Frederico Carlos Hoehne recibió su primera orquídea como regalo de su padre, cuando contaba con 8 años y residían en una quinta de Juiz de Fora, Minas Gerais. Construyó varios orquidearios en São Paulo y dio a una de sus hijas el nombre de una orquídea, Laelia. Amaba las orquídeas, pero su visión del mundo era mucho más amplia. Un archivo con 2.400 fotografías del Instituto de Botánica de São Paulo (IBt) que está comenzando a publicarse, está revelando la dimensión de esa visión suya — y sus inquietudes — al respecto de las plantas, los paisajes y las ciudades, sobre la gente y las situaciones con las que se topaba en el transcurso de sus expediciones por São Paulo, Minas Gerais, Río de Janeiro, Santa Catarina y Paraná.´
Sus intereses emergen de los comentarios escritos en los sobres que guardaban los negativos de las fotos, en placas de vidrio, por lo general, de 13 por 18 centímetros. En una de las fotos del mercado central de São Paulo, que tomó en 1919, él anotó: “Gran profusión de raíces, hierbas y frutas medicinales se hallan expuestas para la venta en esos puestos sin el menor escrúpulo ni higiene, sin prospectos, etc.”. Uno de los sobres contiene el negativo de un desaparecido parque del barrio de Vila Mariana, en São Paulo, con la siguiente observación: “Dos hermosos copayeros en Bosque da Saúde, que fue loteado, en lugar de ser aprovechado como parque de São Paulo”. “Hoehne era crítico de la política de urbanización de la ciudad”, sostiene Luiz Barretto, el arquitecto a cargo del sector de documentaciones del IBt, quien coordina la organización de ese archivo de imágenes. Tal como hiciera Hoehne, Barretto se basa en lo que ve para repensar la ciudad: “Si todavía existiese un bosque ahí, seguramente se producirían menos inundaciones en la zona de la avenida Ricardo Jafet”.
Barreto comenzó a partir de 2007 a abrir los centenares de sobres guardados en dos antiguos armarios, los cuales contenían los negativos fotográficos en vidrio, algunos ya rajados, que hibernaban luego de algunos esfuerzos anónimos por organizarlos. Él consideró que podría ordenar todo aquello por ser también fotógrafo y haber estudiado restauración de fotografías y conservación de documentos históricos. Ahora, los comentarios sobre las fotos, escritos en los sobres, se encuentran digitalizados y los negativos ordenados en pequeñas cajas plásticas, cada uno de ellos protegido por un sobre de papel alcalino que se abre en cruz, eliminando el contacto manual directo con el vidrio. Casi la mitad de la colección fue restaurada e higienizada, y 700 imágenes se encuentran digitalizadas. Hoehne tomó la mayoría de las fotografías, aunque también hay trabajos de otros naturalistas y fotógrafos.
La fotografía más antigua, que data de 1918, retrata el huerto Oswaldo cruz, del que Hoehne se encargó en el Instituto Butantan, en São Paulo, luego de haber sido jefe de jardineros del Museo Nacional de Río de Janeiro y participado en las expediciones del mariscal Cândido Rondon por el interior de Mato Grosso. En São Paulo, también ayudó en la implantación del huerto del Museo Paulista y en el orquideario del estado, que forma parte del Jardín Botánico de São Paulo, otra de sus obras. Era alto y espigado, de rostro afilado, y gozaba del prestigio que le confirieron sus realizaciones y su trabajo incesante. Obtuvo el título de doctor honoris causa por la Universidad de Göttingen en 1929 y fue el primer director del Instituto de Botánica de São Paulo, pero no se quedó detrás de un escritorio e incluso integró varias expediciones. Al retirarse del Botánico, 10 años más tarde, en 1952 — siete años antes de fallecer, a los 77 años —, había recolectado alrededor de 10 mil especies de plantas y escrito 600 artículos dirigidos a botánicos y al público en general.
“Hoehne fue un conservacionista cuando ni siquiera se mencionaba tal tema, allá por los lejanos 1930 a 1950. Aquello podría considerarse común hoy en día, pero en aquella época, cuando la principal preocupación era el crecimiento económico del país, ése era un tema escasamente abordado”, comenta Fábio de Barros, investigador del orquideario del IBt. “Hoehne también fue un divulgador científico cuando eso, al menos en Brasil, era poco valorado. Escribió decenas de artículos publicados en periódicos y revistas no científicas, además de libros, y organizó cursos en el Jardín Botánico para el público en general”. Para finalizar, Barros destaca la preocupación de Hoehne por las posibilidades de aplicación artística y práctica de las plantas brasileñas. Leyendo a Hoehne, él encontró frecuentes propuestas para utilizar imágenes de hojas y flores en vitrales, azulejos y pisos.
Las fotografías están enriqueciendo la historia de algunos lugares de São Paulo. Una de ellas proporciona una mejor comprensión acerca de por qué la Estrada das Lágrimas [Carretera de las Lágrimas], cercana al comienzo de la autopista Anchieta, lleva ese nombre: debido a una higuera que era conocida como árbol de las lágrimas. Allí era dónde las mujeres se despedían de los maridos que partían en largos viajes por el interior paulista.
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