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Necrológicas

Un creador de memorias

Nacido en Argentina, Iván Izquierdo ayudó a develar cómo adquiere y recupera el cerebro la información almacenada y formó a generaciones de investigadores brasileños

Borges: una inspiración para investigar los fenómenos de la memoria

Gilson Oliveira/Divulgación PUC-RS

En la época en que era docente en la Escuela Paulista de Medicina (EPM), a mediados de la década de 1970, el neurocientífico Iván Izquierdo tenía un cartel escrito a mano en la puerta de su despacho: “Ante la duda, no entre”. Era un aviso de la seriedad con la que se tomaba su profesión de investigador. “Los alumnos podían llamar a la puerta y entrar para hablar sobre sus experimentos. En horario de trabajo, no existía la posibilidad de charlar”, recuerda el neurocientífico Esper Cavalheiro, primer alumno de maestría y doctorado de Izquierdo en la EPM, la actual Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). La seriedad de los momentos de trabajo se rompía en las pausas para el café y otros momentos de distensión, cuando hablaba apasionadamente de música, literatura y deportes.

En ese entonces con 37 años, Izquierdo había llegado allí en 1975 y era uno de los profesores titulares más jóvenes de la universidad. Luego de un paso fugaz por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y tras haber dirigido laboratorios en Buenos Aires y en Córdoba, en Argentina, Izquierdo ya había ensamblado una importante red internacional de colaboradores y estaba ascendiendo en la carrera que lo haría conocido como uno de los más importantes estudiosos del funcionamiento de la memoria. “Izquierdo le demostró a la neurociencia brasileña que era posible acordar colaboraciones internacionales y hablar de igual a igual con los principales investigadores del área en todo el mundo”, añade Cavalheiro, quien ahora es profesor emérito de la Unifesp. “Les enseñaba a sus alumnos a pensar. Forjó nuestra forma de ver la ciencia, de identificar la pregunta fundamental en el contexto de la investigación y elegir los instrumentos necesarios para responderla”.

Hijo de madre croata y padre catalán, Iván Antonio Izquierdo nació en 1937 en Buenos Aires y creció en una época de efervescencia cultural en la capital argentina, por entonces una de las ciudades más cosmopolitas de Sudamérica. De la mano de su padre, también científico, y de un profesor de castellano, conoció la obra del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), que influiría en su interés por estudiar los mecanismos de la memoria. “Él [Borges] planteó o respondió algunas de las preguntas más serias sobre la memoria”, escribió Izquierdo en un ensayo autobiográfico publicado en 2011 en la obra The History of  Neuroscience in autobiography, editada por la editorial Oxford University Press.

Izquierdo ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1955, meses antes de que Bernardo Houssay (1877-1971), Premio Nobel de Fisiología en 1947 por su descubrimiento de la regulación del metabolismo de la glucosa por el sistema nervioso central, fuera reincorporado a la institución. En la universidad, convivió con otras personalidades destacadas de la ciencia, entre ellos, Luis Federico Leloir (1906-1987), Premio Nobel de Química en 1970 por la identificación de las vías metabólicas de la lactosa, Eduardo Braun Menéndez (1903-1959), quien descubrió un sistema para controlar la presión arterial, y Eduardo De Robertis (1913-1988), quien identificó estructuras celulares importantes para el metabolismo de los medicamentos. Cuando estaba culminando el segundo año de la carrera, Izquierdo le presentó a Houssay una propuesta de investigación, que puso en práctica al año siguiente. “Mi proyecto resultó erróneo, pero había mordido la manzana por primera vez y disfrutado su sabor”, escribiría años después. Por consejo de De Robertis, fue a aprender neurofarmacología con su padre, Juan Antonio Izquierdo, con quien hizo la parte experimental de su doctorado.

En el transcurso de la carrera de medicina, Izquierdo pasó dos temporadas de vacaciones en Brasil, trabajando en el laboratorio del neurofisiólogo argentino Miguel Covian, en el campus de Ribeirão Preto  de la Universidad de São Paulo. El país no empezaría a entrar en su vida de forma definitiva hasta 1962. Antes de marcharse a realizar una pasantía de posdoctorado en el laboratorio del neurocientífico uruguayo José Pedro Segundo en la Universidad de California en Los Ángeles, en Estados Unidos, Izquierdo viajó a la región de Porto Alegre y conoció a Ivone de Moraes, con quien se casaría y tendría dos hijos: Juan y Carlos Eduardo.

