Un consorcio internacional de investigadores está recopilando datos comparativos de 16 países de cuatro continentes acerca de las desigualdades de género en el ambiente de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI), y comparte estrategias y buenas prácticas para hacer frente a este problema y mitigar sus efectos. El proyecto, denominado Gender STI, coordinado por un grupo de la Universidad Politécnica de Madrid (España), nació en 2020 y ha producido diagnósticos que corroboran la infrarrepresentación femenina en las carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática (CTIM) en varias naciones; y muestran las dificultades a las que se enfrentan las mujeres para ocupar cargos de alto rango en las instituciones de investigación científica y para liderar colaboraciones internacionales.
La red ya ha analizado, por ejemplo, el contenido de 528 acuerdos de cooperación suscritos en el área de CTI entre 1961 y 2021, que comprendían a instituciones o gobiernos de dos o más países. Se pudo constatar que tan solo el 15 % de los mismos mencionaba las cuestiones de género o exhibía preocupación por la equidad en los proyectos de investigación financiados. Hay que reconocer que este panorama ha ido mejorando en los últimos años. Los datos revelaron que, a partir de 2015, este tipo de referencias se observa cada vez con mayor frecuencia, aunque de manera desigual en los países analizados. Naciones tales como Canadá, India y Sudáfrica se han destacado por la incorporación de cláusulas favorables a la inclusión de las mujeres en los proyectos de investigación o por la participación directa de representantes femeninas en las negociaciones diplomáticas que han dado lugar a acuerdos de cooperación. En Europa, España y Finlandia también sobresalen: casi un 30 % de los acuerdos incluía alguna mención a la equidad de género.
Por el contrario, los convenios firmados por Brasil, Argentina y Portugal exhibían muy poco contenido relacionado con el género. Se analizaron, entre otros, 11 acuerdos multilaterales que implicaban la participación de organizaciones de ciencia y tecnología del país y ninguno hacía referencia al tema. En tanto, el 5 % de un total de 33 acuerdos suscriptos por agencias de desarrollo de Brasil, incluía alguna mención a las cuestiones de género. El análisis de los datos recopilados se complementó con los resultados de un cuestionario respondido por 204 personas y con 80 entrevistas a investigadores y gestores de los países que integran el consorcio.
Uno de los focos iniciales del proyecto fue lo que se conoce como diplomacia científica, el uso de la ciencia como herramienta de la política exterior. Horizonte 2020, el principal programa científico europeo, que invirtió 80.000 millones de euros entre 2014 y 2020, fijó como una de sus prioridades el apoyo a proyectos de promoción de la igualdad de género en universidades y organismos de investigación del bloque europeo, principalmente aquellos que fomentan cambios en la estructura de las instituciones y en la manera de financiarlas. Como este tipo de iniciativas de la Unión Europea (UE) siempre contempla cierto grado de cooperación entre países miembros y periféricos, se hizo necesario analizar eventuales asimetrías en la lucha contra las disparidades de género entre colaboradores y buscar estrategias comunes para hacer frente al problema. “Europa es pionera en este ámbito. La inclusión femenina en los equipos negociadores de acuerdos internacionales es obligatoria en la Unión Europea”, explica la politóloga Janina Onuki, de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH) y del Instituto de Estudios Avanzados (IEA) de la Universidad de São Paulo (USP). Onuki lidera la participación brasileña en el consorcio, a través de un proyecto temático financiado por la FAPESP desde 2020, en el marco de un acuerdo de cooperación con la UE. Por el lado europeo, la red cuenta con participantes de instituciones de España, Finlandia, Italia, Austria, Francia y Portugal, que dialogan con los miembros asociados de países de otros tres continentes: Canadá, Estados Unidos, México, Brasil, Chile, Argentina, Sudáfrica, India, Corea del Sur y China.
Otra tarea emprendida por el Gender STI ha consistido en reunir los estudios y estadísticas disponibles sobre las disparidades de género con miras a comparar la realidad en distintos países. La infrarrepresentación femenina en la ciencia es un problema común en prácticamente todas las naciones. Datos recabados en 2022 indican que menos del 30 % de los investigadores de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a 38 de las naciones más industrializadas, corresponde a mujeres. Aunque el interés de las estudiantes por ingresar a carreras de las áreas CTIM ha ido en aumento, el ritmo de crecimiento es muy bajo y no habilita a proyectar un equilibrio en un horizonte cercano.
La maternidad y la doble jornada hacen que las mujeres tarden más que los varones en concluir sus doctorados en Brasil
La dificultad para alcanzar puestos de liderazgo en las instituciones científicas es otra realidad palpable y resistente. “Me enorgullece trabajar en un grupo de investigación en el que los puestos de liderazgo están ocupados mayoritariamente por mujeres. Pero la mayoría de las reuniones o actividades en las que participo, tanto en los proyectos europeos como en las comisiones científicas y en conferencias, exhibe un desequilibrio en todos los aspectos”, dijo María Fernanda Cabrera, investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid y una de las coordinadoras del Gender STI, según consta en el sitio web de la universidad.
La socióloga Alice Abreu, profesora emérita de la Universidad Federal de Río de Janeiro, señala que el debate sobre la equidad de género en la ciencia no es nuevo, pero ha cambiado de eje en los últimos tiempos. “En lugar de ver a las mujeres como el problema principal y sugerir propuestas para que ellas puedan acceder a la calificación necesaria, empezó a entenderse que la diversidad es fundamental para la actividad científica y que la modificación de las estructuras institucionales es la única forma de alcanzar la igualdad de género en la ciencia”, dijo en octubre del año pasado durante una conferencia en Madrid que reunió a los participantes del Gender STI.
