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Experimentación animal

Una guía presenta orientaciones sobre el empleo de animales en la investigación científica y en la enseñanza en Brasil

Con 1.100 páginas, la elaboración del manual demandó una década de trabajo

Un roedor criado en el bioterio de la USP: directrices estrictas para su uso en investigaciones

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

En el mes de mayo, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) de Brasil publicó un manual de 1.100 páginas, fruto del esfuerzo de más de 120 investigadores a lo largo de una década, que contiene orientaciones detalladas sobre los cuidados y gestión de los animales utilizados en investigación y enseñanza. El mismo se encuentra a disposición en internet, con el formato de libro electrónico. La obra, intitulada Guia brasileiro de produção, manutenção ou utilização de animais em atividades de ensino ou pesquisa científica [Guía brasileña de producción, manutención o utilización de animales en actividades educativas o de investigación científica] reúne descripciones minuciosas sobre cómo debe ser la estructura, la organización y el funcionamiento de los bioterios y otras instalaciones (desde el espacio mínimo reservado a cada especie hasta la existencia de áreas exclusivas para cuarentena y eutanasia), los protocolos que deben adoptarse para asegurar el bienestar y reducir el dolor y el estrés de los animales (desde el nivel de ruido en el ambiente hasta el tamaño de las agujas utilizadas para aplicarles anestesia) y el tipo de capacitación que deben recibir los profesionales que llevan a cabo este tipo de experimentaciones.

La guía consta de una introducción y 15 capítulos, cada uno con información específica sobre determinados grupos taxonómicos que, entre otros, incluyen a roedores, conejos, perros, gatos, primates no humanos, rumiantes y peces. Las principales obligaciones y recomendaciones estipuladas en cada capítulo, basadas en evidencias científicas y estándares internacionales, dieron origen a una decena de instrucciones normativas publicadas en mayo por el Consejo Nacional de Control de la Experimentación Animal (Concea), una institución colegiada vinculada al MCTI, encargada de establecer las normas para el uso ético de los animales y velar por su cumplimiento. Estas resoluciones, que tienen fuerza de ley, proporcionan una lista de requisitos para las prácticas de experimentación en cada grupo taxonómico. En el caso de los caballos, por ejemplo, establecen que los boxes y caballerizas deben contar con ventilación e iluminación natural y permitir que los animales tengan contacto físico y visual con otros de su misma especie, con el propósito de asegurar su bienestar, y en el lugar de apacentamiento, se recomienda que haya un sistema de drenaje para reducir la acumulación de barro y estiércol. En las normas referidas a los cerdos, una especificación es la necesidad de separar físicamente el alojamiento y el manejo de los ejemplares genéticamente modificados para evitar su cruzamiento con individuos no transgénicos. Aún no se han establecido resoluciones relacionadas con los capítulos sobre ejemplares mantenidos fuera de las instalaciones de investigación, tales como reptiles, serpientes y otros animales silvestres de vida libre. Por sus características, no es posible estandarizar cuidados que abarquen toda su diversidad, por lo que las resoluciones deberán incluir el contenido de los capítulos sin listas de verificación.

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPPez cebra [Danio rerio]: una de las especies más utilizadas en experimentosLéo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Las nuevas directrices serán utilizadas para homologar las 2.100 instalaciones de 990 instituciones del país que actualmente crían y utilizan animales de laboratorio. Por el momento, solamente deben proporcionar sus datos al Concea para obtener su acreditación. “Siempre hemos apuntado a difundir las mejores prácticas internacionales, pero nos hacía falta un conjunto de normas que estandarizara la gestión de la experimentación con animales en el país y permitiera una supervisión eficaz”, dice la médica veterinaria Luisa Maria Gomes de Macedo Braga, quien coordinó la versión final de la guía. Miembro titular del Concea, ella fue hasta 2017 la coordinadora del Centro de Modelos Biológicos Experimentales de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS) y presidenta de la Sociedad Brasileña de Ciencia en Animales de Laboratorio. A su juicio, la publicación de la guía simboliza la consolidación de la Ley Arouca, de 2008, creada para disciplinar el uso de animales en los experimentos científicos en el país. Dicha legislación sentó las normas para el funcionamiento del Concea, estructurado en 2009 como un cuerpo colegiado multidisciplinario compuesto por 14 miembros titulares y 14 suplentes, al que le cabe determinar las reglas para la instalación de los bioterios, centros de cría y experimentación.

