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NECROLÓGICAS

El amor a la “Última flor del Latium”

La escritora Cleonice Berardinelli, una de las mayores expertas del mundo en Camões y Fernando Pessoa, falleció a los 106 años

Guilherme Gonçalves / ABLBerardinelli: su pasión por la palabra se despertó en la infanciaGuilherme Gonçalves / ABL

No todos los días ni cualquier persona es destinataria de un elogio superlativo de un Premio Nobel de Literatura. El escritor portugués José Saramago (1922-2010), dijo de Cleonice Berardinelli: “Ella es parte de la del espíritu, esa que, por cierto, es necesaria para la evolución de la sociedad”. La integrante más longeva de la Academia Brasileña de Letras (ABL), falleció el 31 de enero, a los 106 años, dejando un gran legado de ensayos y ediciones críticas, además de muchos estudiantes que con ella aprendieron sobre la belleza y la sofisticación de la lengua y la literatura portuguesa.

Nacida el 28 de agosto de 1916 en Río de Janeiro, Berardinelli pasó su infancia y su adolescencia de ciudad en ciudad. Su padre era militar y la familia lo seguía en sus frecuentes traslados. Estaban viviendo en São Paulo cuando, enamorada de la poesía desde que aprendió a leer, decidió estudiar letras neolatinas en la recién creada Universidad de São Paulo (USP). Se graduó en 1938. Algo infrecuente para la época, sus padres le permitieron seguir estudiando en lugar de casarse, lo que finalmente haría en 1953, a los 37 años, con el médico Álvaro Berardinelli.

La ensayista solía evocar, en las numerosas entrevistas que concedió, una conversación singular que mantuvo con su marido: “Él prefería que abandonase a los alumnos particulares y las clases en el colegio. ‘¿Y la facultad?’, le pregunté. ‘La facultad no. Es tu vida’, me dijo”. Así fue que, en 1959, obtuvo la libre docencia en literatura portuguesa por la Facultad Nacional de Filosofía de la por entonces Universidad de Brasil, la actual Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). En aquella época, ese título otorgaba automáticamente el de doctora, y la tesis que defendió sobre la poesía y la poética de Fernando Pessoa (1888-1935) fue la primera en Brasil, y la segunda a nivel mundial, sobre el autor portugués.

Pessoa fue el primer escudriñado por los análisis agudos y elegantes de Berardinelli, siempre empeñada en develar caras ocultas de los autores que amaba. En las décadas siguientes fueron sucediéndose otros: Gil Vicente (1465-1536), Luís Vaz de Camões (1524-1580), el padre Antônio Vieira (1608-1697), Eça de Queiroz (1845-1900) y Mário de Sá-Carneiro (1890-1916). A partir de ellos se publicaron libros que se siguen utilizando en las aulas, tales como Estudos camonianos (editorial MEC, 1973) y Fernando Pessoa: Outra vez te revejo… (editorial Lacerda, 2004). Durante años fue invitada a ocupar un puesto en la ABL y siempre lo rechazó. En 2009 aceptó, cuando pasó a ocupar el sillón número 8.

El poeta Marco Lucchesi, presidente de la ABL entre 2018 y 2021 y actual presidente de la Biblioteca Nacional, pasó a convivir regularmente con Berardinelli desde que se hizo “inmortal”, en 2011, pero ya era íntimo de sus libros. “Conocí a Cleonice a través de los mares salinos de Camões, las máscaras y sombras luminosas de Fernando Pessoa y después, personalmente, en la ABL. Fue una convivencia extraordinaria, porque ella estaba atenta a las delicadezas y, al mismo tiempo, era capaz de arrojar luz a los vericuetos más oscuros de un autor. Era una persona luminosa e iluminadora, siempre en la senda de esta densa y delicada, fuerte y sutil lengua portuguesa que corre por las venas de las lenguas habladas en Brasil, África, Portugal y ultramar”, dijo.

En su permanente y apasionada relación con los libros y las aulas, Berardinelli fue profesora de instituciones tales como la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio), la Universidad Católica de Petrópolis y el Instituto Rio Branco, además de la UFRJ. En la década de 1980, impartió clases como profesora visitante en las universidades de California, en Santa Bárbara (EE. UU.), y de Lisboa, en Portugal. Supervisó más de cien tesis doctorales y tesinas de maestría, trabando lazos intelectuales y de amistad que dejaron huellas en sus alumnos para toda la vida.

“Conocí a doña Cléo, como afectuosamente la llamábamos, en 2005, cuando ingresé a la PUC para hacer una maestría en literatura portuguesa. Como gran admiradora de Pessoa, y también ser profesora de inglés y adorar a Walt Whitman [1819-1892], quería escribir una tesina que conectara ambos elementos”, recordó Maria do Carmo Facó, profesora jubilada que fue docente en varias universidades de Río. “Al principio no aceptó, porque decía que no conocía lo suficiente a Whitman como para dirigir mi trabajo, aunque sabía que el propio Pessoa era lector de este e incluso admitía haber sido influenciado por él”. Según Facó, como tenía mucha curiosidad por acercarse al “poeta del cosmos” estadounidense, no le resultó difícil convencerla. En ese entonces, Berardinelli tenía más de 90 años.

“Su legado es de extrema importancia. A pesar de haberse recopilado 136 heterónimos de Pessoa, sigue sin ser desentrañado, porque aún queda material inédito en su famosa arca”, dice. “Doña Cléo fue una de las mayores autoridades en esta inconmensurable aventura, no solo por divulgar la obra del poeta portugués, sino por ayudarnos a entenderla en toda su complejidad”, resume Facó.

El poeta Carlos A, Pittella, investigador de la Universidad Concordia, en Montreal (Canadá), recuerda los poco más de 10 años de contacto intenso con la inmortal de la ABL, quien fue su directora de maestría y doctorado. “Cleonice fue decisiva en mi formación. Sin ella no habría estudiado literatura. Ella fue quien me reveló el horizonte de estos estudios y cómo ampliarlo, ya que ofrecía tanto material de fuentes primarias, como sus ediciones críticas, como así también un amplio modelo de metodología y seriedad investigativa. En otras palabras, Berardinelli y su labor han sido y siguen siendo fuentes ineludibles en los estudios pessoanos. Siempre a la vanguardia, y siempre abierta a revisiones, algo no muy común en este medio”, dijo Pittella.

“Berardinelli no es solo un legado. Un legado es algo que se deja y ella, para mí, abrió muchas puertas, y también fue un puente entre los países de habla portuguesa”, comentó. “Para hacernos una idea, ella nos contó que Saramago la llamaba en cuanto publicaba un libro. Unos días antes de publicar Ensaio sobre a cegueira, le envió una copia, la llamó por teléfono y le preguntó: ‘Y bien, Cleonice, ¿qué te ha parecido?’. Ella le respondió: ‘Fue un golpe en la boca del estómago’. Intrigado, Saramago replicó: ‘¿Te gustó?’. Ella respondió: ‘A veces, nos gusta que nos golpeen’”.

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