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BUENAS PRÁCTICAS

Un fraude que terminó en la cárcel

El biomédico Dong-Pyó Han, exinvestigador de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, fue condenado a cuatro años y medio de prisión por la fabricación y la falsificación de datos en ensayos clínicos de una vacuna contra el virus VIH, causante del Sida. Han, de 58 años, también deberá de resarcir por un valor de 7,2 millones de dólares a la organización Institutos Nacionales de Salud (NIH), la principal agencia de apoyo a la investigación biomédica de ese país, que financió su trabajo durante los últimos años. En 2013, el científico fue cesanteado de la universidad tras una averiguación que llevó a la conclusión de que había falsificado el resultado de varios experimentos con las vacunas.

En uno de los casos, mezcló muestras de sangre de conejo con anticuerpos anti-VIH humanos, dando a entender que los animales desarrollaron inmunidad. Las denuncias llegaron a la Oficina de Integridad en la Investigación Científica (ORI) de Estados Unidos, encargada de la averiguación sospechas de mala conducta en investigaciones financiadas por el gobierno federal, que le prohibió a Han obtener apoyo de organismos de financiación científica durante tres años. Según la revista Nature, el caso tal vez hubiese terminado en eso si no hubiese llamado la atención del senador republicano Charles Grassley, quien tiene un historial en el Congreso de Estados Unidos en lo que hace a la investigación de episodios de mala conducta científica. Grassley denunció el caso en la prensa y un fiscal llevó Han a la Justicia. “La pena del ORI parece muy liviana para alguien que adulteró ensayos clínicos y desperdicio millones de dólares de los contribuyentes”, dijo Grassley.

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