El 10 de enero, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) dio una noticia que se venía perfilando desde hacía algunos meses: 2024 superó a 2023 y se convirtió en el año más caluroso desde mediados del siglo XIX. A lo largo del año pasado, la temperatura media de la superficie del planeta fue 1,55 grados Celsius (ºC) superior a la media estimada de 13,6 ºC correspondiente al período comprendido entre 1850 y 1900, que se considera representativo de la era preindustrial. En 2023, el incremento había sido de 1,45 ºC, según los registros de la OMM. Esta fue la primera vez que el calentamiento global quiebra la barrera de los 1,5 º C durante un año natural, es decir, de enero a diciembre.
El principal tratado internacional sobre el clima, el Acuerdo de París, firmado en 2015, tiene por objeto lograr una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero con miras a limitar el aumento de la temperatura planetaria a 1,5 ºC en relación con el nivel de la época preindustrial. Aunque es elevado, este nivel de calentamiento se considera un techo aceptable para que los países puedan adaptarse a los cambios climáticos con un grado de seguridad razonable y mitigar sus impactos sobre sus territorios y poblaciones.
La cifra dada a conocer por la OMM tiene un margen de imprecisión de ± 0,13 ºC, y se calculó a partir del análisis y la consolidación de los valores obtenidos por seis servicios climáticos independientes. Tres de ellos son instituciones estadounidenses: la agencia espacial (Nasa), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa) y la organización no gubernamental Berkeley Earth. Los otros tres son Copernicus, de la Unión Europea, Met Office, del Reino Unido, y la Agencia Meteorológica de Japón. Para amplificar su mensaje de advertencia, debido al reciente incremento del calentamiento global y a la mayor frecuencia de eventos extremos, como los incendios forestales en la región de Los Ángeles (EE. UU.), una zona que viene siendo azotada por intensas sequías y fuertes vientos, los seis servicios acordaron divulgar sus datos correspondientes a 2024 el mismo día. Normalmente, cada organización publica sus cifras en algún momento del mes de enero, el día que consideran más conveniente.
Según las mediciones de los seis servicios, que utilizan metodologías y datos ligeramente distintos, 2024 fue el año más caluroso desde la segunda mitad del siglo XIX. Los valores para la temperatura media del año pasado calculados por cada una de estas instituciones son muy similares, con divergencias que no pasan de 0,16 ºC. Los servicios que registraron los mayores incrementos de la temperatura global promedio en 2024 en comparación con el período preindustrial fueron Berkeley Earth y Copernicus, con aumentos de 1,62 ºC y 1,6 ºC, respectivamente. La cifra más baja fue la obtenida por la Noaa: un incremento de 1,46 ºC para el año pasado en comparación con las de mediados del siglo XIX. Las mediciones de los seis centros confirman la tendencia al alza de la temperatura global, sobre todo a partir de la década de 2010. El último decenio ha constituido los 10 años más cálidos de la historia reciente.
“La historia del clima se está desarrollando ante nuestros ojos. No solo hemos tenido uno o dos años con temperaturas récord, sino una serie completa de 10 años, acompañada de condiciones climáticas extremas y devastadoras, de niveles del mar en ascenso y deshielo. Todo ello se ha visto impulsado por emisiones sin precedentes de gases de efecto invernadero debido a las actividades humanas”, dijo la meteoróloga argentina Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, en un comunicado de prensa al respecto de los datos del año pasado.
Excepto Oceanía y la Antártida, todos los continentes registraron temperaturas medias récord en 2024. Lo propio se constató en cuanto a la temperatura media de los océanos fuera de las latitudes polares. Marcas nunca vistas aparecen en los diferentes tipos de estadísticas obtenidas o recopiladas por los servicios climáticos. Un análisis realizado por Berkeley Earth a partir de datos mundiales y regionales estimó que 104 países batieron sus plusmarcas de temperatura promedio anual en 2024. Alrededor de 3.400 millones de personas, el 40 % de la población humana del planeta, experimentaron el período más caluroso de sus vidas, especialmente en Asia, África, América Central y Sudamérica y Europa Oriental.
