Estudios llevados a cabo en el campo de la entomología –área de la biología que estudia a los insectos y sus relaciones con el resto de los seres vivos– demuestran que las interacciones entre moscas y arañas son más complejas de lo que podría suponerse. “La ubicación como predador y presa se invierte cuando se trata de moscas parasitoides”, cita a modo de ejemplo la bióloga Jéssica Paula Gillung, experta en análisis morfológico y de ADN, quien desde 2013 viene desarrollando estudios sobre insectos en universidades de Estados Unidos.
La científica, de 32 años, nacida en la ciudad de Palmeira, en el estado de Paraná, fue la ganadora del Premio Marsh para la Carrera Inicial de Entomología, que otorga la Royal Entomological Society de Londres, en el Reino Unido. El premio, que se entregó en el mes de agosto, constituye un galardón para aquellos científicos que se destacan en ese campo de investigación. Antes del Premio Marsh, Gillung ya había sido condecorada en otras dos ocasiones por la Sociedad Americana de Entomología.
Su interés en ese campo de estudios despuntó en 2005, durante su iniciación a la investigación científica en la carrera de ciencias biológicas de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), en Curitiba. “Ahí fue cuando tuve mi primer contacto con las moscas de la familia Acroceridae, que son enemigas naturales de las arañas y se las puede encontrar en áreas silvestres de todo el planeta”, explica Gillung.
La interacción de la moca parasitoide con las arañas surge en su estado larvario. “Este insecto vive en la araña y durante su etapa de desarrollo se alimenta de ella hasta consumir todos los tejido internos del animal”, describe. Durante su maestría, que obtuvo en 2011 en el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), Gillung estudió a las moscas de la especie Philopota Wiedemann, un género presente en la zona denominada región neotropical, que comprende desde los países de América del Sur hasta la porción sur de México. La investigación, que reveló 13 especies nuevas de moscas parasitoides, se realizó a partir de colectas y análisis de distintas colecciones entomológicas de los países de la región.
En su doctorado, que obtuvo el año pasado en la Universidad de California en Davis (EE.UU.), además de clasificar a los tipos de moscas parasitoides que interactúan con diversas clases de arañas, Gillung estudió el desarrollo de esos insectos a partir de análisis morfológicos, moleculares y de fósiles.
La experiencia que adquirió en laboratorio le brindó también la posibilidad de trabajar con abejas. En el posdoctorado que desarrolla actualmente en la Universidad Cornell, en Ithaca, Gillung investiga el efecto del uso de fungicidas sobre las larvas de abejas silvestres –solitarias y salvajes–, que las hembras depositan en pequeños agujeros en el suelo y en ramas huecas de árboles. “Existen evidencias de que los fungicidas son tan perjudiciales como el resto de los pesticidas”, advierte. Sucede que, según explica la investigadora, la larva se alimenta de una pequeña masa de polen y néctar, utilizada para acomodar al huevo. Similar a un pedazo de pan, este material depende de la fermentación de las levaduras para servirle como alimento. “La intención es describir en forma pormenorizada la manera en que los fungicidas afectan a la salud y al desarrollo de las larvas”, finaliza.
Proyecto
Revisión taxonómica y análisis cladístico de Philopota Wiedemann, 1830 (Diptera, Acroceridae) (nº 09/03932-6); Modalidad Máster; Investigador responsable Silvio Shigueo Nihei (USP); Inversión R$37.386,03