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geología

Cincuenta años de calamidades en América del Sur

Muere más gente a causa de terremotos y volcanes, pero las sequías y las inundaciones afectan a una cantidad mayor de personas

Efectos del terremoto de 7.7 grados del 31 de mayo de 1970 en Perú: 66 mil muertos en el desastre con más fatalidades de los últimos 50 años en América del Sur

Unicef/ AFP Efectos del terremoto de 7.7 grados del 31 de mayo de 1970 en Perú: 66 mil muertos en el desastre con más fatalidades de los últimos 50 años en América del SurUnicef/ AFP

Un estudio sobre los impactos de 863 desastres naturales registrados durante las últimas cinco décadas en América del Sur indica que fenómenos geológicos relativamente raros como los terremotos y el vulcanismo produjeron casi el doble de muertes que eventos climáticos y meteorológicos de ocurrencia más frecuente, tales como inundaciones, deslizamientos de laderas, tempestades y sequías. De los estimados de 180 mil muertos como consecuencia de desastres, el 60% fue en razón de temblores de Tierra y de la actividad de volcanes, un tipo de actividad que se concentra en los países andinos como Perú, Chile, Ecuador y Colombia. Los terremotos y el vulcanismo representaron el 11% y el 3% de los eventos contabilizados en el trabajo respectivamente.

Aproximadamente el 32% de las muertes se produjo en razón de eventos asociados a episodios meteorológicos o climáticos, una categoría que abarca cuatro de cada cinco desastres naturales registrados en la región entre 1960 y 2009. Epidemias de enfermedades –un tipo de desastre biológico con datos escasos sobre la región, de acuerdo con el estudio– llevaron 15 mil personas a perder la vida, un 8% del total. En Brasil, 10.225 personas murieron a lo largo de esas cinco décadas en razón de desastres naturales, poco más del 5% del total, y la mayoría en inundaciones y deslizamientos de laderas durante tempestades.

Este trabajo estuvo a cargo de la geógrafa Lucí Hidalgo Nunes, docente del Instituto de Geociencias de la Universidad de Campinas (IG-Unicamp) para su tesis de libre docencia, y resultó en el libro intitulado Urbanização e desastres naturales – Abrangência América do Sur (Oficina de Textos), publicado a mediados del año pasado. “Desde las década de 1960, la población urbana de América del Sur es mayor que la rural”, dice Hidalgo Nunes. “El escenario mayor de las calamidades naturales ha sido el espacio urbano, que crece en área ocupada por las ciudades y en cantidad de habitantes.”

Sequía en el nordeste de Brasil...

Antônio Gaudério/ FolhapressSequía en el nordeste de Brasil…Antônio Gaudério/ Folhapress

La situación se invirtió cuando el parámetro analizado fue en lugar de la cantidad de muertos, la cantidad de individuos afectados en cada tipo de desastre. De los 138 millones de víctimas no fatales afectadas por esos eventos, el 1% lo fue de epidemias, el 11% de terremotos y vulcanismo y el 88% de fenómenos climáticos o meteorológicos. Las sequías y las inundaciones fueron los episodios que provocaron impactos en mayor cantidad de individuos. Las grandes sequías afectaron a 57 millones de personas (el 41% de todos los afectados), y las inundaciones a 52,5 millones de habitantes (el 38%). Brasil respondió por alrededor del 85% de las víctimas no fatales de sequías, esencialmente los habitantes del nordeste, y por un tercio de los afectados por inundaciones, fundamentalmente habitantes de las grandes ciudades del sur y el sudeste.

Las pérdidas materiales asociadas a los casi 900 desastres contabilizados, estimados en 44 mil millones de dólares a lo largo de las cinco décadas, fueron producto en el 80% de los casos de fenómenos de naturaleza climática o meteorológica. “Brasil tiene casi un 50% del territorio y más de la mitad de la población de América del Sur. Pero fue el escenario de tan sólo un 20% de los desastres, un 5% de las muertes y el 30% de los pérdidas económicas asociadas a esos eventos”, dice Hidalgo Nunes. “Sin embargo, la cantidad de personas afectadas acá fue alta: un 53% del total de afectados por desastres en América del Sur. Aún tenemos vulnerabilidades, pero no tanto como países tales como Perú, Colombia y Ecuador.”