Brasil fue uno de los lugares del planeta donde 2024 fue el año más caluroso del que se tienen registros. Según datos del Instituto Nacional de Meteorología (Inmet), la temperatura promedio en el país fue de 25,02 ºC, la más alta desde 1961, cuando comenzaron a registrarse este tipo de datos. En 2023, ahora degradado a la condición de segundo año más caluroso en Brasil, la marca había sido de 24,92 ºC. El registro de 2024 fue 0,79 ºC superior a la temperatura promedio histórica del país en el período comprendido entre 1991 y 2020. “Sucedió lo esperable en el marco de esta tendencia a batir récords año tras año”, comenta la meteoróloga Danielle Barros Ferreira, del Inmet.

Tonga Meteorological ServiceEn 2022, la erupción de un volcán submarino en el archipiélago de Tonga liberó 150 millones de toneladas de vapor de agua hacia la alta atmósfera, un evento que pudo haber contribuido al calentamiento del planeta durante los dos años siguientesTonga Meteorological Service
En cuatro estados brasileños, todos situados en el centro y norte del país, el calor superó en más de 1 ºC las temperaturas promedio históricas: Roraima (1,6 ºC), Mato Grosso do Sul (1,5 ºC), Mato Grosso (1,4 ºC), y Rondônia (1,2 ºC). Como la mayor parte de su territorio se encuentra en una región tropical, la temperatura media sobre la superficie de Brasil es bastante más alta que la global del planeta. En un año mundialmente caluroso sin precedentes en la historia reciente como ha sido 2024, la temperatura promedio de la Tierra fue, según los cálculos del servicio europeo Copernicus, de 15,10 ºC, prácticamente 10 grados menos que la registrada en Brasil.
El récord mundial de calor en 2024 era algo que ya se preveía. Con excepción de 2020 ‒el primer año de la pandemia de covid-19‒, las emisiones planetarias de gases de efecto invernadero, tales como dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, no han dejado de aumentar (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 346). Este panorama hace imposible anticipar un enfriamiento significativo del clima en la Tierra a corto plazo. Desde la década de 1970, la temperatura media del planeta ha aumentado alrededor de 0,2 ºC por década. En simultáneo con esta tendencia alcista, se producen fluctuaciones inesperadas, tanto al alza como a la baja, que pueden proporcionar un respiro pasajero o acentuar aún más la zozobra.
De todos modos, la aceleración del calentamiento global de los últimos 10 años es impresionante. Las temperaturas de 2023 y 2024, los dos años más tórridos desde el siglo XIX, fueron tan altas que superaron en 0,2 ºC los pronósticos de los modelos climáticos. En lugar de ubicarse actualmente en 1,3 ºC, como se preveía, el calentamiento global ha alcanzado anticipadamente la marca de 1,5 ºC en estos dos años.
No cabe duda de que el motor principal del aumento de los marcadores en los termómetros es la emisión de gases de efecto invernadero producidos las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y el fomento de la deforestación y los incendios en bosques y áreas verdes. Pero algunos datos sugieren que tal vez existan factores específicos, algunos aparentemente puntuales, otros más duraderos, que pueden haber amplificado la tendencia al alza de la temperatura a escala mundial en 2023 y 2024.
La lista de estas causas secundarias incluye niveles récord de vapor de agua en la zona superior de la atmósfera en 2024, una marcada reducción de las nubes a baja altitud, especialmente en 2023, y una disminución de la producción de un tipo de contaminación liberada por los buques en sus rutas transoceánicas, las partículas (aerosoles) de dióxido de azufre (SO2). El vapor de agua recalienta la atmósfera, mientras que las nubes bajas y los aerosoles (aunque son perjudiciales para la salud) disminuyen las temperaturas superficiales. Parte del exceso de vapor de agua ‒en 2024 se midieron los niveles más altos de los últimos 33 años de este gas en la alta atmósfera fuera de las zonas polares‒ se atribuye a la erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, vecino al archipiélago de Tonga, en el Pacífico Sur, en enero de 2022.
Fue la mayor explosión submarina que se haya registrado con instrumental moderno. Ese evento inyectó alrededor de 150 millones de toneladas de vapor de agua en la alta atmósfera, una cantidad nunca antes registrada, a altitudes superiores a los 50 kilómetros. Las erupciones de grandes volcanes terrestres, como la del Pinatubo, en junio de 1991 en Filipinas, liberan enormes cantidades de aerosoles compuestos de dióxido de azufre, que pueden enfriar en parte el clima de la Tierra durante breves períodos. Estos fenómenos transportan los aerosoles hacia la estratósfera, la segunda capa de la atmósfera, bloqueando parte de la radiación solar que llega a la superficie. En el caso del volcán submarino de Tonga, la cantidad de vapor de agua eyectada fue mucho mayor que la de aerosoles, lo que puede haber contribuido a motorizar en parte el aumento de las temperaturas de los dos últimos años.
