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Política C&T

Una radiografía de la agricultura paulista

La investigación y las nuevas tecnologías aumentaron la productividad y redujeron los costos de los alimentos

Las mejoras en la productividad han alterado el perfil de la agricultura paulista. Durante los últimos 30 años, el área de producción se ha visto reducida, así como también lo ha sido el número de personas ocupadas en las áreas rurales. Se planta menos, pero se cosecha más. Esto es producto de una mayor inversión en insumos de la producción y en el desarrollo de nuevas tecnologías. La media de gastos en investigación, por ejemplo, trepó del 0,79% del Producto Bruto Interno (PBI) en 1960 al 1,5% en 1998, equiparándose a la media de inversión de los países desarrollados.

El incremento de la investigación durante ese período contó con la contribución de la FAPESP. Desde su creación, en 1962, hasta 1998, la Fundación invirtió 240,8 millones de reales en el financiamiento de becas de estudios, investigaciones, convenios y eventos científicos vinculados a la agricultura y la ganadería, a razón de 6,5 millones de reales como promedio anual. El resultado de ello es que, actualmente, casi 21 mil científicos paulistas desarrollan investigaciones en el sector.

Pero, ¿cuál fue el impacto efectivo de la inversión en investigación sobre la producción agrícola? Para responder a esa cuestión, la FAPESP le encargó un estudio a un grupo de especialistas, encabezados por el profesor Paulo Fernando Cidade de Araújo, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP), para evaluar su contribución para el desarrollo de la agricultura en el estado. También participaron del proyecto G. E. Schuh, Alexandre Lahóz Mendonça de Barros, Ricardo Shirota y Alexandre Chibebe Nicolella. El estudio, concluido el año pasado, se encuentra en su fase final de revisión y será publicado en breve.

Este trabajo, intitulado El Crecimiento de la Agricultura Paulista y las Instituciones Públicas bajo una Perspectiva de Largo Plazo, reunió los proyectos e instituciones financiadas por la Fundación durante el período, y estimó las diferentes relaciones entre gastos en investigación, Producto Bruto Interno (PBI) Agropecuario y valor bruto de la producción. Pero no fue posible evaluar el impacto de la investigación en el desarrollo agrícola. “Es difícil medir el impacto directo de la investigación en la producción física”, explica Francisco Romeu Landi, director presidente de la FAPESP.

Los responsables por el estudio apuntan algunas dificultades. “Conociendo tan solo algunas informaciones básicas, ¿hasta qué punto un proyecto encuadrado en determinada área de conocimiento, vinculada al área de agricultura y veterinaria, por ejemplo, tendría o no efectos directos o indirectos sobre la agricultura?”, indagan. El segundo problema -argumentan-, reside en el gigantesco volumen de datos relativos a un largo período de tiempo, durante el cual determinados criterios de encuadre se modificaron, como por ejemplo, en el caso de las subáreas de conocimiento.

Por tales razones -justifican-, el análisis del tema principal -el impacto de la investigación en la producción- tiene carácter “esencialmente exploratorio” y exigiría la “realización de un esfuerzo adicional en la investigación futura”. No obstante, los resultados dan un cuadro detallado de las inversiones de la Fundación en el sector y trazan un mapa minucioso de la evolución de los principales productos de la agricultura paulista.

Enseñanza e investigación
El estudio analizó la actuación de los seis institutos de investigación del estado: el Institutos Agronómico de Campinas (IAC), el Biológico, el de Economía Agrícola (IEA), el de Tecnología de Alimentos, el de Pesca y el de Zootecnia. También se evaluó la participación de la USP, de las universidades Estadual Paulista (Unesp) y Estadual de Campinas (Unicamp) y de sus facultades de la Esalq, instaladas en los campi de Piracicaba, Botucatú (FCA), Jaboticabal (FCAV), Ilha Solteira (FEIS), São Carlos (CCA), Campinas (FEA y Feagri) y São Paulo (FMVZ). Las acciones de los centros Estadual de Educación Tecnológica Paula Souza y de Energía Nuclear en la Agricultura (de la USP), así como también de la Coordinación de Asistencia Técnica Integral (Cati), de la Universidad Federal de São Carlos y de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), ligadas al gobierno federal, igualmente integran el estudio.

La radiografía de las universidades e institutos de investigación reveló que actúan en ellos más de mil profesores, y que en las carreras de agronomía se reciben alrededor de 2.200 nuevos profesionales anualmente. En 2001, el número de egresados en esas escuelas superaba los 20,7 mil, la mayoría de ellos (9,5 mil) egresados de la Esalq. Las tres universidades estaduales, según se constató, otorgaron 7,5 mil títulos de máster y/o doctor, están formando a casi 3 mil futuros científicos. En los institutos, más de 700 investigadores se suman a los casi 1,2 mil extensionistas de la Cati para integrar el sistema de investigación y difusión tecnológica del gobierno paulista.

