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Entrevista

Christopher Roland Somerville: Alternativas en construcción

Cuando las universidades, las empresas y el gobierno trabajan conjuntamente para producir biocombustibles

eduardo cesarChristopher Roland Somerville, quien se dedicó a la botánica y la genética luego de graduarse en matemáticas, dirige el Energy Biosciences Institute (EBI), un centro de investigaciones de la Universidad de California en Berkeley, que cuenta con financiación por 500 millones de dólares del Departamento de Energía de Estados Unidos y de BP (British Petroleum) durante los próximos 10 años. Su misión, al frente de un equipo de casi 500 personas, es desarrollar la industria del etanol celulósico en Estados Unidos.

¿Podría hablarnos un poco de lo que hizo en Michigan?
Comencé mi trabajo en la Universidad Estadual de Michigan en 1982. Estaba interesado en desarrollar el Arabidopsis como organismo modelo. Estudié su genética básica y organicé una cooperación internacional para estudiar el genoma de esa planta, que fue la primera en ser secuenciada. Fue un trabajo exitoso. Publiqué 240 artículos y tuve más de 100 estudiantes de posgrado y posdoctorado. La Arabidopsis se convirtió en el organismo más comúnmente utilizado en la investigación de plantas. Debe haber alrededor de 16 mil personas trabajando actualmente con esa planta. No sólo fui yo, obvio.

¿Y en Stanford?
En la Universidad de Stanford, donde recalé a partir de 1994, continué mis trabajos en genética de la Arabidopsis y durante 15 años trabajé con el metabolismo de los lípidos. A mediados de 1990 me interesé por ver cómo se obtenía la celulosa, para desarrollar materiales reciclables y combustibles, que no eran viables utilizando lípidos. Mi grupo identificó las proteínas y los genes involucrados en la producción de celulosa, el material más abundante del planeta. Logramos realizar mutaciones en varios genes y ver cómo se producían las moléculas de celulosa en tiempo real. Nuestro objetivo consiste en optimizar la producción de celulosa para usos variados. En 2004, el Departamento de Energía me solicitó organizar un estudio sobre los requerimientos para el desarrollo de una industria de etanol celulósico. Convocamos a científicos, discutimos el problema y publicamos un libro, Breaking the biological barriers to cellulosic ethanol. El Departamento de Energía y BP mostraron interés por desarrollar centros de investigación sobre etanol celulósico. En Stanford no era posible, pero Berkeley, que queda muy cerca, se interesó. A mediados de 2000 existía un gran centro de investigación en Berkeley, el Lawrence Berkeley National Laboratory, que estaba dirigido por Steve Chu, actualmente, secretario de Energía de Estados Unidos. Steve me convocó allí para desarrollar una gran investigación sobre etanol celulósico en base al estudio del Departamento de Energía. Comencé a ir a Berkeley entre 2004 y 2005, y a trabajar con algunos colegas, en particular con Jay Keasling. Keasling y yo suscribimos las propuestas y obtuvimos financiación por 25 millones de dólares por parte del Departamento de Energía para la construcción del JBEI, Joint BioEnergy Institue. Keasling es el director del JBEI, donde trabajan 180 personas. BP también acordó financiar un instituto en Berkeley, mediante un aporte de 50 millones de dólares anuales, el EBI, Energy biosciences Institute, el cual lidero. Resulta algo gracioso. De repente, contamos con dos institutos que creamos al mismo tiempo, de la nada. El EBI cuenta con 123 profesores en Berkeley e Illinois. 180 estudiantes de posgrado y 150 posdoctorandos. Incluyéndolos a todos, son 480 personas, y alrededor de 450 trabajan en algún aspecto de la investigación en biocombustibles de celulosa.

