampaio estaba involucrado, eran comunes los retratos de personajes y fotos de paisajes. El registro del medio urbano no era frecuente. De forma innovadora, De Sampaio fotografió eventos realizados en el centro de Río de Janeiro, entre ellos la inauguración del Palacio Monroe en 1906, como parte de la reforma emprendida por Pereira Passos. Las 19 imágenes que tomó aquel día muestran una visión distinta de aquélla que orientó la tónica de los registros profesionales.

“Las imágenes de De Sampaio evidencian que, el día de la inauguración, el palacio todavía no estaba concluido. En las fotografías publicadas por profesionales, sin embargo, él aparece como si ya hubiera estado finalizado”, afirma Adriana. En una imagen que salió en la revista Kosmos en 1906, por ejemplo, una fotopintura muestra el palacio listo años antes de la conclusión de la obra. Esa diferencia se debe sobre todo al hecho de que De Sampaio observaba la ciudad desde una perspectiva amateur y no desde una eventual visión crítica de la inauguración incompleta del palacio. “De Sampaio no tenía la ambición de exhibir esas fotos, ni siquiera en las exposiciones de los clubes de aficionados. Pretendía guardarlas en álbumes familiares”. Aunque los archivos de fotografía amateur normalmente sufren debido a la conservación precaria, el legado de De Sampaio ha permanecido intacto. Entre otros motivos, explica Adriana Martins Pereira, porque la familia del fotógrafo todavía vive en la misma casa centenaria y durante décadas su colección permaneció en el mismo lugar.

Reproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo Fotopintura del Palacio MonroeReproducción de Lentes da memória/ Editorial Bazar do Tempo

Livro
AZEVEDO, A. N. A grande reforma urbana do Rio de Janeiro: Pereira Passos, Rodrigues Alves e as ideias de civilização e progresso. Rio de Janeiro: Editorial de la PUC-Rio/ Mauad X, 2016.

Republicar