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NECROLÓGICAS

Una crítica entrañable

Con sus análisis de los archivos de escritores, Eneida Maria de Souza amplió el alcance de los estudios literarios en Brasil

En la biblioteca de su hogar en Belo Horizonte, en 2012

Foca Lisboa | UFMG

En Brasil, las cartas, documentos y manuscritos eran considerados objetos marginales en el análisis literario hasta la década de 1970. A partir de entonces, a través del trabajo de investigadores como la crítica literaria Eneida Maria de Souza, profesora emérita de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), esa realidad empezó a cambiar con la ampliación de los frentes de investigación en el campo de la literatura comparada, lo que le permitió al oficio de la crítica plantear nuevas preguntas. El 1º de marzo, a los 78 años, De Souza falleció como consecuencia de un cáncer, dejando tras de sí hermanos y sobrinos.

La investigadora nació en la localidad de Manhuaçu, en el interior del estado brasileño de Minas Gerais, y en 1966 se graduó en Letras en la UFMG. En 1968 se convirtió en docente de la Facultad de Letras de esa casa de estudios. Siete años después, obtuvo su maestría en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-RJ) con una tesina sobre el escritor Autran Dourado (1926-2012). En 1982, defendió su doctorado en la Universidad París VII de Francia, con una tesis sobre el libro Macunaíma, de Mário de Andrade (1893-1945). Ese trabajo contó con la dirección de la crítica literaria y lingüista francobúlgara Julia Kristeva, considerada una referente en los estudios del campo de la semiótica, y dio lugar a la publicación del libro intitulado A pedra mágica do discurso [La piedra mágica del discurso] (Editorial UFMG, 1988).

Amiga y colaboradora intelectual de De Souza desde hace alrededor de 40 años, Rachel Esteves Lima, docente de literatura en la Universidad Federal de Bahía (UFBA), explica que, en su doctorado, la idea inicial de la crítica literaria era trabajar exclusivamente con literatura de cordel, pero luego se decantó por analizar la producción de Mário de Andrade y sus vínculos con el folclore brasileño. “Sus investigaciones estaban abiertas a saberes considerados menores”, dice Esteves Lima, quien también es la presidenta de la Asociación Brasileña de Literatura Comparada (Abralic).

Roniere Menezes, del Centro Federal de Educación Tecnológica de Minas Gerais (Cefet-MG), considera que el doctorado de De Souza estableció nuevos parámetros para la crítica del autor modernista al basarse en los diálogos que Macunaíma estableció entre la cultura erudita y la cultura popular. “A partir de Mário de Andrade, propuso una reevaluación de los conceptos de propiedad literaria y autoría. Eneida De Souza fue una de las primeras investigadoras del país que llevó a cabo un estudio exhaustivo sobre la literatura de cordel, un trabajo que tuvo repercusión en su tesis doctoral”, informa. Junto a otros colegas docentes, en 1985 estructuró el doctorado en literatura comparada en la Facultad de Letras de la UFMG y, cuatro años después, fundó el Centro de Estudios Literarios (CEL), con la propuesta de promover investigaciones en colecciones y bibliotecas. Ese mismo año, participó en la creación del Archivo de Escritores Mineiros (AEM), que inicialmente cobijó el legado de la poeta Henriqueta Lisboa (1901-1985) y de los escritores Murilo Rubião (1916-1991) y Oswaldo Franca Júnior (1936-1989).

La colección, alojada en la Biblioteca Central del campus de Pampulha, hoy en día reúne unos 30.000 artículos, entre los cuales se incluyen manuscritos, correspondencia, fotografías y objetos personales de intelectuales como los escritores Cyro dos Anjos (1906-1994) y Fernando Sabino (1923-2004). En 1986, De Souza también participó de la fundación de Abralic y fue su presidenta de 1989 a 1990.

La investigadora incorporó en sus estudios saberes considerados menores, abriendo nuevos frentes de trabajo para la crítica literaria

El sociólogo André Botelho, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), explica que el dispositivo teórico de De Souza, basado en pensadores del formalismo ruso, del estructuralismo y del posestructuralismo, hizo que priorizara el análisis de la forma literaria, más que su contexto social. “Pese a ello, también se interesó por las relaciones de la literatura con la sociedad y la historia, aunque esos diálogos no estuvieran en primer plano en sus reflexiones”, describe.

