El médico y neurocientífico Sergiu Pasca y su equipo de la Universidad Stanford, en Estados Unidos, consiguieron implantar tejido cerebral humano, obtenido a partir del cultivo de células madre epidérmicas en laboratorio, en el cerebro de ratas en desarrollo. El material fue implantado en una región vinculada a la percepción del ambiente y se integró exitosamente al cerebro de los animales, que no presentaron problemas de memoria ni del control de sus movimientos. Las células humanas, marcadas mediante una técnica que permitía rastrear su ubicación, desarrollaron conexiones con distintas áreas del cerebro de los roedores. La estimulación eléctrica de estas células alteró la conducta de las ratas, del mismo modo que la manipulación de las vibrisas (los “bigotes”) de los roedores activó las neuronas humanas. Al cabo de siete meses, las neuronas del tejido implantado habían asumido una forma y tamaño similares a los de estas células en el cerebro humano, muy diferentes a los de las neuronas en los organoides cerebrales (minicerebros) humanos cultivados en laboratorio (Nature, 12 de octubre). Según los investigadores, este modelo permitirá estudiar de modo más realista las alteraciones presentes en las enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
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