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Alexander Kellner

Alexander Wilhelm Armin Kellner: En las alas del pasado

Paleontólogo habla sobre los pterosaurios, los primeros réptiles voladores, los estudios con los chinos y las dificultades que afronta la investigación científica en su área

Entrevista Kellner_08LÉO RAMOSLas primeras piedras en el camino del geólogo y paleontólogo Alexander Wilhelm Armin Kellner, de 53 años, fueron las piedras preciosas. Su padre tuvo un comercio de alhajas en Río de Janeiro en la década de 1970. Con 12 años, este hijo de inmigrantes de la posguerra ‒padre alemán y madre austríaca‒ nacido prematuramente en el diminuto principado europeo de Liechtenstein, servía café y barría el piso en la tienda de la familia. Posteriormente, rocas de otra naturaleza ‒restos de vertebrados preservados en forma de fósiles‒ pasaron a formar parte de su vida de trabajo.

Brasileño naturalizado desde 1997, Alex Kellner, como se lo conoce más, es uno de los mayores expertos en pterosaurios del mundo: esos animales constituyen un raro grupo de réptiles voladores que, al igual que los dinosaurios, surgió a finales del período Triásico, hace alrededor de 230 millones de años, y se extinguió misteriosamente en los estertores del Cretácico, 66 millones de años atrás. Si bien hubo ejemplares del tamaño de un gorrión, los pterosaurios, los primeros vertebrados que levantaron vuelo, están popularmente asociados con animales de gran porte, cuyas alas abiertas podían alcanzar una envergadura superior a los 10 metros. Fueron los amos de los aires durante más de 160 millones de años.

Docente del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), Kellner publicó más de 200 artículos en revistas científicas. Describió casi 60 nuevas especies de vertebrados. “Pero hay de todo un poco ahí, dinosaurios y cocodrilianos, entre otros. De los pterosaurios, describí 29 especies”, dice el paleontólogo, quien también es investigador asociado del Museo Americano de Historia Natural (AMNH) y del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (IVPP) de Pekín. Entre abril de 2014 y enero de este año, el museo neoyorquino fue sede de una exposición de esos reptiles alados, cuya curaduría compartieron Kellner y un colega norteamericano, Mark Norell.

Con ricos depósitos de fósiles del Cretácico con edades entre 115 millones y 110 millones de años, la cuenca de Araripe, que abarca parte de los estados de Ceará, Piauí y Pernambuco, es uno de los lugares que les suministran más vestigios de pterosaurios a Kellner. En los últimos años, China se ha convertido en otra importante fuente de material para sus estudios. “Los chinos decidieron invertir en paleontología. Ahora no dejan escapar ningún fósil de allá”, afirma. “Deberíamos hacer lo mismo”. En la siguiente entrevista, Kellner cuenta un poco de su historia familiar y se refiere a los, en ocasiones, tortuosos trayectos de su investigación.

¿Cómo vino a parar a Brasil?
Mi padre era alemán y nació en 1926. ¿Y dónde estaba en 1945? ¿Recuerda a aquellos muchachos de la película La caída, sobre Hitler, que estaban en Berlín y no tenían ni idea? Logro ver a mi padre como uno de ellos. Le fue muy mal en la guerra, perdió a toda la familia y fue prisionero de los rusos, pero se escapó y después lo capturaron los norteamericanos. Un oficial judío lo libertó, porque era un pobre hombre. Mi padre entonces empezó a trabajar con compraventa de terrenos y andaba entre Austria y Suiza. Vino a Brasil en la década de 1960 con mi madre, que era austríaca y falleció el año pasado. Ella me tuvo a los 17 años, cuando estaba pasando por casualidad por Liechtenstein. Durante mis cuatro primeros años viví con mi abuela en Austria, hasta que ellos se radicaron acá. En 1965, mi mamá me fue a buscar, y desde entonces estoy en Brasil. En aquella época se hablaba del milagro de Brasilia, la capital del futuro. Cuando mi padre se vino acá, se discutía mucho sobre la venta de terrenos. Llegó y vio que no había nada interesante en el área, pero resolvió radicarse en Brasil. Primero fue a Brasilia, pasó por Minas Gerais y después por Río, donde encontró un filón económico interesante, que es el de las piedras preciosas.

