DRÜMLa solución para que Brasil eleve hasta un 50% su producción azucarera y de etanol sin que sea necesario plantar ni un metro cuadrado más de caña de azúcar, puede que se encuentre en el fondo del mar. Las cantidades que producirá el país este año son 37 millones de toneladas de azúcar y 23.600 millones de litros de etanol. Estudios realizados por la Universidad Federal de Lavras (Ufla), en el interior de Minas Gerais, conjuntamente con la empresa TWB Mineração, con sede en Guarujá, en el litoral paulista, revelaron que el uso de biofertilizante a base de algas marinas calcáreas, denominado granulado bioclástico, es capaz de generar un incremento significativo en la productividad de los cañamelares al elevar el tenor de azúcar –o sacarosa– presente en las plantas.
Los investigadores descubrieron que, al aplicar en la labranza el abono mezclado con vinaza, éste último un residuo de la producción sucroalcoholera que ya se utiliza como fertilizante en varias centrales del país, el granulado bioclástico posee un efecto remineralizante y acondicionador del suelo, agregando más de 40 nutrientes importantes para el desarrollo de la caña, entre ellos calcio, silicio y magnesio. “Esta nueva fuente de nutrientes para la agricultura cumple una función muy importante en la corrección de la acidez del suelo, pues rectifica el pH de los suelos ácidos, mejorando la asimilación de los elementos nutritivos”, afirma el ingeniero agrónomo Paulo César Melo, docente de la Ufla y uno de los primeros investigadores que analizaron el uso de granulado en el abono para cultivos en Brasil. “Simultáneamente, el granulado elimina el característico olor fétido de la vinaza, al absorber los gases volátiles que ésta emana”.
Los granulados bioclásticos son arenas y grava, constituidos principalmente por algas marinas de la familia Corallinaceae. Estas algas, cuya especie más conocida es la del género Lithothamnium, precipitan magnesio en sus paredes celulares, además de carbonato de calcio en un volumen de concentración en su cuerpo mayor que el de cualquier otro organismo vivo. De origen vegetal, crecen a profundidades que varían entre 10 y 40 metros y en su estado natural poseen un tono rojizo o azulado. La plataforma continental brasileña contiene uno de los mayores depósitos de algas calcáreas del mundo, en una franja de 4 mil kilómetros que se extiende desde el litoral de Pará hasta Río de Janeiro.
La existencia de amplias extensiones con esas algas en la plataforma continental de las regiones norte y nordeste del país fue detallada en la década de 1960 por investigadores de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). El último descubrimiento fue un área de 21 mil kilómetros cuadrados detectada en la región del archipiélago de Abrolhos, al sur del litoral del estado de Bahía (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 196). “En Europa, principalmente en Francia, esas algas se emplean desde hace décadas para la nutrición animal y vegetal. Acá en Brasil, su utilización es reciente y comenzó hace unos 20 años. Pero el potencial de explotación económica de las algas en la plataforma brasileña es mayor que la de los depósitos franceses”, resalta Melo.
El uso de granulado bioclástico como fertilizante fue objeto de la tesis doctoral defendida por el investigador en el departamento de ciencia del suelo en la Ufla. En esa ocasión, él evaluó la eficiencia del producto en los cultivos de maíz dulce y fríjol. Eso ocurrió en 2002. Seis años después, Melo fue contratado por la empresa TWB, que explotaba un yacimiento de algas calcáreas ubicado a 300 millas de la costa de Espírito Santo y quería hallar aplicaciones económicamente rentables para la materia prima. “En ese entonces, mis estudios revelaban que el granulado aumentaba la concentración de azúcar en frutas, tales como naranja, maracuyá, pitaya [fruta del dragón], papaya y guayaba. Entonces concebimos la idea de probarlo en el cultivo de caña de azúcar, uno de los más importantes del país”, recuerda el investigador. Para ello, se firmó un acuerdo con la Cooperativa Agroindustrial de Rolândia (Corol), en el interior de Paraná, para utilizar el granulado en los cañamelares de la estancia Santa Rosa, en el municipio paranaense de Jaguapitã. Previo a su aplicación en el campo, se realizaron estudios en los laboratorios de la Ufla para definir la dosis recomendada del producto, de acuerdo con un análisis del suelo del lugar, el historial de superficie cultivada y la cantidad de abono aplicado en la plantación. En noviembre de 2009, los investigadores mezclaron el granulado con 18 mil litros de vinaza, un residuo de la industria sucroalcoholera, que se aplicaron en el cañamelar. Para evaluar la eficiencia agronómica de la innovación, el investigador utilizó una metodología denominada arreglo productivo local (APL), utilizado por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), que consiste en evaluar y validar determinado producto para un cultivo y un lugar específicos, comparando sus resultados con los de un cultivo en el cual no se utilizó aquel producto. En el estudio conducido por Melo, se dividió en tres partes un área de 3.600 metros cuadrados del cañamelar del ingenio Santa Rosa. En la primera se aplicó granulado combinado con vinaza; en la segunda, solamente vinaza; y en la tercera, ningunos de los dos.