Becas y auxilios
Entre 1962 y 1979, el 10% de los científicos, profesores, investigadores y profesores del área recibieron becas financiadas por la FAPESP. En total, la Fundación apoyó 883 proyectos ligados a la investigación agrícola, casi un 14% del total de las investigaciones emprendidas en el período. Merecen mención especial las inversiones en la formación de investigadores y profesores en los posgrados de la Esalq, el IAC y el Instituto Biológico. Juntas, dichas instituciones recibieron un 66% de los recursos de la Fundación.

Las becas recibieron en los 18 primeros años de la Fundación 13,3 millones de reales; las investigaciones, 48,6 millones, con una media aproximada de 55 mil reales por proyecto. El maíz, la soja, el trigo, el fríjol, el maní, el arroz, el algodón y la mandioca fueron los productos que contaron con mayor apoyo financiero (un 21% de los gastos en convenio y el 16% de la inversión sectorial en el período). Y se invirtieron otros 2 millones de reales en el apoyo a 62 proyectos de estudios de suelos y sabanas. Entre 1980 y 1999, las facultades de veterinaria y ciencias agrarias aumentaron ostensiblemente la demanda de becas y auxilios de la FAPESP. Los 178,9 millones de reales invertidos en el período contemplaron casi 13 mil proyectos, muchos de éstos de menor porte: lamedia fue de 13,7 mil reales por proyecto.

En la década del 80, el valor de las becas de estudio superó al de los auxilios. El cuadro se invirtió en los años 90, período de la implementación de los proyectos temáticos y de infraestructura, y de los programas especiales, lo que, según el estudio, habría hecho aumentar la visibilidad de la FAPESP ante la sociedad. En años recientes, el apoyo de la FAPESP se concentró en la financiación de proyectos de ampliación y manutención de la infraestructura de investigación y de bibliotecas (75,5 millones de reales), seguidos de los auxilios regulares a la investigación (61 millones de reales), programas especiales (20 millones de reales) y proyectos temáticos (15,3 millones de reales), al margen de eventos diversos (7 millones de reales). En estos años, las escuelas de agricultura recibieron 133 millones de reales para apoyar 10 mil proyectos, superando a la atención de los institutos de investigación (45,9 millones de reales para 2,9 mil proyectos).

El avance tecnológico en la agricultura
El avance tecnológico de la agricultura paulista es mostrado en detalles en este estudio. Hace medio siglo, São Paulo cosechaba 200 mil toneladas de papas, 22 mil de cebollas y 90 mil de tomates. Hoy en día se cosechan 676 mil toneladas de papas, 355 mil de cebollas y 748 mil de tomates. Entre esos productos que componen la canasta familiar, el aumento más modesto no se ubicó debajo del 200%.

Se cortaban 5 millones de toneladas de caña de azúcar. Ahora se cortan 198 millones, lo que hace de São Paulo el mayor exportador mundial de azúcar. Se recolectaban 150 mil toneladas de naranjas en aquel año. Cincuenta y dos años después, el estado tiene la mayor área plantada con esa fruta del mundo, en la cual se recolectan 16,3 millones de toneladas y se produce el 90% de todo el jugo de naranja exportado por Brasil, el mayor proveedor mundial del producto.

En la mitad del siglo, la soja era un producto exótico y los raros sojicultores no cosechaban más de 1,5 mil toneladas. En 2000, São Paulo cosechó 1,3 millones de toneladas de esa oleaginosa, y el complejo soja (grano, salvado y óleo) es desde hace años una de las más importantes fuentes de divisas para el estado y para el país, que superó a Estados Unidos, la cuna de la soja, en el ranking mundial de producción. Algo similar sucedió con la producción de proteínas. Antes, la faena de ganado bovino resultaba en 370 mil toneladas de carne; ahora son 486 mil toneladas. La producción de leche creció más de tres veces: de 460 millones a 1.800 millones de litros. La introducción de la avicultura industrial en los años 70 elevó la producción de carne de aves de 36 mil a 910 mil toneladas en 30 años; y la producción de huevos pasó de 53 millones de docenas a 914 millones al final del período.

En los últimos 30 años, el área destinada a la producción agrícola en el estado se redujo y también disminuyó la población. Pero aumentó el capital expresado en máquinas (de 67 mil a 170 mil tractores, por ejemplo), con sus reflejos positivos en la producción de alimentos y materias primas. Y la renta per cápita en el sector rural se elevó. En el Brasil de los años 50, el PBI per cápita rural era de 474 reales (valores actualizados a 1998), es decir, era 5,5 veces menor que los 2,5 mil reales registrados en las ciudades.

Esa situación perduró hasta el comienzo de los años 70, cuando empezó a intensificarse el proceso de modernización de la actividad agropecuaria, que amplió la atención al mercado doméstico y pasó a actuarmás intensamente en el mercado mundial. Resultado: en 1998,el PBI rural per cápita rural había subido a 2,1 mil reales, y el urbano, a 5,9 mil reales. La diferencia se redujo a un 36%. En São Paulo, ese proceso fue aún mas significativo, y la evolución de la relación entre el PBI per cápita rural y el urbano pasó de un 32% en 1948 a un 68% en 1999.

