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Buenas prácticas

Corrección veloz de los errores

Debido a fallas metodológicas y equívocos en su mayoría cometidos de buena fe, se cancelan trabajos de la producción científica sobre el nuevo coronavirus

Montaje sobre una fotografía de Angela Deane-Drummond/ Evening Standard/ Hulton Archive/ Getty Images

El sitio web Retraction Watch, que mantiene una base de datos con más de 20 mil artículos científicos cancelados por errores o por mala conducta, comenzó a rastrear estudios sobre el covid-19 cuya publicación se suspendió luego de que se refutaran sus resultados. La cantidad de investigaciones impugnadas es pequeña y casi en su totalidad se trata de equívocos cometidos de buena fe, en el empeño por divulgar resultados que podrían ayudar en la lucha contra la pandemia. De los más de 10 mil trabajos publicados sobre la enfermedad hasta mediados de mayo, tan solo siete artículos –el 0,07% del total– registraban errores o problemas metodológicos que comprometieron sus conclusiones y por eso se eliminaron.

En la lista de los trabajos cancelados, uno de los ejemplos fue un manuscrito publicado en el repositorio de preprints medRxiv por investigadores chinos y estadounidenses en el cual se analizaban las características epidemiológicas y clínicas del brote del nuevo coronavirus en China. El estudio se basaba en los casos registrados en el país hasta el 26 de enero. Como la epidemia explotó en febrero, los autores solicitaron el retiro del manuscrito para rehacer su análisis. Ese hecho tuvo repercusión sobre otros trabajos que habían utilizado sus conclusiones. Uno de ellos fue un informe del Imperial College de Londres, que salió publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases (Lancet ID), que elaboró proyecciones sobre la cifra de casos y muertos en distintos escenarios y ayudó a diversos países a configurar estrategias de combate contra la pandemia. El grupo del Imperial College le solicitó la corrección del artículo a la revista, mediante la supresión de los datos del trabajo chino, pero puntualizó que eso no modificaba los escenarios estimados.

Uno de los casos más escandalosos involucró a un trabajo publicado al final del mes de enero en el repositorio bioRxiv por científicos de la Escuela de Ciencias Biológicas Kusuma, de Nueva Delhi, en la India. Ya en su título el estudio hacía referencia a una “misteriosa similitud” entre el nuevo coronavirus y el VIH, el virus causante del sida. El manuscrito estuvo disponible durante un lapso de dos días, tiempo suficiente para que alimentara teorías conspiratorias en las redes sociales. Pero hubo tantas críticas referidas a la precariedad de su metodología que sus autores lo retiraron del repositorio.

Los reproches hacia los repositorios de preprints arreciaron, por divulgar resultados científicos en forma instantánea, dejando a los lectores la tarea de evaluar la consistencia de los datos. Según los editores de Retraction Watch, Ivan Oransky y Adam Marcus, las críticas a los preprints son exageradas, toda vez que incluso revistas científicas con sistemas de revisión por pares muy rigurosos y selectivos retractan artículos problemáticos. Ellos consideran que los repositorios tienen el mérito de detectar rápidamente problemas en los manuscritos y corregirlos. “Cuando las revistas científicas publican investigaciones problemáticas o equivocadas, puede que tarden meses o incluso años en corregir o retractar los trabajos, y eso cuando lo hacen”, escribieron en un artículo de opinión en el servicio de noticias Stat News.

Un grupo de científicos franceses solicitó la retractación de un artículo publicado en el Bulletin de la Dialyse à Domicile del día 13 de abril, que advertía sobre el riesgo de contagio con el fluido de las diálisis peritoneales de los pacientes con covid-19. El trabajo era un estudio de caso de un paciente con síntomas del nuevo coronavirus que fue sometido a diálisis, cuyo fluido dio positivo en el test del virus. Se descubrió que las conclusiones eran totalmente erróneas porque el paciente no tenía covid-19. Los ocho autores atribuyeron el fiasco a un error y no a la negligencia.

En uno de los trabajos cancelados se detectaron indicios de mala conducta. La revista The Lancet Global Health anunció el 26 de febrero la retractación de una carta que describía la dura experiencia de los enfermeros en la lucha contra el nuevo coronavirus en Wuhan, China. “Más allá del agotamiento físico, también afrontan padecimientos psicológicos”, redactaron los dos signatarios de la carta: Yingchun Zeng, profesional de enfermería, y Yan Zhen, especialista en medicina tradicional china. Luego de su publicación, la revista fue notificada de que la dupla de autores no formaba parte del equipo de trabajo de atención de los enfermos en Wuhan. Ambos admitieron que el relato era una versión de segunda mano.

El caso más inusitado tuvo que ver con un artículo publicado el 5 de marzo en la revista Chinese Journal of Epidemiology, que fue retractado dos días después. El paper abordaba la existencia de posibles resultados falsos positivos para covid-19 entre individuos que habían mantenido contacto con personas infectadas en China. Los editores de la publicación no explicaron los motivos de la retractación, y ni siquiera pudo analizarse el artículo original, que desapareció de internet. Según un informe publicado el 15 de abril en la revista Nature, las retractaciones de artículos sobre covid-19 en China podrían estar vinculadas a un control gubernamental sobre la difusión de resultados de investigaciones acerca de la enfermedad. Hay representantes de universidades que refieren que los estudios sobre el origen del virus Sars-CoV-2 solo pueden publicarse con la autorización de los ministerios de Educación y de Ciencia y Tecnología. La revista china Pratical Preventive Medicine anunció la retractación de un paper que había sido publicado a comienzos de marzo según el cual, el virus Sars-CoV-2 podría dispersarse por casi 5 metros en partículas en suspensión (aerosoles), el doble de la distancia que las autoridades de la salud consideran segura. En ese caso tampoco se precisó cuál era la información errónea.

La baja más reciente fue un preprint publicado el 11 de mayo por científicos del Hospital Raymond-Poincaré, en Garches, Francia, en el cual se analizaba el potencial de la terapia con hidroxicloroquina y azitromicina en la disminución de las internaciones por neumonía debido a covid-19. El estudio no era conclusivo –su título terminaba con un interrogante–, pero los autores optaron por removerlo el 20 de mayo, aludiendo a las controversias acerca de esos medicamentos, que otros trabajos tildaban como ineficientes, y la necesidad de revisar los datos. El preprint había sido elogiado en Twitter por el médico francés Didier Raoult, del hospital IHU-Méditerranée Infection y de la Universidad de Aix-Marsella, autor del primer artículo que apuntaba la eficiencia del tratamiento, que desencadenó el interés por esa terapia en el mundo entero. El trabajo de Raoult está siendo investigado por la editorial Elsevier por sospecha de mala conducta. Hay indicios de que ese estudio, que salió publicado el 20 de marzo en la revista International Journal of Antimicrobial Agents, comenzó a realizarse antes de contar con el aval de un comité de ética y que su revisión por pares se hizo en forma precipitada. El paper fue aprobado para su publicación un día después de ser presentado a la revista.

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