Once meses más tarde, se hizo la zafra y se realizaron test para evaluar la eficiencia agronómica del granulado. “El empleo del granulado combinado con vinaza, comparado con el uso único de vinaza, generó un significativo aumento del azúcar. También constatamos que se elevó en un 52% la producción de azúcar y alcohol. El granulado bioclástico potenció el efecto de la vinaza”, afirma Melo. La producción de alcohol por hectárea en la superficie abonada con el granulado y vinaza llegó a 4.210 litros, frente a los 2.770 litros en el área tratada solamente con vinaza. La producción de azúcar, a su vez, sumó 9.020 kilogramos, frente a 5.937 kilogramos. La comparación entre el área donde se aplicó la mezcla de granulado y vinaza con aquélla que no fue abonada con ninguno de los dos productos, reveló una ganancia todavía mayor, cercana al 100%.
Una ventaja del uso del granulado como biofertilizante, según Melo, reside en su bajo costo de procesamiento. Una vez que se extraen las algas calcáreas del fondo del mar, mediante un proceso de dragado, no es necesario ningún tipo de mejoramiento industrial. El procesado de las algas ocurre mediante el secado natural, embolsado y almacenaje del producto. “El granulado bioclástico es un producto orgánico e inocuo para el hombre, más barato y más eficiente que los fertilizantes químicos convencionales. Todo su ciclo productivo –extracción, procesamiento y transporte– no genera ningún impacto en el medio ambiente”, sostiene el profesor de la Ufla. “Durante el dragado, extraemos solamente las formas libres de las algas –o sea, el exoesqueleto, que es la parte muerta de las mismas–, en la forma de rodolitos, nódulos y sus fragmentos. El área del lecho marino donde se encuentran esos bancos de algas se asemeja a un desierto, prácticamente sin vida marina, a no ser por la presencia de grandes peces”.
Impacto ambiental
Este tipo de explotación de las algas preocupa a la comunidad científica que estudia los rodolitos. “La explotación de las algas calcáreas provoca un impacto ambiental pues, en la práctica, se trata de un recurso natural no renovable. Los rodolitos crecen muy lentamente y presentan un tamaño algo mayor que el de una pelota de tenis. Su formación puede extenderse por más de 8 mil años”, afirma el biólogo Rodrigo Leão de Moura, docente del Instituto de Biología de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Según él, los rodolitos son responsables por la complejidad del lecho marino y aportan biomasa de algas, invertebrados y una serie de especies con importancia comercial, tales como langostas y peces de arrecife. “Siempre habrá impacto, pero éste puede reducirse si la extracción se realiza en áreas pequeñas y cuidadosamente seleccionadas, algo que no hemos visto en este tipo de emprendimiento”.
Al menos tres empresas brasileñas con minas aprobadas por el Ministerio de Minas y Energía ya han comercializado el producto o han demostrado interés en la extracción de algas calcáreas en el litoral brasileño. Oceana Brasil, explota actualmente un yacimiento a 50 kilómetros de la costa de Tutoia, en Maranhão. El producto molido y embolsado cuesta en fábrica 750 reales la tonelada y recibe el nombre de Algen. Otra empresa, Algarea Mineração, extrae el recurso de una reserva situada en la costa de Espírito Santo. TWB explotó durante tres años un gran yacimiento de algas calcáreas en el denominado banco Davis, ubicado a unas 300 millas náuticas de la costa, en la cadena submarina Vitória-Ilha de Trindade, en el litoral capixaba [gentilicio para el estado de Espírito Santo]. En 2008, la empresa obtuvo la concesión de dos permisos del Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM), un organismo ligado al Ministerio de Minas y Energía, para la explotación del yacimiento, pero en 2011 las licencias se anularon bajo el alegato de que la reserva se hallaba en aguas internacionales, más allá de la frontera marítima brasileña, cuyo límite son las 200 millas náuticas (370 kilómetros) desde la costa.
El potencial de explotación de esa reserva, con 150 mil hectáreas, es enorme. Según Paulo César de Melo, con un ritmo de extracción de un millón de toneladas anuales, el yacimiento se agotaría en 2 mil años. “La cancelación de las autorizaciones de investigación provocó que TWB perdiera su interés en el proyecto”. La empresa invirtió aproximadamente 5,8 millones de reales sin haber tenido una perspectiva de solución para una operación continua”, afirma el consultor y socio de TWB, João Manoel de Lima Monteiro. “Detuvo el proyecto y se está concentrando en otras ramas de sus actividades”, agrega.
Una de las alternativas para hacer factible la explotación del banco Davis sería extender la plataforma continental brasileña más allá de las actuales 200 millas náuticas. El gobierno brasileño está discutiendo, junto a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), la extensión de su plataforma continental, mediante la incorporación de un área de casi 1 millón de kilómetros cuadrados a los 3,5 millones de kilómetros cuadrados de espacios marítimos que ya pertenecen al país. Denominada “Amazonia Azul”, por cuenta de su gran extensión y de los recursos naturales que alberga, esa región atesora en el subsuelo una extensa lista de recursos minerales, tales como diamantes, circón, potasio, arena y grava, aparte de los depósitos de algas calcáreas.
Artículo científico
MOREIRA, R.A. et al. Crescimento de pitaia-vermelha com adubação orgânica e granulado bioclástico. Ciência Rural online. v. 41, n. 5. mai 2011.