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BIOLOGÍA MARINA 

Un planeta de arena

Una diminuta fauna hasta ahora desconocida vive en los granos de arena de regiones poco profundas del mar

Alderina smitti, con su estructura reproductiva (ovicelo) a la izquierda

JUDITH E. WINSTONAlderina smitti, con su estructura reproductiva JUDITH E. WINSTON

Al inspeccionar un puñado de arena de mar con detenimiento, un bañista puede tener la suerte de hallar minúsculos discos curvos con algunos milímetros de diámetro, semejantes a paraguas sin mango, que se desplazan por el sedimento con la ayuda de cerdas transparentes en sus bordes. Esos discos ‒briozoos del género Discoporella‒ son colonias de seres prácticamente transparentes que, cuando se sienten seguros, extienden sus tentáculos hacia afuera para capturar alimentos. Aparentemente desarraigada, puesto que frecuenta el lecho marino, una especie recientemente descubierta de este género, la Discoporella gemmulifera, forma parte de un universo en miniatura hasta ahora ignorado incluso por los expertos: el grano de arena. En ese extraño hábitat, investigadores de Brasil y Estados Unidos identificaron casi dos decenas de nuevas especies.

“Aquí está el grano”, revela el biólogo Leandro Vieira, del Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo (CEBIMar-USP), señalando una irregularidad casi imperceptible en una foto de un Discoporella. La primera larva que se adhiere allí secreta el exoesqueleto de carbonato de calcio y comienza a reproducirse en forma asexuada, formando una colonia de clones. A continuación, cuando alcanza un tamaño adecuado, el briozoo puede reproducirse sexualmente, liberando los espermatozoides en el agua que fecundarán a otras colonias. Habiendo crecido más allá del grano de arena que le sirvió para el asentamiento de la larva, la Discoporella indica un hábitat propicio, pero que no es típico en la fauna que se está descubriendo.

Cuando bucea en el mar, a profundidades de entre 10 y 30 metros y llena un frasco de vidrio con arena del fondo, Vieira sabe que tendrá mucho trabajo por delante. Una vez en el laboratorio, distribuye la arena en bandejas con agua de mar que sale por los grifos del CEBIMar. Luego comienza a escudriñarla en una pequeña placa bajo una lupa potente, de aquéllas que se asemejan a microscopios, separando y girando grano por grano con la ayuda de un pincel. En los pocos milímetros de cada grano puede encontrarse una fauna diversa, que puede incluir hidrozoos (emparentados con las medusas) y tubos secretados por gusanos poliquetas, entre otros. Pero no es eso lo que él quiere hallar. Vieira está en busca de conjuntos algo borrosos, translúcidos, que se asemejan a grupos de diminutos casilleros, difíciles de detectar incluso para una vista entrenada.

De izquierda a derecha: Colonia adulta de Discoporella gemmulifera 2 D. gemmulifera en su fase inicial incrustada en un grano 3 Pequeña colonia de Hippoporella sabulonis 4 En un nuevo género descrito, Rosulapelta rosetta es una de las especies más comunes en la arena paulista 5 Ammatophora arenacea se instala en un fragmento de concha

Fotos: ALVARO E. MIGOTTO E LEANDRO M. VIEIRADe izquierda a derecha: colonia adulta de Discoporella gemmuliferaD. gemmulifera en su fase inicial incrustada en un grano, pequeña colonia de Hippoporella sabulonisRosulapelta rosettaAmmatophora arenaceaFotos: ALVARO E. MIGOTTO E LEANDRO M. VIEIRA

De Florida a Brasil
La idea de buscar briozoos adheridos en los granos de arena y fragmentos de conchas, y no en las rocas, fue una sugerencia de la bióloga marina estadounidense Judith Winston, del Museo de Historia Natural de Virginia. En 2002, la investigadora visitó el CEBIMar por invitación de Alvaro Migotto, por entonces encargado de coordinar el estudio de los briozoos en el marco de un proyecto del programa Biota-FAPESP que investigaba la biodiversidad de los organismos que habitan en las proximidades del sustrato.

Años antes, en la península de Florida, Estados Unidos, Winston había descubierto briozoos adheridos a la arena, pero lo tomó como algo accidental. Al arribar a Brasil y examinar las muestras de arena recogidas en la región de Caraguatatuba y São Sebastião, en la costa norte paulista, conservadas en los archivos del Biota, divisó otra vez los minúsculos briozoos, que describió en compañía de Migotto en un artículo de 2005 en la revista Invertebrate Biology. “De cualquier manera, muchos no lo creyeron”, relata Vieira, “pero cada vez que regresamos a esas localidades nos topamos con esa fauna, sin importar en qué época del año”.

