Desde São Carlos
El festejo oficial por los 80 años del físico estadounidense Daniel Kleppner, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en diciembre del año pasado, fue el pretexto para reunir durante casi una semana, en el Instituto de Física de São Carlos (IFSC), de la Universidad de São Paulo (USP), a algunos de las más destacadas personalidades de la física atómica, molecular y óptica. Entre el 26 de febrero y el 2 de marzo, más de 40 renombrados investigadores de Brasil y extranjeros, entre los que se encontraban cinco ganadores del Premio Nobel, participaron en conferencias y eventos organizados por el Centro de Investigaciones en Óptica y Fotónica (Cepof) de São Carlos, uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP. Los encuentros también celebraron los 11 años de actividad del Cepof.
En un auditorio para 250 espectadores, casi siempre ocupado por alumnos, docentes e investigadores, la platea contó con la posibilidad única en Brasil de asistir a la presentación de cuatro galardonados con el Nobel de Física ‒el francés Serge Haroche, de la École Normale Supérieure y del Collège de France, en París, y los estadounidenses Eric Cornell, de la Universidad de Colorado en Boulder, David Wineland, del National Institute of Standards and Technology (Nist) en Boulder, y William Phillips, también del Nist, pero de la unidad de Gaithersburg, en Maryland‒ y un premiado con el Nobel de Química, el también estadounidense Dudley Herschbach, profesor emérito de la Universidad Harvard.
Lo mejor de los festejos fue un simposio de tres días en homenaje a Kleppner, quien, en su extensa carrera, brindó importantes contribuciones para el estudio de los átomos ultrafríos y el desarrollo de la espectrografía láser y mediciones de alta precisión. También formó a generaciones y generaciones de físicos brillantes con sus manuales sobre mecánica y, sobre todo, mediante su contacto directo con los alumnos. Todos los laureados con el Nobel presentes en São Carlos tuvieron relación con él. Durante el simposio, el veterano científico recibió el título de profesor honorario del IFSC. “Dan [tal como lo llaman sus amigos] es un formador de premios Nobel y un referente de la ciencia brasileña”, dijo Vanderlei Salvador Bagnato, coordinador del Cepof y del Instituto Nacional de Óptica y Fotónica, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología y también de la FAPESP. “Es un modelo para casi todos los físicos atómicos, que desean ser como él”. El físico brasileño, alumno de doctorado del MIT en los años 1980, recuerda la excelencia científica y la amabilidad de Kleppner en su trato con los alumnos, incluso con los que él no tutelaba, tal como era su caso. “Él me recibió varias veces en su casa en Boston para brindarme consejos”, recordó Bagnato.
Con modestia, Kleppner dijo que influyó en la formación de unos pocos Nobeles de Física, que realmente fueron sus alumnos, tal como es el caso del amigo William Phillips, también presente en São Carlos. “Termino por llevarme el crédito por más gente de la que realmente formé”, afirmó Kleppner. Visiblemente emocionado con los homenajes de sus amigos y colegas, que no se cansan de reproducir en sus conferencias los recuerdos que cobijan del investigador del MIT, incluyendo uno en que comprobó de cerca la belleza de una bailarina de samba durante un antiguo viaje a Brasil. Kleppner recordó la primera vez que visitó el país, en 1989. “En aquella época era muy difícil obtener financiación para las investigaciones”, dijo. Desde entonces, visita Brasil, en promedio, cada cinco años. “En los últimos 10 años el país ha avanzado mucho. Este centro en São Carlos ostenta un perfil único, con investigaciones en varias áreas, incluso en medicina”, sostuvo.
Los temas de las presentaciones del simposio fueron, en general, bastante técnicos: abordaron temáticas tales como posibles aplicaciones de Condensados de Bose-Einstein (el nombre asignado a un agrupamiento de átomos o moléculas que, cuando se los enfría a temperaturas cercanas al cero absoluto, pasan a comportarse como una entidad única), técnicas de enfriamiento y captura de átomos e iones, y construcción de relojes atómicos de mayor precisión. Más allá de las fotos y anécdotas sobre Kleppner, los disertantes incluyeron, siempre que pudieron, pistas y consejos para la platea, sobre todo para los estudiantes.
Eric Cornell, quien ganó el Nobel de Física de 2001 por haber sido el primero en producir Condensados de Bose-Einstein, mencionó la importancia de “promocionar correctamente” entre la gente su proyecto de investigación y redactar artículos científicos atractivos. “Los trabajos los trabajos requieren buenos títulos, pero sin exageraciones ni disparates”, afirmó Cornell, de 51 años. En 2004, el físico perdió su hombro y su brazo izquierdo, que le fueron amputados para impedir la propagación al resto de su cuerpo de una infección causada por una bacteria que devora tejidos. En esa ocasión estuvo al borde de la muerte. La enfermedad dejó secuelas en su cuerpo, pero su humor quedó intacto. Hace chistes sobre sí mismo y atiende a todos con suma atención. Amigo de Bagnato desde 1985, cuando hacían juntos el doctorado en el MIT, Cornell alabó los trabajos recientes del Cepof en el área de turbulencia cuántica, un fenómeno demostrado por primera vez por el grupo de São Carlos en 2009.