Edad:
53 años
Especialidad:
Paleontología
Estudios:
Grado y maestría en Geología en la UFRJ y doctorado en la Universidad Columbia, en colaboración con el Museo Americano de Historia Natural
Institución:
Museo Nacional/UFRJ
Producción científica:
Más de 200 artículos científicos y casi 60 especies de vertebrados descubiertas, de las cuales 29 son de pterosaurios

¿Su primer idioma entonces fue el alemán?
Llegué acá y sólo hablaba en alemán. Estudié en una escuela alemana, la Corcovado, en ese entonces quedaba en Urca y ahora está en Botafogo, en Río, y es trilingüe. Se aprende portugués, alemán e inglés. Empecé en la joyería de mi padre a los 12 años. Él era un tipo duro. Decía: nada es gratis, hay que trabajar para lograr las cosas. Servía cafecitos, limpiaba los vidrios y barría los pisos. Fue excelente. Ésa fue mi formación desde el comienzo.

¿Su amor por la paleontología surgió desde niño?
Quería ser de todo: astronauta, diplomático; pensé también en seguir administración para encargarme de las empresas de mi padre. Pero, ¿qué pasó en ese ínterin? Yo jugaba al fútbol, era arquero y el equipo de la escuela tuvo una oportunidad maravillosa: iba a jugar contra un equipo de las inferiores de Flamengo. Soy de Fluminense, pero, para nosotros, era un honor. Pero queríamos ganar, y entonces llamamos a algunos alumnos más grandes, que ya habían rendido el examen de ingreso a la universidad, para reforzar el equipo. Empatamos 2 a 2. Fui una de las figuras del partido e incluso atajé un penal. Tenía 15 ó 16 años. Recuerdo que eso fue dos años antes del rendir el examen de ingreso a la universidad. Hubo una celebración después del partido. Uno de los chicos más grandes me dijo que él había entrado en geología. Yo ni siquiera sabía qué era eso. Me dijo que era el estudio de las rocas y me preguntó qué iba a seguir yo. Primero le dije administración y después que lo que realmente quería era estudiar aquellos animales que  están en las piedras, los fósiles. Después aprendí que lo correcto es decir rocas. Decir piedras es una herejía para un geólogo. Entonces él me dijo: “Si quieres seguir paleontología, tienes que estudiar geología”. Entonces me tomé el ómnibus, me fui a casa y le dije a mi mamá que iba a estudiar geología. Ella me preguntó “¿geo qué?”. Le cuento eso para mostrarle cuál era nuestro nivel de formación.

¿Fue fácil ingresar a Geología en la UFRJ?
Era necesario llegar a los 5.534 puntos en el examen de ingreso para entrar. Y fue lo que logré. Entré en la última de las 40 vacantes. Mucha gente intentaba entrar en Geología. Durante la carrera empecé a trabajar con el paleontólogo Diogenes de Almeida Campos, que estaba en el Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM) [lea la entrevista con Almeida Campos en Pesquisa FAPESP, edición nº 108]. Esa colaboración sigue hasta los días actuales. Después obtuve una beca de iniciación a la investigación científica. Salí de casa y me fui a vivir con un amigo. En algunos momentos dependía de la beca, en otros del trabajo con mi papá. Me recibí, pero hubo entonces una época complicada en la UFRJ. Un profesor reprobó a toda la comisión en el último año y entonces le hicimos juicio. Algunos nos recibimos, pero otros no lo lograron. Eso me dejó mal, quise alejarme de la universidad. Trabajaba con mi padre, ganaba un buen dinero y pensaba en seguir mi vida por ese lado. Pero, como me gustaba la paleontología, seguí yendo al DNPM. Un día, Diogenes me preguntó si yo iba a seguir haciendo investigación. Le dije que sí y me contestó que entonces debería hacer la maestría. Al año siguiente, ingresé en la maestría en la UFRJ. Pasé en primer lugar, obtuve una beca y tuve un desentendimiento con mi padre, es decir, uno más, porque él no quería que yo me convirtiese en paleontólogo. Quería que me encargase de sus empresas. Entonces surgió una oportunidad que cambió mi vida. Fue en 1989, en el encuentro de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, en Austin, Texas.