Sin embargo, esta hipótesis no tiene consenso entre los expertos. “Estamos emitiendo una cantidad de gases de efecto invernadero producto de las actividades humanas que duplica lo que el planeta podría soportar sin tener que aumentar su temperatura atmosférica”, comenta el meteorólogo Gilvan Sampaio, coordinador general del departamento de ciencias de la Tierra del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil. “Además, el último El Niño también contribuyó a las altas temperaturas récord de los dos últimos años”.

Apu Gomes/Getty ImagesEl clima más seco del año pasado intensificó los incendios de enero en la zona de Los Ángeles [EE. UU.]Apu Gomes/Getty Images
El Niño, un fenómeno periódico de origen natural, se caracteriza por un calentamiento anormal de las aguas superficiales del Pacífico Ecuatorial Central. Esta alteración calienta el planeta y modifica el régimen pluvial y de sequías en diversas zonas del globo. El más reciente comenzó en junio de 2023 y culminó en mayo de 2024. Fue intenso, pero no batió ningún récord asociado directamente con el fenómeno. Desde entonces, el Pacífico ingresó a una fase neutra que ahora parece encaminarse a una La Niña (el ciclo inverso a El Niño, un enfriamiento de las aguas de esa región del océano) débil.
Históricamente, la llegada de La Niña mitiga, en parte, la tendencia dominante de aumento del calentamiento global. Entre 2020 y 2023 hubo tres años sucesivos de incidencia de este fenómeno, de intensidad débil a moderada. Aun así, en ese período se batieron todos los récords de temperatura. Algunos investigadores sospechan que La Niña está perdiendo su capacidad hacer descender las marcas de los termómetros. “La atmósfera se ha tornado confusa y estamos atravesando una etapa de transición”, dice el meteorólogo Humberto Barbosa, coordinador del Laboratorio de Análisis y Procesamiento de Imágenes Satelitales (Lapis), de la Universidad Federal de Alagoas (Ufal). “Ya no podemos analizar el clima de la forma que lo hacíamos hace 30 años”.
Para la oceanógrafa Regina Rodrigues, del Laboratorio de Extremos Climáticos de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), no puede descartarse el posible papel de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (Amoc, por su acrónimo en inglés) en el reciente incremento de las temperaturas globales. La Amoc lleva aguas cálidas superficiales del Atlántico Sur al Atlántico Norte y trae aguas frías y profundas de Groenlandia hasta el extremo meridional de América del Sur. Varios estudios recientes indican que la circulación oceánica se encuentra actualmente en su período más débil de este milenio, habiendo perdido un 15 % de su intensidad. Su eventual colapso podría provocar fuertes anomalías en los actuales regímenes de precipitaciones y temperaturas hacia finales de este siglo. “Aún no lo sabemos con certeza, pero es posible que ya estemos experimentando los efectos del debilitamiento de la Amoc sobre el clima terrestre”, comenta Rodrigues, autora de varios trabajos sobre la circulación.
Aunque las temperaturas récord de 2023 y 2024 hayan alcanzado anticipadamente el techo de 1,5 ºC de calentamiento global, algunos científicos dicen que todavía es prematuro afirmar que se ha rebasado la meta del Acuerdo de París. “Un solo año con un [aumento] de la temperatura superior a 1,5 ºC no significa que hayamos incumplido las metas del acuerdo a largo plazo, que son medidas [que deben tomarse] a lo largo de décadas, no durante un año individual”, dijo Celeste Saulo, de la OMM. “No obstante, cabe reconocer que cada fracción de grado de calentamiento es importante. Ya sea que nos encontremos por debajo o por encima de los 1,5 ºC de calentamiento, cada incremento adicional aumenta los impactos sobre nuestras vidas y nuestras economías, como así también sobre nuestro planeta”.
Este artículo salió publicado con el título “Calor récord en 2024” en la edición impresa n° 348 de febrero de 2025.
Republicar