El interés por los objetos considerados marginales también la motivó a elaborar estudios fundacionales sobre la obra fotográfica de Assis Horta (1918-2018) y Chichico Alkmin (1886-1978), así como el trabajo realizado por los fotopintores del estado de Ceará. Según Lima, el interés por los temas que concitaban menor atención llevó a De Souza a elaborar estudios pioneros. Un ejemplo de ello son las investigaciones sobre Henriqueta Lisboa, que en 2010, dieron origen al libro Mário de Andrade e Henriqueta Lisboa – Correspondências (Edusp/Peirópolis).

De Souza se convirtió también en una referente del campo de la crítica biográfica, un modelo de análisis que “permite la interpretación de la literatura más allá de sus límites intrínsecos y exclusivos, mediante la construcción de puentes metafóricos entre la realidad y la ficción”, apuntó la propia crítica literaria en el libro Crítica cult (Editorial UFMG, 2002). En otras palabras, son estudios que buscan descifrar la trayectoria intelectual de los autores estableciendo relaciones entre el contexto histórico y social, la biografía y los elementos de la obra. Menezes, del Cefet-MG, dice que De Souza innovó al trabajar con los conceptos de intelectuales como el sociólogo y crítico francés Roland Barthes (1915-1980), entre ellos, la noción del biografema, según la cual, las trayectorias de vida pueden recomponerse a partir de detalles, fragmentos y gestos.

Obras como Traço crítico [Rasgo crítico] (1993), Modernidades tardias (1998), Janelas indiscretas: Ensaios de crítica biográfica [Ventanas indiscretas. Ensayos para una crítica biográfica] (2011), los tres publicados por la editorial UFMG y, Tempo de pós-crítica [Tiempo de poscrítica] (Núcleo de Asesoramiento a la Investigación, UFMG, 1994) y O século de Borges [El siglo de Borges] (editorial Autêntica, 2009) son otros ítems destacados de su producción bibliográfica. Para sistematizar los resultados de los proyectos de investigación en archivos y colecciones realizados en colaboración con otros estudiosos, De Souza organizó junto a Wander Miranda, también de la UFMG, los libros Arquivos literários [Archivos literarios] (Ateliê Editorial, 2003) y Crítica e coleção [Crítica y colección] (Editorial UFMG, 2011).

Como profesora visitante, la crítica dio clases en la UFBA, en la PUC-RJ y en las universidades del Estado de Río de Janeiro (Uerj), Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), de Nottingham (Inglaterra), de Poitiers (Francia) y de San Andrés (Argentina). “Otro rasgo fundamental de su trayectoria fue su vocación para el magisterio, generando inquietudes y marcándoles el camino a sus alumnos con una actitud afectuosa hasta el final de su vida”, recuerda la socióloga Mariana Chaguri, de la Universidad de Campinas (Unicamp). De Souza dirigió 30 proyectos de iniciación a la investigación científica, 6 maestrías, 26 doctorados y supervisó 10 estudios posdoctorales.

Desde 2020, Botelho trabajaba junto a De Souza en la coordinación del Proyecto Minas Mundo, una revisión crítica del modernismo. Según él, la iniciativa se propone repensar el legado modernista dialogando con la idea del cosmopolitismo, distanciándose de los debates que atañen a la identidad nacional. “De Souza consideraba a la crítica como un gesto de generosidad, y decía que un buen crítico es aquel que realiza un doble movimiento simultáneo alejándose y aproximándose del objeto de análisis, situándose en un lugar intermedio entre el presente y el pasado, entre lo nacional y lo extranjero”, subraya Lima.

“Ella amó el arte en una dimensión más amplia que lo habitual. En su casa hay una biblioteca enorme, que contiene la historia de la teoría de la literatura, pero también varios objetos artesanales”, describe Lima, quien acompañó a De Souza en sus últimos días de vida. “Recostada en la cama del hospital, seguía empeñada en aprobar la matrícula de un estudiante que dirigía y enviar datos a la carrera de posgrado sobre sus proyectos de investigación”, concluye.

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