¿Qué pasó en ese encuentro?
Lo primero fue que me di cuenta que el encuentro de paleontólogos especialistas en vertebrados fósiles de todo el mundo se estaba realizando en un hotel cinco estrellas. En Brasil, hacíamos eventos en locales pequeños, que en algunos casos apenas sí tenían un baño. El primer trabajo que vi en el encuentro fue de paleopatología, el estudio de las enfermedades en fósiles. Estaba en el medio de la maestría y nunca había escuchado hablar de eso. En aquel evento había una sesión entera dedicada al tema. Después, aparecieron los estudios de isótopos y de cladística, que es la relación filogenética entre los organismos. No sabía nada de eso. Me acuerdo que, luego de la cuarta o quinta ponencia, salí del encuentro decidido a convertirme en investigador.

El paleontólogo en un campo de China, en 2005

Archivo personalEl paleontólogo en un campo de China, en 2005Archivo personal

¿Cómo surgió de ir a cursar su doctorado en la Universidad Columbia, en un programa asociado con el AMNH?
Durante mi maestría fui a Europa y vi varias colecciones, incluso en Alemania, en el Instituto para Paleontología y Geología de Baviera. Allá había un investigador llamado Peter Wellnhofer, que tenía varios trabajos publicados, y fui a hablar con él. Wellnhofer me llevó hasta un armario en su despacho, abrió un cajón y me mostró un ala completa de pterosaurio. Abrió otro cajón y había un cráneo completo, lleno de otros huesitos. Todos fósiles de Brasil, que vi durante algunos segundos. Me dijo que estaba terminando un trabajo y que creía que en el AMNH debía haber más material. Me sugirió que hablase con John Maisey, actualmente curador de la sección de paleontología del museo en Nueva York. Regresé a Brasil frustrado. Estaba trabajando acá con un montón de astillas de pterosaurio y ellos allá con el animal entero, en Alemania. Resolví escribirle una carta a Maisey. Me dijo que cursaba su maestría sobre pterosaurios, y le pregunté se tenía material que yo pudiera estudiar. Le mandé la carta, sin esperanza de obtener una respuesta. Pero Maisey me dijo que conocía mi trabajo; no sé cómo, si bien que yo publicaba bastante desde la época de estudiante. En síntesis, para acortar la historia: me terminaron aceptando en Columbia y me mudé a Nueva York con mi mujer y mis dos hijos pequeños. Estuve allá entre 1991 y 1996. Ingresé al Museo Nacional en 1997, cuando regresé a Brasil.

¿Cómo surgió su interés en los pterosaurios?
En buena medida porque me encantaba Los herculoides, la serie dibujos animados creada en Estados Unidos a finales de los años 1960 que después la dieron acá en Brasil. Había dragones y todo aquello me fascinaba.

¿Cómo le describe un pterossaurio a un lego?
De una forma simplificada, son reptiles con alas enormes y un cuerpo sumamente pequeño. Las formas más basales tenían la cola larga y el cuello corto. Las formas más derivadas tenían cola corta, cuello largo y cabeza aún más sobredimensionada si se la compara con el cuerpo. En términos evolutivos, resulta interesante subrayar que los pterosaurios no son aves ni tampoco dinosaurios. Pese a que perdura la discusión acerca de dónde se ubican exactamente estos animales alados en la cadena evolutiva de los reptiles, la mayoría de los autores, y allí me incluyo, sostiene que los pterosaurios son parientes cercanos de los dinosaurios. Son un grupo hermano de los dinosaurios. Esto significa que ambos grupos derivan de un ancestro reciente común y después cada uno siguió su camino evolutivo de manera independiente. Mientras que los dinosaurios dominaron la tierra firme, los pterosaurios se convirtieron en amos de los cielos. No obstante, hay paleontólogos que consideran que los pterosaurios estarían más cerca de la línea evolutiva que originó a los lagartos.

¿Los registros fósiles de dinosaurios hallados no son un poco más antiguos que los de pterosaurios?
Los dinosaurios más antiguos pasan de los 230 millones de años, en tanto que los pterosaurios se ubican entre los 215 millones y 220 millones de años. Esto sólo tiene que ver con el tema de la preservación de los fósiles. En términos numéricos, hay ocho o nueve veces especies conocidas más de dinosaurios que de pterosaurios. Han sido descritas alrededor de 215 especies de pterosaurios. De ellas, aproximadamente 150 están consideradas actualmente válidas por la ciencia. De las 2 mil especies descritas de dinosaurios, poco más de mil están consideradas válidas, dependiendo de la fuente utilizada como referencia.

