Ya no restan dudas. La epidemia provocada por el virus del Sida está efectivamente atravesando una transformación en Brasil, donde 140 mil personas son portadoras del VIH. Su antiguo perfil — denominado occidental, debido a la predominancia de una variedad del virus común en las Américas y en Europa Occidental, el VIH-1 del subtipo B — ha asumido en los últimos años características cada vez más similares a las observadas en China, la India y las naciones africanas situadas al sur del desierto de Sahara. En dichos países, el 83% de los 30 millones de portadores del virus carga en la sangre el subtipo C, una de las nueve variedades hasta ahora identificadas.
Por alguna razón desconocida, el subtipo C pasó a dominar la epidemia también en regiones en las cuales anteriormente otras variantes del VIH respondían por la mayoría de los casos de la infección. La diferencia entre una variedad y otra puede estar en la habilidad del virus de sobrevivir a los medicamentos utilizados contra la infección. Casi todo lo que se conoce sobre la resistencia del VIH es producto de investigaciones realizadas con la variedad B, y todavía no se ha comprobado la eficacia de los medicamentos contra las otras cepas del virus. Por tal razón, el cambio del perfil de la epidemia brasileña puede requerir ajustes en el tratamiento y en la composición de vacunas anti-VIH en desarrollo.
Las primeras evidencias de ese cambio despuntaron en la región sur de Brasil, donde se registró en 1990 el primer caso provocado por el subtipo C. Estudios aislados apuntaban una presencia creciente de esta variante del VIH en dicha región en los últimos cinco años. Pero los datos más contundentes surgieron el año pasado, con la conclusión del primer relevamiento nacional de resistencia del virus a los medicamentos, elaborado por los siete laboratorios de la Red de Vigilancia a la Resistencia del VIH (Revire), dependiente del Ministerio de Salud.
De acuerdo con los resultados — divulgados en Pesquisa FAPESP en agosto de 2002 y publicados en junio de 2003 en la revista Aids —, el subtipo C ha superado en presencia al subtipo B en Río Grande do Sul, y aparece en un 45% de las infecciones. En el resto del país, el subtipo B es aún la cepa predominante, pero se ubica en una posición más discreta. Una tercera parte de los habitantes del estado de Paraná portadores del VIH carga en su sangre el virus de la variedad C.
También hay indicios de que la presencia de esta cepa está aumentando en el sudeste del país. Actualmente el 6% de los portadores del virus tiene el VIH del subtipo C en Río de Janeiro, en tanto que dicha cepa contamina al 3% de las personas portadoras del virus en São Paulo.
Estas conclusiones son producto de las investigaciones coordinadas por Marcelo Soares y Amilcar Tanuri, ambos del Laboratorio de Virología Molecular de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), uno de los centros integrantes de la Revire.
En colaboración con otros equipos de Río, de São Paulo y del Ministerio de Salud, los investigadores de la UFRJ evaluaron el material genético del VIH que contaminaba a 112 personas de cinco estados: Río Grande do Sul, Paraná, São Paulo, Río de Janeiro y Mato Grosso do Sul. El resultado, divulgado en enero de 2003 en la revista Aids, mostró que, en promedio, uno de cada tres portadores del virus de las zonas sur y sudeste de Brasil contenía en la sangre el subtipo C. Soares y Tanuri observaron también que, aunque el perfil de la epidemia nacional se aproxima al que se detecta en África y la India, el VIH del subtipo C hallado en el país presenta características diferentes a las del subtipo C africano y del indio.
Más recientemente, los investigadores de la UFRJ volcaron su atención hacia la capital “gaúcha”, para ver de qué modo ha evolucionado la infección por el VIH al cabo de 18 años, en busca de una probable indicación sobre lo que puede ocurrir en el resto del país. Soares y Tanuri extrajeron muestras de sangre de 77 portadores del VIH atendidos en el Hospital de Clínicas de Porto Alegre, el mayor centro de tratamiento del Sida de ese estado brasileño.
Con base en el análisis del material genético del virus, constataron que la proporción de casos provocados por el subtipo C pasó de un 20% entre 1986 y 1990 al 43% entre 2001 y 2002, de acuerdo con los informes de los científicos publicados en el Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes de diciembre pasado.
De acuerdo con Soares, ésa es una tendencia que puede extrapolarse a todo el estado. En el marco de otro estudio, llevado a cabo con 72 mujeres embarazadas portadoras del VIH habitantes de la ciudad “gaúcha” de Río Grande, el virólogo de Río detectó que la variedad C era responsable del 70% de las infecciones. “Aún no existen evidencias formales de que el subtipo C se disemine más rápido que los otros”, afirma Soares, “pero siempre que esa variedad aparece en una determinada zona, acaba predominando por sobre las otras.”
Las consecuencias más inmediatas de esta alteración deben aparecer en el tratamiento de los portadores del virus. En otro estudio publicado en septiembre del año pasado en Antimicrobial Agents Chemotherapy, el equipo de Soares analizó el material genético de las variedades B y C en busca de alteraciones que indicasen la resistencia a las tres clases de medicamentos utilizados en el tratamiento antirretroviral altamente activo (Haart, sigla en inglés), más conocido como cóctel anti-VIH. Los investigadores observaron que la variedad C es más sensible que la B al lopinavir — un tipo específico de inhibidor de proteasa, un medicamento que impide que las nuevas copias del virus maduren y así infecten a otras células de defensa.
Con estos datos es posible delinear nuevas estrategias de combate contra el VIH. “Quizás sea más eficaz incluir el lopinavir en el tratamiento de los portadores del subtipo C”, conjetura Soares. Es una alternativa que debe contemplarse, toda vez que los estudios referentes a la capacidad de contaminación, agresividad o resistencia del VIH a los remedios se llevan a cabo en general en los países desarrollados, y tienen en cuenta únicamente el subtipo B. Como la distribución de medicamentos contra el virus es gratuita en Brasil — lo que hace que los remedios estén disponibles para todos los portadores del VIH —, Río Grande do Sul se muestra como el estado más indicado para evaluar las modificaciones ocurridas en el subtipo C durante el tratamiento, y también para el ensayo de vacunas de interés de los países pobres o en desarrollo.
En la próxima etapa del trabajo, Soares pretende verificar la eficacia del lopinavir en portadores del virus. En un estudio planificado en colaboración con la Municipalidad de Porto Alegre, Soares pretende evaluar de qué modo reaccionan los portadores de los subtipos B y C al tratamiento con lopinavir asociado a dos inhibidores de transcriptasa reversa. Este estudio se iniciará durante este semestre y se extenderá durante dos años.
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