Tras la pasantía que se extendió por dos años, regresó como profesor adjunto a la Universidad de Buenos Aires, que había costeado el período en el exterior. Dos años después, aceptó una invitación para convertirse en profesor titular de farmacología en la Universidad Nacional de Córdoba, la segunda en antigüedad de América, donde permanecería hasta 1973, cuando la situación política del país se complicó demasiado debido a la dictadura militar.

Gilson Oliveira/Divulgación PUC-RS Izquierdo en su laboratorio en el Instituto del Cerebro que ayudó a crear en la PUC-RSGilson Oliveira/Divulgación PUC-RS

Tras una amenaza telefónica anónima, Izquierdo decidió abandonar Argentina. Con la ayuda de un alumno de doctorado brasileño, Mario Tannhauser, obtuvo una recomendación para un puesto en la UFRGS, entonces con poco historial en investigación. Lo que debía ser una escala antes de volver a Estados Unidos se alargó. En 1975, aceptó un puesto más interesante en la EPM, donde el ambiente de investigación era más ferviente y atractivo. “Tuve a Izquierdo como profesor durante mi carrera de grado y, en gran medida, me inspiró y formó a muchas generaciones de neurocientíficos”, dice Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP y también neurocientífico.

En 1977, Tuiskon Dick, por ese entonces director del centro de biociencias de la UFRGS, cumplió una promesa hecha años antes y montó un laboratorio en la universidad con las condiciones adecuadas para que Izquierdo volviera. Dick no le había aceptado la renuncia a Izquierdo y le había concedido una licencia por tiempo indefinido. El regreso a Porto Alegre fue definitivo. Izquierdo permaneció en la UFRGS hasta jubilarse, en 2003, y luego se trasladó a la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS), donde colaboró en la creación y en la dirección del Instituto del Cerebro. “Durante la primera mitad de mi vida fui un neurocientífico argentino y, en la segunda mitad, un neurocientífico brasileño. Legalmente, poseo ambas nacionalidades, lo que me hace feliz porque en ambos países logré instalar centros de investigación de la memoria y buenos centros de neurociencia”, escribió en 2011.

Tuvo una carrera prolífica. Publicó más de 600 artículos científicos, citados al menos 25.700 veces por otros grupos. Sus trabajos ayudaron a desentrañar los mecanismos bioquímicos que utiliza el cerebro para registrar y retener nueva información y también para recuperarla, modificarla e incluso deshacerse de ella. También demostró que las memorias de corto y largo plazo son independientes y se forman mediante procesos que discurren en simultáneo. “Sus trabajos sobre la extinción de la memoria tienen una importante aplicación potencial en el tratamiento del estrés postraumático”, comenta el bioquímico Sergio Ferreira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), quien estudia las enfermedades neurodegenerativas.

“Fue realmente un pionero y una voz de lucidez en un campo de estudio a veces confuso y controvertido”, afirma el neurocientífico Mark Bear, investigador del Instituto Picower de Aprendizaje y Memoria del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). “Su trabajo ha orientado algunos de nuestros experimentos claves, y siempre replicamos lo que él descubrió. Este es uno de los mayores elogios que puedo brindarle”.

Izquierdo dirigió 50 tesinas de maestría y 62 tesis doctorales, y además de haber escrito libros técnicos, de divulgación científica y de literatura. Recibió más de 140 premios y títulos y fue miembro de la Academia Brasileña de Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. “Iván era una personalidad muy querida. Hizo mucho por la ciencia brasileña, por la dimensión global que alcanzó su contribución científica”, dice el neurocientífico Roberto Lent, de la UFRJ, y coordinador del Instituto Nacional de Neurociencia Traslacional, en el que Izquierdo participó hasta hace poco.

Iván Izquierdo falleció el 9 de febrero a los 83 años, en su casa de Porto Alegre, a causa de una neumonía bacteriana. Tenía síntomas leves de la enfermedad de Parkinson y llevaba algunas semanas recuperándose de un cuadro grave de covid-19. Deja a su esposa, dos hijos y cuatro nietos. Estaba frustrado por no haber podido dedicarse a la guitarra clásica, pero se deleitaba cuando su nieto Felipe lo despertaba algunas noches tocando música de Johann Sebastian Bach, Ferdinando Sor o Francisco Tárrega. “Es lo más cerca que uno puede estar del cielo mientras vive”, dejó registrado.

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