El médico veterinario Helder Louvandini, investigador del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura de la Universidad de São Paulo (Cena-USP), en Piracicaba, fue parte del equipo de 15 investigadores que reunió las evidencias científicas para producir el capítulo dedicado a los grandes rumiantes, como bovinos y búfalos. La normativa estipula desde los cuidados en la cría de becerros hasta los parámetros específicos para los sistemas de estabulación o confinamiento, que incluyen el uso de suelos antideslizantes y sistemas de ventilación. Louvandini comenta que la sistematización de las normas es vital. “Si no se asegura el bienestar animal, puede verse afectada la calidad de los datos de investigación. Los estudios realizados en forma negligente con los animales pueden generar datos que luego no pueden replicarse”, señala. Hoy en día, muchas revistas internacionales no aceptan publicar artículos científicos si no puede comprobarse que han seguido buenas prácticas de experimentación”, dice. El investigador trabaja en el Cena-USP con ovejas, en investigaciones sobre las relaciones entre la nutrición, las enfermedades parasitarias y la reproducción. Cuando se trasladó de la Universidad de Brasilia (UnB) al Cena, en 2010, trajo 30 matrices. “En este período ha habido un cambio cultural muy grande. Piense que, en ese entonces, se castraba a los machos sin utilizar anestesia. Ahora es impensable practicar cualquier tipo de intervención en animales sin utilizarla”, explica. La elaboración de la guía debió superar percances que explican su demora en estar lista. Cada capítulo fue coordinado por un asesor del Concea. Como los miembros del cuerpo colegiado tienen un mandato de dos años, pudiendo o no ser reelectos por igual período, en varias oportunidades el trabajo de un coordinador se vio interrumpido por la finalización de su mandato y al sucesor le llevaba tiempo interiorizarse de la tarea. La supervisión general de la guía estuvo a cargo de cuatro investigadores diferentes a lo largo de una década. El trabajo empezó a ultimarse en 2015, con el lanzamiento de las listas de verificación de los dos tipos de animales más utilizados en experimentos, los roedores y los conejos. A medida que se redactaban los capítulos, eran sometidos a un proceso de 90 días de consulta pública, que incorporó sugerencias de la comunidad científica. “La idea de separarlos por grupos taxonómicos es una novedad brasileña. La guía estadounidense, que es la más utilizada en el mundo, no distingue entre taxones”, dice Luisa Macedo Braga.

Mateus Serrer / Comunicação ButantanInvestigación con equinos: normas para los boxes y caballerizas y preocupación por su bienestarMateus Serrer / Comunicação Butantan

Se espera que las directrices también contribuyan a perfeccionar la formación de los profesionales que tratan con animales de laboratorio. En 2017, el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) lanzó un pliego para la financiación de cursos y capacitaciones destinados a docentes, técnicos, veterinarios y estudiantes que trabajan con experimentación animal. “Presentamos un proyecto y ganamos el concurso”, relata la bióloga Patrícia Gama, directora del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB) de la USP y coordinadora de la Red de Bioterios de la USP. “Creamos un curso a distancia de extensión y capacitación en principios éticos y gestión, que benefició a más de 8.000 profesionales”.

Como los módulos se centraban en los animales de uso más habitual en experimentos, como roedores y conejos, Gama recibía las quejas de profesionales que trataban con animales sobre los cuales no se disponía de información. Ahora, con la información recopilada por el Concea, se está ofreciendo un nuevo curso coordinado por el ICB y la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de São Paulo (FMVZ-USP), que incluye información sobre especies tales como peces, caballos y vacas. Con alrededor de 20 horas de clase grabadas, el curso está disponible desde el mes de abril. “El primer día, ya había 1.200 inscritos”, dice Gama. “He recibido mensajes de profesionales que trabajan, por ejemplo, con rumiantes, que han quedado satisfechos”. Los cursos de este tipo tendrán buena demanda. Dos años después de su publicación, entra en vigencia una resolución normativa del Concea que obliga a acreditar la capacitación de todos los usuarios de animales en experimentación. “Hasta entonces, bastaba que el profesional declarara contar con capacitación y experiencia. Ahora, tendrán que demostrar ante las comisiones de ética de las instituciones que han recibido capacitación”, explica la coordinadora del Concea, la fisióloga Kátia De Angelis, del Programa de Posgrado en Medicina Traslacional de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y del Programa de Posgrado en Ciencias de la Rehabilitación de la Universidade Nove de Julho (Uninove).