Para redactar el estudio, la geógrafa compiló, organizó y analizó los registros de desastres naturales de las últimas cinco décadas en países de América del Sur, aparte de la Guayana Francesa (departamento ultramarino de Francia), que están almacenados en el Em-Dat – International Disaster Database. Esa base de datos reúne información sobre más de 21 mil desastres naturales ocurridos en todo el mundo desde 1900 hasta ahora. Es mantenida por el Centro de Investigación de Epidemiología de Desastres (Cred, por sus siglas en inglés), que funciona en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Católica de Lovaina, en Bruselas (Bélgica). “No existe base de datos perfecta”, pondera Hidalgo Nunes. “La del Em-Dat tiene sus fallas, por ejemplo en el registro de desastres biológicos”. Su ventaja radica en que reúne información proveniente de distintas fuentes ‒agencias no gubernamentales, organismos de Naciones Unidas, compañías de seguros, institutos de investigación y medios de comunicación‒ y las archiva utilizando siempre la misma metodología, un abordaje que permite la realización de estudios comparativos.

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AFP…e inundación en Caracas, en Venezuela: esos dos tipos de desastres son los que afectan a una mayor cantidad de genteAFP

Qué caracteriza a un desastre
Los eventos registrados en el Em-Dat como desastres naturales deben encuadrarse al menos en una de cuatro condiciones: provocar la muerte de un mínimo de 10 personas, afectar a 100 o más individuos, motivar la declaración de estado de emergencia o ser la razón de un pedido de ayuda internacional. En el trabajo sobre América del Sur, Hidaglo Nunes organizó los desastres en tres grandes categorías, subdivididas en 10 tipos de eventos. Los fenómenos de naturaleza geofísica engloban terremotos, erupciones volcánicas y movimientos de masa seca (como la caída de una piedra cerro abajo un día sin lluvia). Los eventos de carácter meteorológico o climático abarcan tempestades, inundaciones, desplazamientos de tierra en laderas, extremos de temperatura (calor o frío fuera de lo normal), sequías e incendios. Las epidemias constituyen el único tipo de desastre biológico contabilizado (vea el cuadro).

El climatólogo José Marengo, jefe de la división de investigaciones del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), con sede en la localidad de Cachoeira Paulista, interior de São Paulo, afirma que, aparte de eventos naturales, existen desastres considerados tecnológicos y casos híbridos. La rotura de un represa de desechos de la compañía minera Samarco en la localidad de Mariana (Minas Gerais) en noviembre pasado, que provocó la muerte de 19 personas y liberó toneladas de lodo tóxico en la cuenca hidrográfica del río Doce, no tiene relación con eventos naturales. Puede calificársela como un desastre tecnológico, que es cuando la acción humana está ligada a las causas del episodio. En 2011, un terremoto de 9.0 grados en la escala Richter, seguido de tsunamis, fue el mayor de la historia de Japón. Mató casi a 16 mil personas, hirió a otras seis mil y provocó la desaparición de 2.500 habitantes. Destruyó también alrededor de 138 mil edificaciones. Una de las construcciones afectadas fue la central nuclear de Fukushima, de cuyos reactores emanó radioactividad. “En ese caso, hubo un desastre tecnológico causado por un desastre natural”, afirma Marengo.

Década tras década, los registros de desastres naturales han venido aumentando en el continente, siguiendo una tendencia que parece ser global. “La calidad de la información sobre desastres naturales ha mejorado mucho en las últimas décadas. Eso ayuda a engrosar las estadísticas”, dice Hidalgo Nunes. “Pero parece que existe un aumento real de la cantidad de eventos ocurridos”. Según el estudio, gran parte de la escalada de eventos trágicos obedeció al creciente número de fenómenos meteorológicos y climáticos de gran intensidad que afectaron a América del Sur. En la década de 1960, hubo 51 eventos de esta índole. En los años 2000, esa cifra trepó a 257. En el transcurso de las cinco décadas, la incidencia de desastres geofísicos, que provocan muchas muertes, se mantuvo más o menos estable y los casos de epidemias disminuyeron.