William Phillips, Bill para los íntimos, ganador del Nobel de Física en 1997 por haber desarrollado métodos para enfriar y capturar los átomos con láser es, a sus 64 años, un showman de la ciencia. Además de impartir una conferencia técnica en São Carlos que versó sobre “cargas y campos sintéticos para átomos neutros en un Condensado de Bose-Einstein”, realizó una entretenida presentación sobre el tiempo, Einstein y la “cosa más fría del Universo”. En su show, que ya presentó en poblaciones que habitan las márgenes del río Negro, Phillips habla de la importancia de los relojes atómicos, que son mantenidos a temperaturas bajísimas, con la ayuda de nitrógeno líquido. Los dispositivos más modernos pueden atrasar unos pocos segundos al cabo de millones de años. “Los satélites del sistema GPS poseen relojes atómicos sincronizados”, dijo, mientras no cesaba de arrojar nitrógeno líquido cerca de la platea. En contacto con las superficies más calientes que su punto de ebullición (de 77º K, ó -196ºC), el nitrógeno líquido se evapora generando una nube blanquecina.
Entre todos los galardonados con el Nobel, Dudley Herschbach, quien recibiera el lauro de Química en 1986 por desarrollar un método para estudiar la dinámica de las moléculas, era el único que aún no había visitado Brasil. Se manifestó sorprendido por el interés demostrado por los jóvenes alumnos brasileños por convertirse en científicos. “En Estados Unidos, los jóvenes piensan que la ciencia es sólo para los genios”, aseguró Herschbach, de 80 años de edad. Además de participar en el simposio de homenaje a Kleppner, el científico brindó la clase inaugural del curso de bachillerato en química de la USP de São Carlos, cuando impartió la conferencia Glimpses of Chemical Wizardry (“Vislumbres de Magia Química”, según una traducción libre). En su presentación, destacó el hecho de que la ciencia hace posibles sucesos que parecían inasequibles para el ser humano. Esa charla la brindó en el Departamento de Química de la vecina Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
El dúo de investigadores que compartió el Nobel de Física del año pasado por haber desarrollado métodos para manipular partículas individuales (fotones o iones) sin que ellas perdiesen su naturaleza cuántica, Serge Haroche y David Wineland, mantienen vinculaciones con Brasil desde hace más de dos décadas. Haroche, con 68 años, colabora con científicos brasileños desde los años 1980 y frecuentemente pasa sus vacaciones en Bahía. Uno de sus colaboradores más destacados es el físico Luiz Davidovich, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), junto a quien firmó varios artículos científicos. “Hace 10 ó 20 años era difícil obtener equipamientos costosos para investigar en Brasil”, dijo Haroche. “Hoy es algo posible y se evidencia libertad e imaginación aquí”.
Wineland, con 69 años, también conoce Brasil desde hace al menos 20 años. Vino aquí cuatro o cinco veces, no recuerda el número exacto de viajes. Pero recientemente, formó parte del comité internacional que evaluaba periódicamente las propuestas y la producción científica del Cepof. “Este centro en São Carlos es un impulso para la ciencia brasileña”, sostuvo Wineland. En sus conferencias, se aboca a resaltar que no es necesario haber sido siempre un alumno brillante para convertirse en un buen científico. “En la high school [equivalente a la enseñanza media brasileña], me atraían más los autos que estudiar”, dijo él. Luego, por supuesto, le tomó el gusto a la física de átomos fríos, una elección que lo condujo a obtener el Nobel en octubre de 2012.
Durante la mañana del sábado, 2 de marzo, los cinco Nobeles y Kleppner entregaron las menciones honoríficas y las medallas de bronce, plata y oro a 250 alumnos de la enseñanza básica y media del estado de São Paulo que se destacaron en la Olimpíada Brasileña de Física del año pasado. El alumno Rogério Motisuki, con 17 años y residente en la ciudad de São Paulo, quien cursaba el tercer año de la enseñanza media cuando participó en el concurso, recibió la medalla de oro de manos de Serge Haroche. Motisuki, quien acaba de ingresar en la carrera de ingeniería informática de la Escuela Politécnica de la USP, había asistido a una fiesta de la facultad el día anterior y llegó a pensar en desistir del viaje hasta São Carlos (son tres horas en coche) para ser premiado. “Pero recibir la medalla de manos de un Nobel constituía una oportunidad única”, manifestó el estudiante.
Puede que el alumno tenga contacto con otros premios Nobel en un futuro cercano. Se postuló para el proceso de selección en siete universidades estadounidenses, entre las que se cuentan el MIT, el Caltech, Stanford y Cornell, donde no faltan los laureados con el mayor premio de la ciencia, y está aguardando los resultados. Ya fue aceptado por la Universidad de Cincinnati, donde contaría con una beca parcial de estudio, pero el muchacho quiere más.
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