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Bibliometría

Ciencia de alto impacto

En la lista de los investigadores con trabajos altamente citados en 2020 hay más brasileños

Patricia Brandstatter

La cantidad de investigadores brasileños que figuran entre los más citados del mundo ha crecido. En 2020 fueron 19, cuatro más que el año anterior, sobresaliendo en áreas tales como la epidemiología y la salud pública. Esos datos constan en un estudio divulgado en noviembre por el Institute for Scientific Information (ISI), un servicio de bases de datos bibliométricas de la empresa Clarivate Analytics. Cada año, la compañía elabora una lista con los científicos responsables del 1% de los artículos con mayor cantidad de citas en 21 áreas del conocimiento. El informe de 2020 tomó como base los trabajos publicados en periódicos indexados en la Web of Science (WoS) entre enero de 2009 y diciembre de 2019, y las citas que recibieron en ese período. En total, el índice incluye a 6.389 investigadores.

En el ranking de las naciones con mayor cantidad de científicos altamente citados, Brasil, uno de los países que producen más artículos científicos, figura en el puesto 26º (vea el gráfico), consolidando una tendencia creciente que se fortaleció en 2018, cuando Clarivate adoptó una nueva metodología para medir el impacto de los investigadores. Hasta entonces, el contingente de brasileños entre los más citados se circunscribía, en promedio, a cuatro nombres, que no siempre eran los mismos. En 2018, la cifra aumentó a 13 y, en 2019, a 15. El desempeño brasileño es modesto si se lo compara con el de otras naciones como Estados Unidos y China, pero sobresale en América Latina. El país quedó delante de México, que cuenta con cuatro investigadores en la lista de 2020, y de Argentina, que solamente tiene uno. Desde que Clarivate comenzó a realizar este estudio, en 2014, el país vecino nunca colocó más de tres científicos en ese listado.

El punto de inflexión en la participación de Brasil en el listado de Clarivate coincide con la introducción de la categoría “cita extracampo”, donde se destaca a los investigadores cuyos trabajos han sido muy citados en estudios de diversas áreas del conocimiento. En el resto de las categorías, el cómputo se realiza solamente dentro de la disciplina respectiva. El analista de citas del ISI David Pendlebury, explica que la idea es brindar reconocimiento a los científicos influyentes en diversos campos del saber, pero que no cuentan con artículos con suficientes citas en ninguna de las áreas evaluadas como para figurar en la lista definitiva. “Al trascender los límites artificiales de las disciplinas convencionales, la lista mantiene su nivel de importancia, más aún en un contexto en el que la ciencia es cada vez más global e interdisciplinaria”, le dijo Pendlebury a Pesquisa FAPESP.

Entre los 6.389 investigadores altamente citados en 2020, 2.493 despuntaron en el apartado de citas extra campo y cuatro de estos últimos son brasileños. Uno de ellos es la bióloga Mercedes Maria da Cunha Bustamante, del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Brasilia (UnB). Sus estudios abordan las respuestas de los biomas brasileños a las alteraciones ambientales globales, es decir, las modificaciones en los períodos de lluvias y sequías provocadas por los cambios climáticos o el impacto de la conversión de áreas de vegetación nativa en zonas de producción agropecuaria, entre otras. “Para identificar los vectores que propician estas alteraciones, analizar sus mecanismos de acción y disponer de un enfoque amplio e integral de sus impactos, debemos recurrir a un abordaje multidisciplinario. Nuestra colaboración con científicos de otras áreas es cada vez mayor, por lo tanto es natural que nuestra producción genere repercusiones en varios campos del saber”, explica la investigadora.

