Un equipo de investigadores de Europa y Estados Unidos identificó tres compuestos químicos baratos y de fácil obtención que podrían agregárseles a las vacunas para aumentar la estabilidad de sus componentes y, consecuentemente, su tiempo de conservación, incluso si se las almacenara a una temperatura ambiente relativamente alta. Esos aditivos podrían resultar útiles para incrementar la durabilidad de las vacunas, especialmente las que contienen virus atenuados, inactivos o alterados genéticamente. Buena parte de los inmunizantes disponibles utiliza virus y deben mantenerse a baja temperatura, lo cual dificulta su distribución en lugares remotos o con una infraestructura precaria. En los test, los científicos agregaron nanopartículas de oro, el polímero denominado polietilenglicol o azúcar común a una fórmula que contenía adenovirus tipo 5, asociado a infecciones respiratorias y que se usa para presentar distintos antígenos en algunas vacunas. En diferentes concentraciones, los compuestos mantuvieron la estabilidad del virus durante días o semanas a 25 y a 37 grados Celsius. Los aditivos también preservaron durante un lapso de 10 días la estabilidad de una fórmula que contenía adenovirus, considerada como candidata a vacuna contra la fiebre chikunguña (Nature Communications, 30 de noviembre).
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