ARCHIVO PERSONALEn agosto de 2007, cuando contaba con 26 años, el agrónomo catarinense Marcos Lana se hallaba en Brasil acompañando a una comitiva de científicos del Centro de Investigación del Ambiente Agrícola de Müncheberg, Alemania, cuando lo invitaron a participar en un proyecto que financiaba la Unión Europea al respecto del impacto de los cambios climáticos en la agricultura. Por entonces, se desempeñaba como docente reemplazante de agronomía y mecanización en la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y aceptó la propuesta. En 2009, se mudó a Alemania donde comenzó a trabajar como investigador en el Instituto Leibniz de Investigaciones del Ambiente Agrícola. En 2010, comenzó el doctorado en la Universidad de Kiel, abordando el impacto de los cambios climáticos en la agricultura en el sur de Brasil. “Siempre quise tener una experiencia como investigador en el exterior”, dice.
En 2011, se embarcó en otro proyecto, financiado por el Ministerio de Educación e Investigación de Alemania, que versaba sobre seguridad alimentaria en una región semidesértica de Tanzania, en África, que involucraba a más de 900 familias de pequeños agricultores. “Introdujimos campos experimentales para testear prácticas que pudieran mejorar las condiciones de manejo, producción, almacenamiento y comercialización de productos agrícolas”, explica. De esa manera, dice él, pudo poner en práctica el conocimiento adquirido en Brasil y en Alemania.
En 2013, Lana finalizó su doctorado. Luego, empezó a trabajar como docente en la Universidad de Postdam, cerca de Berlín. Un semestre más tarde, lo invitaron para hacerse cargo de una cátedra sobre métodos de investigación en producción vegetal, en la carrera de agronomía de la Universidad Humboldt, una de las más antiguas de Alemania. Con 32 años, Lana comenzó a supervisar alumnos de intercambio alemanes y brasileños, en maestría y doctorado. Durante el tiempo que pasa en Alemania, mantiene redes de colaboración con científicos brasileños.
En 2015, Lana fue uno de los cuatro brasileños que figuró entre los 100 finalistas que se presentaron para la quinta edición del Falling Walls Lab, una competencia internacional de ideas innovadoras donde los participantes disponen tan sólo de tres minutos para exponer sobre su investigación, proyecto, plan de negocio o iniciativa social y convencer al jurado de su importancia. Presentó un proyecto que intenta delinear nuevas formas de instaurar zonas específicas de manejo de cultivos de caña de azúcar, de modo tal, que a cada área se la trate según sus características fisicoquímicas.
El concepto, según Lana, se basa en reunir información sobre los factores que podrían afectar el rendimiento de la planta en un área determinada del campo. “Basándome en esos datos, puedo efectuar un diagnóstico más certero de cada área”, explica. “De tal manera que puede hacerse una fertilización o manejo específico para cada parcela del campo, abaratando los costos de producción y reduciendo los daños ambientales, puesto que el fertilizante no se agregará en exceso”. Pese a que no ganó la competencia, Lana pudo hacer contactos importantes con científicos y empresarios. “Soy un ejemplo de la internacionalización de la ciencia brasileña”, sostiene.
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