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Carta de la editora | 309

Café, vino y asaí

Desde hace mucho tiempo, se sabe que las características locales del suelo y del clima, combinadas con las técnicas de cultivo y la manufactura de determinados productos agrícolas o alimentarios, daban como resultado atributos singulares. Existen registros que se remontan hasta el siglo V a. C., como las referencias al vino de la isla griega de Quíos, que en la Antigua Grecia era considerado un artículo de lujo.

Fue en Europa donde surgió y se desarrolló el concepto de indicación geográfica (IG), y la región cuenta con más de 3.200 IG que actualmente constituyen un mercado muy valioso. Al indicar que ciertos productos tienen un origen geográfico específico, del cual derivan determinadas cualidades y características, y una cierta reputación, se crea una herramienta importante de marketing, pero esto también da lugar a políticas públicas.

Este tipo de propiedad intelectual posee un marco que es el acuerdo TRIPS (por sus siglas en inglés), un tratado internacional de 1994, aprobado en el seno de la Organización Mundial del Comercio y que fue introducido en Brasil dos años después, con la Ley de Propiedad Industrial nº 9.279/96. El artículo de portada de esta edición relata que la primera IG brasileña fue reconocida en 2002: la producción de vinos y espumantes en Vale dos Vinhedos, en la región montañosa sureña de Serra Gaúcha. Desde entonces, se han sumado otras 88 IG de alimentos, bebidas, artesanías, piedras ornamentales e incluso servicios.

El asaí, que hoy en día se consume en todo Brasil y se exporta a muchos países, aún no tiene indicación geográfica reconocida. La enorme demanda de este fruto sabroso, energético y antioxidante, podría tener consecuencias negativas para el medio ambiente, según lo muestra el reportaje de la página 58. Su producción intensiva, que se concentra en el estado norteño de Pará, provoca una disminución de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que prestan las selvas ribereñas (vegas), zonas inundables situadas a orillas de los ríos en donde a menudo se explota la producción de la palmera asaí.

Ese mismo estado brasileño de Pará es atravesado de este a oeste por la carretera Transamazónica, inaugurada hace casi 50 años durante el gobierno militar, que propuso su construcción para poblar y conectar al norte y al nordeste con el resto de las regiones del país. La BR-230, tal su denominación oficial, es recordada como un ejemplo de “obra faraónica” de ese período que no logró su cometido y generó altísimos costos ambientales, humanos y económicos. Sin omitir de este legado negativo, el antropólogo Roberto Santos Júnior hace hincapié en una consecuencia poco conocida: la carretera posibilitó la creación de comunidades bien organizadas de pequeños agricultores. En una entrevista, el investigador del Museo Paraense Emílio Goeldi relata que esos núcleos han desarrollado cultivos agrícolas como el del cacao introduciendo aspectos más sostenibles desde el punto de vista ambiental.

La matemática es uno de los campos del conocimiento más difíciles de cubrir desde la perspectiva del periodismo científico, ya sea por los bloqueos o las dificultades de muchas personas con la materia, o bien, por su elevado nivel de abstracción y complejidad. Por eso, frente a una oportunidad como la de entrevistar a la matemática Marilda Sotomayor, aprovechamos para acercar el mundo de los números a nuestro público. Su especialidad es el mercado de matching o emparejamiento, una de las ramas de la teoría de juegos en la cual, los participantes se comportan de manera cooperativa dentro de determinadas reglas. Con aplicaciones de importancia, no es casual que la teoría de emparejamientos o asignación bilateral haya sido reconocida con el Nobel de Economía de 2012. Junto a Alvin Roth, uno de los galardonados, Sotomayor escribió un libro al que considera como la obra más importante de su carrera.

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