El listado de Clarivate sugiere que, independientemente del tamaño de las universidades, pueden tener científicos entre los más citados, siempre y cuando produzcan investigaciones de calidad. Ese es el caso del Programa de Posgrado en Epidemiología de la Universidad Federal de Pelotas (UFPel), “uno de los mejores del mundo”, en opinión del epidemiólogo Pedro Hallal, rector de la UFPel y uno de los brasileños en la lista de los más citados en 2020. Hallal comenta que el programa comenzó a diagramarse en la década de 1980, a partir del trabajo de otros dos investigadores que hace tiempo vienen figurando en la lista de los más citados. Uno de ellos es el pediatra Fernando Barros, de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Pelotas (UCPel), en Rio Grande do Sul. Desde hace cuatro décadas, Barros estudia el rol de la lactancia materna en la prevención de la mortalidad de los recién nacidos, además de trabajar en el desarrollo de las curvas de crecimiento que se consideran ideales durante el embarazo e inmediatamente después del parto (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 225). “Estudiamos el perfil corporal y el estado de salud de los recién nacidos gestados en las mejores condiciones posibles, comparándolos con el de niños de familias pobres”, explica Barros. “Estos trabajos tienen implicaciones en diversas áreas, desde la sociología hasta la economía, de la medicina a la ciencia política, y esto explica, en parte, su inclusión entre las citas extracampo de Clarivate”.

La lista de Clarivate Analytics ubica a la epidemiología y la salud pública brasileñas entre las áreas de mayor impacto internacional

Junto con el médico Cesar Victora, de la Facultad de Medicina de la UFPel, Barros creó en el país una de las primeras cohortes de nacimiento, nombre que reciben los estudios que monitorean durante largos períodos la salud de los individuos nacidos en un año y un lugar determinados. Ese seguimiento, que iniciaron en 1982, generó otros desarrollos por las cuales el trabajo del dúo ganó reconocimiento a nivel mundial, convirtiéndolos en referentes del área. Desde 2018, también Victora descolla entre los ampliamente citados. “La publicación de trabajos producidos a partir de esa cohorte demostró la importancia de el amamantamiento materno para la disminución de la mortalidad infantil y nos permitió desarrollar curvas de crecimiento que hoy en día se utilizan para evaluar el desarrollo de los fetos y bebés en más de 140 países”, dice Victora. “Estos trabajos son de alcance internacional y tienen implicaciones directas en la práctica pediátrica, y por eso mismo han sido ampliamente citados”.

De los 19 brasileños que figuran entre los científicos más citados en 2020, tan solo 5 (el 26,3 %) son mujeres. “Tenemos que reconocer que la lista, si bien es geográficamente diversa, todavía es predominantemente masculina. No obstante, basándonos en los nombres que normalmente se atribuyen a mujeres, notamos que el número de investigadoras entre los más citados viene creciendo desde 2014 en adelante”, subraya Pendlebury. La lista de Clarivate también hace ostensible que la producción científica de alto impacto aún se concentra mayoritariamente en pocos estados de Brasil. Excepto Bustamante, de la UnB, y de la ingeniera de alimentos Henriette de Azeredo, de Embrapa Agroindústria Tropical, en Fortaleza (Ceará), los restantes brasileños que figuran entre los más citados están vinculados a instituciones del sur y del sudeste del país. El desequilibrio en la producción de estos estudios es manifiesto incluso entre las instituciones de esas regiones. Entre los 17 brasileños más citados vinculados a universidades e institutos de investigación del sur y del sudeste, más de la mitad son de São Paulo y Rio Grande do Sul (obsérvese el mapa).

Siete de ellos (el 41,1 %) son de la Universidad de São Paulo (USP), de los cuales cuatro forman parte del grupo del epidemiólogo Carlos Augusto Monteiro en la Facultad de Salud Pública (FSP) de la USP. La epidemióloga Renata Bertazzi Levy, investigadora de la Facultad de Medicina de la USP (FM-USP), colaboradora de Monteiro y una de las brasileñas en la lista de Clarivate, explica que el rendmiento del equipo está asociado a un conjunto de trabajos publicados en la última década, basados en una clasificación de los alimentos denominada Nova que propusieron hace 10 años, que agrupa a los alimentos en cuatro categorías según el grado de procesamiento: in natura o mínimamente procesados; ingredientes culinarios procesados; procesados, y ultraprocesados (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 265). “Hemos publicado varios estudios que asocian el consumo de alimentos ultraprocesados con la calidad de la dieta y el desarrollo de enfermedades”, explica. “Algunos incluyeron colaboraciones con otros países, lo que nos permitió constatar que, independientemente del patrón alimentario de cada región, ese grupo de alimentos siempre estaba asociado a una merma de los indicadores nutricionales”. Esos hallazgos, según Levy, dotaron de relevancia internacional a esa clasificación. “Varios grupos en todo el mundo empezaron a utilizarla. Hoy en día hay más de 500 artículos publicados con base en ella”.

