Hace alrededor de 18 mil años se habría producido un gran evento adaptativo en la primera oleada de humanos que acababa de dejar Asia rumbo a América y se encontraba en Beringia, una vasta extensión de tierra firme que por entonces conectaba Siberia con Alaska. Durante su estadía en el puente natural entre los dos continentes, actualmente sumergido en su mayor parte bajo el estrecho de Bering, esa oleada primordial de cazadores-recolectores habría soportado las presiones de la selección natural debido al frío extremo y a la adopción de una dieta abundante en proteínas y lípidos. Esta nueva realidad habría conducido a ciertas alteraciones en su genoma. Una de las marcas moleculares causadas por el proceso adaptativo habría sido la aparición de una mutación en un gen de la familia FADS, ligado al metabolismo de las grasas poliinsaturadas, tales como el omega 3. Un estudio internacional efectuado en 2015 detectó esa mutación, que permite digerir con mayor facilidad una alimentación rica en ácidos grasos, tan sólo en el ADN de las poblaciones inuit actuales, en Groenlandia. Un nuevo trabajo, llevado a cabo por un equipo de investigadores brasileños, identificó esa variante genética en el ADN de 53 pueblos amerindios actuales, que habitan en el continente de norte a sur (PNAS, 13 de febrero). “Los inuit son tan sólo una de las poblaciones que poseen ese signo de la selección natural en dicho gen”, explica la genetista Tábita Hünemeire, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), una de las autoras del artículo. El nuevo análisis también indica que la mutación se habría producido cuando esa población se encontraba en Beringia y todavía no se había dispersado por el continente americano.
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