Quienes tengan la rara oportunidad de poder acariciar a un tiburón notarán que su piel es lisa yendo desde su cabeza hasta la cola, y áspera en el sentido contrario. Se trata del efecto de los dentículos dérmicos que protegen al animal y le confieren hidrodinámica. La microscopía electrónica de barrido revela en el interior de la piel –en este caso perteneciente a la especie Squatina guggenheim– un entrelazamiento de estructuras e hilos mineralizados donde se incrustan en los dentículos. Este conocimiento aporta al desarrollo de trajes para nadadores, una contribución que llega a considerarse como dopaje tecnológico.
Imagen enviada por Marcela Viliod, estudiante de la carrera de educación física en el Instituto de Biociencias de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus de Rio Claro
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