Para Patrícia Gama, el impacto de la guía no debe limitarse al conjunto de directrices que ha recopilado. “También será importante para que la población lega sepa que existe un conjunto pormenorizado de instrucciones para la regulación de la experimentación animal. La guía ayudará a contrarrestar la idea errónea de que el uso de animales de laboratorio se hace aleatoriamente, cuando en realidad no es así”.

Recuento imperfecto
El Concea afirma que no dispone de datos precisos sobre el uso de animales de laboratorio

¿Cuántos animales de laboratorio se utilizan en Brasil? Invocando la Ley de Acceso a la Información, el bioquímico Wagner Quintilio solicitó estos datos al Concea, que el organismo colegiado no divulga. La respuesta fue que, en 2021, se autorizó el uso de 4,07 millones de animales en el país. La mitad de ellos, aproximadamente, eran roedores, seguidos por 600.000 aves, 429.000 peces, 413.000 equinos y 170.000 porcinos. En la lista de los menos utilizados, figuran los primates no humanos (4.062 ejemplares) y los reptiles (3.684). El conjunto de animales cuyo uso fue autorizado en 2021 quedó por debajo de la cifra de 2020 (4,4 millones) y 2019 (5,38 millones) pero superó los 3,09 millones de 2018. “Las investigaciones de este tipo son informadas de manera transparente en otros países, pero aquí en Brasil no son de fácil acceso”, dice Quintilio.

Según el bioquímico, los países de la Unión Europea utilizaron 10,4 millones de animales para investigaciones, educación y pruebas regulatorias en 2019. Por su parte, Estados Unidos informó el uso oficial de 797.000 animales en 2018, pero las ratas y los ratones no están incluidos en ese cálculo. Sumándolos, se estima que el total llegaría a 23 millones por año. “En comparación con otras naciones, las cifras brasileñas son elevadas y sugieren que cabe la posibilidad de reducir y sustituir el uso de animales”, sostiene el bioquímico, quien desarrolla sus investigaciones en el Instituto Butantan y trabaja con métodos alternativos a la experimentación con animales. Quintilio ha publicado los datos proporcionados por el Concea en la plataforma SciELO Preprints.

Sin embargo, el Concea ha señalado que los datos informados no son exactos. Según la coordinadora del organismo colegiado, la fisióloga Kátia De Angelis, la digitalización de los informes de las actividades del Concea se hizo recientemente, en 2019, y las tentativas de consolidar los datos provistos por los cientos de comisiones de ética de instituciones diseminadas por todo el país han sido problemáticos. “Hemos detectado que los informes completados por los grupos de investigación no cumplen con el estándar y contienen muchos errores. Hace ocho meses creamos un grupo de trabajo compuesto por tres consejeros, con el respaldo de la secretaría ejecutiva del Concea, para verificar la información proporcionada y, a la brevedad, esperamos poder ofrecer datos fidedignos”, dice.

Entre los problemas, señala la coordinadora, se ha comprobado que hay duplicidad de datos sobre roedores: las mismas ratas y ratones han sido declarados dos veces, en primer lugar por los bioterios que crían y proveen los animales, y posteriormente por los investigadores que los utilizan. En cuanto a las aves, hay una carga irregular de datos sobre huevos recién embrionados, que no precisarían la autorización del Concea, porque atraviesan un período de gestación en el que aún no se ha formado el sistema nervioso.

A juicio de Kátia de Angelis, los datos disponibles indican que Brasil adhiere a la tendencia internacional de utilizar pocos animales como perros, gatos y primates no humanos, privilegiando el uso de roedores, aves y peces. “Fomentamos activamente la adopción de métodos alternativos, siempre apuntando a reducir el uso de animales”. Al respecto, ella menciona una resolución normativa del Concea lanzada en febrero de este año que prohíbe el uso de animales en las investigaciones y en el control de calidad de productos de higiene, cosméticos y perfumes para los cuales ya se haya demostrado la seguridad y eficacia de sus componentes.

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