Las inundacionesRiesgo urbano
La cantidad de muertes ocasionadas por eventos extremos parece estar disminuyendo tras haber llegado un pico de 75 mil fallecimientos en la década de 1970. En la década pasada, hubo poco más de seis mil muertes en América del Sur causadas por desastres naturales, de acuerdo con el estudio de Hudalgo Nunes. Históricamente, las víctimas fatales se concentran en pocos casos de enormes proporciones, especialmente terremotos y erupciones volcánicas. Los 20 eventos con más fatalidades (ocho ocurridos en Perú y cinco en Colombia) respondieron por el 83% de todas las muertes ligadas a fenómenos naturales entre 1960 y 2009. El peor desastre fue un terremoto en Perú en mayo de 1970, con 66 mil muertes, seguido de una inundación en Venezuela en diciembre de 1999 (30 mil muertes) y una erupción volcánica en Colombia en noviembre de 1985 (20 mil muertes). Brasil contabiliza el 9º evento con más fatalidades (la epidemia de meningitis de 1974, con 1.500 muertes) y el 19° (un alud, en razón de fuertes lluvias, que mató a 436 personas en marzo de 1967 en Caraguatatuba, litoral de São Paulo).

También hubo una declinación de la cantidad de personas afectadas durante los años más recientes, pero las cifras siguen siendo elevadas. En los años 1980, los desastres produjeron alrededor de 50 millones de víctimas no fatales en América del Sur. Durante la década pasada y también en la anterior, esa cantidad se redujo a alrededor de 20 millones.

Siete de cada 10 latinoamericanos viven actualmente en ciudades, donde la ocupación del suelo sin criterios y algunas características geoclimáticas específicas tienden a aumentar la vulnerabilidad de la población local ante desastres naturales. Hidalgo Nunes comparó la situación de 56 conglomerados urbanos con más de 750 mil habitantes de América del Sur con relación a cinco factores que aumentan el riesgo de calamidades: sequías, terremotos, inundaciones, deslizamiento de laderas y vulcanismo. Quito, la capital del Ecuador, fue la única metrópolis que estaba expuesta a los cinco factores. Cuatro ciudades colombianas (Bogotá, Cali, Cúcuta y Medellín) y La Paz, en Bolivia, se ubicaban detrás, con cuatro vulnerabilidades. Las capitales brasileñas presentaron a lo sumo dos factores de riesgo: sequías e inundaciones (vea el cuadro). “Los desastres son producto de la unión de amenazas naturales y vulnerabilidades de las áreas ocupadas”, dice el investigador Victor Marchezini, del Cemaden, sociólogo que estudia los impactos a largo plazo de estos fenómenos extremos. “Son eventos socioambientales.”

VulnerabilidadResulta difícil medir los costos de un desastre. Pero con base en datos de la edición de 2013 del Atlas brasileiro de desastres naturais, en el cual se emplea una metodología distinta de la de la geógrafa de la Unicamp para contabilizar calamidades en América del Sur, el grupo de Carlos Eduardo Young, del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), realizó a finales del año pasado un estudio. Basándose en estimaciones del Banco Mundial de pérdidas provocadas por desastres en algunos estados brasileños, Young calculó que aluviones, inundaciones y movimientos de masa ocurridos entre 2002 y 2012 provocaron pérdidas económicas de al menos 180 mil millones de reales en todo el país. En términos generales, los estados más pobres, como los del nordeste, sufrieron las mayores pérdidas económicas con relación al tamaño de su PIB. “La vulnerabilidad a desastres puede ser inversamente proporcional al nivel de desarrollo económico de los estados”, dice el economista. “Los cambios climáticos pueden agudizar la cuestión de la desigualdad regional en Brasil.”

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