Dentro de aproximadamente seis meses, un tramo de 650 kilómetros (km) de la frontera brasileña con Paraguay contará con un sofisticado sistema de vigilancia. Ese es el plazo estimado por el Ejército Brasileño para que esté 100% operativa la primera fase del Sistema Integrado de Monitoreo de Fronteras (Sisfron), uno de los principales programas de las Fuerzas Armadas de Brasil que se encuentran en curso. El Sisfron utilizará de forma integrada un conjunto de radares, sensores y sistemas de comunicaciones para detectar e informar en tiempo real los movimientos físicos que ocurran en la frontera terrestre brasileña. El objetivo de este sistema, tenido por los expertos como un importante incentivo a la industria nacional, consiste en permitir que los organismos de defensa y seguridad federales y del ámbito de los estados del país cohíban actos ilícitos tales como el tráfico de armas y drogas, el contrabando, el robos de cargas y vehículos, los delitos ambientales y los conflictos fronterizos.
Este sistema de monitoreo se extenderá a lo largo de los 16.886 km que forman la línea limítrofe entre Brasil y 10 países vecinos. Cuando esté listo, vigilará un área de 2.553.000 km² –el 27% del territorio nacional–, abarcando 570 municipios de 11 estados brasileños, desde Amapá hasta Rio Grande do Sul. El mismo se concibió en 2011 y el compromiso inicial del gobierno federal era invertir 12 mil millones de reales en 10 años para concluir el proyecto en 2022. Actualmente se lo ejecuta según lo que permite el presupuesto y el plazo se ha extendido: se prevé que esté terminado hacia mediados de la década siguiente.
La dificultad de construir un sistema de vigilancia como este se debe a su complejidad. Una de las características de la frontera brasileña es su diversidad geográfica. Existen desde tramos de bosque denso y ríos caudalosos hasta áreas urbanas –en las que una calle marca la frontera entre los países– y senderos inhóspitos fácilmente transformados en vías para el narcotráfico y el contrabando. Según el general de brigada Sérgio Luiz Goulart Duarte, gerente del Programa Sisfron, esta diversidad requiere que las soluciones tecnológicas para el monitoreo y la comunicación se adopten de acuerdo con las características de cada localidad y de la capacidad operativa de los distintos comandos militares.
Hasta el presente, la vigilancia de la frontera brasileña está a cargo la Policía Federal (PF) en los puestos legales, y junto a los respectivos comandos militares regionales del Ejército en las demás áreas. Eso no va a cambiar. Las misiones de vigilancia se realizan en salidas de rutina o motivadas por informaciones y evidencias recabadas de forma aleatoria. Con el Sisfron, una serie de recursos electrónicos recolectará y transmitirá datos de forma continua, permitiendo una respuesta inmediata.
La base del Sisfron, como idea y como sistema, remonta al Sistema de Vigilancia de la Amazonia (Sivam) y al Sistema de Protección de la Amazonia (Sipam), proyectos implementados en la primera década de este siglo y destinados al monitoreo de la región amazónica. La capacidad de las empresas e instituciones brasileñas para proyectar un sistema del porte del Sisfron, según los expertos, es el resultado, en buena medida, de la participación que tuvo el país en el desarrollo del Sivan junto con la fabricante Raytheon.
La nacionalización
La empresa Savis Tecnologia e Sistemas, del grupo Embraer Defesa & Segurança, es la integradora de la primera fase del programa, es decir, la encargada de concretar la convergencia tecnológica y la gestión de los múltiples proveedores. “Estamos aplicando toda la capacidad desarrollada por Embraer en ingeniería de sistemas aéreos para gestionar un sistema de defensa terrestre”, declara el CEO de Savis, Nilson Santin.
La arquitectura tecnológica del Sisfron es la misma que han adoptado países como Estados Unidos, Rusia, Israel y Alemania para proteger sus fronteras terrestres, con la diferencia de que el sistema brasileño es el único de gran porte en implementación actualmente. “Es un sistema avanzado, lo que abre posibilidades mercadológicas para Savis y para los proveedores involucrados en el proyecto”, sugiere Santin. El blanco en potencial de Savis y las empresas implicadas en el desarrollo del Sisfron son los países que no cuentan con una industria de defensa estructurada.
Una demanda del Ejército brasileño apunta a que se alcance el nivel máximo de nacionalización posible en los equipamientos del Sisfron; la participación de contenido local, por el momento, se ubica alrededor del 75% de los suministros. La propia Savis, juntamente con Embraer, se encarga del desarrollo de algunos de los principales equipos de monitoreo, como el hardware de los sensores Mage/Comint (Mediciones de Apoyo de Guerra Electrónica/ Communications Intelligence), que trabajan con software de la alemana Saab Medav. El Mage/ Comint es un sistema de captación de señales electromagnéticas que rastrea la comunicación vía radio, muy usado en la guerra electrónica. Otro desarrollo, totalmente nacional, es el del radar Sentir-M20, capaz de detectar a una persona cuerpo a tierra a una distancia de 2 km o caminando a 10 km y un vehículo blindado a 30 km. Tal como explica Fabio Caparica, director ejecutivo de Savis, la integración de sistemas permite una operación en la cual el radar Sentir-M20 detecta el blanco y acciona una cámara, que empieza entonces a seguirlo. La información transmitida en tiempo real al centro de mando hace posible la identificación del blanco y la toma de decisiones.
Subsidiaria de la israelita Elbit, la brasileña de Rio Grande do Sul AEL Sistemas, con sede en Porto Alegre, es la proveedora de equipamientos optrónicos para el Sisfron, tales como cámaras multisensores de visión nocturna y diurna, sensores termales y sistemas de visión nocturna. Sergio Horta, CEO de AEL, explica que los componentes y partes de los equipamientos se producen en Israel, mientras que los brasileños se encargan del ensamblado, integración y mantenimiento de los sistemas. “La idea es que, al final del ciclo de instalación, Brasil pueda mantener los sensores en actividad, independientemente de la provisión externa de asistencia técnica o incluso de componentes”, informa.
El sistema de criptografía (la transformación de texto en código) y la autentificación (la protección del mensaje transmitido) adoptados en el Sisfron son productos nacionales. El CommGuard es una plataforma desarrollada por la empresa Kryptus Segurança da Informação, de la ciudad de Campinas, con el apoyo de la FAPESP. Roberto Gallo, CEO de Kryptus, sostiene que resulta esencial que un sistema de defensa adopte una solución nacional de garantía de seguridad de las comunicaciones.
Gallo menciona que algunos de los sistemas vendidos por empresas de otros países cuentan, por determinación legal o por orientación de sus gobernantes, con mecanismos embutidos que permiten la interceptación de la comunicación y el acceso a los datos. Con ello, las autoridades extranjeras pueden tener acceso a información sensible. “Un sistema de monitoreo de defensa con su secreto violado pierde sentido estratégico, puede volverse inútil”, afirma.
Los profesores Héctor Luis Saint-Pierre y Samuel Alves Soares, miembros del Grupo de Estudios de Defensa y Seguridad Internacional (Gedes), son escépticos respecto a la efectividad del Sisfron en el combate a acciones ilícitas en la frontera. “Existe una fascinación por la tecnología que se sobrepone a la estrategia”, advierte Soares, que es además coordinador del Programa Interinstitucional de Posgrado en Relaciones Internacionales San Tiago Dantas.