Entre los datos recopilados del ambiente académico brasileño, hay un estudio realizado por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), según el cual, tan solo el 35,3 % de las 16.048 becas de productividad en investigación concedidas en 2021 se asignó a mujeres, con una diferencia aún más marcada en las carreras de ciencias exactas y de la Tierra (solamente un 22,1 % de las becas fue para el sexo femenino) e ingenierías (un 23,3 %). En ciencias humanas y ciencias biológicas, se está cerca de la paridad, con el 48,7 % y 45,8 % de las becas concedidas a mujeres, respectivamente. Las becas de productividad constituyen una modalidad de apoyo que premia a los científicos cuyo desempeño es destacado (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 311). También según recoge el CNPq, otro dato importante es el tiempo que tardan las mujeres en concluir el doctorado: 4,3 años por término medio para obtener el título, mientras que a los varones les lleva 3,8 años. La maternidad y la doble jornada laboral forman parte de la explicación de este fenómeno.
En uno de los trabajos publicados, Janina Onuki y Gabriela Ferreira, quien realiza un posdoctorado en el proyecto temático, analizaron los datos de la FAPESP y constataron que, en las primeras seis décadas de historia de la Fundación, solamente el 8 % de los miembros del Consejo Superior de la Fundación correspondía a mujeres, mientras que, en la actualidad, la tercera parte del mismo, con 12 miembros, tiene como integrantes a mujeres. Los miembros del consejo son propuestos por universidades, instituciones científicas y la gobernación del estado, y nombrados en el cargo por el gobernador por un mandato fijo. Otro de los datos fue la alusión a las cuestiones de género en los textos de los acuerdos internacionales suscritos por la FAPESP: había referencias de este tipo en el 2 % de los convenios examinados.
A finales de 2022, el Comité de Asesoramiento Científico de la FAPESP pasó a contar con una Coordinación Programática para los temas relacionados con la Equidad, la Diversidad y la Inclusión (EDI), con la misión de mejorar los procesos internos y eliminar los obstáculos asociados al género, la etnia o el origen que dificultan el desarrollo de investigadores talentosos y cualificados. “Este tipo de preocupación se ha generalizado en todo el mundo y está presente en prácticamente todos los países estudiados”, dice Onuki. “Muchas de las agencias de promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación han creado comités o comisiones en su estructura de gestión que abordan no solo la equidad de género, sino también la diversidad en forma integral”.
Mayara Ferrão
Actualmente, el Gender STI transita su segunda fase, en la que se apunta a que cada país participante, ahora en conocimiento de su situación en comparación con los demás, elabore análisis y reflexiones sobre cómo mejorar la equidad de género en forma más amplia. “La presencia femenina está aumentando, tanto en el ámbito académico como en el diplomático, pero aún son llamativos los obstáculos que se interponen al ascenso en sus carreras”, dice Onuki. “Queremos entender por qué ocurre esto y ya sabemos que el problema no se resuelve solamente ampliando las oportunidades”. Según ella, también existen componentes subjetivos. “Hay situaciones profesionales en las que las mujeres simplemente renuncian a competir con los varones por un espacio, porque consideran que el ambiente es desfavorable o que el esfuerzo no vale la pena”, dice la politóloga, quien está entrevistando en Brasil a investigadoras que han llegado a la cima de sus carreras para entender mejor estas variables.
El consorcio ha identificado un conjunto de buenas prácticas para promover la equidad. En el caso de los acuerdos científicos bilaterales y multilaterales, un ejemplo es el establecimiento de cláusulas y la definición de metas que persigan la igualdad de género en los proyectos contemplados y en la distribución de recursos, y exijan la presencia de mujeres en las negociaciones entre colaboradores. La creación de unidades de asesoramiento de género en las organizaciones científicas y académicas también forma parte de las recomendaciones: existen instancias como estas tanto en la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de las Naciones Unidas como en otras entidades de la comunidad científica, por ejemplo, en la Unión Internacional de Cristalografía.
Otro ejemplo de buenas prácticas es el compromiso de producir datos e indicadores desglosados por género que ayuden a detectar y combatir las disparidades; en la 25ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en 2019 en Madrid, la equidad de género en la participación de las delegaciones no tuvo en cuenta solamente la cantidad de varones y mujeres presentes, sino también contabilizando el tiempo que los representantes de ambos géneros dispusieron para sus exposiciones. La oferta de programas de mentoría, en los que las mujeres pueden asesorar a otras en sus carreras científicas, figura entre las buenas prácticas; y existe otro tipo de mentoría destinada a los responsables de la toma de decisiones, para sensibilizarlos en cuanto a la búsqueda del equilibrio de género. Las políticas de acción afirmativa en las universidades brasileñas se mencionan entre las buenas prácticas, como así también los esfuerzos de una organización estadística no gubernamental en Argentina para proporcionar información desglosada por género.
El seguimiento de la incidencia de los casos de acoso sexual en el ambiente académico también es un tema emergente. Países como Francia e Irlanda han lanzado iniciativas para combatir la violencia de género en las instituciones universitarias y de investigación científica.
El conocimiento producido por el consorcio ha dado origen al Observatorio Europeo de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación, que también pretende conectar las iniciativas de distintas instituciones. “En los próximos meses, vamos a inaugurar un observatorio en la misma sintonía aquí en Brasil, con los estudios que producimos sobre la realidad del país”, dice Janina Onuki.
Proyecto
Gender STI – Igualdad de género en ciencia, tecnología e innovación. Diálogos bilaterales y multilaterales (nº 20/07129-2); Modalidad Proyecto Temático; Acuerdo Unión Europea (Horizonte 2020); Investigadora responsable Janina Onuki (USP); Inversión R$ 542.415,80.