Kellner con sus hijos en Washington, en 1993, durante su doctorado en el Museo Americano de Historia Natural

Archivo personalKellner con sus hijos en Washington, en 1993, durante su doctorado en el Museo Americano de Historia NaturalArchivo personal

¿Por qué no puede considerarse que un pterosaurio es un ave?
Hay tres grupos que desarrollaron el vuelo activo: las aves, los murciélagos y los pterosaurios. El resto planeaba. La historia evolutiva de cada grupo es distinta. Sabemos que un pterosaurio no es un ave por su anatomía, al estudiar sus huesos. Los pterosaurios tienen el cuarto dedo ‒el dedo anular‒ alargado, que le daba sustentación a una membrana alar. Esa constitución es muy distinta a la de los murciélagos, que poseen cuatro dedos involucrados en el ala, y a la de las aves, que tienen plumas y los huesos del antebrazo proporcionalmente más desarrollados.

¿Es posible hacerse una idea de cómo habrá sido convivencia entre los pterosaurios y los dinosaurios?
Hay registros de pterosaurios que fueron depredados por dinosaurios. Ya se encontró, por ejemplo, un diente de espinosaurio, un dinosaurio carnívoro, dentro de una secuencia de vértebras de pterosaurio. Grosso modo, podemos decir que vivieron juntos, pero, con excepción de los dinosaurios avianos, de los cuales derivan las aves, habitaban ambientes separados. Todos los registros de pterosaurios indican que volaban. Por eso podían huir de los dinosaurios terrestres. Sólo los dinosaurios avianos competían con los pterosaurios.

¿Por qué la cuenca de Araripe preservó tantos fósiles de vertebrados?
Araripe es una región maravillosa en términos de preservación de fósiles del Cretácico. Suelo decir que es así porque Dios es brasileño. Pero, bromas aparte, incluso porque soy agnóstico, la riqueza fosilífera de esa zona tiene una explicación científica. Araripe era el fondo de un lago gigantesco pero anóxico, sin oxígeno: todo lo que caía dentro no se destruía ni se descomponía. Esa característica preservó los fósiles, con un agregado: se formaron de nódulos de caliza que envolvían restos orgánicos: hacían las veces de chaquetas de protección de los huesos contra la compresión resultante del peso de las capas sedimentarias. Los mejores fósiles preservados hoy en día, con excepción de los hallados en ámbar, son los que se conservaron en nódulos calcáreos. Algunos pterosaurios de Araripe son muy particulares. Están los de la subfamilia de los Thalassodrominae, que tienen crestas enormes, y fueron hallados únicamente en Brasil. Están también los Tapejarinae, con crestas menores, que primero aparecieron acá y recién después en China y en otros lugares. Eso sin contar los Anhangueridae, que, con sus dientes bien desarrollados, fueron registrados inicialmente en Brasil y después en otras partes del mundo.

Con sus casi 30 especies descritas de pterosaurios, ¿cuáles son sus principales aportes a la comprensión de esos réptiles alados?
Tengo una teoría que postulé en 1994 y se refiere a la competencia entre aves y pterosaurios. Hice un análisis global y vi que existe una concentración impresionante de pterosaurios en cuatro depósitos fósiles: Solnhofen, en el sur de Alemania; Cambridge Greensand, en Inglaterra; Araripe, en el nordeste de Brasil, y la formación Niobrara, en Estados Unidos. Esos depósitos representan áreas que, en el pasado, estaban cerca del mar. Comparando el contenido fosilífero, se observa que existe una cantidad mucho mayor de pterosaurios que de aves. Toda vez que ambos animales poseen huesos frágiles, no se trata de algún fenómeno que pueda explicarse debido a la preservación. Entonces puedo decir que, durante el Cretácico y gran parte del Jurásico, las áreas costeras eran dominadas por los pterosaurios, ampliamente predominantes con relación a las aves. En la parte interna de los continentes, no sabemos quiénes dominaban. No contamos con datos suficientes. China es quizá el único lugar del mundo donde se puede develar esa cuestión de la competencia de las aves y los pterosaurios fuera de las regiones costeras. Allá hay depósitos fósiles en áreas de su antigua parte continental.

