La resiliencia de las revistas depredadoras, que divulgan artículos científicos a cambio de dinero y sin someterlos a una genuina revisión por pares, ha propiciado la aparición de un nuevo frente de combate contra estas publicaciones: ante la imposibilidad de eliminarlas, se intenta atenuar los daños que provocan a la credibilidad de la comunicación científica y a la reputación de los autores. Un foro organizado en el mes de diciembre por el Committee on Publication Ethics (Cope), un organismo internacional que agrupa a los editores para discutir sobre temas concernientes a la integridad científica, puso de manifiesto este debate.
Uno de los temas que se abordaron fue la viabilidad de crear un mecanismo capaz de garantizarles a los investigadores la prerrogativa de exigir la retractación de un artículo cuando descubran que han publicado en una revista fraudulenta. Sucede que, en la mayoría de los casos, los editores de estas revistas simplemente ignoran los pedidos de los autores, o bien aprovechan para exigirles que abonen una “tarifa de retractación”, de algunos cientos de dólares; e incluso existe la figura del “manuscrito rehén”, a la espera del pago de un rescate para cancelarlo. El Cope arribó a la conclusión de que sería imposible crear una instancia para decretar retractaciones en rebeldía, dado que la revista se convierte en titular de los derechos del artículo.
La idea común de que los investigadores recurren a las revistas depredadoras para inflar su producción científica de manera ilegítima simplifica un fenómeno que es complejo. En 2018, la epidemióloga canadiense Kelly Cobey, del Ottawa Hospital Research Institute, publicó en la revista BMJ Open una investigación sobre las motivaciones de los autores del área biomédica que publicaron en revistas con prácticas engañosas. Casi la mitad de los entrevistados refirió haberse percatado de que la publicación era de baja reputación cuando ya habían remitido sus trabajos. El estudio también revela que estos recurrieron a esas revistas luego de otros intentos fracasados: un tercio de ellos manifestaron que sus papers había sido rechazados anteriormente y, de ese grupo, el 43 % había experimentado una negativa en dos oportunidades. La investigadora, que participó en el foro celebrado por el Cope, está desarrollando una alternativa a las no siempre actualizadas listas de revistas depredadoras: una plataforma de acceso abierto capaz de informar las prácticas y el grado de transparencia de cada revista científica. “La herramienta en desarrollo incluirá títulos de todo tipo, no solo los de acceso abierto”, explicó Cobey, en referencia al alcance habitual de las listas de publicaciones fraudulentas.
La utlización de revistas depredadoras puede acarrear diversos perjuicios. Uno de ellos es el riesgo de que el paper desaparezca. Es habitual que estas revistas dejen de publicarse sin dejar rastros en internet tan pronto como se denuncian sus prácticas. Aunque eso no suceda, las bases de datos, tales como Web of Science y Scopus tienen por norma no indexar esas publicaciones, por lo que disminuyen las posibilidades de que los artículos sean citados. Pero el problema principal es quizá el daño a la reputación. Cuando alguien tiene un trabajo publicado en uno de esos títulos, sobre el cual existen dudas de que haya sido cabalmente revisado por pares, esto puede ir en su desmedro en un proceso riguroso de evaluación.
Los autores pueden tomar recaudos para garantizar que su trabajo tenga una revisión por pares adecuada incluso si fuera publicado en una revista depredadora. En un artículo publicado en enero en la revista Publications, de la editorial suiza MDPI, el psicólogo Yuki Yamada, de la Universidad de Kyushu, en Japón, recopiló una lista de pistas y recomendaciones para preservar la rectitud y la solidez de un manuscrito científico. Uno de los recursos propuestos es el uso del informe registrado, habitual en el ámbito de la medicina y que también va ganando espacio en otras disciplinas como la psicología. Por medio de estos informes, el investigador deja constancia de los métodos, los planes y los protocolos de una investigación que aún no se ha iniciado. Esto le confiere mayor transparencia y credibilidad a los resultados, ya que impide que se modifique la hipótesis o que se supriman datos al finalizar el trabajo, distorsionándolo.
Otro recurso consiste en obtener dictámenes independientes antes de la publicación del artículo. Algunas empresas de comunicación científica que se especializan en ayudar a los autores a editar sus manuscritos en inglés también ofrecen servicios pagos de revisión por pares. Los resultados de la revisión pueden consultarse en un enlace electrónico proporcionado por la empresa que certifica que el paper superó un examen de calidad mínimo. Hay alternativas gratuitas, como es el caso de la plataforma Review Commons (www.reviewcommons.org), compuesta por investigadores del campo de las ciencias biomédicas y de la vida que examinan manuscritos antes de su publicación. Los informes de los revisores sugieren mejoras a los trabajos y apuntan su potencial para comunidades disciplinarias específicas, ayudándoles a los autores a escoger las plataformas de preprints o las revistas más adecuadas. El investigador puede optar por remitir el artículo a alguna de las 17 revistas de la editorial Embo Press, que coordina la iniciativa. En ese caso, el proceso de revisión es más rápido, pues toma en cuenta las consideraciones vertidas en el informe. Otro servicio gratuito que ofrece la certificación científica de manuscritos es Peer Community In (https://peercommunityin.org), patrocinado por el Instituto Nacional de Investigaciones en Agricultura y Medio Ambiente de Francia (Inrae). Los documentos de buena calidad reciben una carta de recomendación, que comenta los puntos fuertes y las limitaciones del artículo, además de sugerir referencias. También existe la posibilidad de obtener recomendaciones públicas. Hay servicios de internet como plaudit.pub, a través del cual los autores registrados en la plataforma Orcid pueden evaluar y refrendar el contenido de manuscritos. Y hay repositorios de preprints como PsyArXiv, que son socios del servicio.
Yamada considera que la presión sobre los investigadores para que publiquen numerosos artículos hace que muchos de ellos se conviertan en presas fáciles de las revistas depredadoras, puesto que ellas envían correos electrónicos frecuentes y persuasivos ofreciendo falsas promesas. Por eso se decidió a recopilar las recomendaciones para ayudarlos. “Cuando en la vida académica no se logra publicar trabajos, eso equivale a la muerte profesional”, sentencia.
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