Desde el mes de marzo, a causa de la pandemia de covid-19, se encuentran suspendidas las tareas de búsqueda de los vestigios de las colecciones que todavía se encuentran entre los escombros del Museo Nacional (MN) de Brasil, que se incendió el 2 de septiembre de 2018. La reanudación de las labores de rescate en el Palacio Imperial de São Cristóvão, que alberga a la institución vinculada a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), está prevista para el comienzo del año próximo, pero su autorización depende de la disminución del índice de contagios de la enfermedad. La dirección del museo estima que se ha recuperado el 90% del material con posibilidad de rescatarse y que harían falta otras seis semanas para dar por finalizada esa etapa. Según un dictamen publicado en abril del año pasado por la Policía Federal, el incendio se habría iniciado a causa de una sobrecarga eléctrica en un equipo de aire acondicionado.
Totalmente vallado, actualmente el palacio recibe pocas visitas, más allá de la presencia del personal de vigilancia e inspecciones periódicas de los miembros del directorio del MN. “La pandemia no interfirió demasiado en el trabajo de reconstrucción del museo porque estamos en la etapa de elaboración de proyectos”, explica el paleontólogo Alexander Kellner, director de la institución. La meta es reinaugurarlo en 2025, luego de modernizar el interior del palacio. Con motivo de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y en función de la importancia histórica del edificio emplazado en la Quinta da Boa Vista, que antes de albergar el museo fue la residencia oficial de la familia imperial, en el siglo XIX, existe la posibilidad de una apertura parcial en 2022. También está prevista para el año del Bicentenario la inauguración de un minicentro educativo del Museo Nacional destinado al público escolar, fuera de las instalaciones del palacio. El mismo funcionará en el campus de Investigación y Educación del Museo Nacional/UFRJ, un área de 44 mil metros cuadrados aledaña al parque de la Quinta da Boa Vista, que dispondrá de un edificio administrativo, construcciones para el área académica y laboratorios de manejo de colecciones en medios líquidos, y otros edificios que albergarán laboratorios de investigación y mantenimiento de las colecciones. Hasta el momento en que se produjo el siniestro, gran parte de esas actividades, además de las muestras abiertas al público, se concentraban en el Palacio de São Cristóvão (lea los reportajes sobre los impactos del incendio en Pesquisa FAPESP, edición nº 272).
La búsqueda de fondos para financiar la reconstrucción del MN y la creación del nuevo campus sigue en marcha. De los 372 millones de reales previstos para ese fin, el museo ha recaudado hasta ahora menos de la mitad, unos 162 millones de reales. “Aún no disponemos siquiera del monto necesario como para realizar la primera parte de la reapertura”, dice Kellner. Para hacer factible la restauración y la reconstrucción física de su sede, la institución cuenta con el proyecto Museo Nacional Vive, una asociación conformada por la UFRJ, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la fundación Vale.
Los proyectos para la restauración de las fachadas y la reconstrucción del tejado están listos y aprobados por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), un requisito legal. “El Palacio de São Cristóvão y la Quinta da Boa Vista fueron declarados patrimonio nacional y, como tales, puestos a resguardo, en 1938”, explica la arquitecta Maria Paula von Biene, de la Oficina Técnica del Museo Nacional, a cargo de las diversas etapas de reconstrucción del palacio, con el reto de velar por su historia. “La propuesta para las fachadas que, por cierto, resistieron el fuego y se mantienen sólidamente en pie, consiste en restaurarlas y conservar la identidad arquitectónica del palacio, así como su relación con la Quinta da Boa Vista”.
Con un presupuesto de unos 50 millones de reales, esa fase se financiará con recursos aportados por el sector privado, además de una erogación de 20 millones de la misma moneda que hará la Legislatura de Río de Janeiro (Alerj). De acuerdo con el cronograma que divulgó la dirección del MN, a finales de 2020 se iniciará el desarrollo de los proyectos de arquitectura, jardines y museografía, como así también las obras de restauración de los ornamentos y elementos decorativos del palacio y del Jardín de las Princesas. También está prevista una reforma y ampliación de la Biblioteca Central del museo, que está alojada en el Jardín Botánico, un edificio anexo al palacio que no fue afectado por el fuego.
El 2 de septiembre de este año, al cumplirse el segundo aniversario de la tragedia, un equipo de investigadores del museo divulgó una buena noticia: la recuperación, si bien con daños, de alrededor del 30% de la colección Emperatriz Teresa Cristina, compuesta por un total de 700 objetos y frescos que datan del siglo VII a. C. al III d. C. pertenecientes a las ciudades de Pompeya y Herculano, del sur de Italia. Entre las piezas que se salvaron figuran cuatro frescos del templo de Isis, en Pompeya. “La reserva técnica de arqueología albergaba seis armarios con la colección de la emperatriz, que se mantuvieron en pie y cerrados durante el incendio. Se pudo retirar estante por estante”, relata la arqueóloga Ângela Rabello, del MN. También se rescataron casi 300 piezas y fragmentos de la colección egipcia, que originalmente contaba con 700 objetos funerarios. Entre los restos del incendio, se recuperaron las esculturas de Bes, el dios protector de los niños, de la dama del cono (ahora sin el cono de incienso que tenía sobre su cabeza) y estatuillas mortuorias. “Las momias y los sarcófagos resultaron dañados, pero nuestra colección egipcia sigue siendo la mayor de América Latina”, comenta Rabello.