Los estudios del equipo de Monteiro, sumados a los de los investigadores de Pelotas, ubican a la epidemiología y a la salud pública brasileñas entre las de mayor impacto a nivel internacional. A juicio de Victora, esto se debe al compromiso de esas áreas con los temas ligados a las desigualdades socioeconómicas del país. “A diferencia de la epidemiología que se practica en Estados Unidos, la brasileña, históricamente, tiende a ser más abarcadora, combinando aspectos económicos y sociales en torno a diferentes cuestiones de la salud, para luego identificar sus determinantes. Este enfoque, a menudo suele enriquecer los trabajos en esas áreas, además de ampliar su radio de intersección con otros campos del conocimiento, captando la atención de grupos internacionales”, explica.

Otros dos nombres sobresalen en la lista de Clarivate. Uno de ellos es el del físico Paulo Artaxo, del Instituto de Física (IF) de la USP, especialmente por sus investigaciones al respecto de los problemas ambientales causados por los aerosoles –partículas mínimas en suspensión en la atmósfera– en ciudades tales como São Paulo y en la región amazónica. En 2014, Artaxo fue incluido por primera vez dentro del 1 % de la elite científica cuyos artículos son los más citados. Sus estudios se convirtieron en una referencia internacional en cuanto al papel de esas partículas en el proceso de formación de la lluvia y en el control de los niveles de radiación solar sobre la gran selva tropical. Otro nombre frecuente en la lista es el del cardiólogo Álvaro Avezum, director del Centro Internacional de Investigación del Hospital Alemán Oswaldo Cruz, en São Paulo. Desde 2014, Avezum figura ininterrumpidamente entre los más citados en el área de clínica médica. Sin embargo, en los últimos dos años comenzó a destacarse entre los que acaparan mayor cantidad de citas extracampo, consolidando una tendencia interdisciplinaria en el campo de la salud.

El cardiólogo aclara que el alto impacto de su producción se debe, entre otras cosas, al hecho de que forma parte de grandes redes internacionales de investigaciones multicéntricas centradas en enfermedades de interés. “Nuestro grupo desarrolla trabajos desde hace al menos tres décadas en el marco de una red de cooperación que involucra a 250 hospitales y consultorios médicos de Brasil, además de representar al país en grandes estudios internacionales como el Pure [Prospective Urban and Rural Epidemiological Study], que desde hace 15 años realiza un seguimiento a 300 mil individuos para entender las causas por las que se enferman”, resalta. “Siempre tratamos de dar respuestas a las cuestiones clínicamente relevantes. Para eso, nos centramos en enfermedades estratégicas, aquellas que registran gran incidencia, complejas y de alto riesgo, y que, por lo tanto, causan la muerte prematura y la incapacidad de los individuos afectados, como es el caso de las enfermedades cardiovasculares, una de las causas principales de muerte en todo el mundo”, explica.

Los estudios de Avezum recopilan algunas de las características principales que comparten  casi todos los brasileños que figuran entre los más citados. Más allá del hecho de trabajar en temas relacionados con algunas de las cuestiones más acuciantes y complejas del siglo XXI, su labor da lugar a datos exhaustivos, capaces de insertarse en síntesis globales, es decir, trabajos de revisión u observación llevados a cabo en diferentes países con el propósito de analizar los mismos fenómenos de una manera integral. No es casualidad que sea habitual que estos investigadores formen parte de grandes redes de colaboración en Brasil y en el exterior. Uno de los trabajos más citados de Barros y Victora, el de las curvas de crecimiento fetal, tuvo lugar en el ámbito de una gran red de cooperación, el Consorcio Internacional sobre Crecimiento Fetal y de Recién Nacidos para el Siglo XXI. “La capacidad de los investigadores para responder preguntas complejas y producir conocimiento relevante a nivel internacional involucra necesariamente un trabajo conjunto con grupos altamente productivos”, resalta el médico Luis Augusto Rohde, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), uno de los brasileños entre los más citados de 2020. La cooperación que mantenemos desde hace al menos 20 años con el grupo de Barros y Victora en estudios sobre los mecanismos de la genética molecular, epidemiología, fenomenología clínica y tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para niños con trastorno de déficit de atención con hiperactividad [TDHA] fue fundamental para poder destacarnos internacionalmente en las áreas de la psicología y la psiquiatría”.