¿Es posible decir que, pese a ser reptiles, algunos pterosaurios lograban controlar la temperatura corporal?
Realicé un estudio de fisiología en colaboración con Diogenes, que salió publicado en Science en 2002, donde se aborda este tema. Demostré que un pterosaurio con una gran cresta presentaba impresiones, interpretadas como vasos sanguíneos, que indicaban alguna forma de regulación térmica. Ese reptil tenía un metabolismo más cercano a la homeotermia. Otro aporte interesante, que atañe a esta cuestión, se concretó con los colegas chinos. Se trata de una revaluación de la presencia de pelos en los pterosaurios. Un paleontólogo había encontrado un material que parecía ser pelaje de pterosaurio en un fósil de Kazajistán. Pero todo el mundo dijo que no se trataba de eso. Rescatamos esa historia y, con una especie de China, el Jeholopterus ningchengensis, demostramos que los pterosaurios tenían pelos. Eso fue en un trabajo de 2009. Denominamos a esos filamentos densos picnofibras. Otro trabajo importante fue uno que publiqué en Nature en 1999. Demostré que habíamos encontrado tejidos blandos fosilizados, fibras musculares y vasos sanguíneos en un dinosaurio de 110 millones de años, al que denominé Santanaraptor placidus. A propósito, mi sueño sería encontrar a alguien en Brasil del área de biología molecular para desarrollar un trabajo con biomoléculas en tejidos blandos. Tengo un material maravilloso, pero no puedo cambiar el enfoque de mis investigaciones.

En las últimas décadas, China ha ganado espacio en la paleontología mundial. ¿Esto se debe a que existe una concentración mayor de fósiles de dinosaurios y también de pterosaurios en su territorio?
No. Hay pterosaurios en todos los continentes, probablemente hasta en la Antártida. El problema reside en que alrededor del 50% de toda su diversidad y más del 90% de sus ejemplares provienen de las cuatro regiones que cité antes, más los depósitos fósiles de las formaciones Yixian y Jiufotang, de China, descubiertos recientemente. En ese rompecabezas, existen algunas piezas que intentamos juntar, pero no sabemos si están bien acomodadas. La información es difusa y siempre que encontramos un nuevo depósito las cosas cambian. Fue lo que sucedió con China. ¿Sabe cuándo se describió el primer pterosaurio de esos depósitos chinos? En 1997.

Con su equipo en la cuenca de Araripe, en 2011: una zona rica en fósiles del período Cretácico

Archivo personalCon su equipo en la cuenca de Araripe, en 2011: una zona rica en fósiles del período CretácicoArchivo personal

Usted ha realizado muchos trabajos con los chinos. ¿Cómo es esa colaboración?
Es algo de lo que me enorgullezco. Éste es el 12º año seguido que vuelo a China y ya he publicado más de una docena de trabajos con ellos. Al menos un 50% de mi investigación hoy en día tiene financiación china. Ellos tienen depósitos ricos en fósiles y cuentan con inversiones. En Brasil también tenemos los depósitos, pero no hay recursos. Mis colegas de allá trabajan con un millón de dólares para desarrollar sus investigaciones. ¿Sabe cuándo voy a ganar contar con ese dinero para estudiar fósiles en Brasil? Nunca percibí ni siquiera el 10% de eso. El Estado chino dice que la paleontología es importante e invierte.

¿Por qué creen que es importante fomentar la paleontología?
Porque les interesa desarrollar la ciencia básica en todas las áreas. Y eso abarca a la paleontología. Publican muchos papers en Science y en Nature sobre distintos tipos de fósiles, y no solamente de dinosaurios, y utilizan la divulgación científica para atraer a los jóvenes a sus museos de historia natural. La ciencia brasileña alguna vez intentó competir en pie de igualdad con la de China. Pero no nos da ni siquiera para empezar. Brasil ahora va a quedar atrás de la India. En paleontología todavía no, pero en breve va a quedarse atrás de no hacerse cambios.

¿Cuál es la situación de la paleontología brasileña?
Es horrorosa. La mayoría de mis colegas entiende mi postura; pero no les gusta que yo diga esto. Nuestra producción científica es muy endeble si se la compara con nuestro potencial. Muchos países están superando a Brasil. Existen islas de excepción, tal como sucede en otras áreas de la ciencia brasileña. Pero, en general, la paleontología de Brasil se ubica muy aquende lo que un país con tantos depósitos sumamente ricos en fósiles puede ofrecerle a la ciencia mundial. Y no es porque con mis colegas no queramos trabajar. Perdemos 10 a 1 contra Argentina, por ejemplo. Con toda la crisis, ellos siguen invirtiendo en el área. Claro que los argentinos tienen cosas que los favorecen, como las áreas desérticas con fósiles y un historial mayor en el área. Pero nada de eso sirve como excusa que ponga Brasil en una posición tan endeble.