PBI rural
En 1950, del total del Producto Bruto Interno paulista, el 22% era generado en el campo; en 1998, ese porcentaje había caído a apenas un 5%, como consecuencia del fuerte proceso de industrialización vivido por São Paulo. En el intervalo, la economía paulista se expandió a una tasa anual del 5,6%, a remolque del producto industrial (del 6,7% anual), en cuanto el producto agrícola registraba una media anual de apenas un 2,6%. Entre 1980 y 1998, ese escenario cambió y la tasa anual de crecimiento del PBI paulista se redujo a un 1,5%, y solamente no fue menor merced al 4,1% anual registrado por la agricultura.

El campo fue el salvador de la patria en la década perdida, y la tecnología, principalmente aquélla generada en los institutos oficiales de investigación, salvó al campo. En el estudio solicitado por la FAPESP, que considera únicamente los gastos públicos en investigación, se analizan los índices de productividad del trabajo en la agricultura paulista, la evolución de los salarios pagados, la evolución de los precios recibidos por el productor y los que éste pagó.

Pero existe un importante tercer efecto que incide en la mejora de la productividad agrícola: los beneficios sociales, principalmente la reducción de los precios reales de los alimentos. La incorporación del progreso tecnológico surgido de la investigación permitió la elevación de la productividad; y esta, a su vez, hizo caer los precios de los alimentos. El estudio revela un cambio en el perfil de precios, especialmente entre las décadas del 70 y del 90. El fríjol es citado como ejemplo: en 1970 llegó a costar tres veces más que en 1976. Otro efecto fue la reducción de la volatilidad de los precios, tal como muestran los ejemplos de la papa y la cebolla entre 1980 y 1990.

El proceso de selección y desarrollo de nuevas variedades, generado en los institutos de investigación, resultó en la oferta de variedades precoces, medianas y tardías, que permiten extender el período de cultivo. De esta manera, se prolonga la oferta de alimentos a lo largo del año, reduciendo la escasez estacional y las pérdidas provocadas por las plagas, enfermedades y factores climáticos -con consecuencias menos intensas sobre la variación de precios. El estudio menciona una investigación en curso en la Universidad de São Paulo que revela, para el período 1975-2000, una reducción de los precios al consumidor de los productos agrícolas del orden del 5,6% anual, con destaque para la reducción de los precios del arroz (7,8% al año), café (7,4% al año), fríjol (13,4% al año), pollo (8,2% al año) y soja (8,0% al año).

Los alimentos más baratos representan un mayor poder de compra de los trabajadores. Con base en un estudio técnico de la USP, se comparó la evolución del salario real de un albañil empleado en la construcción civil en la ciudad de São Paulo y el precio de los alimentos: la conclusión indica que, de diciembre de 1985 a enero de 2000, el salario experimentó un aumento anual del 7,56%, en función de la baja en el precio de los alimentos.

Estrategia institucional
El estudio realizado a pedido de la FAPESP concluye sugiriendo líneas básicas para estructurar una futura estrategia institucional. Recomienda que se profundice la cooperación entre las instituciones de enseñanza y de investigación del estado y con otros centros de investigación, como el sistema Embrapa. Recuerda que la biotecnología, debido a su capacidad de generar innovaciones en la agricultura, acelera la tasa de difusión, amplia el radio de acción de las innovaciones y llama la atención sobre la alteración del rol de los sectores público y privado en el proceso de generación de tecnología, con la creciente capacidad institucional de proteger los derechos de propiedad intelectual.

Subraya la aceleración del proceso de especialización en la agricultura paulista (caña-naranja-maíz-proteínas) con predominancia para la formación de renta bruta del sector. Sugiere el estudio de estímulos de esas commodities, para aumentar la competitividad interna y externa del estado y del país. Pero advierte acerca de la necesidad de estimular a la industria de alimentos y de productos de consumo doméstico, para lograr un aumento de los ingresos de los estratos más pobres.

Asevera que cualquier política pública debe considerar la característica dualista de la agricultura en São Paulo: por un lado, los agricultores comerciales (innovadores, de porte e ingresos similares a los de la actividad urbano-industrial); por otro, los agricultores de bajos ingresos (producción de subsistencia, afectada por problemas socioeconómicos). El estudio llama la atención sobre el hecho de que el mayor contingente de mano de obra rural se encuentra en ese segundo segmento.

La recomendación final es la creación de un consejo de ciencia y tecnología para la agricultura, cuya acción estratégica consistirá en hacer viables las nuevas ideas y arreglos institucionales surgidos en el estado, más o menos como opera el National Research Council’s Board on Agriculture and Natural Resources, de Estados Unidos. La comisión o consejo no tendrá carácter político: un primer paso en ese sentido ya se ha dado, con la experiencia de la FAPESP en el comando del Proyecto Genoma, que catapultó a Brasil a la vanguardia mundial con el secuenciamiento genético de la Xylella fastidiosa, que causa el llamado amarelinho o plaga amarilla, una enfermedad fatal para una de sus principales riquezas: la citricultura.

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