El nexo entre la cooperación internacional y el alto impacto científico está avalado por estudios recientes. Uno de ellos, realizado por el físico Carlos Henrique de Brito Cruz, de la Universidad de Campinas (Unicamp) y director científico de la FAPESP entre 2005 y 2020, con artículos de hasta 10 autores publicados en periódicos científicos indexados en WoS entre 2015 y 2017, verificó que el número de citas de los artículos brasileños tiende a aumentar cuando son producidos en colaboración con científicos de otros países. “Hace tiempo que se discute si las colaboraciones internacionales aumentan la visibilidad de los artículos y por eso es que reciben más citas, o si acumulan más citas porque son el resultado de colaboraciones que involucran a grandes grupos de investigadores de elite”, recalca Pendlebury. “Sabemos que los artículos con mayor colaboración suelen tener mayor visibilidad y recibir más citas”, dice De Brito Cruz. “El bioquímico Hernan Chaimovich y la bióloga Jacqueline Leta han estudiado esto, para el caso de Brasil, en un artículo que publicaron en 2002, en la revista Scientometrics. Los datos que recabé recientemente muestran que ese efecto subsiste cuando la cantidad de coautores es limitada. Lo que todavía no se sabe bien es si la colaboración es consecuencia de la visibilidad o si es al revés”, añade.

No hay una respuesta cabal para este tema. No obstante, lo cierto es que el trabajo en colaboración tiene un efecto virtuoso, ampliando, por ejemplo, el acceso a las infraestructuras de investigación. “Gran parte del trabajo de investigación en ecología de ecosistemas requiere un análisis de las diferentes propiedades y componentes del medio ambiente y de la biodiversidad, algo que no siempre puede hacerse, dada nuestra limitación de recursos. Para afrontar este problema, a menudo debemos recurrir a las estructuras de colaboradores”, dice Bustamante, de la UnB. La labor conjunta también posibilita que los científicos brasileños obtengan recursos de agencias internacionales. Este, por cierto, es uno de los principales aspectos distintivos del grupo de Pelotas. “Más de la mitad de la inversión total en investigación que recibimos en los últimos 40 años provino de fuentes internacionales, tales como el Idrc [International Development Research Centre], de Canadá, y el Wellcome Trust, del Reino Unido”, dice Barros, de la UCPel.

El resultado de este esfuerzo suele traducirse en la publicación de los trabajos en revistas prestigiosas y, por ende, reciben mayor cantidad de citas. Asimismo, buena parte de los artículos brasileños altamente citados llevan la firma de más de 10 investigadores, un fenómeno que desde hace algún tiempo viene consolidándose en la ciencia (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 289). Muchos de ellos son estudiantes de maestría, doctorado e investigadores en pasantías posdoctorales. “Estos profesionales componen una parte importante de la red de apoyo que colabora agilizando las actividades de campo y de laboratorio promoviendo el avance de los trabajos de investigación”, recuerda Henriette de Azeredo, de la estatal de investigación agropecuaria Embrapa. Por eso es preocupante la reciente disminución de las inversiones en ciencia y tecnología, y la reducción de las becas de posgrado. “Las cifras de Clarivate reflejan la inversión en investigación que ha tenido lugar durante las últimas dos décadas. Todavía no tenemos noción del impacto que tendrán los recortes de los últimos años en la producción científica brasileña de la década que recién comienza”.

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