Cuando llegó al CEBIMar para estudiar los briozoos, tampoco él creía que esa diminuta fauna pudiera pasarse toda su vida adherida a los granos. Ahora se ha convencido: Winston y él identificaron 22 especies de briozoos de la arena en un artículo en la revista Zootaxa, publicado en septiembre de este año. “Desde entonces hemos hallado más especies, ¡es un trabajo que no tiene fin!”

La reticencia de la comunidad de especialistas también parece haber quedado superada. En el marco del congreso de la Asociación Internacional de Briozoología, realizada en Italia, durante el mes de junio, Winston presentó los resultados y mostró videos de los briozoos en acción, alimentándose adheridos a los granos de arena (disponibles en el sitio web: cifonauta.cebimar.usp.br). En la misma conferencia hubo una sorpresa: una presentación sobre briozoos de las arenas australianas. Uno de los autores, Eckart Håkansson, trabajó con Winston en el artículo que reveló la vida en las arenas de Florida, en 1986. Debieron transcurrir casi 30 años para que se realizaran estudios similares, en sitios casi opuestos del planeta. “Luego de eso intercambiamos e-mails y fotos: las especies presentan características muy parecidas”, comenta Vieira.

Colonia de Reptadeonella granulosa, con tubos de poliquetos, arriba y a la izquierda

ALVARO E. MIGOTTOColonia de Reptadeonella granulosa, con tubos de poliquetos, arriba y a la izquierdaALVARO E. MIGOTTO

La publicación de este año constituye un catálogo inicial, que incluye 17 especies nuevas y 3 nuevos géneros, e incluso una familia de briozoos hasta ahora desconocida. Ya se conoce algo acerca de las condiciones propicias para la vida de esos animales: el tamaño de los granos debe ser suficiente como para albergar a los visitantes, y es necesario que haya escaso sedimento fino en el lecho, puesto que los briozoos no tienen cómo elegir lo que cae en sus tentáculos. La arena gruesa, irregular y con abundantes fragmentos de conchas parece ser un paraíso. Pero el conocimiento de la ecología llega hasta ahí.

Mar adentro
Los planes actuales contemplan la ampliación del catálogo y la comprensión de cómo viven, migran y se diversifican esos briozoos. Una herramienta importante será la secuenciación del ADN de cada una de esas especies, integrando un gran banco de datos. Así se podrá examinar el material genético presente en muestras de arena ‒y no grano por grano‒ y descubrir qué organismos hay allí. Con ese enfoque macro, los investigadores podrán explorar otros sitios en el fondo del mar, acaso más profundos y alejados de la costa, para tener una idea cabal de la real distribución de esa fauna de la arena. “Seleccionaremos nuevas áreas y determinaremos parámetros que puedan tener efecto sobre la proliferación de dichos animales, tales como la granulometría, el pH, la cantidad de oxígeno disuelto, el porcentaje de materia orgánica presente en el sedimento y la movilidad del agua”, plantea el biólogo, que este año comenzó un posdoctorado en el CEBIMar y se propone descubrir aquello que puede tener influjo sobre la diversidad de esos organismos.

De cualquier modo, los hallazgos hacen posible que se modifique el procedimiento de los expertos en la fauna del fondo del mar, que suelen lavar la arena para recoger los organismos que interesan y a continuación la descartan. Conviene mirar con detenimiento, para no dejar escapar los descubrimientos que podrían estar adheridos a los granos de arena.

Proyecto
Benthic marine biodiversity in the state of São Paulo (nº 1998/07090-3); Modalidade Programa Biota – Projeto Temático; Coord. Antonia Cecilia Zacagnini Amaral; Investimento R$ 2.047.637,90 (FAPESP).

Artículos científicos
WINSTON, J. E. e VIEIRA, L. M. Systematics of interstitial encrusting bryozoans from southeastern BrazilZootaxa. v. 3.710, n. 2, p. 101-46. set. 2013.
WINSTON, J. E. e MIGOTTO, A. E. A new encrusting interstitial marine fauna from BrazilInvertebrate Biology. v. 124, n. 1, p. 79-87. 2005.

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