La urgencia por hallar respuestas para hacer frente a la pandemia ha puesto a prueba el modelo de publicación en preprints, trabajos científicos aún no evaluados por expertos que se difunden en plataformas de acceso abierto ni bien están listos. Los estudios y datos publicados recientemente han permitido realizar un balance del uso y el rendimiento en aumento de este modelo de comunicación científica durante la emergencia sanitaria. Investigadores de la Universidad de Zagreb, en Croacia, analizaron algo más de 6.000 artículos sobre el covid-19 publicados en los repositorios de preprints bioRxiv y medRxiv entre enero y septiembre de 2020. Se concentraron en la porción de estos trabajos que posteriormente fueron sometidos a una revisión por pares y que finalmente salieron publicados en revistas científicas, y notaron que los preprints sobre el covid-19 fueron aceptados para su publicación unos 50 días después de su presentación, en comparación con una demora superior a los 100 días para los manuscritos sobre otros temas de investigación. Este desempeño permite inferir que las revistas han agilizado la evaluación del conocimiento divulgado expresamente sobre la pandemia.
Otro estudio, publicado en febrero en la revista PLOS Biology, examinó el contenido de los preprints o prepublicaciones y determinó que, para un conjunto de artículos publicados posteriormente en revistas científicas, la contribución de la evaluación por pares fue menor, un indicador de que estos trabajos, en su mayoría, e incluso en sus versiones preliminares, ya eran razonablemente completos. Este estudio, cuya autoría es de investigadores de Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos, analizó los resúmenes de preprints sobre diversos temas publicados al comienzo de la pandemia en las plataformas bioRxiv y medRxiv, luego publicados en revistas hasta el 30 de abril de 2020. De los trabajos sobre el covid-19, tan solo el 17,2 % tuvieron modificaciones entre la versión preliminar y la revisada por pares. Aun así, la mayoría de esos cambios no afectaba cualitativamente las conclusiones del artículo. En tanto, para los preprints que abordaban otros temas, el índice de alteraciones fue menor: un 7,2 % del total. El análisis no examinó el contenido de los trabajos que no se convirtieron en artículos de revistas.
Es verdad que durante la pandemia hubo casos en los que se divulgaron manuscritos de mala calidad e incluso fraudulentos en los repositorios de preprints. El 31 de enero de 2020, un grupo de investigadores de la India depositó un trabajo en el repositorio bioRxiv en el que se sugería que había similitudes entre las proteínas del Sars-CoV-2 y el VIH, causante del sida. La publicación generó repercusiones en Twitter, abonando las teorías conspiratorias sobre el origen del nuevo coronavirus. El estudio fue examinado por investigadores que lo refutaron rápidamente, y sus autores lo retiraron del repositorio el 2 de febrero.
Con todo, no debe suponerse que los preprints hayan sido los difusores principales de datos de investigación apócrifos. El sitio web Retraction Watch llevaba registrados hasta mediados de febrero 212 artículos científicos sobre el covid-19 cuyos resultados han sido descalificados por contener errores, problemas metodológicos o fraudes. Tan solo 43 de ellos eran preprints. La mayor parte de la lista, 169 del total, correspondía a artículos publicados en periódicos científicos y que habían superado la revisión por pares. Incluso revistas prestigiosas como The Lancet y The New England Journal of Medicine, han debido retractar artículos ante las evidencias de que los mismos se basaban en datos fraudulentos, proporcionados por una empresa, en este caso Surgisphere, que no tenía cómo obtenerlos. Entre los papers sobre el covid-19 que fueron objeto de retractación también hubo ejemplos que ponen de manifiesto fallas garrafales en el proceso de revisión, como en el caso de un artículo publicado en Journal of Biological Regulators and Homeostatics Agents, según el cual, la tecnología de telefonía celular 5G podría ser lo que producía el nuevo coronavirus a partir de las células epiteliales.
El médico Olavo Amaral, del Instituto de Bioquímica Médica de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), publicó en 2020 un artículo en la revista Research Integrity and Peer Review, en el que comparó la calidad de los preprints y los artículos revisados por pares en la literatura biomédica. La muestra analizada era de 2016, anterior a la pandemia. El trabajo demostró que la revisión era capaz de mejorar de manera incremental el contenido de los manuscritos, corrigiendo errores formales y pequeñas omisiones. Pero la calidad de los preprints analizados, apenas algo inferior a la de los artículos revisados, abonaba la idea de que hay que considerar a estos trabajos como contribuciones científicas válidas. “La ventaja más obvia de los preprints es la velocidad con la que son divulgados. Una demora de meses para dar a conocer los resultados de una investigación, mientras las revistas llevan a cabo el proceso de revisión por pares, resulta inadmisible para un hallazgo que tenga un impacto sobre la salud de las personas”, afirma.
Amaral coordina la Iniciativa Brasileña de Reproducibilidad, un proyecto que pretende rehacer cien experimentos de artículos brasileños del área de la biomedicina para comprobar si es posible reproducir los resultados publicados. Él no considera que los preprints entrañen un peligro mayor de divulgación de datos que posteriormente no puedan confirmarse. “No es cierto que esté garantizada la calidad de un artículo revisado por pares. Los revisores pueden analizar los datos disponibles y sugerir alguna mejora. Pero si un autor miente o incluye datos falsos, esto es difícil de detectar, como de hecho puede inferirse ante la gran cantidad de artículos retractados”, dice.
En opinión de Abel Packer, coordinador de la biblioteca de revistas de acceso abierto SciELO Brasil, la revisión por pares se ha transformado en un pilar de la comunicación científica y la adopción de los preprints como estándar de publicación está sumamente lejos de obtener consenso. “En el modelo actual, la responsabilidad de lo que se publica recae en la revista, en su editor y en sus revisores. En el preprint, esta pasa a ser del autor y hay quienes se oponen a ello”, explica. Él reconoce que las publicaciones instantáneas han ganado más aceptación durante la pandemia. “Hoy en día, cuando se divulga un hallazgo en un preprint, siempre se advierte que los resultados van a ser evaluados por otros investigadores. Esta forma de entender cómo funciona el trabajo científico ha sido asimilada por la sociedad.”
Packer, quien también coordina el repositorio de acceso abierto SciELO Preprints, dice que es posible evitar la difusión de trabajos de mala calidad. En el caso de la plataforma brasileña, un moderador evalúa el manuscrito antes de liberarlo, verificando que cumpla los requisitos mínimos: si fue aprobado por un comité de ética cuando esto era necesario o si contiene una descripción de los métodos. Los autores también deben informar su identificación en el sistema Orcid, en el cual puede evaluarse si cuentan con producción científica previa. “Si se trata de un autor joven y aún no ha publicado nada, solo liberamos el artículo en la plataforma si el mismo está avalado por algún científico reconocido”, informa. Durante la pandemia, varias revistas científicas como The Lancet y Jama adoptaron un término medio, creando repositorios de preprints propios para divulgar rápidamente los trabajos con resultados relevantes mientras simultáneamente se realizaba el proceso de revisión. Este método también está siendo utilizado por las revistas de la colección SciELO. Cuando reciben manuscritos, los editores les recomiendan a los autores que también los depositen en la plataforma SciELO Preprints. “De esta manera, los conocimientos ya están disponibles mientras se procede a revisar el artículo”, dice Packer.
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