¿Cuál es el objetivo del movimiento SOS dinosaurios que usted presentó en enero?
Queremos obtener más fondos para la paleontología nacional. Queremos que las agencias de fomento creen un área específica para la paleontología. Actualmente no nos escuchan. Están matando a una generación de nuevos investigadores. Nos ven como una especialidad dentro de la geología, de la zoología o incluso de la botánica en las comisiones que evalúan proyectos, generalmente sin contar con paleontólogos. Usted puede escribirlo así: de haber inversión, varios fósiles importantísimos van a aparecer en Bahía. Por supuesto que si yo supiera exactamente dónde están, ya estaría allá. Existe una necesidad de realizar búsquedas sistemáticas en los diversos depósitos del Cretácico de ese estado del nordeste, que reúne todas las condiciones como para que encontremos cosas interesantes. Pero hay que invertir. A menudo escucho a investigadores extranjeros que dicen que no exploramos nuestros depósitos fosilíferos y por eso Brasil no puede quejarse de que ellos se llevan ejemplares al exterior.

¿En qué medida el contrabando constituye actualmente un problema en Brasil?
Entre las décadas de 1960 y 1980, los fósiles brasileños andaban deambulando por ahí. Cualquiera podía adquirirlos en plazas y aeropuertos. Hoy en día eso ha cambiado, incluso debido al trabajo que distintos investigadores de la generación pasada y de la mía han hecho en pro de la concientización acerca del valor científico de ese material. Algunos países de Europa permiten la venta de fósiles. Pero acá no se la permite. Sin embargo, el contrabando aún constituye un problema grave. Cohibir la venta es positivo, pero es necesario que haya un incentivo para que los investigadores puedan recolectar ejemplares. En China, las personas recolectan fósiles y se los entregan a las instituciones. Brasil no hace sus deberes. Los chinos tenían el mismo problema que nosotros. Invirtieron en paleontología y actualmente no se puede sacar fósiles de allá sin meterse en problemas con las autoridades o quedar mal con los colegas de profesión. Nunca es tarde para recordar que una buena colección de fósiles atrae a los buenos investigadores, que hacen buenos trabajos y consiguen más fondos. ¿Para qué? ¡Para recolectar más ejemplares y contribuir con el conocimiento referente a la evolución de la vida en nuestro planeta! Una buena colección es la base de todo. Otro punto negativo que tenemos en nuestro país es la situación de nuestros museos de historia natural. Además de que son pocos, la mayoría se encuentra en situación difícil, con exposiciones anticuadas y sin atractivos. A comienzos de este año, por ejemplo, el Museo Nacional, el más antiguo de Brasil, cerró durante un tiempo por falta de pago de los servicios de limpieza y seguridad.

A usted la Policía Federal lo detuvo en 2012 en el aeropuerto de Juazeiro do Norte (estado de Ceará) bajo la acusación de que transportaba fósiles ilegalmente, y pasó una noche en un calabozo. ¿Podría hablar de ese episodio?
Esa historia tuvo de todo un poco. Hay cosas que no me importa que se publiquen. Pero otras prefiero no difundirlas. Estoy haciéndole un juicio al DNPM, justamente el lugar donde empecé a trabajar, debido a mi detención, y pido una indemnización por valor de un millón de reales. Un colega francés que estaba conmigo y a quien también lo detuvieron, está haciendo lo mismo. Puedo decir que incentivé a un grupo local de científicos de Ceará a recolectar material en Araripe en el marco de un proyecto de investigación, y hubo una disputa con el DNPM local. Nos detuvieron en el aeropuerto con fósiles de peces que estábamos llevando a Río de Janeiro. Estaba todo dentro de la legalidad, como siempre lo he hecho. He llevado fósiles de Araripe a Río durante toda mi vida. Le debo mucho a Araripe. No habría estudiado en la Universidad Columbia si no fuera por mi director de tesis y por la posibilidad de hacer investigación con material del nordeste de Brasil. Me pareció que era justo y bueno para el desarrollo de la investigación científica local que hubiese un grupo que recolectase allí en esos depósitos. Más recientemente, intentaron hacer un acuerdo para que yo dejara de lado el juicio. Pero ahora voy hasta el final y eso está en manos de la Justicia.

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