¿Cuál es la perspectiva de producción del etanol celulósico?
BP está construyendo una fábrica de etanol celulósico a escala comercial en Florida, que comenzará a operar en 2013. Creemos que funcionará, porque BP cuenta con una planta de demostración, de 130 millones de dólares, en Louisiana. Se están ensayando todos los procesos de producción de etanol, y nuestra meta en la EBI consiste en perfeccionar su funcionamiento. Resulta dificultoso determinar los costos con precisión, aunque es probable que la producción de etanol celulósico deba ser subsidiada al comienzo, ya que los costos de capital resultan altos. Estamos trabajando en varios tópicos. Contamos con economistas, que trabajan para determinar qué tipos de materiales pueden utilizarse para la producción de biocombustibles, qué tipos de contratos debemos realizar con los productores, y cosas por el estilo. Tenemos abogados, que se ocupan de las políticas públicas y las regulaciones; ecólogos, que señalan cómo multiplicar los cultivos de manera sostenible, preservando la biodiversidad; ingenieros mecánicos, que estudian la logística para recolectar, compactar y transportar biomasa; agrónomos, que examinan como administrar las plantaciones; patólogos, trabajando con enfermedades que pueden afectar a las plantas; microbiólogos, que intentan perfeccionar las técnicas de fermentación; ingenieros químicos, que intervienen en los procesos de producción; y enzimólogos, descubriendo mejores enzimas. Intentamos conjugar todo al mismo tiempo, integrando los tópicos, porque en esta área todo se encuentra interconectado.

¿Cómo hace para motivar a las personas para que trabajen juntas?
Eso no es un gran problema, pues yo controlo el dinero. Cuando les pido que trabajen en conjunto, se muestran bastante predispuestos. Facilitamos el trabajo en grupo mediante la realización de workshops entre diferentes equipos, para comprender lo que hacen y hallar objetivos comunes. Los científicos deben tener crédito por su tarea, debemos poner mucha atención en eso. Debemos respetar el aporte de cada uno de ellos.

Uno de sus objetivos consiste en reemplazar el maíz por otras gramíneas para producir etanol.
Así es. Ya no utilizamos maíz, nuestra meta es utilizar plantas que puedan aprovecharse por completo y crezcan en tierras que no son utilizadas para los cultivos de maíz. Esas gramíneas perennes resultan muy atractivas porque crecen en terrenos inclinados, mientras que el maíz y la soja no lo hacen. Gramíneas y árboles, pues también estamos interesados en árboles. Estamos preparando el anuncio sobre cómo cultivar y procesar Miscanthus; y no sólo  Miscanthus. Contamos con oficinas de investigación en 16 estancias en Estados Unidos e interactuamos con 30 jardines botánicos, que nos remiten otras especies, que estamos probando por todo el país.

¿En qué consiste el acuerdo de la EBI con BP?
El conocimiento es abierto, publicamos todo. Las patentes son de la universidad y BP cuenta con una licencia de la universidad; BP tiene una licencia no exclusiva y cuenta con el derecho de comprar una licencia de uso exclusivo.

¿Cuándo estará disponible el etanol celulósico?
Actualmente lo tenemos en pequeña cantidad, pero BP comenzará a operar la primera fábrica en 2013, creo que Du Pont también. En 20 años, habrá en funcionamiento 300 centrales de etanol celulósico, que es lo que espera el gobierno de Estados Unidos. La expectativa pasa por producir 22 mil millones de galones de etanol anuales para el año 2020. Es bastante, pero luego de que la primera fábrica funcione adecuadamente, construir otras será relativamente sencillo.

¿Usted considera posible aún, mejorar la eficiencia de producción del etanol de maíz?
Si. El etanol de maíz ha pasado por mejoras continuas en cuanto a la eficiencia. Una de las más recientes son las enzimas que no exigen la cocción del almidón, lo que reduce los costos, y ya se realiza en escala comercial. Utilizaremos menos maíz cuando logremos aprovechar mayor cantidad de biomasa. Creemos que la tecnología de producción del etanol celulósico pronto llegará a Brasil.

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